Se conoce como Siglo de Oro español a un período de esplendor cultural comprendido entre los siglos XVI y XVII. El Siglo de Oro coincidió con una etapa de auge político del Imperio español y termina con una etapa de declive.
A partir de entonces, el período designado se extendió a toda una época de resplandor de la cultura hispánica que abarca más de siglo y medio.
Los límites no son estrictos y el ciclo duró más de cien años, además, las fronteras del período oscilan dependiendo de las personalidades y obras que se incluyan y de los fenómenos característicos que se resalten.
Los eventos capitales que definen los lindes del Siglo de Oro son principalmente, por un lado, el final de la Reconquista, el descubrimiento de América y la publicación de la Gramática castellana de Antonio Nebrija, todo en el año 1492. En el otro extremo, se encuentra la muerte del eximio escritor Calderón de la Barca en 1681 y el Tratado de los Pirineos en 1659 entre España y Francia. El Siglo de Oro abarca el final del Renacimiento y el inicio del Barroco. También se usa la denominación Siglos de Oro.
«¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.»
(La vida es sueño, joranda III, escena XIX. Pedro Calderón de la Barca)
Quien acuño la expresión “Siglo de Oro” fue Luis José Velázquez. Este erudito del siglo XVIII la usó para referirse al siglo XVI en su obra Orígenes de la poesía castellana. A partir de entonces, el período designado se extendió a toda una época de resplandor de la cultura hispánica. Existió una notable variedad temática en la que sobresalió la producción de carácter religioso, al menos en cantidad. Pero no fueron menores las obras filosóficas, históricas, jurídico-políticas, médicas, matemáticas y literarias. También se realizaron admirables obras pictóricas, arquitectónicas y escultóricas, sin olvidar la música. Teniendo en cuenta la amplitud del tema en cuestión, nos centramos sólo en las figuras más destacadas de la literatura.
El humanismo renacentista puso en valor el mundo grecolatino y la preeminencia de la belleza armónica que imitaban las formas ideales. La lírica española es influida por el petrarquismo. Garcilaso de la Vega fue uno de los importantes poetas del Renacimiento pertenecientes al Siglo de Oro. En esta misma línea destacó Juan Boscán. Dentro de la literatura religiosa del sigo XVI cabe mencionar a los ascetas como Fray Luis de León con De los nombres de Cristo y a los místicos como santa Teresa de Jesús con Las moradas y san Juan de la Cruz con Noche oscura del alma.
Progresivamente empezó a surgir una reacción estética al excesivo idealismo renacentista y al copioso género caballeresco. En los años de transición surgió la novela picaresca que mostraba la degradación institucional y social. La idealización renacentista se sustituyó por el pícaro como antihéroe que aspira a mejorar su condición social mediante la astucia y métodos ilegítimos. La novela picaresca proyecta una actitud moralizante y pesimista con una intención satírica. El realismo que muestra lleva al desengaño y es conducido por la autobiografía ficticia del pícaro. El ejemplo más importante es La vida de Lazarillo de Tormes. En esta misma etapa de transición surgieron también obras como la Tragicomedia de Calisto y Melibea, más conocida como La Celestina.
El Barroco se consolida a finales del siglo XVI y llega a su culmen en el siglo XVII. Los recursos formales fueron adquiriendo progresiva sofisticación, los ideales miméticos platónicos clásicos fueron perdiendo fuerza y se abordaron temáticas como el paso del tiempo. Las actitudes frente a la realidad reflejadas en las obras cambiaron respecto al humanismo renacentista. Empezaron a vislumbrarse tonos satíricos, talantes moralizantes, evasiones y miradas estoicas.
Nos es imposible no otorgar un lugar especialmente destacado a la figura de Miguel de Cervantes, pues es a todas luces el máximo representantes de la literatura española. El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha es sin duda una de las cumbres de la literatura universal. El “Príncipe de los Ingenios” empezó su aventura literaria con una novela pastoril, La Galatea, propia del Renacimiento pero con mayor realismo y agilidad. Hay que resaltar la serie de novelas cortas tituladas Novelas ejemplares y Los trabajos de Persiles y Sigismunda.
Luis de Góngora fue otra de las grandes figuras del Siglo de Oro. Cultivó el culteranismo, también llamado gongorismo, acentuando la capacidad expresiva y alejándose de la claridad y la sobriedad clásicas. En sus composiciones, por lo general no emplea el lenguaje común y embellece las expresiones con perífrasis, cultismos, metáforas, hipérbaton y frecuentes referencias eruditas. Su obra más conocida es Soledades.
Francisco de Quevedo es reconocido por un uso impecable de la lengua con el que escribió obras complejas sin descuidar la belleza, lo cual se puede observar, por ejemplo, en “Sermón estoico de censura moral”. Destaca especialmente su ingente obra poética con abundantes simetrías y antítesis, el carácter satírico y el contenido moral y filosófico. No sólo destacó su obra, sino también su controvertida y fuerte personalidad. Es conocida la rivalidad que mantuvo con Góngora, a quien dedicó obras satíricas como “A un hombre de gran nariz”. También cultivó la prosa con obras como la novela picaresca Historia de la vida del Buscón, llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, escritos filosóficos como La cuna y la sepultura y el teatro.
«Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.
Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.
Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo;
enfermedad que crece si es curada.
Éste es el niño Amor, éste es su abismo.
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!»
(Definición del amor, Francisco de Quevedo)
Baltasar Gracián y Morales fue un jesuita destacado por su prosa filosófica. Su obra maestra es El Criticón, novela que constituye una cima de la narrativa filosófica de todos los tiempos. Mantiene un estilo conceptista barroco con un uso abundante de la antítesis y de máximas cultas. Combina la prosa didáctica con la ficción metafórica, mostrando con erudición un plano filosófico. Esta obra tuvo gran influencia en posteriores literatos y pensadores. El Criticón refleja la reflexión barroca sobre el hombre y la realidad, el desengaño y el pesimismo, entre otros muchos temas.
Lope de Vega es uno de los escritores más prolíficos y uno de los poetas y dramaturgos más relevantes del Siglo de Oro. Su importancia reside principalmente en renovar las fórmulas teatrales y en atraer al público en grandes cantidades. La Comedia Nueva lopesca rompió los esquemas tradicionales de la unidad de acción, tiempo y lugar, y combinó lo trágico con lo cómico. Con su texto Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo el autor defendió ante la Academia de Madrid su arte dramático. Entre sus mejores tragicomedias destaca Fuenteovejuna.
Otros importantes escritores que destacaron por su teatro fueron Pedro Calderón de la Barca con su célebre obra La vida es sueño, Tirso de Molina con su comedia de enredo Don Gil de las calzas verdes y el novohispano Juan Ruiz de Alarcón con su comedia La verdad sospechosa. Otra escritora tardía que se suele incluir en el Siglo de Oro es la extraordinaria novohispana Sor Juana Inés de la Cruz. Esta jerónima cuenta con una formidable obra dramática, lírica y autos sacramentales.