El territorio patagónico, durante los años que comprendieron los inicios del asentamiento español, sólo fue tenido en cuenta a la hora de encontrar un paso navegable que uniera los océanos Pacífico y Atlántico, por entonces se pugnaba por alcanzar el real objetivo que se había propuesto el marino italiano Cristóbal Colón, que pretendía arribar al continente asiático y finalmente murió creyendo que así lo había hecho, ignorando que esas islas y esas tierras en las que había puesto sus pies, eran un extenso e inexplorado continente que se extendía de polo a polo y se cruzaba justo entre medio de su Europa natal y el continente asiático. Los años que siguieron a los primeros pasos de Colón en tierras americanas, estuvieron signados por un aluvión de nuevas empresas y arriesgados viajes de exploración, todos emprendidos por aventureros y navegantes a las órdenes de la corona española y otras potencias europeas del momento.
Mientras los conquistadores y adelantados españoles, como Francisco Pizarro, Diego de Almagro y Pedro de Mendoza hacían lo suyo, otro casi desconocido explorador zarpaba el 21 de septiembre de 1534, del puerto español de Sanlúcar de Barrameda en dos navíos hacia el sur del nuevo continente enviado por el rey español Carlos I, Simón de Alcazaba y Sotomayor, nacido en Portugal en 1470, pero al servicio de la corona española, un hombre aguerrido y tenaz en su juventud, pero que ahora rozaba la ancianidad, aun así, no escatimó fuerzas para emprender la travesía al sur del nuevo continente.
Partieron así, el “Madre de Dios”, nave capitana al mando del adelantado y un navío menor, el “San Pedro”, comandado por el Capitán Rodrigo Martínez, estas naves, aunque capaces de soportar la gran travesía atlántica, se encontraban en estado regular, producto de las escasas posibilidades de Alcazaba y Sotomayor para financiar la expedición, era este un hombre de acomodada situación, pero no tanto como para arrendar o comprar navíos de primer nivel, esto se fundamenta en el hecho de que a pocos días de la partida, debieron recalar en las Islas Canarias para reparar averías en los cascos de ambos barcos.
De esta manera, arribaron al año siguiente, al territorio que hoy conocemos como Chubut, en la Patagonia Argentina. Este adelantado, como ya se dijo, financiaba y comandaba la expedición compuesta de unos doscientos cincuenta hombres.
Sotomayor fue encomendado oficialmente para esta empresa por intermedio de una extensión de los permisos de las “Capitulaciones de Toledo” de 1529, Carlos I hacia 1534, firmó otras tres capitulaciones que autorizaban la exploración y ocupación de territorios americanos, pretendiendo el establecimiento de nuevas provincias o gobernaciones de 200 leguas de extensión norte-sur entre ellas la gobernación de Nueva León, que fue otorgada a Simón de Alcazaba y Sotomayor, fijada en locación desde el océano Atlántico al Pacífico, al sur del paralelo 35º S1 hasta el Estrecho de Magallanes a los 48° 22,25’S.
