1931. El cine sonoro en sus albores. Tod Browning rueda Drácula para los Estudios de la Universal, con Béla Lugosi en el papel del mítico vampiro. Pero no existe aún el doblaje y hay que llegar al mercado hispanohablante. Solución: rodar la película también en castellano con un Drácula español. El elegido: el cordobés Carlos Villarías.
En una época, la del Drácula de Browning, en la que todavía no se aplicaba la técnica del doblaje adecuadamente, los estudios de cine de Hollywood no iban a dejar escapar las posibilidades que le ofrecían otros mercados no angloparlantes, principalmente los de habla española. Así que a la hora de rodar una película, se rodaban dos: la original en inglés y la rodada en el idioma del país de destino.
Así pues, primero se filmaba la versión inglesa y después, previa adaptación del guión, y usando los mismos decorados y el mismo vestuario, la versión en el idioma que correspondiera, empleándose para ello a actores y actrices que hablaran naturalmente la lengua en cuestión del país en el que se iba a distribuir. De tal manera que finalmente existían tantas versiones de una película como idiomas de los países en los que se había previsto proyectar.
Fue lo que sucedió en el caso del imperecedero Drácula de Tod Browning (la cual fue rodada también en español), una de las primeras producciones fantásticas sonoras y la primera producción norteamericana en presentar, a partir del clásico de Bram Stoker, la figura del vampiro, para cuyo papel, en inglés, y tras renunciar Long Chaney por su compromiso con la Metro-Golwin-Mayer para protagonizar su primera película sonora, se escogió finalmente al austro-húngaro Béla Lugosi, quien, a su vez, ya había encarnado el papel de Drácula en la segunta mitad de los años veinte en una de las numerosas producciones teatrales que inspiró la novela.
Pues bien, veintidós días y veintidós noches se tardaron en grabar ambas versiones de manera paralela. Mientras durante el día se rodaba la versión de Browning con Lugosi, la noche se empleaba para rodar la versión del Drácula español, con Carlos Villarías como el vámpiro, la mexicana Lupita Tovar como acrtriz protagonista, y el director George Melford al frente de la dirección, el cual, por cierto, no hablaba ni papa de castellano. El encargado de adaptar el guión de Garrett Fort y Dudley Murphy a la lengua cervantina (el cual, por cierto, se había realizado a partir de la adaptación teatral que ya existía, y no de la novela), fue Baltasar Fernández Cué, escritor, periodista y guionista cinematográfico, natural de Llanes y establecido en Hollywood.
Si por lo general se empleaba el mismo vestuario en las dos versiones que se grababan, en este caso, sin embargo, el vestuario elegido para el producto español fue más sensual y sugerente que el que se usó en el original, incidiendo así de manera más fiel en el contenido erótico sensual que se desprende de la novela de Stoker. Además, durante el rodaje de las versiones en inglés no se permitían, no ya injerencias de los miembros de las versiones de los otros idiomas, sino que nadie de estos estuviera presente durante los mismos.
Pero en el caso del Drácula español no sucedió eso y, por el contario, incluso se instó a Carlos Villarías a estar presente durante el rodaje del original con el fin de que pudiera imitar lo más posible, cuando al caer la noche le llegase su turno, a su alter ego en la versión de Browning, Béla Lugosi, quien, dicho sea de paso, profesaba una gran admiración por el vampiro cordobés.
Tal fue el tesón y dedicación del español, que son muchos los estudiosos de cine que consideran que superó en su interpretación del Conde de Transilvania al austro-húngaro (si bien puede discutirse la idoneidad de su rostro para el papel), como son muchos también los estudiosos que opinan que la versión española de Drácula no solo se ajustó adecuadamente a la versión original, cumpliendo con las expectativas, sino que la mejoró de manera visible.
Estas diferencias en el resultado final de una y otra película de Drácula sirven, igualmente, para poner de manifiesto las ventajas que a nivel técnico o de contenido suponía para la versión no inglesa de una película el hecho de rodarse con posterioridad a la versión primigenia y en inglés, aplicándose entonces, si procedía, las mejoras que se considerasen oportunas o corrigiendo, de haberlos, los errores detectados en la «english version».
Con todo ello, Carlos Villarías, natural de Córdoba, hijo de un general del ejercito español, abogado primero y actor después, y que cosechó antes de su llegada a Hollywood diferentes éxitos teatrales en Francia e Italia, ha sido reconocido reiteradamente como un solvente y destacado Conde Drácula frente a un Lugosi que llegaría a ser considerado, a partir de su papel en la versión de Browning, como el vampiro modelo del celuloide.
Bibliografía:
https://cvc.cervantes.es/actcult/cine/testimonios/lenguajes/lenguajes_04.htm
http://www.cervantesvirtual.com/obra-visor/los-que-pasaron-por-hollywood-0/html/ff1c4606-82b1-11df-acc7-002185ce6064_117.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/B%C3%A9la_Lugosi
https://www.filmaffinity.com/es/film358442.html
http://www.fpabloiglesias.es/archivo-y-biblioteca/diccionario-biografico/biografias/5978_fernandez-cue-baltasar