León Arsenal: Bandera Negra

Entrevistamos al escritor León Arsenal, autor de libros como Godos de Hispania, Enemigos del Imperio o Las lanzas rotas. Hoy nos habla de su nueva obra: Bandera Negra.

«Bandera Negra es sin duda la mejor novela de León Arsenal hasta la fecha, la más redonda y a la vez compleja» Javier Negrete

¿En primer lugar nos gustaría saber cuál es el origen del seudónimo «León Arsenal»?

Bueno, más que seudónimo sería un heterónimo, pues lo primero indica un nombre falso tras el que esconderse, pero no es mi caso, simplemente es un nombre distinto que tiene una explicación nada truculenta. Cuando comencé a escribir cuentos todavía navegaba y, la verdad, no me apetecía que mis compañeros pudiera ver que yo escribía, sobre todo por si me decidía a publicar algún relato «inspirado» en vivencias marítimas. Elegí un nombre eufónico y, además, con un apellido de origen español pero que no es español, porque solo se da en italiano. En fin, que luego me dediqué profesionalmente a esto y ya no vi razones para cambiar y sí muchas para no cambiar…

Sabemos que navegaste durante un tiempo y suponemos que esta experiencia del mar es la que te anima a escribir esta novela. ¿Nos puedes contar un poco más cómo fue aquel tiempo en el que navegaste, cómo es la vida en el mar?

Me lo comentaron muchas veces, que por qué no escribía nada inspirado en mis tiempos de marino. Mi respuesta era que todo necesita su tiempo para madurar. Y, por supuesto, en Bandera negra hay reflejo de lo que navegué, pero hay que pensar que no solo fue siglo y medio después, sino también en buques muy distintos. Yo navegué en cargueros de ciento y pico metros de eslora y petroleros de trescientos y pico metros, propulsados a motor, no en veleros de cincuenta… Respecto a la vida en la mar, se podría escribir libros pero, como el espacio es limitado, solo diré que, hace veinte años al menos, navegar era todavía «salir afuera». De esa simple afirmación se puede sacar mucho.

Leon Arsenal
León Arsenal con su nuevo libro: Bandera Negra

¿Atlántico o Mediterráneo, cuál prefieres? ¿Por qué?

Cada mar tiene lo suyo, amigos. El que piense que el Mediterráneo es un mar domesticado, comete un error que le puede costar la vida. Y si no, que se vaya a cabotar por el Golfo de León y rápido lo describirás. Cada costa, cada agua, es una experiencia única.

¿Cómo te decidiste a escribir sobre este periodo de la historia de España?

Por lo comentado en otra parte. Parece increíble que una guerra que marcó de forma radical nuestro derrotero como nación, porque abrió cicatrices y llagas aún no del todo curadas, haya sido tan olvidada. También porque es un periodo de grandes gestas, atrocidades abominables y personajes, como se dice en el cine, más grande que la realidad. Es irresistible ese periodo, y encima tan poco transitado.

¿Cuál es el origen de Bandera Negra?

Bandera Negra ha sido la oportunidad de ajustar una «vieja cuenta» literaria. Por-que hace ya unos años, hablando sobre Sandokan, de Salgari, y otras novelas de piratas, alguien se empecinó en que, claro, teniendo Malasia y sus piratas, era fácil escribir obras así, cosa que ambientando en España era imposible. Yo sostenía lo contrario: que hay que saber buscar. Y mira por dónde el Galardón Letras del Mediterráneo me dio la oportunidad de demostrarlo con la anécdota más que desconocida de los piratas carlistas que, durante la I Guerra de ese nombre, hostigaron y asaltaron a las barcas que trataban de mantener el suministro entre Barcelona y la costa de Valencia.

Algunas de las veces que has presentado tu novela has hablado de las simetrías que contiene esta obra…

Sí, se me ocurrió comentar lo de las «simetrías» dentro de Bandera Negra y llamó la atención más de lo que yo creía. En efecto, al plantearme esta novela como un colofón de todo lo que aprendí como escritor histórico durante 15 años de escritura profesional, quise meter eso que llamé simetrías. Sin entrar a destripar la novela, por ejemplo, Bandera Negra comienza con una batalla entre jabeques y tiene, cerca del final, su clímax, en otra batalla naval entre un falucho liberal y un místico carlista. Es solo un ejemplo de las muchas simetrías que busqué para la estructura de la novela. Lo más divertido es que, una vez dicho, hubo quienes encontraron simetrías que yo no había buscado —cosa que, por supuesto, llena de orgullo por la atención que supone por parte de los lectores—. Por ejemplo, alguien me señaló que la novela en realidad comienza con una dedicatoria y acaba de verdad con el último agradecimiento. Con la dedicatoria porque no necesita ser comprendida, ya que atañe al escritor y al destinatario(a). Y con el último agradecimiento porque es al leerlo cuando se comprenden algunos detalles de la obra (añado que se estropea si se lee antes de acabar, así que no sean ansiosos).

¿Se podría considerar una novela histórica al uso o más bien una novela de aventuras aunque contenga hechos reales?