Un fragmento de esta capitulación reza lo siguiente:
“Primeramente, que vos darémos licencia, como por la presente vos la damos, para que en nuestro nombre e de la corona real de Castilla, podais conquistar, pacificar i poblar las tierras i provincias que hobiere por la dicha costa del mar del Sur en las dichas doscientas leguas mas cercanas a los limites de la gobernacion que tenemos encomendada al dicho don Pedro de Mendoza, lo cual hayais de facer dentro de seis meses desde el dia de la fecha desta, estando a la vela con los navíos necesarios para llevar, i que lleveis en ellos, ciento i cincuenta hombres destos nuestros reinos de Castilla y de otras partes permitidas; i dentro de año i medio i en adelante luego siguiente, seais tenido i obligado a proseguir e fenecer el dicho viaje con otros cien hombres, con las personas relijiosas e clérigos, e con los nuestros oficiales, que para conversion de los indios a nuestra santa feé i buen recaudo de nuestra hacienda, vos serán dados i señalados por nuestro mandado, a los cuales relijiosos habeis de dar i pagar el flete i matalotaje i los otros mantenimientos necesarios, conforme a sus personas, todo a vuestra costa, sin por ello les llevar cosa alguna durante toda la dicha navegacion, lo cual mucho vos encargamos que así hagais i cumplais, como cosa del servicio de Dios i nuestro, porque de lo contrario, nos terníamos de vos por deservidos”
Alcazaba y Sotomayor, llegó junto a sus hombres hasta el extremo sur de américa a principios de enero de 1535, recaló en la actual Bahía Gil, (cercanías de Camarones), allí lograron abastecerse y reforzar los víveres con carne, grasa de lobo marino y pescado, una vez realizado esto, pusieron proa al estrecho de Magallanes que unía el Atlántico con el Pacífico, con el objetivo de cruzar por el mismo, pero la condición climática los obligó a retornar sobre lo navegado y bordear otra vez la costa. Así fue que ambas naves atracaron nuevamente, un 9 de marzo de 1535, en la actual Caleta Hornos de la Bahía Gil, como se mencionó anteriormente, a aproximadamente 29 kilómetros al sur de la localidad de lo que hoy es Camarones, allí funda el «Puerto de los Leones” y bautiza a las tierras circundantes como Nueva León, con este acto tomaba oficialmente posesión de estas tierras, y según el protocolo se convertía en gobernador, de inmediato decidió adentrarse y sondear el territorio con algunos de sus subordinados, mientras que los que quedaron comenzaron con las tareas de construcción de las primeras edificaciones y fortificaciones. Muy poco tardó la avanzada de exploración en encontrarse con los nativos tehuelches, de entre los cuales tomaron a algunos como guías, ya que de ellos habían oído sobre una ciudad repleta de oro. El nuevo objetivo de la tropa de exploración se convirtió entonces -al igual que en otros grupos de conquista- en encontrar tales metales preciosos y abastecerse de alimentos y agua dulce.
Esta nueva pretensión y la búsqueda los llevaron a penetrar aún más en el desconocido territorio, Alcazaba y Sotomayor, cansado y debilitado por la extensa caminata, decidió regresar y encargar a su lugarteniente Juan de Mori y a un hombre de su confianza, Rodrigo de Isla, la continuidad de la exploración. Siguiendo las indicaciones de los nativos, los exploradores se abocaron a la búsqueda de los minerales preciosos que tanto anhelaban, durante la travesía debieron no solamente caminar varias leguas durante días cargando pesadas provisiones, sino también vadear pequeños ríos, uno de ellos el actual Río Chico, al que llamaron como su par europeo “Guadalquivir”, y quizás, aunque no hay registros de ello, hayan alcanzado un río más ancho y sorprendentemente más caudaloso que los ya atravesados, el Río Chubut, casi a la altura de lo que es hoy la localidad chubutense de Las Plumas.
La situación del grupo, que sólo encontraba tierra desolada, provocó el enojo de los soldados comandados ahora por Juan de Mori y Rodrigo de Isla, el cansancio, el hambre y el enfado de haber caminado demasiados kilómetros y no haber logrado el objetivo de la expedición, motivó un primer motín en abril que no pasó a mayores, sin embargo, la convivencia en este entorno hostil y desconocido, más la larga caminata, pronto devino en un nuevo alzamiento en mayo de 1535 que culminó con los lugartenientes de Alcazaba, Isla y Mori, como prisioneros, mientras que al mando de los revoltosos quedaron los marineros Gaspar Sotelo y Juan Arias. Durante el desarrollo de estos hechos Isla y Mori consiguieron escapar, Sotelo entonces retornó junto a los sublevados a las naves y allí, en un ataque nocturno sorpresivo, dieron muerte a Alcazaba y Sotomayor que dormía en su camarote, su cuerpo fue arrojado al mar, en la Bahía de Camarones, donde hoy un monumento recuerda al primer adelantado de la Patagonia.
