En la extensa obra del dramaturgo inglés William Shakespeare existe un gran número de obras de temática histórica, desde Hamlet hasta Ricardo III; entre ellas encontramos una de sus obras más conocidas La tragedia de Macbeth, posteriormente convertida en ópera por Verdi. Ambos han conseguido acercar al gran público a Macbeth, un rey escocés que vivió durante el siglo XI. La imagen que la obra de teatro nos ha transmitido, como podemos suponer, no es la del auténtico monarca. Intentaremos acercarnos un poco al verdadero personaje histórico.
Contexto
Las tierras escocesas estuvieron divididas hasta el siglo IX en dos reinos, correspondientes a los dos pueblos que allí habitaban: pictos y escotos. Ambos se enfrentaban continuamente, buscando la dominación de uno sobre otro. Unas luchas que se prolongaron hasta el siglo IX, cuando los escotos consiguieron dominar al completo a los pictos. Desde aquel momento, ambos reinos se unificaron bajo una única corona, la del caudillo escoto Kenneth I Mac Alpin, a quien ya podemos denominar como primer rey de Escocia. Aunque, para ser correctos, el Reino de Escocia aún no existía, debemos referirnos al Reino de Alba, nombre con el que se conoció al Estado nacido de la unificación de pictos y escotos.
La unidad que Kenneth había conseguido establecer era mucho más nominal que real. La accidentada geografía de Escocia favorecía la dispersión y el aislamiento de los diferentes grupos poblacionales, motivando que la sociedad se viese articulada en torno a clanes de gran autonomía que eran ajenos a todo cuanto sucedía más allá de los territorios que controlan de forma directa. Es decir, la situación interna de Escocia era la de un reino dividido en un sinfín de pueblos. Todos querían la unidad, pero ninguno estaba dispuesto a renunciar a sus formas tradicionales de vida, que en muchas ocasiones eran incompatibles con las del resto de pueblos.
¿Qué motivaba la unificación? En el siglo VIII comenzó la conocida Era Vikinga. Las Islas Británicas se convirtieron en objetivo continuo de las incursiones de los escandinavos. Al norte de las tierras escocesas comenzaron a surgir asentamientos vikingos, mientras que en el sur debían de hacer frente a las huestes del Reino de Inglaterra; una disputa acrecentada por los intereses que escoceses e ingleses tenían en la dominación del territorio fronterizo entre ambos: Northumbria. Por tanto, la unión de pictos y escotos servía para fortalecerse y conseguir sus dominios sobre los anglos de Lothian y los bretones de Strathclyde, en forma de reinos clientelares.
En el siglo XI, centuria en la que vivió Macbeth, aún existían las provincias que otrora formaban el picto y el escoto, entre las que podemos encontrar Moray, Angus, Caithess, Lennox o Mentheth. Cada una de éstas era gobernada por un mormaer, un cargo que podemos comparar al de virrey, siendo ostentado por personas de gran poder e influencia. En muchas ocasiones estos mormaers poseían sangre regia, por lo que podían llegar a ser candidatos al trono.
La sucesión
Es interesante conocer en este punto como se llevaba a cabo la sucesión del trono en el Reino de Alba. El procedimiento es el llamado Tanistry y consistía en la sucesión alternativa entre los miembros de las dos ramas del linaje del primer rey, es decir, de Kenneth I Mac Alpin. Así, de una parte tendríamos a la línea primogénita y de otra a la segundogénita. Al fallecer un monarca de la primera línea, ascendería al trono uno de la segunda, y viceversa. Con este sistema turnista aseguraban que la corona siempre recayese sobre un monarca mayor de edad; al mismo tiempo provocaba que en el trono se sentasen hombres llegados desde muy diversos puntos del reino, algo que ayudó a mantenerlo unido. Sin embargo, el sistema tenía un grave fallo: siempre existía un rival adulto que no deseaba esperar al fallecimiento del monarca para alzarse con la corona, lo que, como podemos deducir, terminaba desembocando en enfretamientos, guerras y magnicidios. Tengamos también en cuenta que los reyes de Alba, como en otros lugares de Europa, eran en esencia caudillos militares.
Macbeth en escena
Las tierras escocesas de principios del siglo XI eran gobernadas por Malcolm II. El rey pretendió consolidarse en el poder atacando el norte de Inglaterra durante el año 1006, aunque lo hizo sin éxito alguno. Estos años coinciden con una nueva oleada de ataques daneses contra las costas inglesas. Unos ataques que desembocaron en la coronación del rey danés Canuto el Grande como monarca inglés tras la muerte de Edmundo II Ironside (Flanco de Hierro) en el 1016.
