¿Quién fue La Gioconda?

Seguramente sea el retrato más fascinante de la historia del arte. Pintado por el gran paradigma artístico del Renacimiento italiano, Leonardo da Vinci, en torno a los años 1503-1516, actualmente son millones las personas que cada año recorren los pasillos del Museo del Louvre (París) sólo para estar enfrente de esta mirada enigmática. La Gioconda (o Mona Lisa), a pesar de su sencillez compositiva, es un enigma en si mismo, sobre todo por su sonrisa y su mirada, pero también por la identidad de la propia dama que sirvió de inspiración. ¿Quién pudo ser La Gioconda?

La Gioconda. Obra de Leonardo da Vinci (1503-1516).

Análisis de la obra

La Gioconda se caracteriza por ser una obra muy sencilla en cuanto a su composición: es el retrato de una bella y joven dama, sentada dignamente en un sillón, con sus brazos posados en los brazos del asiento, observando directamente al espectador (aunque su mirada se desvía ligeramente a su izquierda). Se encuentra en lo que parece ser la galería de un palacio. Vestida de forma recatada, con colores oscuros y sobrios, sin apenas ornamentos, sobre la cabeza lleva un ligero velo, cubriéndola. Detrás de ella se abre un bucólico paisaje con caminos, un río (o tal vez un lago), un puente en la distancia y una abrupta cordillera montañosa al fondo.

Detalle de la sonrisa de La Gioconda.

En cuanto a la técnica, Leonardo empleó en La Gioconda un estilo particular, de su propia invención, conocida como el sfumato (esfumado). Consiste en la superposición de varias capas de pintura, rebajando los tonos y en especial los contornos, haciéndolos imprecisos a la mirada. Con ello se lograba cierta sensación de lejanía, como si la figura representada se difuminase.

La identidad de la donna. Lisa Gherardini

¿Quién fue la susodicha? Aunque se ha teorizado mucho sobre posibles amantes del propio Leonardo, un adolescente vestido de mujer o incluso ser un recuerdo de su propia madre, actualmente se acepta de manera generalizada que se trataba de Lisa Gherardini, una joven noble florentina. Es poco lo que se sabe acerca de la vida de esta dama italiana, dada la subordinación de las mujeres de su estatus al marido, acorde con la época. Pero es lo suficiente como para hacernos una idea.

Escudo de armas de la familia florentina de los Gherardini.

Nacida en junio de 1479 en la misma Florencia, era hija de Antonmaria di Noldo Gherardini y Lucrezia del Caccia, pertenecientes a la familia Gherardini di Montigliari, una de las muchas familias aristocráticas que habitaban en la poderosa ciudad toscana. Era un linaje ilustre y antiguo, pero para aquellos tiempos la familia se encontraba venida a menos, con una influencia política inferior. Aún así, mantenía un estatus de vida más que acomodado, gracias sobre todo a sus posesiones rurales y las rentas que les proporcionaban las actividades agrícolas y ganaderas.

La Plaza de la Señoría de Florencia. Obra de Giuseppe Zocchi (1744).

A la edad de quince años (1495), Lisa fue prometida en un matrimonio concertado con Francesco di Bartolomeo del Giocondo, un exitoso mercader de la ciudad. Dedicado al comercio de textiles y sedas, se encontraba viudo de un primer matrimonio y se llevaba catorce años con la joven. A pesar de la alta diferencia de edad, el matrimonio parece ser que fue muy bien avenido, tal vez feliz, teniendo un total de cinco hijos (dos varones y tres hembras). Mientras que Lisa mejoró su estatus social, gracias al floreciente negocio de su marido, por su parte Francesco se benefició del prestigio del apellido de la familia de su esposa, estableciéndose el matrimonio como una familia de clase media acomodada.

Un encargo frustrado

Como la gran mayoría de familias pudientes y linajes lustrosos de la ciudad, el matrimonio de Lisa y Francesco, los Giocondo, debía de ser un apasionado del arte, siendo mecenas de muchos artistas dedicados a las obras de pintura y escultura, símbolos que servían para mostrar su estatus social y su pretensión de ascender. Para la primavera de 1503, Francesco encargó la realización de un retrato de su bella esposa, tal vez para celebrar algún buen suceso que aconteció a la familia (el nacimiento de alguno de los cinco hijos que tuvieron, el buen resultado de un negocio, etc.).

