A mediados de 1940, casi toda Europa occidental se hallaba bajo la influencia del III Reich. No obstante, la Batalla de Inglaterra puso el lado de la victoria en manos de la Royal Air Force (RAF) contra la Luftwaffe alemana. Tras suspender la Operación León Marino para llevar a cabo una invasión anfibia en Gran Bretaña, Hitler ideó la Operación Félix, que implicaba la conquista de Gibraltar y la entrada de España en la Segunda Guerra Mundial.
Descripción de la Operación
Tras el fallido intento de vencer al Reino Unido en el aire y suspender la Operación León Marino, Hitler se había propuesto cerrar el Mediterráneo a la fuerza naval británica mediante el control del estrecho de Gibraltar y el Canal de Suez. Esto hubiera supuesto un gran contratiempo para el Imperio Británico dificultando la comunicación con sus colonias asiáticas y africanas. De haber tenido éxito dicha operación, los británicos hubiesen tenido que bordear todo el continente africano a través del Cabo de Buena Esperanza como hicieran los descubridores portugueses en el siglo XV. En junio de 1940 tuvo lugar la campaña del norte de África, con el intento de las tropas italianas de tomar el Canal de Suez. Pero Hitler necesitaba la entrada de España en la guerra para poder tener acceso al ansiado estrecho de Gibraltar y así poder forzar la rendición del Reino Unido.
Entrevista en Hendaya
El 23 de octubre de 1940, se produjo la esperada entrevista entre Franco y Hitler en la estación francesa de Hendaya. La situación sumamente precaria de España tras la desastrosa Guerra Civil y la incapacidad de hacer frente a una contienda de carácter mundial dificultaron el proceso. A su vez, la contrapartida exigida por Franco a Hitler en el caso de una hipotética intervención como el protectorado de Marruecos, parte de la Argelia francesa y el Camerún francés, no terminaron de allanar la situación. Por su parte, Hitler quería la entrada inmediata de España en la guerra. Sin embargo, Alemania no podía garantizar a España toda clase de suministros en caso de su participación, otra exigencia del caudillo. Además Hitler no podía entregarle a Franco sus reivindicaciones africanas sin entrar en conflicto con la Francia de Vichy, un aliado potencialmente más útil que la hambrienta España. La entrevista terminó en un diálogo de sordos y sin una declaración firme por ninguna de las dos partes implicadas.
Preparativos de la Operación
Parecía que nada iba a detener a Hitler en llevar a cabo sus ansiados planes. El 12 de noviembre de 1940, dio la orden de preparar la llamada ‘Operación Félix’. El objetivo de dicha operación consistía en eliminar a las fuerzas británicas del Mediterráneo Occidental y la conquista de Gibraltar. También se sugería la invasión de Portugal y de las islas Azores y Madeira violando el principio de neutralidad.
Se introducirían dos cuerpos de ejércitos alemanes a través de los Pirineos, el 49º Cuerpo de Montaña al mando del general Ludwig Kübler, que se encargaría de la conquista de Gibraltar y el 39º Cuerpo de Ejército bajo el mando del general Rudolf Schmidt, encargado de reforzar el flanco derecho, asegurando plazas como Valladolid (16ª División de Infantería Motorizada), Cáceres (16ª División Panzer) y Sevilla (3ª División Panzer SS).
Por otro lado, Hitler pretendía reforzar puntos estratégicos españoles africanos como Río de Oro, el Marruecos español, las islas Canarias, además de Galicia. El máximo responsable de la operación vendría a cargo del mariscal de campo Walter von Reichenau.
Informe de la marina
Franco dudaba entre meterse al lado de las Potencias del Eje ante una eventual derrota de Reino Unido. Pero había llegado a sus manos un informe demoledor redactado por el agregado naval en Roma, Álvaro Espinosa de los Monteros, a cargo del capitán de fragata Luis Carrero Blanco, el jefe de operaciones del Estado Mayor de la Armada. En dicho informe se argumentaba el aplazamiento de una invasión alemana contra Gran Bretaña y que un nuevo plan de Hitler contemplaba cerrar el acceso del Canal de Suez y del estrecho de Gibraltar a los británicos. Además, de una manera bastante profética se valoraba el inferior estado de la marina alemana e italiana frente a la británica, así como la falta apropiada de suministros como acero y petróleo por parte de las Potencias del Eje.
Por otro lado, una eventual entrada de España en la guerra del lado de las potencias del Eje, hubiera implicado la suspensión inmediata del suministro atlántico de combustible y cereales primordial para España tras la Guerra Civil. Dicho suministro dependía en buena medida de la buena voluntad de los británicos y estadounidenses. La situación de España hubiese sido catastrófica si el transporte de cereales desde el Río de la Plata y el de combustible desde las Antillas se hubiese interrumpido. Si los británicos seguían controlando el transporte marítimo desde Egipto, la única vía de aprovisionamiento posible para España sería a través de los Pirineos. Esto hubiese sido insuficiente aun cuando Alemania hubiera dispuesto de todo cuanto España necesitase en aquel momento. Por lo que se hacía imposible la entrada de España en la guerra al menos hasta que Alemania se hiciera con el control del Canal de Suez.
