El Proyecto Cherburgo

“Israel no fue creada para desaparecer. Israel perdurará y florecerá. Es el producto de la esperanza y el hogar de los valientes. No puede ser quebrada por la adversidad ni desmoralizada por el éxito. Lleva el escudo de la democracia y honra la espada de la libertad.”

John F. Kennedy, presidente de los Estados Unidos.

Israel, un país enclavado en un entorno hostil y asediado por los cuatros costados, no fue siempre la potencia regional actual. Aunque de ingenio, como se demostraría en Cherburgo, nunca estuvieron faltos.

Declaración de independencia del Estado de Israel (14 de mayo de 1948).

Contexto

Difíciles fueron sus primeros años tras la independencia del Imperio Británico. A principios de los 1960, los israelíes ya habían tenido que guerrear contra sus vecinos en dos ocasiones para imponer su supervivencia en la zona. Sin embargo, aunque su ejército terrestre comenzaba a cubrirse de gloria, no se podía afirmar lo mismo sobre su flota.

Gracias a que sirios, egipcios, jordanos y palestinos no eran pueblos hechos a la mar, las carencias de la armada israelí habían podido soslayarse. Así, el Estado contaba con pocos buques, pequeños y anticuados, provenientes de los tiempos del protectorado británico. Navíos que apenas servían para instruir a las primeras promociones de marinos. Era necesaria una profunda renovación que adaptase a la Marina israelí a la idiosincrasia de su teatro bélico. Por tanto, frente a enemigos terrestres, se optó por la adquisición de naves lanzamisiles, barcos ligeros y ágiles que, además de batirse en alta mar, pudiesen apoyar a sus tropas tierra adentro.

Alemania, un primer intento

Sin la tecnología para idearlos o los astilleros para construirlos, el almirantazgo tuvo que girar su vista hacia las antiguas potencias europeas. Alemania, sorpresivamente, sería quien recogería el guante. Con un acuerdo que prometía olvidar las discordias pasadas, el país germano ofrecería el diseño de lanchas torpederas de última generación. Curiosamente, una evolución de los temibles Schnellboot nazis que tantos quebrantos ocasionaron a los aliados durante la II Guerra Mundial.

Barco lanza misiles S-17 (Schnellboot) de la Armada Nazi, inspiración de los barcos del Proyecto Cherburgo.

Sin embargo, poco después de hacer público el contrato y ante las furibundas protestas de la Liga Árabe, el gobierno de Konrad Adenauer se retractaría, cancelando el acuerdo. A punto de acabar su mandato, el canciller germano no quería que su sucesor tuviese que lidiar con un Oriente Medio enfurecido nada más acceder al cargo. De todas formas, el diseño naval ya era propiedad israelí.

Perdido el favor germano, el Ejército se volvió hacia uno de sus principales aliados tradicionales y proveedor de armamento: Francia. A pesar de las insistentes protestas de la Liga Árabe, París sí que se comprometió a construir las naves, bajo los planes alemanes, en el astillero del puerto normando de Cherburgo, en la costa atlántica. Su alta implicación, una forma de recuperar influencia en la zona tras el desastre del Canal de Suez (1956), permitiría que el personal militar israelí pudiese desplazarse a aguas francesas para comenzar a familiarizarse practicando con sus nuevos barcos de guerra.

Francia, antecedentes al Proyecto Cherburgo

No dudaría el idilio. La sorpresiva y aplastante victoria de Israel en la Guerra de los Seis Días sobre la coalición árabe propiciaría un cambio en la opinión francesa. París comenzaba a recelar del poderío hebreo en la zona y tampoco complacería a los galos que los israelís hubiesen operado en el Líbano sin aviso previo. Y es que, aunque formalmente independiente, el general Charles de Gaulle seguía considerando al país como uno de los principales feudos coloniales de Francia.

Guerra de los Seis Días (5 de junio a 10 de junio de 1967).

Contrariado con Israel, el presidente francés decretó en 1968 un embargo armamentístico contra el país, confiscando las cinco lanchas lanzamisiles ya construidas, y pagadas, en el puerto de Cherburgo. Un contratiempo nefasto para los israelíes, pues el Egipto de Gamal Abdel Nasser estaba en proceso de renovar su flota gracias a la ayuda de la Unión Soviética, amenazando con obtener en el mar lo perdido en tierra.

Golda Meir, la primera ministra, sabía que Israel debía recuperar sus legítimos barcos. Aunque, ante la imposibilidad de usar la fuerza contra una potencia como Francia, solo restaba una opción: el engaño. El contraalmirante Mordejai Limon, apodado Mokka, sería el artífice de intentar hacer creer que Israel desistía de su empeño y que vendería las lanchas a una empresa privada. Si los franceses caían en la trampa, podrían sacar los barcos desde Cherburgo y conducirlos hasta el puerto de Haifa. Tan solo tendrían que superar a la inteligencia francesa… dentro de la mismísima Francia.

