El modelo de propaganda de Chomsky

Noam Chomsky es una de las grandes figuras intelectuales contemporáneas. Es especialmente relevante en el campo de la lingüística, en la que contribuyó con la teoría estándar de la gramática generativa. Sus aportes han sido importantes en las ciencias cognitivas y en la filosofía del lenguaje. Su crítica al conductismo tuvo gran impacto en el mundo académico. Asimismo, al margen de su labor académica, destaca su activismo y su interés en temas políticos.

Noam Chomsky. Ilustración de Hayden Andrews.

El modelo de propaganda de Noam Chomsky examina el funcionamiento propagandístico del sistema de medios de comunicación en una lectura propagandística del periodismo. Chomsky realiza un estudio analítico de los mecanismos esenciales a través de los que la prensa opera en lo que concierne a la relación entre el poder y el control de la opinión pública. Noam Chomsky y Edward S. Herman diseñaron un modelo de propaganda en Manufacturing Consent. The Political Economy of the Mass Media (traducido en castellano como Los guardianes de la libertad) que se centra en la actividad de los grandes medios de Estados Unidos. Este trabajo es el centro de los análisis propagandísticos de Chomsky, no obstante, hay que tener en cuenta más desarrollos sobre la propaganda como Ilusiones necesarias. Control del pensamiento en las sociedades democráticas o el artículo “What Makes Mainstream Media Mainstream”, en el que distingue los medios de comunicación de masas y los medios mainstream, según su audiencia.

Lo que Chomsky y Herman abordan es principalmente el funcionamiento de los medios de comunicación y los productos comunicativos y la cultura que crean. Los medios, en sus productos de entretenimiento e información, transmiten mensajes y símbolos que inciden en los individuos para su integración en las estructuras institucionales. El análisis de Chomsky tiene como condición de posibilidad tres premisas necesarias como hipótesis de trabajo: (i) la existencia de concentración de la riqueza en el sistema socio-económico, (ii) la existencia de conflictos de intereses de clase y (iii) la necesidad sistémica de propaganda para el mantenimiento del poder fáctico. El modelo de Chomsky muestra una esfera pública ideológicamente limitada y políticamente manipulada en sociedades pretendidamente democráticas y libres de coacciones políticas autoritarias.

El planteamiento de partida es excesivamente simple (podría decirse incluso que simplista): las élites estatales y de las corporaciones económicas constituyen de facto un gobierno mundial, el cual difunde su propaganda a través del constructo informativo y simbólico de los medios de comunicación. El control de la opinión pública supone afectar en la cosmovisión de los sujetos, de modo que se realiza un verdadero control del pensamiento. No entramos en la discusión de sus presupuestos, sino que pasamos a presentar la forma en la que este modelo de propaganda opera para la consecución de tal fin. La forma de actuación generalizada de los medios se fundamenta en cinco filtros que criban la información, modulando de este modo el interés público, según explican los autores.

  • Primer filtro: la estructura empresarial del mercado de los medios. Esto alude a la orientación de los beneficios de los medios relacionada con la propiedad de los mismos. El panorama mediático es un espacio oligopolístico que resulta de un proceso de concentración. En este contexto la producción de información satisface los intereses de las élites propietarias. Otros efectos de este filtro relacionado con la propiedad son la dificultad de entrada de medios con menor capacidad financiera y los contenidos orientados primariamente a la rentabilidad.
  • Segundo filtro: la dependencia de la publicidad. El “beneplácito de la publicidad” determina la rentabilidad económica. El imperativo comercial diluye la posibilidad de un sistema neutral por la obsesión con las audiencias masivas, lo cual iría en detrimento de la calidad informativa, la crítica a determinados sectores y de pensamientos profundos.
  • Tercer filtro: el suministro de noticias a los medios de comunicación. Este filtro se refiere a los proveedores de información que los medios posteriormente preparan y publican. La urgencia informativa y la cantidad de contenidos que se debe publicar imposibilita la investigación periodística de todos ellos. Las fuentes oficiales forman parte de las instituciones de las élites, las cuales tienen sistemas de producción de información sofisticados. La información es producida por las estructuras administrativas y gubernativas del Estado, así como por las burocracias empresariales. Esto incide en la independencia y parcialidad de la información. Se forman incluso equipos de comunicación con “expertos” que propagan y justifican los intereses e ideología de las élites.
  • Cuarto filtro: el flak. Este término alude al fuego antiaéreo, por lo que se entiende que en este contexto haga referencia a las reacciones inmediatas que basculan el efecto en la opinión pública de las críticas realizadas por los medios. Los intereses afectados requieren respuestas que proyecten la imagen “correcta” de la organización afectada. Existen equipos e instituciones dedicados a disciplinar a los medios.
  • Quinto filtro: el control ideológico con doctrinas negativas o de oposición. En particular Chomsky alude al anticomunismo, especialmente vigente antes de la caída de la URSS. Este factor está relacionado con la simplificación política y la condensación estratégica a un único (o principal) enemigo.

El resultado es la confección de un consenso manufacturado dentro de las sociedades democráticas. No se trata de una dirección deliberada y unívoca, sino de una discriminación informativa por filtros, lo cual afecta al interés público. El modelo de los filtros constituye un establecimiento de límites pautados dentro de los cuales es posible la discusión mediática y el debate intelectual. Esta sería la forma de acotar propagandísticamente las vías de actuación contrarias al poder económico-estatal. Lo que se infiere, y lo que Chomsky pretende poner de manifiesto, es que estos límites de lo expresable son los mecanismos más eficaces del control del pensamiento, puesto que generan un espectro dirigido de posibilidades que reproduce una “ilusión de libertad” en un debate táctico cuyos cimientos son aceptados consensualmente por el público. Esta técnica relativa al Mainstream media sería más eficaz en el sostenimiento de la estructura de poder que el sistema represivo de censura totalitaria y sus medios de propaganda de Estado. De este modo, Chomsky y Herman expresan que “el resultado es un poderoso sistema de conformidad inducida ante las necesidades de los privilegios y del poder”.

