Clotilde, la esposa de Joaquín Sorolla, fue una fuente constante de inspiración para el pintor valenciano. La retrató de mil maneras, dejando una serie de retratos íntimos y familiares, reflejo de la admiración y el amor que sentía por ella. A continuación, vamos a hablar de la mujer que estuvo a la sombra de uno de los artistas españoles más internacionales.
Esposa, madre, musa… Clotilde García del Castillo (Valencia, 1865 – Madrid, 1929) fue una mujer de gran carácter, a pesar de su frágil aspecto, que acompañó a Joaquín Sorolla (Valencia, 1863 – Cercedilla, 1923) a lo largo de toda su vida y apoyó e impulsó su carrera artística.
Mientras Sorolla vivía volcado en su pintura, que le obligaba a viajar de forma constante y a ausentarse del hogar familiar, Clotilde fue el alma de la casa, administrando la economía doméstica y familiar, y el estudio del pintor.
No solo conocemos a Clotilde a través de la pintura y los ojos de Sorolla. Se conservan las numerosas cartas que se escribieron durante las ausencias del pintor, más de dos mil, en el Archivo del Museo Sorolla. Las cartas son el testimonio más directo del amor que se profesaron.
“Pintar y amarte, eso es todo, ¿te parece poco?”. Sorolla a Clotilde, febrero de 1908.
Cómo se conocieron.
Clotilde era hija de Antonio García, fotógrafo profesional, y de Clotilde del Castillo. Era la tercera de los cinco hijos que tuvo el matrimonio. Su hermano Juan Antonio (o Tono) estudiaba en la Escuela de Bellas Artes de Valencia y allí conoció a Joaquín Sorolla. Tono se lo presentó a su padre y el joven Joaquín empezó a trabajar en su estudio iluminando fotografías. Sin duda fue así como se conoció la joven pareja. Corría el año 1879.
En 1888 contraen matrimonio y se inicia así una convivencia que los llevó a elegir la ciudad de Madrid como lugar de residencia pensando en la carrera artística de Joaquín. El matrimonio tuvo tres hijos: María en 1890, Joaquín en 1892 y Elena en 1895.
“Todo mi cariño está reconcentrado en ti y si bien los hijos son los hijos, tú eres para mí más, mucho más que ellos, por muchas razones que no hay para que citarlas, eres mi carne, mi vida y mi cerebro.” Sorolla a Clotilde, Valencia, diciembre de 1907.
El tono de su correspondencia nos transmite el intenso cariño que se tenían y la dependencia personal que existía entre ambos.
Sorolla, pintor de éxito.
Desde 1900, los éxitos llegan a la vida artística de Sorolla, y Clotilde tuvo que asumir su papel de esposa del famoso y genial pintor, y facilitar su trabajo. Se encargaba de la administración del hogar y de todo el trabajo relacionado con la actividad artística, como la contabilidad y las relaciones institucionales. También se encargó de los trámites expositivos y llevó a efecto la primera exposición individual de Sorolla en París.
Para ilustrar el papel de Clotilde en la vida de Sorolla, nada mejor que recordar las palabras que dejó por escrito el americano Archer Milton Huntington, amigo de la familia y fundador de la Hispanic Society of America en Nueva York: “Mi pobre y querida Clotilde, ha tenido que soportar todo el peso de la familia y de convivir con un genio, y su menudo cuerpecillo ha librado casi tantas batallas como el de su eminente marido. Sin ella seguramente no habría llegado a donde ha llegado.”
Sorolla, pintor de figuras.
Sorolla fue el retratista por excelencia de la burguesía española y extranjera de finales del siglo XIX y principios del XX. En todas sus obras, incluidos los paisajes, aparecen figuras. Y la figura que mejor conocía era la de su esposa, que además le permitía experimentar nuevos retos pictóricos, como la incidencia de la luz sobre las figuras. La retrató de mil maneras y en escenarios diferentes, posando segura ante nosotros, leyendo y cosiendo, preparada para ir de fiesta, de paseo frente al mar y junto a sus hijos. Sus numerosos retratos no dejan de ser pequeños homenajes a su admirada esposa.
Clotilde tenía por la pintura un sentimiento de amor-odio, considerándola su “rival” por quitarle tiempo de disfrute con su marido.
“Me alegro estés ya bien de tu pequeña molestia y deseo que mi rival no te obligue a hacer imprudencias que pueden ser en contra de tu salud. Realmente es un rival terrible pues no te expondrías por mí lo que por la dichosa pintura te has expuesto, siendo lo más gracioso que no puedo ni debo quejarme sino desear que mientras vivas no pierdas esa ilusión, que es para ti el todo en este mundo.” Clotilde a Sorolla, Madrid, 27 de noviembre de 1918.
Desde que a mediados del siglo XIX los médicos dijeran que los baños en el mar eran beneficiosos para la salud, éstos se pusieron de moda entre las clases adineradas. Así, la familia Sorolla disfrutó de los “veraneos” en las costas del Mediterráneo y el norte de España, más concretamente en la costa vasca.
Estas playas fueron pintadas por Sorolla y son testimonio de su vida familiar: tardes de playa al sol, paseos al atardecer, la vida al aire libre.
El legado.
El 17 de junio de 1920, Sorolla sufrió una hemiplejia de la que nunca se recuperó. Vivió tres años más, durante los cuales Clotilde no se separó de su lado. Murió el 10 de agosto de 1923. Clotilde le sobrevivió varios años más, hasta 1929.
Antes de morir, Clotilde legó al Estado español la casa familiar con las colecciones que a ella le pertenecían, para que se hiciera un museo en memoria de su marido. Los hijos de Sorolla y Clotilde enriquecieron el legado inicial con más obras del artista. Finalmente, el Museo Sorolla fue inaugurado en 1932.
El legado de Clotilde marcó un hito en la historia de los museos en España, ya que cuando abrió sus puertas, las casas-museos no eran comunes en nuestro país. Se convirtió así en un referente que inspiraría la creación de otros museos similares.
Clotilde permaneció a la sombra de unos de los mejores pintores que ha dado España y desde su hogar familiar contribuyó en gran medida a que su marido brillara en el panorama artístico. Asumió su papel de esposa del gran artista, de madre y administradora del hogar y del taller del pintor, siempre desde una posición discreta y protectora.
“Me gustaría tanto que no se acordasen de mí! He nacido yo tan poco para estos jaleos; ser mujer de un gran artista como es mi Joaquín y estar siempre en el rinconcito metida es muy difícil.” Clotilde a Sorolla, 1908.
Bibliografía
VVAA, Catálogo de la exposición “Clotilde de Sorolla”. Madrid: Fundación Museo Sorolla, 2012.