La idea que muchas personas tienen del Perú virreinal es la de una sociedad asfixiada y embrutecida por la Inquisición. Imaginario absurdo, y en buena parte consecuencia del éxito de la novela The Bridge of San Luis Rey (1927) de Thornton Wilder (1897-1975).
Una novela de éxito
Ambientada en el virreinato del Perú de principios del siglo XVIII, describe la investigación de un franciscano italiano (Junípero) que intenta averiguar si la muerte de cinco viajeros por la caída de un puente entre Lima y Cuzco (1714) se debe al azar o a la voluntad divina, trabajo que le lleva a la hoguera de la Inquisición. Y sí, como suele pasar en las obras ambientadas en la Monarquía Hispánica en América, también “refleja” la corrupción de la administración virreinal y el fanatismo de la Iglesia Católica, formada por sacerdotes “sinvergüenzas” (usa scoundrels: persona sin principios que abusa de otras) dirigidos por un arzobispo disoluto.
Fue su segunda novela, y tuvo un inmenso éxito, ganó el Pulitzer (1928) cuando llevaba más de 300.000 ejemplares vendidos, y fue llevada al cine solo un año después por Charles Brabin, en 1944 por Rowland V. Lee y en 2004, con una coproducción francesa, española y británica, dirigida por la norirlandesa Mary McGuckian y con la participación de Robert De Niro y Pilar López de Ayala.
Sin duda, es una buena novela, y fue elegida por Time (2005) como una de las mejores en inglés entre 1923 y 2005. Toni Blair, en el funeral por las víctimas británicas en el atentado del 11-S celebrado en Saint Thomas Church de Manhattan, leyó su final:
Pero pronto moriremos y con nosotras todo el recuerdo de aquellos cinco que dejaron la tierra, y a nosotras mismas nos amarán un poco de tiempo y nos olvidarán. Mas el amor habrá bastado; y todos los impulsos de amor retornan al amor de donde vinieron. Ni siquiera el recuerdo es necesario para el amor. Hay una tierra de los vivos y una tierra de los muertos, y el puente que las une es el amor, lo único que sobrevive, lo único que tiene sentido.
Las razones de su éxito
El problema es que la imagen que ofrece del Perú virreinal y la Inquisición es falsa, mezlca de prejuicios e ignorancia. El éxito de la novela no se explica sin el anticatolicismo y la hispanofobia propias de la sociedad estadounidense de la época, y también, porque trata un tema –la predestinación- que poco (o nada) preocupaba a la sociedad limeña del dieciocho, pero sí al puritanismo en el que se crió Wilder.
Su padre, Amos Parker Wilder (1863-1936) fue un periodista que sirvió como diplomático en Hong Kong (1906-1909) y Shanghai (1909-1914). Estricto calvinista, probablemente veía el catolicismo como adalid del Anticristo, y algo de ello pasó a su hijo, y de ahí a la novela.
Vayamos por partes, en cuanto al anticatolicismo, John Highman (1920-2003) lo describió como “the most luxuriant, tenacious tradition of paranoiac agitation in American history”, del que aún quedan retazos. Y eso que fue el catolicismo el “motor” de la creación de Estados Unidos, pues el origen de la rebelión de los colonos estuvo en la Quebect Act (1774) que fue vista en las Trece Colonias como la entrega de Canadá al Papa, no hubieran logrado la independencia sin el apoyo hispano-francés, y este hecho, sin duda, favoreció que el nuevo Estado asumiera la libertad de religión. La hispanofobia, vinculada al anticatolicismo, era la versión local de la “mirada” anglosajona sobre el mundo hispano, reforzada por experiencias propias, en especial la guerra contra México (1846-1848) y la guerra hispano-estadounidense (1898). Andrew Paxman, en su biografía sobre uno de los gringos más importantes del México de los revolucionarios, el como Wilder, hijo de pastor protestante William O. Jenkins (1878-1963), define así la “mirada” sobre el mundo hispánico que recibía el americano medio a principios del siglo veinte:
La mayoría de los estadounidenses veían a España como un país degenerado según los criterios europeos. Pero el prejuicio tenía raíces más profundas que el racismo científico popular en el siglo XIX (…) Los libros escolares de la época de Jenkins perpetuaron la Leyenda Negra. Uno decía “Aunque los conquistadores de México y Perú hicieron gala de gran valentía y habilidad, estas cualidades fueron contrarrestadas por el engaño más mezquino, la traición baja y la crueldad más implacable”. Las geografías destacaban el “carácter nacional”, siempre definido racialmente, con los latinoamericanos en el mismo saco como alegres, flojos e incompetentes. Dichos libros atribuían su menor prosperidad al mestizaje.
En conclusión, Wilder tomó un tema estadounidense, que pudo ambientar en cualquier lugar, y lo llevó a un Perú construido con dos prejuicios, también, muy estadounidenses: anticatolicismo e hispanofobia.
