Jumpin’ Joe, soldado norteamericano y soviético

Jumpin’ Joe o Joseph R. Beyrle (Estados Unidos – 101 Aerotransportada), fue un sargento estadounidense que luchó tanto en el ejército de los Estados Unidos como en el ejército soviético durante la Segunda Guerra Mundial y fue condecorado en ambos ejércitos.

Nacido el 25-08-1923 en Muskegon, Michigan, Joe Beyrle se graduó de la escuela secundaria en 1942, con la intención de ir a la Universidad de Notre Dame con una beca, pero en la circunstancia de guerra en la que estaba su país, se alistó en el ejército. Tras su alistamiento, Beyrle eligió convertirse en paracaidista, uniéndose al 506º Regimiento de Infantería de Paracaídas del 506º Regimiento de Infantería (Estados Unidos) encuadrado en la división 101 Aerotransportada, especializándose en comunicaciones de radio y demolición, algo a lo que luego saco partido.

Se trasladó en Inglaterra, para prepararse para la próxima invasión aliada desde el oeste. Durante el entrenamiento de salto, Beyrle aprovechaba cada vez que había un oportunidad y saltaba. Esto le valió el apodo de “Jumpin’ Joe”. Después de nueve meses de entrenamiento, Beyrle fue llamado al  Estado Mayor para realizar unas misiones y completó dos misiones en la Francia ocupada en abril y mayo de 1944, entregando oro a la Resistencia francesa para que compraran armas y sobornos, en los llamados saltos de “paymaster”, que eran Top-Secret, teniendo que poner escusas entre sus compañeros para encubrirlo. En la primera Joe saltó cerca de la ciudad normanda de Alençon. Joe emprendió la misión y la completó con éxito. Se las arregló para volver a Inglaterra. Varias semanas después de su regreso, se le ordenó volver a hacer lo mismo, lo que hizo con éxito. ¡Todo esto fue antes del Día D, lo que convierte a Joe Beyrle en el primer paracaidista estadounidense en aterrizar en Francia!

El 6 de junio, Día D, el avión de transporte Douglas C-47 Skytrain o Dakota donde iba Joe cayó bajo fuego enemigo sobre la costa de Normandía, y se vio obligado a saltar desde una altitud demasiado baja, a escasos 120 metros.

Desafortunadamente, aterrizó en el techo de la iglesia en Saint-Côme-du-Mont y, ¡Oh casualidad!, había un maldito francotirador nazi escondido en el campanario, que empezó a disparar al paracaídas de Joe durante todo el descenso. Con las balas pasando a su alrededor, en la oscuridad total, con su paracaídas todavía extendido, Joe se bajó del tejado. Había perdido contacto con sus compañeros paracaidistas, pero logró volar una central eléctrica siguiendo parte del plan. Realizó otras misiones de sabotaje antes de ser capturado por soldados alemanes unos días después. Pasado un tiempo, el y otros prisioneros de guerra fueron trasladados, cuando se produjo un bombardeo sobre la zona. Beyrle fue herido pero escapó solo para ser recapturado nuevamente. Un soldado alemán tomó sus placas de identificación y parte de su uniforme para disfrazarse de estadounidense. Este alemán fue asesinado y cuando se recuperó el cuerpo se creía que era el de Joe Beyrle.


Durante los siguientes siete meses, Joe estuvo recluido en siete prisiones alemanas diferentes, una de ellas fue inspeccionado por el mariscal de campo Rommel. Joe Beyrle y los otros prisioneros de guerra fueron llevados a París y desfilaron para la propaganda alemana. Luego, en su camino hacia el campamento, su tren fue destruido por aviones aliados desconocidos que mataron a muchos prisioneros de guerra. Escapó dos veces hacia el oeste, hacia sus lineas, solo para ser recapturado cada vez. Después de la segunda fuga cambiaron la dirección , él y sus compañeros se dirigieron a Polonia, hacia las lineas rusas, pero abordaron un tren a Berlín por error, un civil alemán entregó a Joe a la Gestapo. Golpeado y torturado, fue liberado por ejército alemán después de que los funcionarios intervinieran y determinaran que la policía secreta nazi no tenía jurisdicción sobre prisioneros de guerra. La Gestapo estaba a punto de disparar a Beyrle, alegando que era un espía estadounidense que se había lanzado en paracaídas sobre Berlín.

