Juego de genes y evolución

Toda especie biológica lucha desde su origen por adaptarse a su entorno. Aunque muchos piensan en términos de “la supervivencia del más fuerte”, la realidad que nos transmitió Charles Darwin (todos en pie) es “la supervivencia del más apto”. Detrás de esa aptitud, en la evolución, hay un juego de genes que dictan sentencia con combinaciones de cuatro letras: A, T, C, G.

Charles Darwin. Ilustración de Yneddt Moob.

Si el ave más enclenque y cobarde de su bando es quien mejor se esconde de sus depredadores, aumentará la probabilidad de ser uno de los padres de la siguiente generación de su especie. Dicho de otra manera, las diferencias genéticas que particularmente definen su comportamiento cobarde resultan estar cargadas de lo que se llama eficacia biológica.

La cobardía de las aves obligará a una coevolución en sus depredadores. Sólo aquellos individuos que posean un olfato mejorado dentro de su especie encontrarán a las aves cobardemente escondidas. Por lo tanto, podrán comer y estar fuertes y sanos para procrear. Los que tengan peor olfato morirán de hambre y, por lo tanto, en la siguiente generación de depredadores habrá mayor presencia de aquellas particularidades genéticas asociadas a un olfato mejor.

De esta manera tan gráfica se pueden entender perfectamente principios de la Teoría de la Evolución. La Genética de Poblaciones se encarga de identificar aquellas diferencias genéticas dentro de un grupo de individuos de una especie determinada, así como los cambios que sufren dichas diferencias a lo largo de distintas generaciones (abuelos, padres, hijos, nietos, etc.). Por lo general, una especie tiene mayor capacidad de adaptación en la medida en que sus individuos acumulen gran cantidad de diversidad genética. Procesos como la endogamia disminuyen esta diversidad dado que implica cruces de individuos emparentados y, por ende, muy parecidos genéticamente.

Si volvemos al ejemplo de los depredadores y las aves, imaginemos que, tras la evolución de las aves, no hubiera diferencias entre los depredadores a nivel de capacidad olfativa. Si su alimentación se basara únicamente en encontrar esas aves, estaríamos hablando de una especie abocada a la extinción. Hace falta una variabilidad a priori en ese juego de genes con capacidad de amortiguar los cambios del entorno.

Una de las características más hermosas de la Teoría de la Evolución es que es fractal. Esto quiere decir que actúa de la misma manera y bajo los mismos principios independientemente de la complejidad de la estructura biológica que analicemos. Explica igualmente la interacción de una especie y su depredador, así como la de una proteína de un virus y la célula que va a infectar. Para lo grande y para lo pequeño. Es capaz de modular una letra, una frase o un capítulo entero dentro del enorme libro que es genoma de una especie.

Bibliografía recomendada

Darwin, C. (1859). El origen de las especies.

Scroll al inicio