¿Quién fue Juana I de Castilla?
Juana I de Castilla, que ha pasado a la historia con el sobrenombre de Juana «la loca» nació en el año 1479 en Toledo, siendo la tercera hija de los Reyes Católicos. Su educación fue de corte humanista. En su infancia destacaría en el dominio del latín y de sus derivadas lenguas romances. Pero, también, en la interpretación musical y en la danza. En las primeras etapas de su vida, Juana no daría muestras de sufrir ningún tipo de trastorno mental que pudiera ser preocupante.
Fue casada con el archiduque de origen austriaco Felipe, que sería conocido con el sobrenombre de Felipe el «Hermoso». El hecho de que sus hermanos mayores fallecieran, la acabaron convirtiendo en heredera de las coronas de Castilla y Aragón desde el año 1500. Fue dos años más tarde cuando, jurada como heredera por parte de las cortes de Castilla, comienzan los primeros síntomas de padecimiento de una enfermedad mental, cuya causa podría deberse a la infidelidad de su marido, del que se cree que estaba apasionadamente enamorada.
Sin embargo, ¿qué era realmente lo que le ocurría a Juana I de Castilla?
No es posible afirmar que exista ningún relato que nos aporte la suficiente fiabilidad como para poder ofrecer un diagnóstico sobre la salud mental de Juana. No obstante, se han señalado algunas posibles causas de su «locura» como el padecimiento de una depresión o, incluso, de psicosis. Se sabe que las primeras muestras de un posible desequilibrio emocional salieron a la luz en el momento en el que se separó de su marido Felipe «El Hermoso». Debido a que, mientras Felipe se marchaba a Flandes con el fin de ver a sus hijos, Juana debía quedarse en la península como consecuencia de que se encontraba en un estado de gestación bastante avanzado, lo que le impedía la realización del viaje.
La historiadora Teresa Cunillera afirma que es muy probable que Juana cayera en una depresión en el momento en el que vio que no era posible estar junto a sus hijos. Sin embargo, atendiendo a varias de las cartas emitidas por miembros de la corte, la heredera a la corona estaría completamente sana y cuerda, ¿lo harían con la intención de que aquel al que enviaban las cartas no pensase en ningún momento en la posible locura de Juana? La ansiedad de Juana por partir a Flandes fue excesiva hasta tal punto que fue apartada de la corte con el fin de que se calmara. Se la hizo creer que marcharía a Flandes pero la realidad es que iba a ser encerrada.
Al verse en esa situación, toma la decisión de quedarse delante de las puertas, a pesar del frío del invierno, esperando a que se las abran . Durante la noche se refugia en la cocina de invierno donde pasa varios días. Es posible que esta sí sea una clara muestra de la inestabilidad que sufría la princesa.
Otro aspecto muy importante a tratar a la hora de entender a este personaje histórico es, ¿cómo era su relación con Felipe?
En la causa de este matrimonio poco tuvo que ver el amor, sino más bien fue fruto de la política exterior llevada a cabo por los padres de Juana, los Reyes Católicos. La historia nos muestra este matrimonio como una relación pasional, no exenta de turbulencias, que, adaptada a términos actuales, sería denominada como «tóxica». Fueron 10 años de matrimonio, en los cuales llegaron a tener 6 hijos.
Se piensa que su encuentro fue un «amor a primera vista», tanto así que su boda se adelantó con el fin de que ambos enamorados pudieran yacer juntos lo antes posible. No obstante, ese amor pareció ser duradero tan solo en Juana, ya que el principal problema de su relación eran las continuas infidelidades de Felipe, rey que, como muchos otros, no se conformaba con una sola mujer. Esta podría ser la causa más común de los brotes violentos de Juana.
Cunillera señala que era común que Juana se enfadara con las damas de su servicio en Flandes pero que ese enfado tendría toda su completa justificación al enterarse de que su marido se iba con ellas. Se ha llegado a documentar que, incluso, en un ataque de ira, terminó por arrancarle la melena a una dama.
En todos estos episodios de «locura» parecía estar siempre presente la figura de Felipe, por ello, podría más bien ser considerada como Juana la «celosa».
¿Pudo ser la «locura» de Juana utilizada como arma política?
Es posible, no obstante, que la locura de Juana fuera utilizada como arma política. Es importante señalar aquí que el hecho de que Juana llegara al trono fue consecuencia de una sucesión de trágicas muertes. Primeramente, su hermano Juan, que era el legítimo heredero. El hijo de Juan también moriría. La siguiente en la línea sucesoria era María, la cual moriría después de tener a su hijo Miguel, tras el parto. Fue, por tanto, Miguel el elegido para ocupar el trono. No obstante, moriría dos años después de su nacimiento como consecuencia de unas fiebres repentinas.