Joe fue llevado al campo de prisioneros de guerra Stalag III-C en Alt Drewitz, del cual escapó a principios de enero de 1945. Se dirigió hacia el este otra vez, con la esperanza de encontrarse con el ejército soviético. Al cruzarse con una brigada de tanques soviéticos a mediados de enero, levantó las manos, sosteniendo un paquete de cigarrillos Lucky Strike, y gritó en ruso, “Amerikansky tovarshch” (¡camarada estadounidense!). Beyrle finalmente pudo persuadir al comandante del batallón Alexandra Grigoryevna Samusenko. Esta mujer fue veterana de la Guerra de Invierno en Finlandia y condecorada heroína soviética, con Orden de la Guerra Patriótica de primera clase y la Orden de la Estrella Roja, que recibió por valentía en la Batalla de Kursk, cuando su equipo de tanques derrotó a tres tanques alemanes Tigre I. Fue la única mujer oficial de tanques de ese rango en la guerra. Así se cruzaron las historias de dos carismáticos personajes de la Segunda Guerra Mundial. Alexandra Samusenko accedió y le permitió luchar junto a la unidad en su camino a Berlín, comenzando así su período de un mes en un batallón de tanques soviético, donde se valoró mucho su experiencia en demoliciones.

El nuevo batallón de Beyrle fue el que liberó su antiguo campamento, Stalag III-C, a fines de enero, pero en la primera semana de febrero, Joe luchó con los soviéticos hasta llegar al río Oder  donde fue herido durante un ataque de los bombarderos en picado, Stuka. Fue evacuado a un hospital soviético en Landsberg an der Warthe, (ahora Gorzów Wielkopolski) Polonia, donde apareció de visita el mariscal soviético Gueorgui Zhukov, artífice de la victoria del ejército rojo, quien, intrigado por el único “no soviético”, escuchó su historia a través de un intérprete y le proporcionó a Joe Beyrle documentos oficiales para reunirse con las fuerzas estadounidenses.

Joe salió del hospital y se dirigió a Varsovia, donde sus heridas fueron tratadas por unas monjas. Se unió poco después a un convoy militar soviético y terminó en Moscú, donde fue arrestado por ser un presunto asesino nazi. Pero mostrando el pase escrito por el mariscal Zhukov, una vez más, salvó la vida. 

Joe llegó a la embajada de Estados Unidos en Moscú en febrero de 1945, pero sus compatriotas no le creyeron, seguramente por las suspicacias que ya había entre los futuros bloques comunista y capitalista. Los oficiales de la embajada en Moscú, inseguros de su buena fe y desconfiando, lo colocaron bajo guardia en un hotel hasta que su identidad se estableció a través de sus huellas digitales. Todo para enterarse de que el Departamento de Guerra de Estados Unidos lo había inscrito como muerto en acción el 10-06-1944 en suelo francés y que alguien (el alemán que le robo las placas de identificación y el uniforme) estaba enterrado en su tumba. Ademas se había celebrado una misa fúnebre en su honor en Muskegon, su ciudad natal, y su esquela se publicó en el periódico local.

Se notificó a sus padres que su hijo había aparecido vivo y Joe Beyrle regresó a su hogar en Michigan el 21-04-1945. Se casó con Joanne Hollowell en 1946, en la misma iglesia y por el mismo sacerdote que había celebrado su funeral dos años antes. Beyrle trabajó hasta jubilarse para “Brunswick Corporation” durante 28 años, retirándose como supervisor de envíos.

Su servicio único en dos ejércitos aliados de la misma contienda, le valió medallas del presidente de los Estados Unidos, Bill Clinton, y el presidente de Rusia, Boris Yeltsin, en una ceremonia en el Jardín de las Rosas de la Casa Blanca que marcó el 50 aniversario del Día D en 1994.

Las medallas recibidas en total de su carrera militar fueron: 

Corazón Purpura
Medalla de la victoria de la Segunda Guerra Mundial
Croix de guerre francés
Orden soviética de la bandera roja
Medalla «Por la liberación de Varsovia»

Beyrle murió mientras dormía de insuficiencia cardíaca el 12 de diciembre de 2004, durante una visita a Toccoa, Georgia, donde se había entrenado con paracaidistas en 1942. Tenía 81 años. Fue enterrado con honores en la Sección 1 del Cementerio Nacional de Arlington en abril de 2005.

Su hijo John Beyrle lucho en Vietnam y fue embajador de los Estados Unidos en Rusia años mas tarde de su muerte, de 2008 a 2012 y participó en varios homenajes a su padre por parte de veteranos camaradas del ejército rojo. Allí tiene varias placas conmemorativas en su honor, así como en la iglesia de Saint-Côme-du-Mont, donde cayó el día-D, ademas de en su localidad natal.

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