Iván IV el Terrible, primer zar de Rusia

Iván IV Vasílievich, también conocido como Iván el Terrible, fue Gran Príncipe de Moscú (1533-1547) y el primer monarca en adoptar el título de zar de Rusia (1547-1584). Conocido principalmente por su cruel personalidad y actos salvajes, durante su largo reinado también se llevaron a cabo numerosas acciones: la creación de un nuevo código legal así como el Zemski Sobor (parlamento feudal), la centralización del poder en Moscú, la reforma del ejército, la conquista de los janatos tártaros de Kazán y Astracán y la exploración de Siberia.

Iván IV el Terrible

Inicios y adolescencia

Iván nació el 25 de agosto de 1530, hijo de Basilio III de Moscú y de Elena Vasílivena Glínskaya (de orígenes mongoles). A la corta edad de tres años, ascendió al trono tras la muerte de su padre, ocupando Elena el cargo de regente. Pero pocos años después, la tragedia volvió a golpear al joven Iván cuando su madre falleció en 1538. Existieron ciertas sospechas de que Elena hubiese podido ser envenenada debido a las intrigas de la nobleza boyarda, la cual buscaba hacerse con el poder. La muerte de su madre, dejó al pequeño Iván indefenso frente a los abusos de la nobleza. Los diferentes clanes empezaron a maniobrar para ejercer su influencia en los asuntos de estado, aunque ello supusiera maltratar al zar. No se sabe con seguridad las acciones llevadas a cabo contra Iván, pero se cree que le humillaban, golpeaban y le privaban de comida a propósito. También le encerraron en una torre del Kremlin, viviendo como si fuera un mendigo.

Estas constantes vejaciones a las fue sometido por parte de la nobleza boyarda, pudieran haber influido en la forja de su posterior carácter cruel y sádico. Iván se vio obligado a sobrevivir como buenamente pudo. Se dice que por aquel entonces se dedicaba a arrojar perros y gatos desde lo alto de la torre en la que se encontraba preso solo por ver como se estrellaban contra el suelo, un claro indicio de psicopatía. A los 13 años, con el fin de afirmar su autoridad, ordenó la ejecución del príncipe y líder de los boyardos Andrei Shuisky. Aquel fatídico día inauguró una horripilante tradición: conseguir que una jauría de perros devorase sin contemplaciones a sus enemigos. Durante su adolescencia, eran frecuentes ataques de ira en los que esputaba espuma por la boca y se autolesionaba arrancándose mechones de pelo para después permanecer horas en silencio mirando a un punto fijo. Sin embargo, otra peculiar faceta de Iván IV era su gran fervor a Dios bajo la tutela del arzobispo Macario, además de ser un ávido lector.

Zar de Rusia

Tras 14 años de reinado plagado de vaivenes, en 1547 se desposó con su primera esposa Anastasia Románovna Zajárina (hija de Yuri Romanov-Koshkin, de la dinastía Romanov), a la que escogió, según cuenta la leyenda, entre más de 1.500 candidatas. Este matrimonio le proporcionó cierta serenidad mental que le permitió convertirse en el primer zar de Rusia ese mismo año, tras ser coronado en la catedral de la Dormición en Moscú por Macario, máxima autoridad de la Iglesia ortodoxa. Este título tan grandioso derivaba en última instancia de ‘César’, en clara alusión a los antiguos emperadores romanos. Con la ayuda de Anastasia, logró acabar con las viejas leyes y con la corrupción generalizada del país protagonizada por la nobleza. Esta fue sin duda la mejor época de su extenso y controvertido reinado.

A su vez, afrontó una reforma total del estado mediante la creación de la Rada, un consejo de estado formado por Macario, su confesor Silvestre y su consejero Alexei Adashev. En 1549, realizó una reunión de los representantes de los principados rusos (Zemski Sobor) y comenzó una reforma del código legal. Al año siguiente, recopiló todos los decretos emitidos por el gobierno en el llamado Sudébnik. Por otro lado, Iván IV también llevó a cabo una profunda reforma del ejército en 1550 a través del establecimiento de los Streltsí, una unidad de élite que conquistó los enclaves tártaros de Kazán (1552) y Astracán (1556) para controlar el Volga y acabar con el dominio asiático después de 300 años. Tras estas conquistas, el zar puso sus ojos en la costa del mar Báltico en 1558, por lo que empezó una guerra contra Livonia (actuales Estonia y Letonia), defendida por la orden de los Hermanos de la Espada. Su victoria le proporcionó el estratégico puerto de Narva, aunque después se debió enfrentar a una coalición formada por Polonia, Lituania y Suecia, prologándose la contienda durante más de veinte años.