La inquisición peruana
La realidad es que la Inquisición que imaginó Wilder poco tenía que ver con la real. En el virreinato del Perú, la Inquisición fue creada en 1569 como filial provincial del Consejo de la Suprema y General Inquisición. Entró en funciones en 1570 y fue abolida por decreto de las Cortes de Cádiz, el 22 de febrero de 1813. En 1814, cuando Fernando VII abolió la obra de las Cortes de Cádiz, se dispuso que volviese a funcionar el Santo Oficio, pero su existencia ya fue más nominal que real, desapareciendo definitivamente en 1820 con la Independencia.
En los dos siglos y medio de la Inquisición en Lima -cuya jurisdicción comprendía los territorios actuales del Perú, Bolivia, Chile, Argentina, Uruguay y Paraguay- el Tribunal sentenció a 1474 personas, aproximadamente, la mayoría de las cuales fue condenada a pagar multas, rezar oraciones, colocarse el sambenito, etc. (…) El total de los casos en que se aplicó la pena de muerte fue de 32; la mitad de ellos quemados vivos y otros tantos condenados al garrote. De los condenados a muerte, 23 lo fueron por judaizantes (15 portugueses, 7 españoles -de los cuales 4 eran hijos de portugueses- y un criollo, también hijo de portugueses); 6 por luteranos (3 ingleses, 2 flamencos y 1 francés); 2 por sustentar y difundir públicamente proposiciones heréticas -uno de ellos fue el limeño Juan Bautista del Castillo (1608), mientras que el otro era español- y un alumbrado español.
Es decir, en dos siglos y medio, solo fueron ejecutadas 32 personas, y tres de los mismos: Oxley, y los hermanos Tiller, más que por luteranos, por piratas (1592). En el siglo XVIII solo hubo un condenado a muerte, Mariana de Castro (1686-1736), emigrada de la vieja España y encausada por judaizante.
También fue la última y su juicio refleja cómo funcionaba la Inquisición de su época: se alargó por 14 años, con una veintena de audiencias para confesar, fue torturada tres veces y recurrió al Consejo de la Suprema, todo meticulosamente reflejado por escrito. Por cierto no fue quemada viva, como el fraile del libro, sino que fue estrangulada antes de ser quemado su cuerpo. Y el proceso, que generó un amplio debate público, concluyó con el descrédito del impulsor de la condena, Cristóbal Sánchez Calderón, porque según las instrucciones de la Suprema, Castro debió haber sido reconciliada.
En cuanto al arzobispo y el virrey, en 1714, eran Antonio de Soloaga (1714-1722) y el también clérigo Diego Ladrón de Guevara (1710-1716), que destacaron por ser buenos administradores, Ladrón de Guevara, entre otras cosas, creó la cátedra de Anatomía (1711) y aumentó el suelo a la cátedra de Método de la Universidad de San Marcos, de la que era rector (1715-1717) Pedro de Peralta Barnuevo Rocha y Benavides (1663-1743) abogado, literato, matemático, astrónomo, cosmógrafo mayor del Reino del Perú, políglota ( dominó latín, griego, inglés, portugués, francés e italiano) y prolífico autor, sus dos obras más celebradas elogiaban España y la conquista del Perú: Historia de España vindicada (1730) y Lima fundada (1732) . El “Doctor Océano”, entusiasta borbónico, fue nombrado socio correspondiente de la Academia de Ciencias de París por colaborar con la expedición científica de Amédée François Frézier (1713), quien dejó por escrito (1716) lo escandalizado que quedó con las la vital, hedonista, diversa y tolerante sociedad limeñas, y en especial, con sus liberales costumbres amorosas. Todo muy propio de una sociedad atenazada por la Inquisición.
La «mirada» de Wilder
Como muchas otras instituciones privadas y públicas, la estadounidense National Endowment for the Arts recomienda el libro, y ofrece un guía para profesores y estudiantes. Sería justo que las hubiera, pero ni una línea cuenta cómo fue la Inquisición histórica. En realidad, las líneas que dedican a la Inquisición española refuerzan el imaginario de Wilder. Y con él, cierta forma de “mirar” el mundo hispano, alejada de la realidad histórica, nefasta para nuestros países y para el conjunto de Occidente.
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Jordan, J. “Why Thornton Wilder inspired Blair” The Guardian (21-9-2001) https://www.theguardian.com/world/2001/sep/21/september11.usa21
Konkle, L. (2006) Thorton Wilder and the Puritan Narrative Tradition, Universitiy of Missouri Press, pp.82-83
Carroll, R. “America´s dark and not very distant history of hating Catholics” The Guardian (12-9-2015) https://www.theguardian.com/world/2015/sep/12/america-history-of-hating-catholics
Paxman, A. (2017)“Jenkins of Mexico” Oxfor University Press, pág.22
Página web del Museo del Congreso y la Inquisición (Lima):
https://turismoi.pe/museos/museo-de-la-inquisicion-y-del-congreso-congreso-de-la-republica.htm
Ortega Sánchez, J.M. “La mirada anglosajona sobre el mundo hispano” Cuadernos FAES, nº65:http://www.revistasculturales.com/articulos/103/cuadernos-de-pensamiento-politico/2076/1/la-mirada-anglosajona-sobre-el-mundo-hispano.html