La procedencia del proverbio «a buenas horas, mangas verdes»

El refrán español «a buenas horas, mangas verdes» es usado, como es sabido, para expresar la lentitud e inutilidad por la tardanza de alguna solución esperada.

Lo que este refrán manifiesta es cierto reproche ante el retraso para ocuparse de necesidades. Se trata, por tanto, de un desenlace que ya no es pertinente y ha perdido su interés en el momento de su llegada.

La paremia (enunciado breve, sentencioso e ingenioso que transmite un mensaje instructivo, incitando a la reflexión intelectual y moral) tiene su origen en el cuerpo militar de la Santa Hermandad, la cual se organizaba en cuadrillas y perseguía los crímenes que se cometían en el exterior del perímetro de la ciudad. Isabel la Católica creó esta institución en 1476 al unificar las diversas Hermandades de los reinos cristianos. Funcionaba como una corporación de tipo policial compuesta por grupos de gente armada, pagados por los concejos municipales. El cuerpo estuvo activo hasta 1834.

Cuadrillero de la Santa Hermandad.

Estos soldados se distinguían por su uniforme: un coleto, o chaleco de piel hasta la cintura y con unos faldones que no pasaban de la cadera. El coleto no tenía mangas y, por tanto, dejaba al descubierto las de la camisa, que eran verdes. Popularmente eran conocidos como cuadrilleros, porque iban en cuadrillas, o mangas verdes, debido al color verde de las mangas de su camisa.

Si bien esta especie de policía rural fue muy eficaz en sus primeras épocas, a lo largo del tiempo cayó en declive. Se dice que los mangas verdes no llegaban nunca a tiempo, que los crímenes quedaban impunes o que los propios aldeanos se las componían para dar solución a sus problemas, de modo que cuando aparecían, su labor era innecesaria. Los delincuentes quedaban exentos de su castigo y era común que la Santa Hermandad llegara a deshora. Por este motivo, la dilación era causa de protesta y disgusto, lo cual permeó de forma oral en la cultura popular.

Otras expresiones con el mismo significado son «a burro muerto, la cebada al rabo», «el conejo ido, el consejo venido» o «castigar al perro cuando tiene el rabo tieso».

Fuente

Centro Virtual Cervantes. Refranero multilingüe.

Escena de El Ministerio del Tiempo

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