Es también durante el reinado de Malcolm II cuando empiezan a aparecer las primeras noticias sobre alguien llamado Mac Bethad mac Finláich (en gaélico su nombre, Mac Bethad, significa «hijo de la vida»). Concretamente sabemos que en el 1032 murió Gilla Comgain mac Mael Bigte, el mormaer de Moray y probablemente tío de Macbeth. Desde este momento comienza a aperecer en las crónicas como alguien de gran estatus dentro del Reino. Si seguimos las crónicas irlandesas (Anales de Úlster) tendremos una versión según la que Macbeth dio muerte a Guilla, quemándolo vivo. Según esta versión era un acto que buscaba vengar la muerte de Findláich, el padre de Macbeth.
En cualquier caso, sabemos que Macbeth contrajo matrimonio con Gruoch, nieta de Kenneth III. Estas nupcias permitieron a Macbeth combinar sus derechos familiares al trono con los que poseía su esposa. No obstante, en este punto las fuentes vuelven a diferir. Según las crónicas irlandesas Macbeth no era descendiente de Kenneth Mac Alpin, aunque reconocen a su familia como monarcas. Bien es cierto que esto puede deberse a que habitualmente algunas fuentes designan a los mormaers como reyes en las provincias correspondientes. En cualquier caso, todo parece indicar que Macbeth pertenecía a la casa de Dalriadan, de linaje regio y que había gobernado sobre los territorios de Moray durante dos siglos. Así, Macbeth será presentado por las crónicas como un intruso, porque consiguió ejercer su autoridad al sur del Mounth, algo que ocurrió a expensas de los descendientes directos de Kenneth Mac Alpin.
La muerte de Malcolm II
El 25 de noviembre del año 1034, en Glamis, fallecía Malcolm II. En el ejercicio del poder regio le sucedió su nieto Donnchad Mac Crínaín, más conocido como Duncan I. Su ascenso al poder fue completamente irregular, hasta el punto de suponer la ruptura con el tradicional Tanistry. ¿Por qué? Recordemos que se debían turnar en el trono las dos ramas del linaje de Kenneth I, regla que incumplió Malcolm II al no designar a un miembro de la otra roma. Sin embargo, a pesar de esta irregularidad, la coronación de Duncan, al contrario de lo que podemos llegar a pensar, no se vio afectada por ningún tipo de conflicto. Los mormaers no alzaron la voz contra Duncan, sino que dieron su apoyo en un intento de buscar patrocinio social.
La rebelión contra Duncan
Como dijimos más arriba, los reyes tenían un importante factor de caudillo militar, por lo tanto, Duncan I con el fin de ser respetado y conseguir la fidelidad de su pueblo, debía demostrar sus habilidades bélicas. Para afianzarse decidió emprender una campaña contra los noruegos, asentados en las tierras septentrionales de Escocia. Fue una campaña que terminó siendo un rotundo fracaso. La derrota frente a los noruegos vino seguida de otra, la que marcó el principio del fin. En el año 1039, Duncan tomó la decisión de invadir Northumbria; una vez más, terminó en una derrota escocesa. Fue precisamente la capitulación escocesa lo que comenzó a motivar a buena parte de la nobleza que hasta el momento había apoyado a Duncan a desplazarse hacia la más férrea oposición.
Macbeth no pensaba dejar pasar la oportunidad: se presentó como el rey que Alba necesitaba. Macbeth se convirtió en el principal instigador de la mayor rebelión a la que tuvo que hacer frente Duncan I. En el año 1040, en las cercanías de Elgin, las tropas de rebeldes de Macbeth se vieron cara a cara con las huestes regalistas de Duncan. ¿El resultado? La muerte de Duncan. La leyenda sobre la rebelión nos presenta a Macbeth como un ambicioso general, dispuesto a todo para terminar con Duncan. Sin embargo, todo parece indicar que fue Duncan quien se dirigió allí para terminar con la insurrección. Seguramente la intención del rey fuese derrotar a Macbeth para privarlo de sus tierras en Moray, una medida desesperada para restaurar la fortuna real, un tesoro que había disminuido en los últimos años.
La coronación de Macbeth
El asesinato de Duncan fue seguido por la inmediata autoproclamación de Macbeth como rey de Alba. Una vez que se pudo sentar en el trono decidió desterrar a los dos hijos de Duncan: Malcolm y Donald Bain. Con sus dos principales rivales en el exilio, Macbeth puso rumbo junto a su ejército a Caithness y Orkney, regiones habitadas por nórdicos y que desde hacía tiempo constituían el principal enemigo de Moray.
La primera revuelta
Hacia el año 1045, el nuevo monarca de Alba tuvo que enfrentarse a una rebelión en Atholl, donde los rebeldes eran dirigidos por Crínán, abad de Dunkeld y padre de Duncan. La revuelta fue sofocada con relativa facilidad, muriendo el abad durante los combates. Sin embargo, el reinado de Macbeth no iba a ser sencillo. Mientras el rey hacia frente a la insurrección de Crínán, su nieto Malcolm viajó a Northumbria. Estas tierras condales habían sido entregadas por Canuto el Grande al feroz guerrero Siward, cuñado del asesinado Duncan I. En cualquier caso, desde allí y bajo la protección de su tío, Malcolm viajó hacia Inglaterra, a la corte del nuevo monarca inglés, Eduardo el Confesor.