Todo podría haber terminado allí, pero quiso el destino que no fuera de esa manera, el hijo de Alcazaba que viajaba junto a su padre y pudo escapar a nado de las naves tomadas, se reencontró con Islas y Mori que habían seguido a sus ex compañeros y esperaban en la costa, quizás con la esperanza de que la situación se torne a su favor, mientras tanto en las naves, los disensos y discusiones entre Juan Arias y Gaspar Sotelo terminaron por debilitar el liderazgo de ambos, ocasión que el maestre de la nave capitana Juan de Echarcagua aprovechó para encabezar un contra-alzamiento, el resultado fue el rápido enjuiciamiento de Arias y Sotelo quienes fueron decapitados, otros participantes amotinados fueron ahogados con pesas al cuello, solo un reducido grupo pudo escapar hacia la costa, Islas, Mori y el hijo de Alcazaba, testigos de estas acciones desde la playa, retornaron más confiados a las naves y el 17 de junio de 1535, luego de reabastecerse nuevamente con carne de lobos marinos, zarparon rumbo al Caribe dejando a algunos revoltosos en tierra, que habían sido desterrados y condenados a no ser retornados a España, estos sobrevivirían hasta finales del mismo año.
Durante el viaje y frente a las costas brasileñas el “Madre de Dios”, en medio de una tormenta, perdió de vista a la nave escolta, encalló y se hundió, los sobrevivientes, dejando de manera previsora, un bote a cierta distancia de la costa, alcanzaron la tierra a nado y allí fueron atacados por los nativos, sólo algunos lograron escapar retornando al bote, la nave “San Pedro”, mientras tanto, desconociendo el destino de la capitana continuó su marcha, y en una de las escalas para abastecerse se encontraron con algunos náufragos portugueses al mando de Diego Alvares; que los ayudó oficiando de mediador con los aborígenes del lugar para obtener provisiones. Con el paso de los días una chalupa trayendo algunos náufragos de la hundida nave capitana, que se habían salvado del ataque indígena, llegó a la zona y así se reencontraron los marinos, entre ellos se encontraban Mori e Islas, de esta forma todos en la “San Pedro” pusieron proa, como habían planeado cuando zarparon de Caleta Hornos en Camarones, hacia el puerto de Santo Domingo, hoy capital de la República Dominicana.
Arribaron a este enclave portuario caribeño el 11 de septiembre de 1535 con sólo 75 hombres de los 250 que habían zarpado originalmente de España, allí reiniciaron el juicio por los alzamientos, otra vez Islas y Mori quedaron implicados y se los acusó de usurpación de cargos, crueldad e insubordinación, Mori, en la cárcel, luego de la sentencia, relató todo lo que aquí se refiere como una forma de expiar sus culpas y limpiar su nombre, así de manera intrigante y violenta se inició la historia norpatagónica que recalará, luego de muy diversos y paradójicos sucesos, en lo que hoy es una zona heterogénea en muchos aspectos, plagada de contrastes, de lugares inhóspitos y casi deshabitados, de cerros y montañas de gran esplendor y por otra parte, orgullosa de sus hermosos valles colmados de fertilidad y pujanza, plenos de gran riqueza hidrocarburífera, en síntesis, una verdadera tierra que en su conjunto, es actualmente un sinónimo de bellezas inestimables, centro turístico invernal por excelencia y zona de avistaje de ballenas reconocido como patrimonio mundial de la humanidad por la UNESCO, pero también una tierra de esperanza y crecimiento para muchos de los argentinos que no consiguen despegar laboralmente en sus provincias de origen y otros tantos extranjeros provenientes de diversos lugares del mundo, deseando alcanzar el objetivo de desarrollo económico y personal que anhelan, casi como aquel sueño que tuvo una vez para su “Nueva León” un anciano aventurero llamado Simón de Alcazaba y Sotomayor.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
- BARBA RUIZ, Lucio; «Quienes Colonizaron la Patagonia en el siglo XVIII«, Biblioteca Popular Agustín Álvarez, Trelew, 1998.
- BANDIERI, Susana; «Historia de la Patagonia«, Editorial Sudamericana S.A., Buenos Aires, 2009.
- CAVIGLIA, Sergio Esteban; «Malvinas: Soberanía, Memoria y Justicia: 10 de junio de 1829«, vol. 1, Ed. Secretaría de Cultura del Ministerio de Educación, Chubut, Argentina, 2012.
- HERRERA y TORDESILLAS, “Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firme del mar océano” [sic], Vol. 5, Madrid, 1725.