Martin Luther King fue asesinado cuando contaba con tan sólo 39 años de edad, pero con una larga y productiva trayectoria a la cabeza del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. Es frecuente comprender la muerte de Martin Luther King como el final del período que comprendió el movimiento por los derechos civiles iniciado con el boicot de autobuses de Montgomery en 1955 con el arresto de Rosa Parks por el célebre incidente en el autobús. El movimiento tuvo como objetivo la extensión efectiva de los derechos civiles en Estados Unidos a aquellos colectivos en los que no eran efectivos, especialmente los negros. También se manifestó en contra de la Guerra de Vietnam y de la pobreza.
Martin Luther King fue líder de la Conferencia Sur de Liderazgo Cristiano y encabezó una lucha pacífica a través de acciones no violentas, la cual fue reconocida en 1964 con el Premio Nobel de la Paz y con numerosas distinciones y condecoraciones póstumas como la Medalla Presidencial de la Libertad o la Medalla de oro del congreso de los Estados Unidos.
Por su activismo y acciones sociales de carácter público, Martin Luther King se trasladó en marzo de 1968 a Memphis con el objetivo de defender y ayudar en la huelga de los basureros negros que demandaban mejoras en las condiciones salariales y un tratamiento más justo. El 3 de abril pronunció uno de sus afamados discursos y el 4 de abril a las seis de la tarde lo asesinó un segregacionista blanco en el motel donde se hospedaba.
El elemento central de la lucha de Martin Luther King radicaba en la desobediencia civil, en tanto que entendía que los derechos civiles no podrían ser conseguidos sin la mediación de la acción directa. Sin embargo ésta debía estar ligada a la no violencia. Las medidas de acción directa consistían en iniciativas colectivas autoorganizadas dirigidas a responder a situaciones concretas, y a partir de ellas forzar la mejora de las condiciones generales y visibilizar las injusticias. En virtud de la desobediencia civil se desacataban normas injustas como las discriminadoras, y se asumía el castigo correspondiente, con el objetivo de propiciar cambios políticos relativos a la libertad ciudadana. La transgresión de la ley injusta debía ser una oposición pública orientada a la consecución de fines sociales determinados. Martin Luther King mantenía que la violencia es una espiral y, por tanto, la ley del Talión no hace más que provocar lo mismo que pretende eliminar: “Utilizando la violencia, podréis asesinar al rencoroso, pero no podréis matar el odio. De hecho, la violencia hace simplemente crecer el odio. Y esto continúa” (Where Do We Go from Here: Chaos or Community?).
Un evento especialmente recordado es la llamada Marcha en Washington por el trabajo y la libertad que aconteció el 28 de agosto de 1963. Fue una concentración multitudinaria en la que Martin Luther King declamó su celebérrimo discurso I Have a Dream. Este episodio supuso un punto de inflexión en el desarrollo del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos.
El 4 de abril de 1968 el pastor estadounidense recibió un disparo mortal cuando se encontraba en el balcón del motel Lorraine en Memphis, Tennessee. Se trata de uno de los magnicidios de más insignes del siglo XX que, en el momento en el que se produjo, provocó una sucesión de levantamientos y de conflictos raciales en 60 diferentes ciudades de todo el país que implicaron la intervención de la Guardia Nacional y numerosas víctimas mortales.
MLK dio un paso clave. No llegó a subir todos los peldaños de la escalera, pues lo asesinaron, pero otros subieron esos peldaños por él.
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