Sea como fuere, lo cierto es que recurrió para su realización al ya consagrado y prestigioso maestro, Leonardo da Vinci, asentado entonces en Florencia. Aunque centrado en los bocetos de sus inventos y proyectos, estaba necesitado en aquel momento de ingresos. Por lo tanto, aceptó realizar un encargo privado para estos particulares.

Autorretrato de Leonardo da Vinci (1513).

Debieron de dedicar muchas horas de tiempo y paciencia para la realización del cuadro, tanto por parte de la modelo como del pintor. Según indica en su obra el también pintor Giorgio Vasari, que fue biógrafo e historiador coetáneo de los artistas del Renacimiento, Leonardo, mientras pintaba, procuraba que siempre hubiese algún cantante, músico o bufón acompañando a la Mona (señora) Lisa, de forma que la modelo se mantuviese siempre de buen humor con la música, el canto y los divertimentos, y no adoptase un aspecto triste o melancólico. Quizás es ahí donde reside el éxito de la enigmática sonrisa de La Gioconda.

Leonardo retrata a la Gioconda. Obra de Cesare Maccari (1863).

A pesar de la buena disposición, con el paso de los meses a Leonardo le comenzarían a surgir otros trabajos y proyectos artísticos más importantes, mejor remunerados y con mayor urgencia, como el encargo del gobierno de la República de Florencia para decorar un salón del Palazzo Vecchio con la obra mural de La batalla de Anghiari (actualmente perdida). De esta manera, acuciado por los pedidos, Leonardo iría atrasando la finalización del retrato de La Gioconda cada vez más, hasta que finalmente se rompió el trato acordado. Ni Leonardo recibió el pago por su trabajo ni los Giocondo recibieron nunca el cuadro finalizado, circunstancia que tal vez ayudó a que la obra pasase a la posterioridad.

Conclusiones

En 1504, Leonardo da Vinci dejó Florencia y se trasladó a Milán, llevándose consigo sus bocetos y trabajos, incluida la inacabada Gioconda. En los últimos años de su vida sería acogido en la corte del rey Francisco I de Francia, estableciéndose allí definitivamente hasta su muerte en la ciudad de Ambroise en 1519. Sería durante aquellos años finales cuando pudo finalizar el retrato de la noble florentina, formando desde entonces parte del patrimonio real francés, circunstancia que hace que actualmente se exponga en el parisino Museo del Louvre.

Respecto a Lisa Gherardini, pasó el resto de su vida en su Florencia natal, centrada en su vida doméstica de acomodada aristócrata, cuidando a su prole y a su marido Francesco. Este llegó a ocupar diversos cargos como funcionario en el gobierno de la ciudad. La que fuera en tiempos la bella y enigmática Mona Lisa falleció en el verano de 1542, a causa de la peste, a los sesenta y tres años.

La Gioconda (o Mona Lisa) es un cuadro atrayente y fascinante. Una obra de arte estudiada, reproducida e imitada a lo largo de los siglos por todo tipo de artistas, coleccionistas y eruditos del arte. Plagada de misterios o elementos poco claros que han dado pie a todo tipo de interpretaciones y confabulaciones, como la famosa novela El código Da Vinci de Dan Brown (2003), el retrato de Lisa Gherardini, es el retrato más famoso del mundo.

Bibliografía

-Gallardo, M. M. (2018). El rostro tras la sonrisa en Historia y vida, nº 605, págs. 50-57.

-Gombrich, E. H. (2008). La historia del arte. Madrid: Editorial Phaidon Press Limited.

-Nathan, J. y Zöllner, F. (2003). Leonardo da Vinci. Obra gráfica. Barcelona: Editorial Taschen.

-Vasari, G. (2005). Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos desde Cimabue a nuestros tiempos. Madrid: Editorial Cátedra.

-Zapperi, R. (2010). Adiós, Mona Lisa. La verdadera historia del retrato más famoso del mundo. Madrid: Editorial Katz Editores.

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