Proyecto Cherburgo

Mokka, como agregador militar de la embajada israelí en París, se encargó de comenzar unas duras negociaciones públicas con la empresa Starboat para venderles el material. Montada por el Mossad e inscrita en el registro de Oslo, su razón social consistía en la extracción de petróleo frente a las costas noruegas del Mar del Norte. La tapadera era perfecta pues, una lancha lanzamisiles, una vez desarticulada y adaptada, bien podría servir para realizar las prospecciones petrolíferas pertinentes.

Primera ministra Golda Meir (1969-1974), líder israelí durante la realización del Proyecto Cherburgo.

Tragado el anzuelo, la venta se rubricaría en París tras la autorización del ministro de Defensa francés. Ya con las lanchas en propiedad de Starboat, estas se harían a la mar, bajo pabellón panameño, en pequeñas travesías por el Mar del Norte. Aunque todavía no se hubiesen adaptado los navíos, era normal que la empresa estuviese deseosa de explorar las posibilidades que su nuevo producto podía ofrecerles en alta mar.

Ya solo restaba la parte más difícil del plan: trasladar de incógnito todos los barcos desde el astillero francés hasta aguas israelís. Una Odisea de 6.000 kilómetros desde la atlántica Normandía hasta el Mediterráneo oriental, sin más puertos de escala que los enclaves británicos de Gibraltar y Malta. Por suerte, los ingleses, siempre dispuestos a incordiar a los franceses, permitirían que la operación cruzase sus aguas y los buques pudiesen reabastecerse mediante barcos cargueros reconvertidos en buques cisterna. Unos navíos que, para más inri, deberían navegar camuflados como lo primero, exponiéndose a que toda la operación fuese frustrada por una desafortunada, y simple inspección rutinaria.

Comienza el ardid

Durante la Nochebuena de 1969, a las dos de la mañana, daría comienzo el plan. Así aprovecharían las festividades para ganar un tiempo precioso ante la reacción gala. La argucia les funcionaría pues, cuando los servicios de inteligencia tuvieron noticia de lo acaecido, ya habían transcurrido más de doce horas. Incluso, para escarnio galo, la información no llegaría a París gracias a los agentes destacados en Cherburgo, sino públicamente a través del noticiero diario de la BBC británica.

Contraalmirante Mordejai Limon (izquierda), arquitecto del Proyecto Cherburgo.

Consecuencias

Un furioso ministro de Defensa, Michel Debré, sabiéndose burlado, ordenaría un ataque aéreo sobre la flotilla hebrea a fin de hundirla en el fondo del Mediterráneo. Un embate que jamás se produciría ante la negativa del jefe del Estado Mayor y su amenaza de dimisión. Realmente, semejante operación hubiese supuesto la agresión de barcos noruegos, navegados por tripulación civil israelí, bajo bandera panameña, en aguas internacionales. Un coste diplomático y una masacre inasumible para la sociedad de la época.

Al Gobierno francés solo le quedaba una única respuesta: la deportación inmediata de Mokka Limon de territorio galo y su proclamación inaplazable de persona non grata para la República Francesa. En declaraciones del momento, el primer ministro Jacques Chaban-Delmas se limitaría a afirmar sarcásticamente ante las pesquisas de la prensa sobre el Proyecto Cherburgo que “No me gustan el té con limón ni el café de moka”.

La flotilla continuaría su travesía durante una semana, repostando en Gibraltar y cerca de la isla italiana de Lampedusa, hasta recalar en el puerto israelí de Haifa entre vítores de una multitud entregada. Ese 31 de diciembre, los buques pasaban a formar parte de la Armada Israelí bajo los nombres de Tormenta, Volcán, Espada, Lanza y Flecha

Finalizado el ardid, el Proyecto Cherburgo conllevaría más repercusiones que el mero refuerzo de la Marina israelí y un repunte de su orgullo nacional. Supuso el fin de la “Edad de Oro” de las relaciones franco-israelís y el comienzo de la entente IsraelEE.UU. Desde aquel momento, y hasta nuestros días, Washington D.C. se erigiría como el principal adalid diplomático y militar de este singular Estado. Todo, por cinco presas hechas a despecho del francés.

Bibliografía

Fernando Díaz Villanueva, “Proyecto Cherburgo: Cinco presas hemos hecho a despecho del francés”, Libertad Digital, 2011, https://www.libertaddigital.com/opinion/historia/cinco-presas-hemos-hecho-a-despecho-del-frances-1276238916.html.

Abraham Rabinovich, «Israel Military Intelligence: The Boats of Cherbourg», Biblioteca Virtual Judía, 2014, https://www.jewishvirtuallibrary.org/the-boats-of-cherbourg.

Gary J. Bass, «When Israel and France Broke Up», The New York Times, 2010, https://www.nytimes.com/2010/04/01/opinion/01bass.html.

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