La muerte de Hitler está envuelta en una serie de datos confusos y de difícil verificación, lo cual ha propiciado la especulación sobre lo sucedido y la aparición de todo tipo de conjeturas. La versión oficial y más verosímil explica que se suicidó con un disparo en la cabeza y su cuerpo fue incinerado por orden suya. Así lo testimonian testigos presenciales como el ayudante de cámara y oficial de protocolo Heinz Linge.
Ahora bien, el escritor argentino Carlos de Nápoli plantea en su libro Ultramar sur y en el documental El Escape de Hitler dirigido por Matías Gueilburt y estrenado en 2011, que muchos dirigentes nazis pudieron escapar de Alemania y llegar Argentina. El documental evalúa la posibilidad de la realización efectiva de esta trayectoria de fuga en el particular caso del mismo Adolf Hitler. De Nápoli explica que existió una operación secreta orquestada con el claro objetivo de que Hitler y personas cercanas pudieran huir en un convoy de submarinos alemanes al finalizar la Segunda Guerra Mundial con la aquiescencia implícita del almirantazgo británico.
La hipótesis de la huida de Hitler en submarino hacia Argentina choca frontalmente contra los estudios de acreditados y documentados de historiadores centrados en la biografía de Hitler como Ian Kershaw, que aseguran que el Führer prefirió quitarse la vida antes de ser capturado por los rusos y lo exhibieran como señal de triunfo. De Nápoli declara que no existen registros ni fotografías de los últimos días de Hitler en el búnker de la Cancillería. Además, los restos encontrados estaban quemados y de Nápoli asegura que en realidad correspondían al cadáver de una mujer.
El documental recrea una ruta de escape que Hitler habría transitado de manera oculta, pues cabe recordar que el almirante Karl Dönitz anunció la muerte de Hitler, la noticia se difundió en los medios internacionales. Dönitz ordenó la firma de la de rendición ante la URSS y los Aliados. De Nápoli asegura que el 22 de mayo de 1945 hubo una comunicación secreta del Jefe del Estado Mayor de la Armada argentina dirigida al ministro de la Marina para advertir que submarinos alemanes estaban cruzando el océano Atlántico con dirección a su país. Además, afirma que la jefatura de Policía de Buenos Aires señaló que a un submarino no reconocido se le abasteció con combustible en las costas argentinas. Pero va incluso más allá: manifiesta que del submarino salieron un hombre y una mujer que fueron recibidos por una persona de origen alemán, el cual los desplazó a una residencia de las proximidades. El 10 de julio se entregó un submarino U-530 comandado por el teniente Otto Wehrmut con una tripulación de 53 navegantes indocumentados. En una playa cercana se encontró un bote de goma parecido a los del equipamiento del submarino. El 17 de agosto se entregó otro submarino (U-977) comandado por Heinz Schäffer. Al parecer, su tripulación marchó hacia una finca, a la que llegaron sin intromisión alguna por orden del jefe de la Policía Provincial.
No obstante, como admite el propio de Nápoli, la existencia de estos episodios no determina la localización de Hitler. Incluso plantea que se pudo tratar de una táctica de despiste para mantener oculta la auténtica ruta. La hipótesis del escape secreto y de datos ocultos llega hasta el célebre director del FBI Edgar J. Hoover. Éste habría recibido un documento de contraespionaje en el que se indica como posible refugio de Hitler una propiedad de Karl von Luxburg, Ministro embajador del Imperio alemán en Argentina en la Primera Guerra Mundial.
Como se ha dicho, Heinz Linge, el ayuda de cámara de Hitler, estaba presente en el Führerbunker en el momento del suicidio, vio el cadáver del dictador y dio testimonio de ello. El historiador Ian Kershaw afirma que los cuerpos de Hitler y Eva Braun estaban quemados en el momento de ser encontrados por el Ejército Rojo. Sin embargo, no se sabe exactamente qué ocurrió con el cadáver. A ésto se le suma que las dudas sobre el cuerpo podían ser usado como un instrumento de propaganda en la Guerra Fría por parte de la Unión Soviética frente a EEUU. Además, muchos nazis se refugiaron en Argentina después de la Segunda Guerra Mundial, lo cual orientó las especulaciones en esta dirección. Algunos afirman que en documentos desclasificados de la KGB después de la disolución de la URSS se declara que se encontraron los restos mortales de Hitler y se enterraron en el jardín del cuartel de la NKVD en Magdeburgo. Posteriormente, Yuri Andrópov ordenó destruir en secreto los cadáveres. Pero no se sabe a ciencia cierta.
Las ideas sobre la supervivencia de Hitler no son nuevas. La confusión de los hechos relacionados con su muerte ha llevado a que muchos valoren todo tipo de hipótesis, a pesar de lo extravagantes que puedan llegar ser. A esto se le suma una ingente cantidad de supuestos avistamientos del líder nazi, lo cual lleva a pensar que, cuanto menos, muchos (sino todos) no pueden ser ciertos al mismo tiempo. En definitiva, es importante no caer en la frivolización de las expresiones de la “historia alternativa” relativa a hechos ocultos relacionada con conjeturas excesivamente hipotéticas. Además, es importante tener en cuenta el rigor metodológico que posturas conspiracionistas pierden en su apelación a “agendas ocultas” que supuestamente darían explicación absoluta de la historiografía oficial.
Bibliografía
Kershaw, I. (2010). Hitler: una biografía. Barcelona: Península.
Salinas, J. y de Nápoli, C. (2006). Ultramar sur: la fuga en submarinos de más de 50 jerarcas nazis. Barcelona: Belacqva.
Sánchez, R. (2011). ¿Huyó Hitler a Argentina? El Mundo.