<<El rey que fue y que será>>. Para la memoria colectiva anglosajona el nombre de Arturo ha quedado ligado al valor, lealtad, y siempre se asocia a grandes empresas. La fascinación que ejerce su figura es indudable. Su nombre ha servido de inspiración para obras literarias, teatrales e incluso para series y películas. Y, sin embargo, no hay certeza absoluta ni de su existencia ni de la de su reino. El origen de la leyenda de este mítico personaje es un misterio, aunque parece que su historia nace en los poemas y en las oscuras memorias de los siglos que van del V al VII. Lo que dificulta el enigma es que casi no hay registros escritos que daten de la época. Sin embargo, un análisis cuidadoso de las pocas fuentes, sumadas a las investigaciones arqueológicas, ayudan a reconstruir los hechos de manera más fidedigna.
Las fuentes escritas
Los escritores medievales y sus audiencias esperaban cosas diferentes de la «historia». A diferencia de hoy, los pueblos medievales no tenían una categoría de historia fáctica separada de lo que hoy podría considerarse como ficción o fantasía. Además, mucho de lo que contaban solía contener mensajes morales. Así pues, una buena historia con una lección valiosa, era mucho más importante que la precisión fáctica. Se sabe además que repetían las palabras de fuentes clásicas debido a la autoridad con la que se investían esos escritos, incluso cuando sus autores las sabían erradas. Con todo esto en mente, hay que repasar algunas fuentes que hablan del periodo en cuestión.
Gildas
Su obra más famosa es De Excidio et Conquestu Britanniae (Sobre la ruina y la conquista de Britania). Es imposible saber dónde escribió, excepto que probablemente no estaba en una parte de Britania controlada por los sajones. Es también bastante disputado cuando escribió, pero una de las fechas más manejadas es que lo hizo alrededor de 540. Esto lo situaría una generación después de algunas de las batallas entre britanos y sajones. Gildas dividió su trabajo en una sección histórica, una crítica de los reyes britanos y una sección más teológica. La sección utilizada para tratar de desentrañar el mundo de Arturo es la histórica, aunque no hace mención alguna de su nombre. Lo que si menciona es Monte Badon y la batalla que ahí se desarrolla.
Beda el Venerable
Escribió a principios del siglo octavo en Northumbria. Compuso Historia Eclesiástica del pueblo inglés en 731. Su versión de la historia británica incluye el Imperio romano en las Islas y la llegada de Agustín de Canterbury para una misión de evangelización. Una de sus fuentes principales parece haber sido Gildas, aunque también se basó en Paulo Osorio y su Historia de los Paganos, así como en Próspero de Aquitania y sus Crónicas. Menciona al magister militum Aecio, el pedido de ayuda de los britanos a éste y el hecho de que el general romano no envía tropas. También habla del tirano Vortigern y de los líderes sajones Hengist y Horsa. Igual que Gildas, no hace mención a Arturo.
Historia de los Britanos y las Crónicas Anglosajonas
La Historia de los Britanos es la primera fuente en mencionar a Arturo. Fue escrita alrededor de 828-829 en Gales del Norte por Nennio. Para ese momento ya han transcurrido siglos desde la época del mítico personaje. Esto significa que hubo un buen periodo de tiempo para que las leyendas crecieran y se nutrieran de diferentes detalles. El libro mezcla genealogías, leyendas, la época romana, la fundación de Kent, al tirano Vortigern, sus oponentes sajones, la visita de San Germán a la isla, a San Patricio, y por supuesto, una lista de batallas de Arturo. Por su lado, las Crónicas Anglosajonas fueron compuestas en la corte del rey Alfredo en torno a 880. Muchas de las subsiguientes historias de Arturo se basan en estas crónicas. Las Crónicas añaden detalles como nombres de emperadores romanos, lo que a ojos de muchos le da credibilidad a la historia.
Los Annales Cambriae y la Poesía de Gales
Los Annales Cambriae contienen dos entradas respecto a Arturo, una que lo asocia a Monte Badon, y otra respecto a su muerte. Su escritura se sitúa en el siglo X. Aparentemente una de sus fuentes, aparte de las presumidas irlandesas, es la Historia de los Britanos de Nennio. Otra fuente importante, y que será utilizada en obras subsiguientes es el poema Y Gododdin. Darle fecha al poema es complicado, aunque su lenguaje indica que debió ser escrito antes del 1100, al menos en primeras versiones. Como muchos de estos relatos épicos, se pueden apreciar capas añadidas de diferentes siglos.
