La Presa del Gasco. Un sueño ilustrado

Los ingenieros ilustrados españoles tuvieron un sueño: construir la presa más alta del mundo para unir Madrid con el mar a través de un canal navegable. La cabecera de toda esta magna obra de ingeniería civil fue la Presa del Gasco.

Noventa y tres metros de altura que embalsarían las aguas del río Guadarrama. Su objetivo: acumular agua y conducirla hasta el Canal del Manzanares en Madrid, y de ahí por Aranjuez, Castilla La Mancha, Sierra Morena y Sevilla, hasta enlazar con el río Guadalquivir rumbo al océano Atlántico.

Once ríos involucrados, un desnivel de 880 metros, 771 kilómetros de recorrido y 217 millones de reales. Aquel sueño de comunicar fluvialmente la capital de España con el mar comenzó en 1787. Se vino abajo, literalmente, un 14 de mayo de 1799.

La España Ilustrada quiso vertebrar el país a través de vías de comunicación. Y nada les impidió ponerse manos a la obra. Solo la financiación de algunos de sus proyectos y la mala fortuna se lo impidieron. La Presa del Gasco, situada entre las villas madrileñas de Las Rozas, Torrelodones y Galapagar, es el ejemplo de todo ello. Una tormenta, agua filtrada en la estructura y quiebra de los pilares internos de sujeción, dieron lugar al colapso de la misma. La presa se vino abajo. El muro, que había conseguido ya una altura de cincuenta y siete metros, se derrumbó. El Banco Nacional de San Carlos, antecedente del Banco de España, que financiaba el proyecto, entró en crisis y quebró. El ingeniero encargado del mismo, falleció, y sus hijos, continuadores de toda aquella magna obra no supieron afrontarla. El sueño de la presa y del canal finalmente se desvaneció.

Presa de El Gasco
Restos de la presa de El Gasco

Los caminos de la Ilustración

Caminos, canales, puentes, presas… ¡Manos a la obra! En una de las épocas más brillantes en cuanto a obras públicas se refiere, la España del siglo XVIII, se necesitaba reforzar el cuerpo de ingenieros, militares todos ellos. En mente estaba, como hemos dicho, vertebrar España a través de vías de comunicación. Y para ello se necesitaba el intelecto de los mejores. A mediados de la centuria, los caminos españoles sufrían un pésimo estado. A nivel estatal nadie se hacía responsable de su construcción y mantenimiento. Eso era competencia de los municipios por donde pasaban. Y transitaban por tierras propiedad de la nobleza y el clero. Si querías pasar por el camino, a pagar. Eso sí, si el que tenía previsto usar el camino era el Rey en sus desplazamientos o un ilustre español, entonces a los municipios no les quedaba otra que acondicionarlos, aunque sus conocimientos de cómo hacerlo fueran escasos. Hubo que esperar a la llegada de Carlos III para que todo esto cambiara. A aquel monarca le debemos la realización y conservación por parte del Estado de la mayor parte de los caminos españoles. A ingenieros, como Carlos Lemaur, su proyecto y ejecución.

Carlos Lemaur
Detalle del grabado en honor de Carlos Lemaur, por Francisco de Goya, 1788. Editado por Choffard. Biblioteca Nacional de Madrid.

Corría el año 1750 cuando se hizo llamar al ingeniero francés Carlos Lemaur, toda una eminencia en su campo. Se incorporó al ejército español para formar parte del Cuerpo de Ingenieros con el grado de capitán en unas condiciones ventajosas con respecto a otros compañeros de armas. Llegó a ser coronel e ingeniero jefe. Aquello provocó recelos y envidas entre el resto de ingenieros españoles, ¿un francés al cargo de proyectos españoles? ¡Dónde vamos a llegar! Lemaur defendió tercamente todos sus proyectos. Rechazó siempre las objeciones u observaciones que se le hacían a sus ingenios. Había llegado a España para construir el Canal de Castilla, con el fin de unir el interior de la meseta con el mar Cantábrico para dar salida rápida a los excedentes agrícolas castellanos. Pero no solo eso. Carlos Lemaur fue el responsable del Camino de Galicia y el de Andalucía, salvando Sierra Morena por el desfiladero de Despeñaperros.

Canal de Castilla
Vista del Canal de Castilla junto a Medina de Rioseco (Valladolid, España).

La presa más alta del mundo, fruto del ingenio de Carlos Lemaur

Carlos Lemaur está considerado como uno de los más importantes ingenieros de obras públicas que actuaron en España en la segunda mitad del siglo XVIII. De su espíritu inquieto e innovador surgió la idea, ¿descabellada?, de construir un canal navegable para unir la capital del reino con el mar. La Presa del Gasco sería el principio de aquel monumental proyecto. El primer tramo del canal uniría el río Guadarrama con el Manzanares, doce leguas castellanas de conducción buscando siempre la mejor pendiente. Se aprovecharía para el transporte, por medio de gabarras, de los recursos y materiales procedentes de la sierra madrileña, demandados por la capital. Desde la Presa del Gasco hasta el pueblo de las Rozas de Madrid, se construyeron 25 kilómetros de canal y cerca de 40 obras auxiliares de mampostería, además de la presa. En algunos momentos llegaron a trabajar entre dos mil y cinco mil personas, entre jornaleros, militares y presos condenados a trabajos forzados, que llevaban y traían por caminos auxiliares, llamados de sirga, piedras, rocas, arena… Esos caminos por los que antaño transitaban todo tipo de mercancías para la presa son hoy los accesos a ella. Pero sigamos con nuestro relato.

Aquella mente pensante de la Presa del Gasco y del canal falleció unos días después de la firma del proyecto (1785). La obra arrancó dos años más tarde y al frente de la misma se situaron sus hijos, también ingenieros, aunque faltos del talento de su padre. Todo iba bien. Los madrileños y los vecinos de las villas de alrededor de la presa estaban expectantes, pues la presa y el canal iban a abastecerlos de agua para el consumo, y mejoraría el riego en sus tierras de labranza. El aspecto de la presa era grandioso, majestuoso, parecía que iba a alcanzar el cielo, a pesar de que aún le faltaban algo menos de cuarenta metros para convertirse en la más alta del mundo. Pero de ese cielo le cayó su ruina. El 14 de mayo de 1799 una fuerte tormenta provocó que se derrumbara parte del muro. Y con él, el proyecto entero. El coste de su reparación ascendía a 266.000 reales. El Banco de San Carlos paralizó el proyecto y después lo suspendió para siempre. De haberse culminado, habría revolucionado los transportes de mercancías del centro de la Península.

Presa de El Gasco
Dibujo de las obras la Presa de El Gasco, 1787. En Biblioteca Digital Hispánica.

La Presa del Gasco en la actualidad

Lo que se conserva hoy en día de aquel ingenio de obra civil son los restos de la presa, 57 metros de altura, 251 metros de longitud y una anchura en su base de 72 metros. También restos del Canal del Guadarrama, una treintena de acueductos que encauzan los arroyos que atravesaban el canal, montículos de cal, sillares… y caminos por los que un día transitó una mente prodigiosa cuyo legado quedó encajonado sobre la garganta del río Guadarrama. La Presa del Gasco sigue allí, y se mantiene en pie más de doscientos años después.

Referencias:

  • Ayuntamiento de Las Rozas www.lasrozas.es
  • Sociedad Caminera del Real de Manzanares www.sociedadcamineradelreal.org
  • Ayuntamiento de Torrelodones www.torrelodones.es
  • Real Academia de la Historia www.Dbh.rah.es/biografías/Carlos Lemaur
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