Posibilidad de una repuesta aliada
Pero aun cuando se hubiera hecho efectiva la conquista del Canal de Suez por parte de las Potencias del Eje, una entrada de España en la guerra hubiera supuesto el traslado del centro de operaciones aliadas a la península ibérica. El litoral gallego y cantábrico podían haber sido el escenario para una hipotética operación anfibia de las tropas anglo-estadounidenses. No parecía que una entrada en la contienda mundial a favor del Eje reportase tantos beneficios para el régimen franquista como se presumía desde un principio.
Además, el informe de Álvaro Espinosa de los Monteros presumía de una precisión tan milimétrica que llegó a asombrar al mismísimo Franco. Dicho informe describía con exactitud la precaria situación ultramarina de Alemania y de sus aliados. Ante este informe, Franco empezó a dudar de las supuestas ventajas de una entrada de España en el conflicto europeo. Por otro lado, para evitar la tentación de entrar al lado de las Potencias del Eje, Reino Unido sobornó con grandes sumas de dinero a todos los generales cercanos a Franco a través del empresario Juan March, con el objetivo de convencerle de permanecer estrictamente neutral.
Posteriormente, el desastre sufrido a manos de las tropas de Mussolini en su intento de tomar el Canal de Suez contra los británicos y su retroceso hacia Trípoli, obligó a cambiar de estrategia. Por si fuera poco, una nueva ofensiva fallida en Grecia volvió a poner en bandeja la incapacidad del ejército italiano para lograr sus objetivos militares. Estos dos contratiempos, obligaron a suspender temporalmente la Operación Félix al tener que socorrer Hitler a su más cercano aliado. Las ansias frustradas de Mussolini por reconstruir su anhelado Imperio romano ocasionaron que el führer dejara de prestar atención al estrecho de Gibraltar.
Presencia de Serrano Suñer en tierras germanas
El 19 de noviembre de 1940, el ministro de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer, se entrevistó con su homólogo alemán von Ribbentrop junto con Hitler y los generales Keitel y Jodl en su residencia de los Alpes bávaros, con la firme determinación de la no entrada de España en la contienda. Esta reunión se podía considerar como el ultimátum a España por parte del alto mando alemán. Serrano Suñer expuso los motivos tanto militares como económicos para intentar convencer a Hitler de lo erróneo de esta decisión. A pesar de todo el despliegue ideado por el líder alemán, éste no pudo sacar un compromiso firme por parte de Serrano Suñer para la entrada de España en el escenario bélico.
Correspondencia entre Franco y Hitler
Pero pese a los iniciales tropiezos italianos en el norte de África y Grecia, a principios de 1941 Hitler seguía teniendo en mente la Operación Félix. No obstante, Franco seguía dando largas a este delicado asunto. A principios de febrero, el führer envió una carta nada amistosa a Franco en la que conminaba a España a participar de una vez por todas al lado de las Potencias del Eje. A su vez, le reprendió por haber perdido la ‘brillante’ oportunidad de estar del lado de los vencedores. Un último intento de que Franco se posicionara a favor del Eje tuvo lugar en Bordighera el 12 de febrero de 1941, en un afable encuentro con Mussolini, sin llegar a ningún resultado. Mussolini era consciente de la precaria situación española para hacer frente a una campaña de semejante calibre.
¿Pero que hubiese pasado si Franco hubiera accedido a los deseos del führer? Gran Bretaña podía haber quedado incomunicada si en ese preciso momento Franco hubiese cambiado de opinión. Además si Reino Unido perdía el acceso al Mediterráneo, podía haber supuesto la entrada a los pozos petrolíferos de Oriente Medio por parte de las Potencias del Eje. Este fue un recurso que a la postre se demostró indispensable para ganar la guerra. A pesar de ello, la idea de un desembarco aliado en Canarias o Galicia le estremecía al caudillo español, así como posibles ataques aéreos de la RAF británica. Para suerte de Franco, la posterior Operación Barbarroja para la invasión de la URSS, la mayor operación terrestre de la Historia, a fecha del 22 de junio de 1941, desecharía finalmente la Operación Félix del centro de operaciones bélicas alemanas.
Situación posterior de España en la contienda
A pesar de que España nunca llegaría a entrar en la contienda, su posición de no beligerancia desde junio de 1940 no le impediría suministrar al III Reich wolframio, muy necesario para la potente industria bélica alemana. También permitió a los submarinos alemanes repostar en puertos españoles. Así mismo, un cuerpo de voluntarios y militares que sería apodado como la División Azul sería enviado a luchar en el frente oriental contra la Unión Soviética entre 1941 y 1943. Aunque Franco siempre manifestó simpatía por la causa de las Potencias del Eje, se mantuvo cautivo a la espera de los acontecimientos. Finalmente, la deriva de la guerra hizo que el caudillo no se involucrase más en los planes de Hitler e intentara ganarse el apoyo de los Aliados en el nuevo orden mundial que se estaba tejiendo: la Guerra Fría.
Bibliografía:
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