La hipótesis que funciona como premisa es clara: los medios de comunicación confeccionan constructos informativos que fijan centros de debate público que excluyen de manera sistemática aquello que no esté comprendido en el consenso institucional. Se trata, por tanto, de un sistema mucho más sutil que el control totalitario, puesto que este modelo de aparato propagandístico-doctrinal limita el marco ideológico aceptable y promueve un debate tácticamente incorporado. El resultado perseguido con la estructura institucional de los medios es la adopción acrítica de la ideología imperante mediante la limitación del discurso. Existen otros mecanismos de propaganda dirigidos a dicha finalidad, como puede ser la cualidad fragmentaria de medios como el televisivo que impide el desarrollo de hechos y razonamientos. Lo que esto implica es que la misma estructura técnica y discursiva de los medios de comunicación condiciona la libertad y manufactura el consenso (Pineda Cachero 2001).

Media Propaganda. Ilustración de Trosious.

Lo que se establece son límites institucionales del discurso que orientan la focalización pública a determinados temas de interés social. Dicha orientación interesada es funcional a la formación de tendencias de opinión beneficiosas a los grupos de poder fácticos. Para la operatividad del modelo de propaganda es necesario que exista una ilusión de libertad de prensa, que en realidad estaría restringida por una selección temática tamizada por los resortes de control informativo denominados filtros. Esta tematización se encuentra intrínsecamente relacionada con el marco teórico de la agenda-setting.

La teoría de la agenda setting o teoría del establecimiento de la agenda afirma la tesis en virtud de la cual los medios de comunicación influyen en la opinión pública mediante la determinación de los temas que tienen valor informativo y la importancia que tienen. El asunto alude a la agenda mediática cuya prioridad temática la fija el público en relación al énfasis dado a las informaciones por parte de los medios. Esto quiere decir que la agenda de los medios influye en la consideración de importancia de los temas por parte del público. El campo de estudio surgió en el sector de la comunicación política con las investigaciones de McCombs y Shaw (quienes acuñaron el término agenda setting) a partir del caso de Chapel Hill. Se trata de un sesgo de la orientación de la atención del público en relación a determinados temas. Este sesgo está ligado a la dependencia del valor de importancia que el público concede a las cuestiones y sucesos en el nivel de énfasis que los medios de comunicación les dan.

El establecimiento de la agenda es una forma de influencia en la conformación de tendencias de opinión por los medios de comunicación. La agenda no sería más que una lista de cuestiones y sucesos jerarquizados por su importancia en un momento determinado. La influencia no consiste en determinar qué es lo que se debe pensar, sino en determinar los temas de discusión. El mapa temático actúa sobre la «visión del mundo» del público. Dicha influencia de la agenda de los medios de comunicación en la agenda del público puede estar relacionada, a su vez, con la influencia de agendas externas en la de los medios. La relación de influencia entre la agenda política, la de los medios y la del público puede conectar este marco de comprensión con el modelo de Chomsky.

En definitiva, según Chomsky, en las democracias capitalistas el poder político-económico concentrado ejerce una labor propagandística alejada de las formas dictatoriales y envuelta en una aparente libertad informativa y de debate. La propaganda transmitida en los mensajes, ideas y símbolos de los medios es funcional a las estructuras de poder establecidas, las cuales ejercen su dominio ideológico en los medios de comunicación de forma indirecta a través de filtros. Es un control subrepticio que puede llegar a ser no consciente y no deliberado.

Para finalizar, no podemos dejar de observar que en una evaluación crítica lo primero que destaca es lo problemático de sostener los argumentos en una explicación funcional de los fenómenos. Incluso asumiendo de forma dogmática las hipótesis sociopolíticas de partida, y obviando la naturaleza oculta de ciertas limitaciones ideológicas del discurso (que la teoría vendría a revelar), resulta difícil mantener la legitimidad racional de explicaciones de carácter funcional, por ejemplo, “los medios difunden propagandísticamente tales ideas porque benefician al poder”. Puede ser cierto o no que beneficien a la supuesta élite de poder político económica, pero esto no es una explicación real, puesto que no se da que el explanandum se explica a partir explanans (como debe ser), sino al revés (al menos en parte). El modelo puede servir para el estudio sectorial de fenómenos particulares con datos empíricos, pero es difícil situarlo como teoría general.

 

 

Bibliografía

Chomsky, N. (1992). Ilusiones necesarias: control del pensamiento en las sociedades democráticas. Madrid: Libertarias-Prodhufi.

Chomsky, N. (1997). What Makes Mainstream Media Mainstream. Z Magazine.

Chomsky, N. y Herman, E. (1990). Los guardianes de la libertad: propaganda, desinformación y consenso en los medios de comunicación de masas. Barcelona: Crítica.

D’Adamo, O. y García Beaudoux, V. (2000). Efectos políticos de los medios de comunicación. Un análisis de la función del establecimiento de la agenda. Psicología Política. N. 20, pp. 47-64.

Odriozola Chéné, J. (2012). Cibermedios y agenda-setting: la configuración de la agenda mediatica internacional. Estudios sobre el mensaje periodístico. N. 18, pp. 157-171.

Pedro, J. (2009). Evaluación crítica del Modelo de Propaganda de Herman y Chomsky. Revista Latina de Comunicación Social. N. 64.

Pineda, A. (2001).El modelo de propaganda de Noam Chomsky: medios mainstream y control del pensamiento. Ambitos: Revista internacional de comunicación. N. 6, pp. 191-210.

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