Progresiva expansión del Zarato ruso

Con su esposa Anastasia, Iván IV tuvo seis vástagos: Ana, María, Dmitri, Iván, Eudoxia y el futuro Teodoro I. Pero su inicial alegría pronto se tornó en tragedia cuando en 1560 su amada esposa falleció, posiblemente víctima de otro envenenamiento perpetrado por la nobleza. Esta trágica muerte enturbió la ya de por sí frágil mente del monarca ruso, convirtiéndose a partir de entonces en un gobernante autoritario, fanático y sádico. Por estas cualidades, se ganaría el apodo de ‘Grozny‘ cuya traducción al castellano significa ‘severo’ o ‘duro’ y no ‘terrible’ como después se le conoció popularmente a este personaje. A lo largo de su vida, se volvería a casar hasta siete veces más aunque estos sucesivos matrimonios no sirvieron para calmar su cambiante estado mental para desgracia de su desventurado pueblo.

Sin Anastasia de su lado, Iván IV el Terrible empezó a ver enemigos por todas partes fuertemente obsesionado con la idea de ser expulsado del trono por sus más cercanos colaboradores. Por ello, ordenó las más horribles torturas contra esos supuestos conspiradores. Algunas de estas prácticas incluían la rotura de huesos, latigazos hasta arrancar la piel o abrasamiento del cuerpo. Otras todavía más crueles incluían freír vivas a sus víctimas por medio de gigantescas sartenes creadas para tal efecto o sumergirlas en agua hirviendo y después en agua fría de forma intermitente hasta conseguir la caída de la piel y posterior muerte. También existieron algunos prisioneros que fueron cortados en rebanadas. A las esposas de los acusados por traición, las ejecutaba a su vez para después colgar los cuerpos desnudos frente a sus casas.

Estatua de Iván el Terrible (1871), Museo Estatal Ruso

La razón por la cual cometía estos actos tan horripilantes es motivo de debate en la actualidad. Ciertos autores alegan una infancia desdichada, repleta de maltratos, abusos y tragedias personales como origen de sus trastornos mentales. Otros aseguran que se trataba tan sólo de puro sadismo, al disfrutar sobremanera mediante la contemplación del sufrimiento ajeno de una forma lenta y especialmente dolorosa. Por si fuera poco, la situación con la Iglesia ortodoxa empeoró cuando Macario fue reemplazado por Afanasio como metropolitano de Moscú, con quien no mantendría una buena relación. Por otro lado, al ser traicionado por el príncipe Andréi Kurbski quien dirigió un ejército lituano hacia Rusia, Iván IV decidió crear la Opríchnina entre 1565-1572, un territorio enteramente bajo su control absoluto sin intermediaciones de la nobleza. Para llevar a cabo sus oscuros propósitos, el zar ruso se ayudaría de su temible guardia personal, los opríchnik. Este grupo sumamente siniestro profesaba una fe ciega hacia la persona de Iván IV, llevando a cabo masacres de todo tipo contra la población indefensa por órdenes expresas del zar. Pero lo peor estaba todavía por llegar.

