Monopsonio y explotación laboral

El monopsonio consiste en un monopolio del demandante. Existe solo un comprador, de ahí la raíz griega psonios. Se trata de una estructura de mercado en competencia imperfecta. En este caso el demandante determina el precio de los bienes. El comprador es precio-decisor. Habitualmente las condiciones monopsónicas se encuentran en determinados factores de producción. Pero, ¿podría existir explotación laboral siguiendo este modelo económico?

Fotograma de la película «Tiempos Modernos» (1936), de Charles Chaplin

Joan Robinson y la explotación laboral

Joan Robinson (1933) estudió la teoría del equilibrio de la empresa en condiciones de competencia imperfecta. Entre tales condiciones analizó el caso del monopolio con libre entrada. No obstante, destacan otras dos aportaciones en su estudio, a saber, la teoría de la discriminación de precios en situación de monopolio y el equilibrio del mercado de factores en situación de monopsonio o monopolio de demanda. Lo que le interesaba investigar era la explotación del trabajo. Por tanto, lo que expondremos será la forma de determinar el equilibrio en el mercado laboral en condiciones de dominio del trabajo por parte de la demanda. Esta situación de competencia imperfecta consiste en que existe un único demandante de cierto servicio productivo, que en nuestro caso es el trabajo. En definitiva, nos enfocaremos en el monopsonio en el mercado de trabajo.

Joan Robinson pretendió ofrecer un modelo no marxista de explotación laboral. Existen diversos modelos de explotación económica que no parten de las categorías fundamentales de la economía política de Marx, con las cuales es sabido que Joan Robinson era crítica. Incluso desde tradiciones autodenominadas marxistas se han propuesto modelos (como el de Roemer) alejados de la ortodoxia del filósofo alemán. También existen modelos liberales de explotación (como el de Steiner). Todos ellos han sido objeto de enconadas discusiones. Discusiones muchas veces más encarnizadas entre compañeros pertenecientes a una misma tradición político-intelectual que frente a tradiciones distintas (lo cual, a pesar de sorprendente, es muy habitual). En este caso nos interesa aproximarnos a una comprensión de la explotación del trabajo a partir del análisis del equilibrio de mercado en condiciones de monopsonio. Se trata de una aportación original de Joan Robinson en la economía en el primer tercio del siglo XX.

Joan Robinson

Es importante aclarar que la exposición que sigue a continuación se aborda desde la perspectiva filosófica relativa al pensamiento económico y atendiendo a la estructura lógica y a las cuestiones metodológicas subyacentes a la teoría. Esta perspectiva intersecta, naturalmente, con la teoría económica. No obstante, se trata de poner en valor una teoría económica en retrospección (en el sentido de Blaug) y no de una discusión sobre la actualidad de determinados fenómenos inmediatos. Es un análisis perteneciente a la historia del pensamiento y no una invectiva ni un escrito polémico o apologético. Para defender o refutar una teoría primero hay que comprenderla, nosotros nos quedamos en este primer paso aunque finalmente realizaremos algunas observaciones críticas para poner de manifiesto ciertas dificultades.

Equilibrio competitivo

En el modelo estándar, según la teoría de la producción, dadas por sentadas la conducta de maximización del beneficio y determinadas condiciones de competencia, en función de la productividad marginal de cada factor y de su precio el empresario contratará unidades adicionales de factores. En el mercado laboral esto quiere decir que las unidades adicionales de fuerza laboral que el empresario debe contratar llegan hasta el umbral en el que un trabajador marginal adicional tenga un coste igual a la aportación que dicho trabajador agregue a la producción. Ahora bien, ¿cómo se calcula la productividad marginal del trabajo? Esta es la tasa de crecimiento de la producción según el incremento infinitesimal de la cantidad del factor trabajo y manteniéndose constantes los restantes factores. Dados los rendimientos decrecientes esta tasa es decreciente, lo cual implica que la productividad marginal de un factor decrece al añadir a la producción una unidad adicional de tal factor. Así pues, sean:

  • s el salario correspondiente a una unidad de trabajo. El salario es la unidad de precio del factor trabajo.
  • PMF(t) la productividad marginal del factor variable, que en nuestro análisis es el trabajo t.
  • P(x) el precio del producto x.
  • PMF(t) · P(x) el valor del producto marginal.