Todo esto supuso que Juana la cual, hasta ese momento, se encontraba bastante lejos del trono, lo ocupara. Esta ocupación se produciría con la muerte de Isabel la Católica, tras la cual, tanto Juana como Felipe, se convertían en reyes de pleno derecho. Se piensa que es en este momento donde comenzarían muchos de los problemas del matrimonio.
El historiador Óscar Villarroel señala que es muy probable que Felipe quisiera asegurarse que él iba a ser el rey efectivo y, para ello, era imprescindible el control del entorno de Juana. Es muy posible que la propia muerte de Felipe desestabilizara aún más a Juana, lo cierto es que eran pocos los que confiaban en que Juana pudiera ejercer correctamente su labor como reina. Un episodio muy conocido es el ocurrido en el cortejo fúnebre de su marido, cuando llevó su cuerpo por buena parte de Castilla. Esto provocó que, entre la población, se extendiera el rumor de los problemas mentales de la reina.
Juana, en ningún momento, fue declarada como incapacitada por parte de las cortes de Castilla y, por lo tanto, nunca dejó de ser reina. Sin embargo, una vez que Fernando el Católico asumió la regencia de Castilla, a principios del siglo XVI, decidió recluir a su hija en el castillo de Tordesillas, localidad situada en la provincia de Valladolid, con el fin de evitar un alzamiento en territorio castellano. Su encierro tampoco acabó por parte de su hijo, Carlos I, quien, al no ser bien aceptado por la nobleza castellana como consecuencia de ser extranjero, no quería darles a esa nobleza, una reina con la que le hicieran oposición.
Ante esto, el movimiento comunero que apoyaba un mayor respeto por parte del rey extranjero por las instituciones castellanas, llegaron a Tordesillas donde quisieron liberar a Juana y pedirle su ayuda. No obstante y, ante lo contrario de lo que se pudiera pensar, la, por aquel entonces reina, se negó a apoyar el movimiento comunero. Interesante es aquí señalar la imagen que los comuneros dieron de Juana, como una mujer inteligente y de mente clara, capaz de mantener una conversación, todo lo contrario a lo que el padre de Juana y Carlos I habían difundido entre la población. Este testimonio ha dado pie a muchos historiadores a defender que Juana no estaba loca, sino que tan solo fue una consecuencia desmesurada de la muerte de muchos seres queridos durante un corto período de tiempo.
Esto, además, ha alimentado la creencia de que la locura de Juana no sería más que una táctica para desautorizarla. Es probable que esa desautorización fuera beneficiosa tanto para Fernando como para Felipe. Para el primero, facilitaba el ejercicio del poder en Castilla mientras que para el segundo suponía una vía necesaria con la que poder acceder al gobierno de Castilla. Así, ambos trabajaron en la justificación del encierro de Juana y de eliminar cualquier testimonio con el que alguien pudiera defender que esa incapacidad mental de la que se le acusaba no existía. Los comuneros dudaban abiertamente de esa «locura» de Juana.
A pesar de que, en la teoría, Juana reinaría junto a su hijo, en la práctica, Juana fue tachada de loca y encerrada durante 46 años en la anteriormente mencionada localidad de Tordesillas. Así, se podría pensar que Juana fue tan solo una víctima de, primero, su padre, luego, su esposo y, finalmente, su hijo.
Fallecería el 12 de abril de 1555 en Tordesillas a los 76 años de edad. Se piensa que la causa de su muerte pudo ser un infarto cerebral.
Conclusión
Puede que el primero en cuestionar esa «locura» de la reina fuera ya en el siglo XIX, el historiador alemán Gustav Bergenroth. Él afirmó que la reina fue víctima de un complot con el que se pretendía arrebatarle el trono de Castilla. Está claro que en su carácter influyó enormemente las circunstancias que le tocó vivir desde niña.
A pesar de que la historia no puede ser cambiada, sí puede hacerlo la manera en la que la miramos y la juzgamos. La locura de Juana, algo que ha aparecido siempre en los libros de texto como una verdad incuestionable, puede que no lo sea tanto. Cabe la posibilidad de que fuera una mujer con un complicado progreso dentro de un mundo hecho por y para los hombres y, tan solo, una víctima de tres de ellos, su padre, su marido y su hijo. Quizá ese espacio de libertad que Juana quería conseguir incomodaba a la sociedad del siglo XVI y, hoy, con nuestros ojos del siglo XXI, podamos comprenderla de otra manera.
Bibliografía
Fernández Álvarez, M. (2010). «Juana la loca. La cautiva de Tordesillas». Grupo Planeta
Real Academia de la Historia. (2005).»Juana I». Juana I | Real Academia de la Historia (rah.es)
Scheuber de Lovaglio, Y, (2010), «Juana la reina, loca de amor». Nowtilus.
Antes de que te vayas…