En otro de sus ataques de locura, Iván IV marchó sobre la ciudad de Nóvgorod en 1570 junto con 15.000 de sus hombres con el objetivo de aplastar una supuesta rebelión contra su gobierno arrasando todo a su paso. Miles de vidas fueron sesgadas a la vez que se arrojaban decenas de niños inocentes a las gélidas aguas del río Vóljov tan solo para contentar a Iván el Terrible, extasiado como estaba de aquel grotesco espectáculo. En 1571, Rusia fue objeto de una devastadora invasión por parte del kanato de Crimea, por lo que Iván IV huyó a Inglaterra, país con el que mantenía relaciones diplomáticas. Posteriormente, en la batalla de Molodi (1572) acabó con sus enemigos tártaros, poniendo fin a sus incursiones. Iván IV protagonizaría otro episodio violento para añadir a su ya extenso historial, cuando en 1581 golpeó hasta la muerte con un bastón a su hijo mayor y heredero, el zarévich Iván. Este trágico evento le acompañó el resto de su amarga existencia, arrepintiéndose profundamente. A su vez, durante sus últimos años de vida, se dedicaría a desflorar a más de 1.500 mujeres vírgenes para después asesinar a los hijos fruto de estas truculentas relaciones. Más tarde, los Streltsí al mando de Yermak Timoféyevich expandieron las fronteras de Rusia hasta las lejanas tierras de Siberia entre 1581-1583.

Iván IV el Terrible mató a su hijo predilecto durante un ataque de locura en 1581

Legado de Iván el Terrible

El 18 de marzo de 1584, Iván IV el Terrible dejó este mundo a los 53 años de edad en circunstancias no del todo aclaradas (podría haber muerto envenenado, como ya era costumbre entre la alta jerarquía). Sus reformas allanaron el camino hacia la centralización del estado y la pérdida de poder de la oligarquía. Aunque fue considerado como el forjador del Zarato ruso (posteriormente Imperio ruso), su legado había estado lleno de muerte y destrucción. Por esta razón, cuando el zar Alejandro II (1855-1881) inauguró un monumento a la historia de Rusia, dejó muy claro que no se incluyera en él a Iván el Terrible. Pero a pesar del ostracismo al que fue sometido por parte de la historiografía rusa debido a sus constantes salvajadas, hubo un personaje que sí sintió una gran admiración por Iván el Terrible y que no tuvo nada que envidiarle: el líder soviético Iósif Stalin. Este personaje leía con gran entusiasmo las peculiares hazañas del antiguo zar, creador del poderoso estado ruso que ahora se encontraba aumentado bajo su poder y mando tiránicos.

Su peculiar fascinación hacia Iván el Terrible llegó hasta tal punto que incluso ordenó al cineasta Serguéi Eisenstein rodar una película entre 1944-1945 sobre cómo el zar había consolidado su mandato a costa de decenas de miles de vidas. Dicha película pretendía acabar con la leyenda negra del legendario zar, intentando mostrar su lado más revolucionario. De alguna manera, Stalin quería verse a sí mismo como el sucesor de Iván el Terrible, al eliminar cualquier atisbo de rebeldía en pro del interés del estado. Curiosamente, pese a las numerosas barbaridades cometidas contra su pueblo, Stalin llegaría a afirmar que Iván el Terrible había sido demasiado ‘blando’ pues Dios le había supuesto un obstáculo al perder el tiempo de forma inútil arrepintiéndose de sus actos. Posteriormente Nikita Kruschev trató de desmitificar la figura de Iván el Terrible, en contra de las ideas de su predecesor. Incluso en una entrevista a los medios, llegó a establecer un sombrío paralelismo entre los dos personajes históricos:

«Stalin fue un tirano loco, al igual que lván el Terrible, pero con una diferencia, que el zar exterminaba a sus enemigos, mientras que Stalin hacía ejecutar a sus amigos»

Nikita Kruschev, líder de la Unión Soviética
Retrato de Iósif Stalin, uno de los mayores admiradores de Iván el Terrible

Bibliografía:

de Madariaga, I. (2008). Iván el Terrible. Alianza Editorial.

Laínez, M. F (2019). ‘Las salvajadas de Iván el Terrible’. La vanguardia. https://www.lavanguardia.com/historiayvida/edad-moderna/20190826/47309870576/las-salvajadas-de-ivan-el-terrible.html

Troyat, H. (2003). Iván el Terrible. Zar y Gran Príncipe de todas las Rusias. Vergara.

Villatoro, P. Manuel (2019). ‘La cruel infancia de Iván el Terrible: el zar psicópata al que Stalin admiraba’. ABC Historia. https://www.abc.es/historia/abci-cruel-infancia-ivan-terrible-psicopata-obsesionado-sexo-stalin-admiraba-201704040043_noticia.html

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