Bandera Negra es una novela de aventuras y a mucha honra. En parte, desde luego, es todo un homenaje a ese género. Y, como la mayor parte de las novelas de aventuras, se inspira en un hecho real. Los personajes principales y las situaciones son ficciones, sí. Pero es real que, al estar la flota liberal concentrada bloqueando los puertos vascos, en poder de los carlistas, solo quedaron un par de barcos para proteger Barcelona. Eso animó a los carlistas a armar naves para atacar el tráfico marítimo costero, entonces funda-mental para el abastecimiento. Recuérdese que estamos hablando de la primera mitad del siglo XIX y en una zona que todavía tiene problemas de comunicación que se intentan resolver con el Corredor Mediterráneo.
Los liberales a su vez, armaron faluchos para combatir esa piratería. Eran naves de la milicia nacional: es decir, de civiles que se enrolaban en unidades militares a sus expensas para luchar contra los carlistas. Y hubo episodios verdaderamente fabulosos de asaltos, combates, incendios, dignos de la mejor literatura de piratas.

¿Son todos personajes reales los que salen en la obra o hay alguno ficticio?

Los personajes principales sí son ficción, como digo, pero muchos de los que aparecen en la novela fueron reales. Algunos, de puro fabulosos, cuesta creer que existieron. Por eso los he introducido. Josefina de Comerford, la descendiente de irlandeses que llegó a capitanear un ejército ultraabsolutista, José Llulla, el espadachín de Mahón que venció en más de cien duelos a espada, cuchillo, pistola, y acabó siendo un potentado en Nueva Orleans, José Bonaplata, que montó el primer telar mecánico en España y se lo destrozó una turba temerosa de que los avances tecnológicos les dejasen sin trabajo… Y es que el siglo XIX español es un festín de personajes únicos, para bien y para mal.

¿Y cómo es que has decidido ambientar tu novela en Castellón? Pues parece que esta provincia es poco conocida en España ¿Nos recomiendas visitarla? ¿Qué es lo más destacable de aquella zona?

No creo que Castellón sea desconocida sino que a lo mejor no está en primera plana de las promociones y las noticias. Por supuesto que Castellón merece la pena visitarse. Exagerando, Castellón es uno de esos territorios que casi podríamos llamar como «la pequeña España» porque, en su suelo, a lo bestia, si se me permite la expresión, pasas en pocos kilómetros de costa mediterránea de sol, playa y aguas azules a interior áspero de clima extremos. Es todo un microuniverso más que digno de visitar.

En tu libro hablas del carlismo y de “piratas carlistas”, ¿realmente crees que se podrían identificar como piratas a aquellos hombres?

Claro que eran piratas. Eran tropas irregulares que armaban naves para atacar el tráfico regular entre Cataluña y la costa valenciana. Eso tiene un nombre legal, y se llama piratería. Ellos, como es lógico, se consideraban parte de una supuesta armada carlista, pero de la misma forma que cualquier insurrecto se considera ejército de liberación.

Es increíble hasta qué punto se han olvidado las Guerras Carlistas del siglo XIX, cuando son capitales en la historia de nuestro país. Fueron catastróficas y nos privaron de ponernos a la altura de otros países europeos, tanto por la destrucción causada como por las heridas ideológicas y emocionales que dejaron. La I Guerra Carlista (llamada Guerra Civil al principio, hasta que tuvo lugar la II) causó más de 200.000 muertos, lo que es una cifra brutal. Y, en el fondo, la última Guerra Civil española, la del 1936, bien podría considerarse en parte la IV Guerra Carlista, porque no deja de ser en mucho he-redera de las anteriores. Y, en la actualidad, algunas ideologías bastante tóxicas no dejan de ser herederas del carlismo, de la misma forma que este lo fue del absolutismo. Por eso es alucinante que hay caído tal niebla de olvido sobre todo eso.

Dices que la primera guerra civil fue la guerra carlista. A veces se ha dicho que se enfrentaban dos concepciones diferentes de España: la centralista liderada por los liberales y la descentralizada representada por los carlistas.

No estoy de acuerdo con esa simplificación. No era una visión «centralista» liberal contra una «descentralizada» carlista. Era una ideología heredera de la Ilustración basada en los principios de Unidad, Libertad, Fraternidad e Igualdad (con todos los representantes casposos que tuvo, desde luego), frente a los valedores del Antiguo Régimen: el de las diferencias de sangre, los privilegios de la Iglesia Católica, los fueros discriminadores por razón de territorio…

¿Tiene tu obra algún mensaje político dada la tensa situación que vivimos en España hoy en día?


Respeto a la pregunta: no. No quería hacer un mensaje político, por más que yo tenga mi ideología. Pero, ya que me ponéis el cebo, os diré que no vivimos ninguna tensa situación entre centro y periferias. Lo que vivimos es una tensa situación entre un estado civilizado moderno e igualitario y 17 centralismos periféricos, algunos dominados por élites políticas de lo más reaccionarias y antiigualitarias. Pero la gente no compra mis libros por mis ideas políticas, sino porque puedan entretenerlos en el buen sentido del término, por eso no conviene abusar de su benevolencia. Cuando quiera dar mítines, me compraré un púlpito y micros. Lo cual no quita, insisto, para que yo tenga mi ideología, así como mis simpatías históricas que, desde luego, no están del lado del carlismo ni de lejos.

¿Tienes en mente tu próximo libro?

Vivo de esto. A punto estoy de acabar mi nuevo libro.

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