Como se puede observar, las fuentes más cercanas al periodo estudiado no mencionan a Arturo. Su nombre no aparece sino hasta bien entrada la Edad Media. Hay que separar por lo tanto la parte histórica de la forma en que se construyó la leyenda.
Breve historia de Britania en los siglos V y VI
El siglo V y el declive de la autoridad imperial
Roma enfrentaba una crisis. Tal era la situación que para 402 el general Estilicón reclamó a la legión VI Victrix Hispaniensis, acantonada en Britania, para ayudar en las campañas continentales. La legión ya no volvió a la isla. Sin embargo, en Britania quedaron alrededor de 51 unidades militares, incluyendo la II Augusta en el puerto de Rutupiae (actual Richborough). Tal era el poderío de las tropas acantonadas en la isla, que para 406 esas tropas declaran emperador a Constantino III, en rebeldía al augusto Honorio. Un gran contingente pasó a la Galia, derrotó a tribus invasoras y llegó a Hispania. Ahí terminó la suerte de Constantino III, que perdió el apoyo de parte de las tropas y finalmente fue encarcelado y ejecutado.
Las tropas llevadas por el usurpador al continente tampoco volverían a Britania. Las ciudades de la isla enviaron entonces una carta al emperador Honorio. Aceptaban la soberanía del augusto, afirmaban haber expulsado a los funcionarios de Constantino y requerían ayuda de Roma. Corría el año 410. El imperio no envió las tropas requeridas. Además, de acuerdo al autor Zósimo, la contestación de Honorio fue que organizaran sus defensas como pudieran. Y eso fue exactamente lo que hicieron.
Los Consilium en Britania
Estas reuniones convocaban a representantes de ciudades y a la nobleza. También asistían antiguos oficiales del ejército y funcionarios. El objetivo era organizar la defensa de Britania. Si bien la rebelión de Constantino III había debilitado el poderío militar, no lo había desarticulado por completo. Por eso, muchas estructuras de los romanos permanecieron durante más de un siglo y siguieron sirviendo a los habitantes de las islas. Los soldados que quedaron, en especial en el muro de Adriano y en las fortalezas de la costa, Litoris Saxonici, siguieron prestando servicio. Su rol poco a poco se modificaría y pasarían a servir a nuevos señores y ellos mismos modificarían sus formas de combatir. Pero en un principio, fieles a sus valores, siguieron en sus puestos, defendiendo el territorio.
De acuerdo a Beda, uno de los Consilium hizo un pedido de ayuda al general Aecio. Éste, que tenía las manos ocupadas con los germanos y los hunos, no pudo responder favorablemente. Es en este contexto, con una Roma que ya no puede enviar contingentes, y con la amenaza de grupos como los pictos, que líderes de la propia isla toman el mando. Entre estos líderes destacan Coel Hen, Cunedda, Vortigern y Ambrosio Aureliano. De hecho, estos dos últimos líderes militares se enfrentaron. Lo que es más, parece que tropas mercenarias de sajones pelearon en estos combates. Eso significaría que su entrada a la isla fue para apoyar a las bandas rivales de los propios britanos. De cualquier forma, una vez que entraron, ya no salieron y su presencia se iría haciendo más y más importante con el transcurso del tiempo.
Los foederati en Britania
En vista de la falta de apoyo del continente, una de las decisiones que se tomaron en un Consilium fue la establecer un foedus. Igual que en el continente en esta misma época, se trataba de un acuerdo con grupos germanos para enfrentar a otros invasores. En este caso, el pacto fue con sajones, jutos, anglos y frisios. Su misión sería derrotar a pictos y escotos. Los federados cumplieron su parte, y pidieron un alza en el pago que se les debía. Lamentablemente esto no se cumplió y los antiguos aliados comenzaron la devastación de los territorios británicos. Todo esto sucedía al mismo tiempo que el enfrentamiento entre las dos principales facciones, la de Vortigern y la de Ambrosio Aureliano, mantenían sus propias disputas.