En la corte inglesa, el joven Malcolm aprendió inglés y comenzó a caer bajo la influencia de las tradiciones y costumbres inglesas. También pasaría algún tiempo en Normandía, donde aprendió sobre el funcionamiento del sistema feudal. Así, cuando Malcolm alcanzó la mayoría de edad, hacia el año 1050, muchos de los lores ingleses ya lo veían como un candidato favorable para el trono de Alba, pues les permitiría extender fácilmente la influencia de Inglaterra hacia las tierras escocesas.
Guerra y paz
Tras la rebelión del padre de Duncan, el rey Macbeth tuvo que resistir un intento de invasión de Siward y sus guerreros de Northumbria, aunque el ataque se vio frustrado. Al mismo tiempo, la enemistad con el condado de las Orcadas iba incrementándose. Sin embargo, a pesar de la situación por la que pasaba el Reino de Alba cuando Macbeth llegó al poder, en apenas unos pocos años consiguió ir solucionando uno a uno todos los problemas fronterizos, al tiempo que pacificaba el interior.
Respecto a la pacificación interior, por estos años aún se mantenían conflictos entre algunos de los diferentes pueblos del reino. La solución fue disponer tropas dedicadas a patrullar todos sus territorios para mantener el orden y hacer cumplir la ley. Desde luego, las medidas debieron de ser efectivas ya que en el 1050 viajó en peregrinación a Roma.
Pensemos que un viaje desde Escocia hasta Roma no era cuestión breve, sino que era un largo camino de varios meses, por lo que Macbeth debía de estar bastante seguro de que podía abandonar su reino durante un largo periodo, siendo lo más probable que hubiese depositado una gran confianza en los mormaers y que incluso llegase a un acuerdo con el rey inglés Eduardo. Recordemos que Malcolm estaba bajo la protección inglesa, lo que incrementaba las posibilidades de un intentó de invasión en su ausencia. Al final, cuando regresó al reino se lo encontró en la más absoluta paz, nadie había intentado siquiera usurpar la corona.
La invasión
En el 1052, Macbeth dio la bienvenida a su corte a caballeros normandos que se pondrían a su servicio y serían de gran importancia en los años venideros. De esta forma llegamos al año 1054. Eduardo de Inglaterra decidió que había llegado la hora de acabar con Macbeth para entregar la corona a Malcolm. Para conseguir su objetivo ordenó al conde Siward que lanzase a sus hombres contra el Reino de Alba.
Las huestes de invasoras y defensoras se vieron las caras en la Batalla de Dunsinnan Hill (al noreste de Scone), donde Malcolm y Siward dirigieron a un ejército conjunto de escoceses y anglo-escandinavos, obteniendo una decisiva victoria sobre Macbeth. Durante el enfrentamiento los caballeros normandos demostraron una gran fidelidad al rey de Alba, resistiendo en el campo de batalla hasta el último hálito. Sin embargo, a pesar del gran daño que habían conseguido infligir a Macbeth, el rey aún se mantenía en pie y dispuesto a blandir la espada. Ahora bien, desde aquella batalla buena parte de los territorios sureños de Escocia cayeron bajo el gobierno de Malcolm.
El final de Macbeth
Sería tres años después cuando Malcolm se abalanzó contra Macbeth con un nuevo ejército. El 15 de agosto del 1057 en Lumphanan, tras diecisiete años de reinado, Macbeth fue asesinado por las tropas de Malcolm. Los partidarios del rey de Alba se hicieron fuertes en las tierras más septentrionales, sin asumir el fin de los derechos dinásticos de la Casa de Moray. De hecho, llegaron a nombrar al hijastro de Macbeth, Lulach Macgillecomgan, rey de Alba, aunque al siguiente año fue emboscado y asesinado por Malcolm en Strathbogie. Tras la muerte del hijastro de Macbeth, todos reconocieron el derecho de Malcolm III sobre el trono. Según las crónicas irlandesas tras la muerte de Lulach, los gobernantes de Moray pasaron a ser monarcas sin que ninguno se llegase a coronar rey de Alba.
¿Por qué he de morir neciamente como el romano, arrojándome sobre mi espada? Mientras me quede un soplo de vida, no dejaré de amontonar cadáveres.
«La tragedia de Macbeth», William Shakespeare
En definitiva, Macbeth nos es presentado por algunas crónicas, especialmente la anglosajona, como un usurpador del trono y un tirano. Nada parece indicar que fuese así, pues no habría conseguido mantenerse en el poder durante casi veinte años ni podría haber abandonado el reino durante su peregrinación a Roma. Al igual que le pasó a Canuto el Grande, de haber sido capaz de dejar un heredero capaz e indiscutible, probablemente su linaje se habría convertido en la nueva línea de sucesión al trono.
Bibliografía
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– Duncan, A.A.M. (2002). The Kingship of the Scots, 842-1292: Succession and Independence. Edinburgh Classics Editions, Edinburgh.
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