Tenemos que s = PMF(t) · P(x) ↔ s/P(x) = PMF(t). Lo cual quiere decir que el valor del producto marginal es decreciente puesto que es decreciente la productividad marginal.

Cabe destacar que en condiciones de competencia perfecta se mantiene constante el precio del producto. Desde la perspectiva empresarial en condiciones competitivas el precio del producto es un dato (algo dado) de tal manera que la curva de demanda es horizontal, lo que significa que es infinitamente elástica. Asimismo, en condiciones competitivas el ingreso marginal y el precio son coincidentes, siendo el precio el ingreso medio. Así pues, el precio de venta por unidad de producto no se ve modificado si se añade alguna unidad de producción en el mercado como efecto de incrementar las unidades de factor trabajo.

Competencia perfecta vs competencia imperfecta. En condiciones de competencia perfecta se mantiene constante el precio del producto. Fuente: economipedia.com

Bajo condiciones de competencia perfecta la tasa de salarios no se ve afectada al añadir empleo. Esto tiene como consecuencia que la función de oferta de trabajo sea horizontal. Por consiguiente, en un mercado laboral en situación de equilibrio competitivo el hecho de contratar más trabajadores o menos trabajadores no altera el salario, el cual se corresponde con el coste marginal del factor trabajo. La curva de oferta de trabajo es perfectamente elástica dado que la cantidad de trabajo que puede contratar la empresa será al precio vigente.

Equilibrio en condiciones de monopsonio

Si alteramos la condición de la competitividad, entonces se incurre en imperfecciones que provocan modificaciones en las características del equilibrio de mercado. Nos centramos en la situación en la cual la empresa productora tiene una conducta monopsónica, es decir, en el monopsonio de la demanda y contratación del trabajo. Esto quiere decir que el productor domina el mercado de trabajo. Así pues, la cantidad de trabajo demandada por la empresa impacta en el precio de este factor, lo cual provoca que la curva de oferta de trabajo a la que el productor se enfrenta deje de ser perfectamente elástica como lo era en condiciones perfectamente competitivas (y también en condiciones monopolísticas). En el monopsonio la pendiente de la curva de oferta de trabajo es positiva, por lo que al contratar más cantidad debe pagar un precio más alto por esa cantidad. La empresa monopsonista deja de ser precio-aceptante y pasa a ser (por el motivo antedicho) precio-decisora.

En el monopsonio existe un único comprador. Fuente: prtarg.com.ar

La tasa de salarios es el coste medio de contratación (desde el punto de vista del empresario). Esta tasa se eleva en función de las unidades de trabajo añadidas. Ahora bien, es importante aclarar que en condiciones de monopsonio se presupone una homogeneidad en la calidad de la eficacia de los trabajadores, por lo que el ofrecimiento de un salario más alto para contratar a más trabajadores no procede distintas calidades del trabajo. Para contratar más trabajadores el empresario debe pagar salarios más altos (por unidad de trabajador). Por lo tanto, el coste marginal de contratación supera el salario. El coste marginal ya no es igual al coste medio como en el caso de competencia perfecta, antes bien, el coste marginal debe ser superior al coste medio y este último es creciente. La pendiente creciente del coste es el corolario de la necesidad de agregación al salario de un trabajador nuevo. Esto desajusta las condiciones de una situación competitiva, puesto que el coste marginal de una unidad añadida de factor trabajo se sitúa por encima de su salario o precio.

La consecuencia de este desajuste no es otra más que la empresa demandante de factor trabajo llevará a cabo menos contrataciones en condiciones de monopsonio que en condiciones competitivas. Esto se justifica en el análisis del equilibrio de mercado en dichas condiciones. Dado el presupuesto de maximizar el beneficio, se contratarán factores de trabajo hasta que coincidan los costes marginales y los ingresos marginales que la unidad añadida de trabajador contribuya a la empresa. Lo que esto quiere decir es simplemente que el coste marginal de los trabajadores nuevos sea equivalente al ingreso marginal de contratarlos. Sean:

  • IMP(x) el ingreso marginal del producto x.
  • CMF(t) coste marginal de los factores (de trabajo) añadidos.
  • IPMF(t) el ingreso marginal del producto marginal del factor trabajo.