El enfrentamiento duró décadas. Hubo de todo. Batallas, muertes a traición en festines, pactos de paz, confrontaciones de padre e hijo y nuevos grupos de bárbaros que llegaban allende los mares. El personaje britano que más destaca en todo este verdadero juego de tronos es Ambrosio Aureliano. Se lo ha asociado al personaje histórico de Riotamo. Fue éste un líder militar que desembarcó en la Galia en 469 para ayudar en las luchas imperiales contra los godos. Fue derrotado en el continente, pero aparentemente él mismo o algún familiar cercano logró volver a la isla. De vuelta en Britania logró contener el avance sajón en lo que ahora es Kent. Es al menos una posibilidad que la leyenda de Arturo tenga sus orígenes en los vaivenes de un personaje como Ambrosio Aureliano.
Britanos y sajones
Los britanos pelearon en diversas ocasiones contra el avance sajón. En 473 los enfrentaron en Kent y vencieron. Para mala suerte de los insulares, ninguna batalla parecía ser definitiva. En 477 un nuevo desembarco de grupos germanos se produjo. Se trataba del jefe Aelle. Fuentes anglosajonas lo ubican como el primer bretwalda de Britania, título equivalente a rey o jefe supremo. Ya en 485 este nuevo líder consiguió una gran victoria que empujó el límite hacia el oeste. La victoria anglosajona parecía inminente. Pero entonces se produjo el enfrentamiento del Monte Badon.
El lugar de la batalla de Monte Badon no ha logrado ubicarse con certeza. Lo cierto es que para 493 los britanos obtuvieron una gran victoria y frenaron el avance sajón durante una generación entera. La evidencia arqueológica también muestra que el avance anglosajón se detuvo en torno a estos años y no retomó su vigor hasta el siguiente siglo. Esto significa que las estructuras militares romanas siguieron vivas más de un siglo después de la salida de tropas bajo el mando de Constantino III. De hecho, la arqueología muestra una sociedad que seguía organizada. Las ciudades mantenían una estructura que hasta les permitía recaudar impuestos para pagar tropas federadas. Los intercambios comerciales con el Mediterráneo seguían con relativa normalidad. Se comerciaban trigo y vino mediterráneos por estaño y plata británicos. El latín seguía siendo la lengua franca. ¿Qué sucedió entonces?
Fin de una época
Una generación después de la batalla del Monte Badon, los anglosajones se pusieron en marcha nuevamente. En 547, en la batalla de Catraeth, vencieron a fuerzas britanas de forma decisiva. Parece ser que los britanos ya no tenían la misma capacidad de convocar tropas o la logística necesaria para mantener grandes ejércitos. Aparentemente problemas demográficos causados por peste y hambrunas fueron la causa. La plaga de Justiniano llegó a las islas en estos años. También se tiene noticia de la erupción de un volcán que trajo consigo la falla de cosechas y la consecuente hambruna para la población. Esto sumado a la falta de apoyo del continente y a la migración que recibían los rivales anglosajones, fue un golpe mortal para las islas. De aquí en adelante la Britania romana pasa a ser el territorio anglosajón de la Edad Media.
Otra consecuencia está en los relatos de la época. El avance anglosajón junto a la resistencia de los últimos líderes con un legado romano fueron el marco perfecto para la historia de Arturo. En este siglo y medio, lo que había sido un ejército profesional pasó a convertirse en una casta guerrera que destacaba los aspectos heroicos de la lucha antes que la disciplina de un profesional. Es en este ambiente donde seguramente comenzó a cantarse la odisea de los héroes que resistían a los invasores y donde fueron tomando forma varias leyendas.
La composición del Arturo de Leyenda
Joseph Campbell ya distinguía varios períodos para referirse al proceso de formación del mito. Este proceso aleja a Arturo del suelo histórico y lo ubica en el terreno de la fantástico, lo mágico y lo literario. Un primer momento se sitúa entre el final del Imperio y las invasiones anglosajonas. Estos hechos se habrían reunido en crónicas y relatos posteriores —con todas las deficiencias que se les puede encontrar —y se pueden ubicar entre los años 450 y 950.
