El ordoliberalismo alemán: ¿la economía perfecta?

En un mundo en el que la economía parece que no deja de dar bandazos, algunos han puesto el foco en el llamado ordoliberalismo alemán, corriente de pensamiento económico surgida entre 1930-1940. Para ciertos analistas constituye uno de los ejemplos más claros de bienestar social. Pero, ¿en qué se basa este pensamiento? ¿Y qué significó para la historia de Alemania?

Imagen del Reichstag con la bandera alemana. Fuente: thingstodoeverywhere.com

Antecedentes

En 1948, ya terminada la Segunda Guerra Mundial y con el mundo dispuesto a que la barbarie nazi no fuera más que un amargo recuerdo, Alemania se enfrentaba a las consecuencias de haber entregado el poder a Adolf Hitler y su séquito. Los resultados habían sido devastadores: Alemania estaba dividida y ocupada, el marco imperial (moneda de curso legal en aquel entonces) era víctima de una inflación galopante, y la producción industrial de todo el país “arrojaba todavía en 1947 únicamente el 39% respecto a 1936” (Donges y Erhard, 2016, p.31), dándole a la economía del país germano el dudoso honor de tener la menor producción industrial de toda Europa a finales de los 40 (Donges y Erhard, 2016).

La situación, menos de una década más tarde, era muy diferente. Alemania se situaba como una de las tres mayores potencias industriales del mundo allá por 1956, los salarios de los trabajadores alemanes se habían triplicado, las exportaciones e importaciones habían pegado un brinco espectacular, la inflación era cosa del pasado, y como bien demuestran Donges y Erhard (2016): “el desempleo disminuyó del 11 al 1,3 por 100” (p.15). ¿Qué pasó? La respuesta la encontramos en las aulas de la universidad de Friburgo de Brisgovia, donde una serie de juristas y economistas alemanes diseñaron la política económica que sentaría las bases de este milagro: el ordoliberalismo alemán.

El ordoliberalismo alemán

Las máximas de la teoría ordoliberal pueden ser explicadas rápidamente. Esta sostiene que “los mercados solo pueden desenvolver sus efectos benéficos si el gobierno impone las reglas del juego. No hay tal cosa como la auto-regulación de los mercados, solo el ordenamiento autónomo dentro de un marco regulatorio firme diseñado por el estado” (Werner-Sinn, 2012, p. 261). En otras palabras, el estado debe actuar como el árbitro en un partido de futbol: no debe interferir directamente en el juego, sino vigilar el cumplimiento de las reglas en el marco de las cuales el partido se desenvuelve (Donges y Erhard, 2016).

Fábrica de ensamblaje del modelo Volkswagen Escarabajo en Alemania Occidental

De esta máxima se derivan los otros dos bastiones teóricos del pensamiento ordoliberal: la estabilidad monetaria y la protección al régimen competitivo. Por estabilidad monetaria, los ordoliberales se refieren al combate sin paliativos contra la inflación. Juergen Donges y Ludwig Erhard (2016) explican: “Los efectos económicos de la inflación son nocivos porque el sistema de precios relativos pierde eficacia en cuanto a su capacidad de transmitir de modo conciso la información que los agentes económicos precisan para decidir qué y cómo producir” (p.20).

En lo concerniente a la protección del régimen competitivo, los ordoliberales explican que “nuestro primer objetivo -competencia genuina-, lejos de ser conservador, es revolucionario. Su característica es la política anti-monopolios, y una genuinamente radical que no solamente no tolerará los monopolios ni tratará meramente de controlarlos, sino que se deshará de ellos” (Röpke, 1949, p.27). Esta prohibición se basa en el supuesto de que, en tanto formas de poderío económico, los monopolios pueden explotar al consumidor mediante la manipulación de los precios (Donges y Erhard, 2016).

Konrad Adenauer reunido con Ludwig Erhart

Todas las recetas anteriormente expuestas dieron forma a un experimento que, en opinión de algunos expertos, es el reflejo perfecto de lo que los hombres de Estado, guiados por el pragmatismo y no por la burda ideología, pueden hacer por un país. Es difícil encontrarle errores al ordoliberalismo en tanto corriente teórica, y es aún más complicado encontrarle fallos en su aplicación de facto, debido a que no solo Alemania, sino también Suiza (Schwarz, 2015), España (Rodríguez, 2016; Lissen y Díaz, 2013), Italia y Francia (Rodríguez, 2016) tuvieron experiencias similares utilizando los principios ordoliberales.

Pero a pesar del éxito, muchos buscaron acabar con la prosperidad que el ordoliberalismo trajo por el hecho de que los principios de la responsabilidad individual, la disciplina fiscal, el aborrecimiento a la inflación y la desconfianza en el estado de bienestar les suena a herejía, especialmente a los defensores del intervencionismo estatista o, aún peor, del ya rancio colectivismo marxista.

Estos ataques ya acabaron con el ordoliberalismo en Alemania una vez, causando la renuncia de Ludwig Erhard en 1966, y remplazando sus políticas con otras keynesianas, que construían un estado de bienestar y aumentaban el intervencionismo estatal en la economía (Donges y Erhard, 2016). Juergen Donges y Ludwig Erhard (2016) exponen los resultados de esos cambios: “El PIB apenas crece al 2% anual (frente al 5% en los años setenta); y del pleno empleo, que persistió hasta 1973, se ha pasado a una situación de desempleo crónico y cuantioso (alrededor del 8% en los años 80)” (Donges y Erhard, 2016, p.15).

Ludwig Erhart

Más allá de sus logros y de sus rechazos, el modelo ordoliberal muestra un camino claro para alcanzar un desarrollo económico sin igual. Eso sí, tanto los países que, como Alemania, quieran recuperar la prosperidad que el modelo ordoliberal dio, como aquellos que deseen probar por primera vez sus mieles, deben tener en cuenta que “la libertad en el campo de la economía política ha de ser defendida a diario” (Erhard, 2016, p.246). El hombre está tentado a sentir mayor simpatía por la tan añorada igualdad que por su libertad (De Tocqueville, 2015), tanto en el campo de la política macroeconómica como en el de las dinámicas sociales mismas. La política ordoliberal no puede sostenerse sin una clase política y una sociedad que luchen por mantenerla en buena forma. Algunos autores defensores de esta teoría esperan que, en el marco de una iniciativa ordoliberal aplicada en el país que fuere, esa voluntad de conservación del progreso esté presente.

Bibliografía

Röpke, W. (1949). Civitas Humana. Rentsch. 

Donges, J., & Erhard, L. (2016). Bienestar Para Todos. Unión editorial. 

Tocqueville, A. D. (2015). De La Démocratie en amérique. Ligaran. 

Sinn, H.-W. (2012). Casino capitalism: How the financial crisis came about and what needs to be done now. Oxford University Press. 

Manuel Martín Rodríguez, 2016. «La Escuela de Friburgo y los economistas españoles (1939-1964)Working Papers 02/16, Instituto Universitario de Análisis Económico y Social.

Schwarz, G. (2015). We must stick to our principles. Avenir Suisse. Retrieved July 25, 2022, from https://www.avenir-suisse.ch/en/must-stick-principles/ 

Sánchez Lissen, R., & Sanz Díaz, M.T. (2019). El plan de Estabilización español de 1959: Juan Sardá Dexeus y la economía social de mercado. Investigaciones De Historia Económica, 11(1), 10-19.

Foto de portada de Thingstodoeverywhere.com

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