Los gorrones han existido siempre. Parece incluso que bajo determinadas condiciones no puede dejar de haberlos. Un free rider es aquel individuo que se beneficia de los esfuerzos de los demás miembros de su mismo grupo sin aportar nada (teniendo capacidad para hacerlo). Lo que a primera vista parece un problema menor de picaresca e idiosincrasia, puede convertirse en una dinámica social perjudicial a nivel colectivo.
La cuestión del free rider, conocida en español como el problema del polizón, es un problema importante en las dinámicas de la acción colectiva. En determinadas condiciones la aparición de un consumidor parásito que se beneficia de los esfuerzos y costes ajenos parece inevitable. En muchos casos se trata de problemas socialmente relevantes de difícil solución con arreglo a las acciones individuales.
El problema del free rider fue formalizado y analíticamente estudiado por Mancur Olson en su obra Logic of Collective Action del año 1965. Lo que se pone de manifiesto es que en determinadas condiciones los incentivos individuales no son coincidentes con la consecución de los intereses colectivos. Es decir, que la suma de los intereses particulares no lleva siempre a un estado socialmente deseado o favorable. El problema del free rider pone de relieve la falacia de la composición de algunas teorías que infieren una característica de un todo a partir de las características de sus partes, y viceversa.
La condición principal radica en que nos encontremos ante un caso de bienes públicos. Olson tomó como referencia la construcción teórica que el economista Paul Samuelson elaboró al respecto en su artículo “The Pure Theory of Public Expenditure”. No todos los bienes son del mismo tipo. Existen bienes tal que si están disponibles para un individuo, entonces pueden ser consumidos por otros individuos sin coste marginal añadido. Dicha característica es denominada “no rivalidad de consumo” o “unicidad de la oferta” (traducciones libres de nonrivalness of consumption y jointness of supply). El hecho de que una persona consuma este tipo de bienes no implica que la disponibilidad del mismo disminuya respecto a los otros consumidores. La otra nota característica es la imposibilidad de la exclusión de los bienes públicos. Cuando se suministra un bien público la exclusión es irrealizable.
En virtud de los criterios de rivalidad – no rivalidad y exclusión – no exclusión, los bienes pueden ser clasificados en cuatro conjuntos diferentes: los bienes privados (hay rivalidad y exclusión), los bienes de club (no hay rivalidad pero sí exclusión), los bienes comunes (no hay exclusión pero sí rivalidad) y los bienes públicos (no hay rivalidad y no hay exclusión). Es importante señalar el hecho de que un bien sea público, según la terminología empleada, sólo exige las dos notas mencionadas; no quiere decir que sean bienes producidos por el Estado necesariamente.
Este breve vídeo lo explica:
Un ejemplo de bien público podría ser la defensa militar fronteriza frente ataques extranjeros. Una vez protegida la frontera todos los que se encuentran en el interior están a salvo, no hay posibilidad de excluir a nadie y la protección de uno no va en detrimento de la de otro. Ahora bien, la existencia de bienes públicos conduce a problemas prácticos importantes. No es un mero problema conceptual. En el caso de que sufragar la defensa nacional fuera voluntario, adoptar la posición del free rider, esto es, la de beneficiarse sin pagar, sería la opción racional óptima desde la perspectiva del interés individual. Pero si todos adoptan dicha actitud, entonces no sería posible la defensa nacional. La solución que en la realidad histórica se ha adoptado es la obligatoriedad impuesta por el Estado correspondiente.
El incentivo para ser un free rider se acentúa si tenemos en cuenta que la contribución o la falta de contribución de un solo miembro no supondrá una diferencia significativa para el bien público. Es más, puede ser que la ganancia individual de no pagar implique un beneficio individual mayor que la pérdida a nivel colectivo. Vilfredo Pareto señaló en un pasaje de The Mind and Society que “si todos los individuos se abstuvieran de hacer A, cada individuo como miembro de la comunidad obtendría cierto beneficio. Pero si todos los individuos menos uno continúan absteniéndose de hacer A, la pérdida es muy leve para la comunidad, mientras que el individuo que hace A obtiene un beneficio personal mucho mayor que la pérdida en la que incurre como miembro de la comunidad”.
El problema radica en la forma de evitar que existan free riders, pues de lo contrario no habrían bienes públicos (en teoría, pues en la realidad existen contraejemplos interesantes) necesarios socialmente. Muchos han empleado el problema del free rider para justificar la intervención y la coacción estatal sobre los individuos como única vía para solventar el problema (el asunto de la defensa nacional es un ejemplo claro), pero esto genera un problema igual de importante conocido con el nombre de forced rider. Un forced rider es aquel individuo forzado a compartir los costos de bienes públicos que no desea.
En definitiva, cabe señalar que la realidad práctica y el devenir fáctico de la historia son mucho más complejos e intervienen más factores que los que se encuentran reflejados en el planteamiento lógico. No obstante, esta circunstancia no le resta valor a dicho planteamiento, pues sirve para una comprensión sistemática de la realidad que no se quede en las meras percepciones parciales.
Bibliografía
Hardin, R. (1982). Collective Action. Baltimore: Johns Hopkins University Press.
Olson, M. (1965). The Logic of Collective Action. Cambridge: Harvard University Press.
Samuelson, P. (1954). The Pure Theory of Public Expenditure. Review of Economics and Statistics. N. 36, pp. 387–389.