Un segundo momento es el de la leyenda como tal y se diferencia por su carácter oral de transmisión. En el caso de Arturo, esta época podría ubicarse entre el 950 y el 1140, siempre de acuerdo a Campbell. Luego vienen las etapas literarias, donde el personaje de Arturo y entorno se moldea en manos de poetas y novelistas, y comienza su representación en relieves y esculturas. Algunos de los autores y sus obras se indican a continuación.
Épocas de la épica y las novelas
El Poema Y Gododdin, mencionado anteriormente, brinda algunas de las primeras pistas sobre la construcción del mito. Se habla aquí de un personaje llamado Gwawrddur. Se dice que era muy hábil para deshacerse de sus enemigos, pero que no era ningún Arturo. Esta afirmación ubica a Arturo como la máxima encarnación de un guerrero, incluso si no aclara su identidad. Esta y otras leyendas captaron posteriormente la atención de Geoffrey de Monmouth, quien vivió hacia 1130. Con fuentes latinas y celtas reconstruye una crónica llamada La historia de los reyes de Britania. La pieza central de la obra era el rey Arturo, a quien transforma en un gran monarca imperial a la manera de algunos reyes y emperadores europeos. Vale la pena añadir que es por esta misma época que el relieve sobre el arco de la puerta de la pescadería en Módena también se construyó.
La crónica de Monmouth es una reunión de leyendas, mitos y tradiciones poéticas junto con nombres de batallas reales. En el libro se menciona la espada Caledfwlch (Caliburnus en latín) y la fortaleza romana Caerleon, desde la que gobernaba el rey Arturo. A su lado tenía un consejero llamado Merlín, nombre basado en el celta Myrddin. Su obra fue traducida al francés alrededor de 1155. Otro autor que vivió en el siglo XII fue Wace, poeta normando. Escribió el Roman de Brut, donde la corte que describe tiene un alto grado de refinación. Su trabajo servirá de inspiración a autores posteriores como Chrétien de Troyes. Muchos autores consideran a Wace el vínculo entre la historia fabulosa y los novelistas del continente. Introduce motivos como la Mesa Redonda, un símbolo de la igualdad que debía reinar entre los caballeros que se sentaban alrededor.
Arturo llega a su forma moderna
Una vez en el continente, la tradición siguió tomando forma. Chrétien de Troyes escribió novelas del legendario líder. Chrétien fue un hombre que vivió en la época de las Cruzadas, lo que denota como manejó a sus personajes y su entorno. Introdujo a caballeros como Lancelot y elementos de romance entre Arturo, Lancelot y Ginebra. También puso de moda el motivo del Santo Grial, en una versión cristianizada y eucarística de la búsqueda espiritual, siendo ésta una interesante mezcla de motivos.
Las versiones de la historia de Arturo siguieron multiplicándose a partir de aquí, convirtiendo a cada paso la leyenda en algo reconocible a ojos modernos. El castillo, Caerleon, eventualmente se transformó en Camelot. Caliburnus también acabó convirtiéndose en Excalibur, más reconocida actualmente. En el siglo XV, Sir Thomas Malory, a quien le tocó vivir la época de la Guerra de las Rosas en Inglaterra, tomó estas versiones y las resumió en su obra, Le Morte d’Arthur. Será este libro el que servirá de base para versiones más modernas.
A modo de conclusión
Ha transcurrido un milenio desde que el nombre de Arturo apareciera por primera vez en la literatura poética. Su historia se ha ido transformado una y otra vez a lo largo del tiempo. Estas versiones han reflejado las inquietudes de los escritores y de los lectores. De hecho, cada cierto tiempo surge otra versión de la leyenda. A muchos no parece importarles mucho que hubiera o no un Arturo histórico. Su figura, igual que muchos otros personajes del mito y la leyenda, ha alcanzado su propia forma de inmortalidad: la de las generaciones que siguen deleitándose con su historia.
Bibliografía
García Gual, C. (2007). Historia del rey Arturo y de los nobles errantes caballeros de la tabla redonda.
Halsall, G. (2013). Worlds of Arthur: facts and fictions of the Dark Ages.
Heather, P. (2006). The Fall of the Roman Empire.
Soto Chica, J. (2019). Imperios y bárbaros. La guerra en la Edad oscura.