Pieter Brueghel (o Bruegel) (h. 1525 – 1569) es el miembro más importante y fundador de una dinastía de pintores en la que destacan, entre otros, sus hijos Pieter Bruegel El Joven (1564 – 1638), Jan Bruegel (1568 – 1625) y su nieto Jan Bruegel El Joven (1601 – 1678).
Su biografía presenta algunas lagunas, como el lugar y fecha de nacimiento. Karel van Mander afirma que Bruegel nació en un pueblo de los alrededores de Breda, lugar del que tomó el nombre transmitiéndolo a sus descendientes. Ahora bien, no existe ninguna villa con este nombre cerca de Breda.
Sí sabemos que se inscribió en el Gremio de Pintores de Amberes en 1551, hecho que solía ocurrir entre los 21 y los 25 años de edad. Esa fecha sugiere que habría nacido entre 1525 y 1530, si su formación fue la habitual entre los pintores de su tiempo. También es insegura la ortografía exacta de su apellido, siendo las formas más frecuentes Bruegel, Brueghel y Breugel.
Más datos de su vida: una biografía incompleta
Van Mander señala a Pieter Coecke van Aelst como posible maestro de Bruegel, con cuya hija contrajo matrimonio.
Entre 1551 y 1553 viajó por Francia e Italia. Durante su viaje realizó muchos dibujos de paisajes que muestran la pericia del artista en el desarrollo del género: grandes espacios de montañas y ciudades, ríos, riachuelos con pequeñas ermitas, y abundantes detalles anecdóticos con algunos campesinos realizando su trabajo en el campo.
En 1555 se instala en Amberes, donde trabajó para Hieronymus Cock, próspero grabador y editor de estampas. Amberes era una ciudad cosmopolita, donde la edición de libros y estampas tuvo su máximo desarrollo.
En 1562 se traslada a Bruselas, y un año después contrae matrimonio con Mayken Coecke, hija de su maestro Coecke van Aelst.
Bruegel murió en septiembre de 1569, en Bruselas, cuando estaba “en la flor de la vida”, lo que quiere decir entre los 35 y los 45 años de edad.
Un pintor a caballo entre la Edad Media y el Renacimiento
Bruegel se mueve en un período de transición de la Edad Media al Renacimiento. En su obra conviven restos de lenguajes e ideas medievales con los nuevos lenguajes modernos. Bruegel es pintor de esta transición.
Supera el arte de la escuela flamenca donde se había formado y la corriente manierista italiana que recorre toda Europa. La unidad de sus composiciones, su talento narrativo y el interés por otros géneros menos significativos (paisaje, costumbrista) hacen de él un artista inclasificable dentro de la historia del arte.
La evolución de su pintura
Los historiadores suelen distinguir tres etapas en la evolución de la obra de Bruegel:
La primera etapa iría entre 1552 y 1560. Las primeras pinturas se caracterizan por su interés paisajista, son paisajes de tipo panorámico, con espacios de grandes dimensiones, horizontes elevados, puntos de vista muy altos. Es la llamada “vista de pájaro” que permite una visión de todo el conjunto. Este interés por el paisaje no desaparecerá nunca en Bruegel. En esta primera etapa se muestra como gran seguidor de El Bosco, y en ella se aprecia su influencia en las escenas de carácter moralizante con protagonistas monstruosos y lugares infernales, figuras agitadas y abigarradas en espacios ordenados. El mundo está poblado de figuras terribles y repugnantes que nos avisan sobre la naturaleza de las tentaciones y las consecuencias de dejarnos llevar por ellas.
Se apoya en la sabiduría popular constituida por proverbios, refranes, cuentos e historias. Durante estos años realiza la serie de los pecados capitales y la serie de estampas con las virtudes. También realizó muchos dibujos con figuras populares, como campesinos trabajando en el campo. Destaca la singular individualidad de estos personajes, con un estudio de los gestos y de las actitudes muy preciso. De esta época son: Proverbios flamencos (1559), Combate entre don Carnal y doña Cuaresma (1559), y Los juegos de los niños (1560).
La segunda etapa abarca de 1560 a 1565. En ella realiza algunos de sus cuadros más famosos: El triunfo de la Muerte (1562), La caída de los ángeles rebeldes (1562) y Dulle Griet (1562). Las tres obras destacan por la violencia de sus escenas. No hay que olvidar que Bruegel vivió una época asolada por las guerras de poder y religiosas. Se enmarcan dentro de la estética de la Edad Media más que la del Renacimiento. Pero en este período hay un alargamiento de las figuras influenciado por la corriente manierista italiana que recorre Europa en estos momentos. El tratamiento del volumen de las figuras, así como la configuración del espacio, excede los límites del goticismo y apunta a una tradición nueva que surge en el diálogo con la pintura italiana.
El año 1565 es de gran importancia en su evolución. En esta fecha realiza su serie de pinturas sobre los momentos del año, y entre ellas: Día tormentoso, La vuelta del ganado, Paisaje invernal con patinadores, Trampa para pájaros, Cazadores en la nieve. Suponen un cambio considerable con una visión más naturalista, prescinde de los motivos simbólicos y reduce las alegorías, pero destaca todos aquellos aspectos que tienen que ver con el trabajo y con las escenas de ocio, comida y trabajo en el campo. El paisaje posee una importancia considerable, inmenso y de gran belleza. Los seres humanos adquieren una fisonomía rotunda, volumen y energía.
Últimas pinturas, 1565 y 1569. Sus cuadros representan escenas de la vida cotidiana y escenas religiosas con un sentido marcadamente cotidiano: La predicación de San Juan Bautista (1566), La conversión de San Pablo (1567), Adoración de los Magos en la nieve (1567), La parábola de los ciegos (1568). Boda de campesinos (1568) y Baile de campesinos (1568) le afianzan definitivamente como pintor de aldeanos. Karel van Mander escribió que “Bruegel gustaba de observar a los campesinos, su manera de comer, beber, bailar, saltar, besar y otras acciones graciosas, lo que sabía reproducir de una manera muy hábil y con gran parecido”. Parece ser que se disfrazaba de campesino y acudía a las fiestas y bodas como uno más.
Hace una minuciosa descripción de las costumbres y hábitos de la época, como una celebración de la vida cotidiana narrada como nadie hasta ahora lo había hecho, con curiosidad y respeto.
Las pinturas, dibujos y estampas que realizó en su primera época tenían una marcada deuda con El Bosco y la cultura medieval. Ahora Bruegel ha desarrollado una concepción que pertenece a un mundo diferente, a un mundo moderno, y lo ha hecho sin llevar a cabo una ruptura radical con el pasado. Tenemos la sensación de que hemos sido conducidos de un mundo a otro sin darnos cuenta del trauma que ese paso supone. Son escenas que pertenecen a nuestro mundo, al mundo del espectador, en las que podemos introducirnos.
Mónica Herencias Gómez.
Bibliografía.
- BOZAL, V., Pieter Bruegel: triunfos, muerte y vida, Madrid: Abada, 2010.
- MANDER, K., Het Schilderboeck, Haarlem, 1604. Edición actual: Ámsterdam, 1995.