Tenemos que CMF(t) = IMP(t). Dado que IPMF(t) = PMF(t) · IMP(x), es decir, que el ingreso marginal del producto marginal del trabajo es el producto de la productividad marginal del factor variable por el ingreso marginal del producto, obtenemos que CMF(t) = PMF(t) · IMP(x).

En condiciones competitivas tenemos que s = PMF(t) · P(x). Esto se explica en tanto que el ingreso marginal y el ingreso medio son equivalentes y este último es el precio del producto y, además, el coste marginal y el precio del factor trabajo (el salario) también son coincidentes. Ahora bien, en condiciones de monopsonio el precio del producto se sitúa por encima del ingreso marginal (P(x) > IMP(x)) y el salario es superado por el coste marginal.

Explotación del trabajador según Joan Robinson

Según Joan Robinson se llega a la explotación del trabajo por medio de dos vías relacionadas con la eliminación de dos presupuestos del mercado de trabajo en equilibrio competitivo. Por un lado, una imperfección (que rompe la competencia perfecta) es el monopolio en el mercado de producto. Esto da lugar a la explotación monopólica del trabajo. Por otro lado, una imperfección en la contratación del trabajo, la cual conduce a una explotación monopsónica. La segunda de ellas es la que hemos analizado ya que las referencias al monopolio son más habituales.

En un equilibrio en el mercado del factor trabajo con monopsonio la curva de oferta de trabajo no equivale al coste marginal del factor, puesto que la curva de oferta expresa la agregación en el coste de contratar unidades añadidas de trabajo. El punto a destacar consiste en que si la empresa actúa para maximizar el beneficio en condiciones competitivas en lo que respecta al mercado de su producto y, a su vez, actúa para maximizar el beneficio en lo que respecta al mercado laboral (factor trabajo) en condiciones de monopsonio, entonces se igualan el coste marginal y el valor del producto marginal.

Joan Robinson consideró que esta imperfección en el mercado supone una explotación del trabajo. La explicación de tal situación como explotadora reside en que al trabajador se le paga una cantidad inferior al valor del producto marginal del trabajo, el cual es precisamente el salario que percibiría el trabajador en condiciones competitivas. Destacamos, por tanto, dos aspectos: (1) se considera que el salario “adecuado” para el trabajador es el que resulta del equilibrio en una competencia perfecta del mercado del factor (s = PMF(t) · P(x)) y (2) Joan Robinson entiende que tanto los monopolios como los monopsonios forman parte estructural del orden económico, de tal modo que también es estructural la explotación.

Según Joan Robinson, los monopsonios y los monopolios al igual que la explotación laboral, son partes estructurales del orden económico

No obstante, podemos concluir observando que estos dos componentes de la caracterización de la explotación laboral de Joan Robinson son susceptibles de ser revisados. Sobre el primer aspecto (1), cabe señalar que, el criterio de salario adecuado en tanto que equivalente al valor de la productividad marginal del trabajador no es considerado hoy precisamente como un buen salario. Habitualmente se buscan rentas diferenciales o de escasez para que la remuneración que percibe el trabajador pueda ser superior. Asimismo, un salario que sea equivalente al valor del producto marginal puede ser considerado “adecuado” para un modelo del mismo modo que un salario equivalente al ingreso del producto marginal del trabajo puede ser considerado “adecuado” para otro modelo. Sobre el segundo aspecto (2) es preciso mencionar la cantidad de transacciones en condiciones suficientemente competitivas, cuando no perfectas. Es difícil afirmar que el patrón habitual de las transacciones sea monopsónico.

Bibliografía

Méndez Ibisate, F. (2004). Marginalistas y neoclásicos. Madrid: Síntesis.

Robinson, J. (1933). The Economics of Imperfect Competition. Londres: Macmillan.

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