Entrevista a Pedro Luis Chinchilla
Nacido en Yecla (Región de Murcia) en 1968, Pedro Luis Chinchilla Muñoz es especialista en marketing e investigador independiente. Apasionado de la historia de España del siglo XVI, sus estudios y trabajos históricos se han centrando principalmente en el apasionante tema de la Gran Armada (o Armada Invencible). Colaborador habitual de la Spanish Armada Ireland (asociación cultural destinada a la protección, conservación y promoción e interpretación de los lugares de la costa irlandesa donde naufragaron los barcos de la Armada), ha realizado numerosas intervenciones, conferencias, artículos y podcast para diferentes canales y medios de comunicación acerca de la historia de la flota.
La reciente publicación (febrero de 2023) por parte de la Editorial Penguin Random House de su primer ensayo, Los prisioneros de La Armada Invencible: La historia nunca contada sobre los capturados de la gran armada española de 1588, nos da la oportunidad de charlar con él acerca de su opera prima, en la cual ha volcado años de esfuerzo y duro trabajo en la investigación de su gran pasión, la Gran Armada, y más en concreto, sobre los integrantes que no perecieron ni lograron retornar a España, que fueron capturados por sus enemigos ingleses.
Lo primero de todo, Pedro Luis, muchas gracias por prestarte a esta entrevista en Academia Play y enhorabuena por el libro, deseando que sea un éxito y sirva para aclarar los claroscuros que siguen rodeando el tema de la Gran Armada. Entrando ya en materia, se ha escrito mucho respecto a este episodio histórico. ¿Por qué has elegido este tema tan concreto, el de los hombres que fueron capturados por los ingleses tras el fracaso de la expedición naval?
Gracias a vosotros. Es un verdadero placer que contéis conmigo para interesaros por este trabajo.
Me disponía a escribir un artículo para la plataforma armadainvencible.org sobre este tema porque estaba poco manido y me pareció original. Cuando me puse a trabajar en él me di cuenta de que no podía utilizar apenas la bibliografía existente; Geoffrey Parker y Colin Martin, Hutchinson, Gracia Rivas, López Beltrán…todos pasaban de largo sobre los capturados de la armada de 1588. Únicamente encontré un pequeño libro de 100 páginas en inglés, publicado hace 35 años (que tuve que conseguir en EE.UU.), y que, además, únicamente trataba de los prisioneros capturados en la Nuestra Señora del Rosario y la San Pedro el Mayor. Así pues, vi que los prisioneros de esta armada ni siquiera habían sido contabilizados hasta la fecha y que, si quería saber algo de ellos, debería de investigarlo por mí mismo. Ahí comenzó esta búsqueda que me ha llevado más de dos años completar.
A la hora de hablar de lo que fue la Gran Armada es necesario empezar por el contexto histórico. En la década de 1580 la Monarquía Hispánica de Felipe II era la potencia hegemónica del mundo. Expandida por América, victoriosa sobre Francia y contra los otomanos (Lepanto), y unido en 1580 el reino de Portugal y su imperio, las capacidades de la Monarquía Hispánica se ampliaron. Por su parte, vista la amenaza, la Inglaterra anglicana de Isabel I se mostraba como un potencial rival. ¿Cómo se llega al estallido de la guerra anglo-española en 1585? ¿Cuáles fueron sus causas principales?
Es curioso que estas dos coronas (la inglesa y la española) llegasen a una guerra de 19 años de duración cuando una española, Catalina de Aragón, había sido reina consorte de Inglaterra hasta 1536 e incluso Felipe II había sido igualmente rey de Inglaterra hasta 1558. No solo eso, las relaciones comerciales entre los territorios de las dos coronas eran necesarias para ambas. Inglaterra apenas producía nada e importaba mucho de España, además mantenía el control del Canal de la Mancha, algo muy necesario para el tránsito comercial de los territorios peninsulares con los Países Bajos y el norte de Europa.
La verdad es que todo cambia en 1559 con la llegada al trono de Isabel I y principalmente por su connivencia con la piratería para evitar pagar tributos a la corona española. Aunque es cierto que restaura el protestantismo en la isla, esto nunca fue un factor de primer orden para Felipe II a la hora de decidir derrocarla. Debemos abandonar la idea establecida de un rey que quiere conquistar Inglaterra y restaurar el catolicismo como foco fundamental de esta empresa. La armada de 1588 se crea con motivos especialmente prácticos y económicos y su objetivo no era conquistar Inglaterra sino derrocar a Isabel I y colocar a un monarca afín a la corona española. Inglaterra hubiese seguido siendo una corona independiente (aunque afín o satélite) a la española en el caso de que la empresa hubiese tenido éxito.
Respecto a la concepción misma del proyecto de la Armada, a pesar de lo que se puede pensar, no estaba concebida para invadir de forma directa Inglaterra desde la península. Su misión era la de escoltar y dar cobertura a las tropas de Alejandro Farnesio, duque de Parma, las cuales tenían que cruzar desde las costas de Flandes el paso de Calais. Amparadas por la Armada, invadirían el reino inglés. Aclarado esto, ¿crees que era posible llevar a cabo este plan con las capacidades logísticas, que se tenían entonces? Autores como el célebre hispanista Geoffrey Parker lo pusieron en duda. ¿Crees que era un plan realista, en definitiva?
El último trabajo actualizado de Parker y Martin (publicado en inglés este mismo año) ya no dudan que éste era un plan viable (por loco que parezca). De hecho, concluyen que el fracaso de esta armada no se logró “por cuestión de horas”. La idea más aceptada hoy en día es que únicamente las condiciones climáticas existentes en esos días, que retrasaron y obstaculizaron las pinazas-correo entre Parma (Alejandro Farnesio) y Medina Sidonia, fueron las causas de que la expedición no llegase a buen fin.
Un personaje importante en el episodio de la Gran Armada es el propio jefe de la flota, Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia. Ha sido común mencionar sus deficientes (o nulas) capacidades navales, sus constantes dudas a la hora de tomar decisiones acertadas en momentos clave o incluso la situación de que, al parecer, su salud era delicada y se mareaba en alta mar. Evidentemente, la inesperada pérdida del jefe original y natural de la flota, don Álvaro de Bazán, fue un duro golpe, una pérdida irreparable, pero, ¿Qué hay de cierto en toda esta mala fama de Medina Sidonia?
Que Medina Sidonia se mareaba en alta mar es un error de transcripción cometido por Fernández Duro hace 140 años. En realidad, Medina Sidonia decía en el documento original que el “mar me mata” refiriéndose a su reúma. El duque fue un gran logista que dio el brío necesario para la conclusión de los preparativos de esta armada en Lisboa, fue capaz de regresar a la península con un 75% de su flota (a pesar de las durísimas condiciones del retorno) y no dudó en batirse en su San Martín a la marina inglesa incluso en solitario. Felipe II fue el primero en darse cuenta de que no podía cargar las culpas en él y, sin embargo, se le ha vilipendiado de manera totalmente injusta por la historiografía española. Creo que, con los conocimientos que tenemos hoy en día, restaurar su dignidad es una obligación.
Aunque considerado como un personaje menor, el almirante vizcaíno Juan Martínez de Recalde, seguramente era el comandante más capacitado de la flota y uno de los mejores marinos de su época, exceptuando a Álvaro de Bazán. Durante el trayecto al canal de la Mancha, Recalde fue capaz de detectar que, retenida la flota inglesa en el puerto de Plymouth, hubiera sido fácil para la Armada, con el viento a favor, atacar y destruir a la flota enemiga. Pero se impuso la decisión de Medina Sidonia de proseguir la marcha. Se la elucubrado mucho acerca de esta posibilidad. ¿Tú qué opinas? ¿Crees que podría haber sido realmente posible?
Uno de los grandes mitos que arrastramos en la historiografía española es precisamente ese: considerar a Medina Sidonia un inepto y a Recalde un genio. Los estudios más recientes sobre las circunstancias reales existentes en el puerto de Plymouth, y que debemos a mi gran amigo Antonio Luis Gómez Beltrán, desmontan ese supuesto. Entrar en el puerto de Plymouth hubiese obligado a entrar prácticamente de uno en uno a los navíos de la armada mientras que la artillería inglesa, apostada en sus flancos, hubiese provocado, sin duda, un desastre para la armada. Una vez más, Medina Sidonia tomó la decisión correcta, aunque en este caso fuese más por casualidad (él no quería desobedecer las órdenes dadas por Felipe II) que por el conocimiento real de estas circunstancias.
El combate entre ambas flotas el 8 de agosto de 1588 no fue decisivo, apenas una escaramuza en torno a Gravelinas mediante brulotes (barcos incendiados) y algún breve cañoneo. La clave del fracaso español fueron las fuertes corrientes en el paso de Calais, que arrastraron a la flota al Mar del Norte. Imposibilitada para retornar y reunirse con Farnesio, la Armada intentó regresar a España dando la vuelta a las Islas Británicas, donde las tormentas y las peligrosas costas la castigaron severamente. Tu libro se centra precisamente en este punto, en aquellos hombres olvidados por la historia que sufrieron las penalidades de la represión y el cautiverio. Sucintamente, ¿Es mucho lo que has logrado descubrir?¿Cuál fue su destino? ¿Alguno de ellos pudo retornar a su Patria? ¿En qué condiciones?
Los enemigos de la corona hispánica capturaron prisioneros de guerra en Francia, Países Bajos, Escocia, Inglaterra e Irlanda. Si bien prácticamente la mitad de ellos pudieron ser liberados, en Irlanda hubo unas circunstancias particulares que supusieron la aniquilación sistemática de estos hombres. El caso irlandés es sobrecogedor. Hemos podido contabilizar un número de 3000 prisioneros y hemos puesto nombre a casi 800 de ellos. Unos 1500 de ellos pudieron regresar a casa gracias a la inmensa generosidad de Felipe II, que no escatimó ni esfuerzos ni recursos para conseguir que los capturados pudiesen regresar a casa y, como curiosidad, bien vestidos y adecentados.
La mitificación inglesa de lo ocurrido con la Armada, de una supuesta gran victoria redentora, se impuso durante los siguientes siglos, a pesar de que la guerra prosiguió. Inglaterra también sufrió su propio fracaso expedicionario (más severo si cabe) con la Contraarmada (1589) y España siguió siendo la potencia hegemónica de los mares durante mucho más tiempo. Curiosamente es la mentalidad hispana la que asume el nombre de «Armada Invencible», término por el cual a día de hoy sigue siendo más conocida. Tú de hecho lo empleas en el título de tu obra. ¿Qué se puede hacer para conseguir superar este término, trasnochado e incorrecto?
Dedico todo un capítulo a las razones por las que denomino a esta armada “Armada Invencible”, acepción que utilizamos comúnmente en España desde hace casi 140 años y que no supone, bajo mi punto de vista, ningún oprobio a la armada de 1588. Sé que al utilizarlo me expongo a todo tipo de críticas y, de hecho, para mí es muy habitual recibir reproches, incluso insultos, en redes sociales por hacerlo. Debemos de normalizar su uso y abandonar el pensamiento erróneo de que este apelativo es una denominación inglesa para nuestro escarnio. Por cierto, aunque nunca se llamó Gran y Felicísima Armada, ni Gran Armada, deberíamos aceptar con normalidad todas sus acepciones: Gran Armada, Felicísima Armada, Gran y Felicísima Armada, Armada Invencible, Jornada de Inglaterra…
En la visión propagandista negrolegendaria de la Gran Armada por parte del mundo anglosajón ha tenido un papel destacado la cinematografía, ensalzando a la reina Isabel I. Hay muchos ejemplos, pero una de los más recientes es la película Elizabeth: la edad de oro (2007), secuela de una anterior, dirigidas ambas por Shekhar Kapur y protagonizadas por Cate Blanchett. Es una mera película panfletaria, plagada de tópicos, cuyo rigor histórico no supera cualquier mínimo análisis serio. Sorprende que se hiciera una película así en pleno siglo XXI. Pero me interesa conocer tu opinión. ¿Por qué no se ha planteado hacer un proyecto cinematográfico más riguroso?
Es evidente que el episodio de la armada de 1588 supone un hito fundacional de Inglaterra. La historiografía inglesa así lo vendió durante cientos de años y contra eso, aunque nos pese, muy poco se va a poder hacer. Si bien en el mundo académico inglés los hechos son valorados en su justo término, a nivel popular el mito de la gran victoria inglesa sobre los españoles permanece grabada a fuego en su memoria colectiva. Creo que es justo respetar los mitos. Todas las naciones (incluida España) los tienen y esa película no deja de ser un reflejo de la cronificación de esa leyenda. La cinematografía española, por otro lado, ha vendido un Felipe II tétrico, fundamentalista en lo religioso, ávaro y oscuro, algo que también ha calado, erróneamente, en nuestra sociedad. Para aprender y conocer nuestra historia lo último que haría, posiblemente, es ir a un cine.
Ya para finalizar, Pedo Luis, agradeciéndote una vez más tu tiempo para esta entrevista, ¿Cuáles son tus futuros proyectos profesionales? Suponemos que lo más inmediato es seguir con la difusión de la Gran Armada en tu espacio virtual armadainvencible.org y proseguir con tus investigaciones. ¿Puede haber visos de un próximo libro más? ¿Algún tema en mente?
Tengo, por así decirlo, la obligación moral de rescatar la memoria de todas aquellas personas anónimas que participaron en esta empresa. Seguiré investigando y divulgando su historia. Estoy seguro de que este libro es sólo el inicio.