El abuso de algunas sustancias puede causar trastornos en el ser humano. Estas sustancias se clasifican en diferentes categorías en función de los efectos que producen o de su composición.
Algunas de ellas, como la cafeína, son usadas diariamente y están socialmente aceptadas en altas dosis. El consumo de otras, como el tabaco o el alcohol, es aceptado dependiendo de la cantidad y de la ocasión. Por último, el tráfico de otras es completamente ilegal.
El comportamiento que mostramos frente al consumo de sustancias adictivas depende sobre todo de la cultura, las leyes, el efecto sobre nuestra salud, el grado de adicción que producen y las experiencias propias.
Al consumir sustancias adictivas, nuestro cerebro nos recompensa directa o indirectamente, y esto hace que queramos volver a consumir dicha sustancia. El principio es simple: si algo es agradable, querrás repetir la experiencia. El área del cerebro conocida como ATV (área tegmental ventral) libera dopamina, un neurotransmisor que nos hace sentir placer y que guía nuestro comportamiento para que repitamos la acción que nos hizo sentir bien.
El grado de adicción de una sustancia depende del efecto que tiene en la liberación de dopamina.
La drogadicción es una enfermedad cerebral, de la misma manera que una insuficiencia cardiaca es una patología del corazón. No obstante, no todos los individuos adictos a las drogas muestran anormalidades en su actividad cerebral. Por lo tanto, se manifiesta la necesidad de seguir estudiando en profundidad los procesos neurobiológicos implicados en la adicción de sustancias.
Las causas de un trastorno por el abuso de sustancias son varias y dependen de cada persona.
Las causas genéticas pueden explicar la predisposición de una persona a consumir altas dosis de alguna sustancia adictiva. Esto no significa que haya un gen que regule la drogadicción, sino que la combinación de ciertos factores genéticos y biológicos pueden hacer que una persona sea más propensa a consumir drogas. Por ejemplo, alguien con baja liberación de dopamina puede consumir drogas para aumentar la liberación del neurotransmisor.
El entorno puede aumentar la vulnerabilidad de una persona a consumir drogas. Si es fácil adquirir estas sustancias o si personas cercanas o personas que consideramos modelos a seguir las consumen, las probabilidades de abuso de droga aumentan.
El desarrollo cerebral es también muy importante en el trastorno por abuso de sustancias. Un cerebro que no haya completado su desarrollo, como en el caso de los adolescentes, es más susceptible a la adicción.
Según el efecto de las drogas sobre nuestro cuerpo, éstas se clasifican en depresoras, estimulantes, alucinógenas y opiáceas.
Las sustancias depresoras disminuyen la actividad del sistema nervioso central, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, ralentizan la respiración y causan mareo y pérdida de coordinación. Algunas de las sustancias depresoras más comunes son el alcohol (por ejemplo inhibe el miedo o la vergüenza) o las benzodiacepinas.
Los estimulantes causan el efecto contrario en el sistema nervioso central, aceleran el ritmo cardíaco, aumentan el nivel de alerta y hacen sentir euforia. Sin embargo, aunque estas sustancias se contraponen a las depresoras, no contrarrestan sus efectos porque utilizan diferentes rutas. La cafeína, las anfetaminas, la nicotina o la cocaína son ejemplos muy conocidos de sustancias estimulantes.
Los alucinógenos alteran la percepción de la realidad y pueden aumentar la sensibilidad. Las sustancias alucinógenas pueden ser tanto depresoras como estimulantes y pueden inestabilizar el estado de ánimo de la persona que las consume. La psilocibina, presente en algunos hongos, y el LSD son bastante conocidos.
Las sustancias opioides inhiben el sistema nervioso central, como las sustancias depresoras. No obstante, el mecanismo es diferente. Los opioides se unen a unos receptores cerebrales concretos llamados receptores opioides mientras que las sustancias depresoras tienen otras vías de acción. Los opioides, además, son analgésicos y se utilizan para calmar el dolor. La morfina y la heroína son opioides muy utilizados.
Del uso al abuso
Existen diferentes teorías que explican cómo y por qué una persona pasa de consumir una sustancia a ser adicta a ella.
Es posible que una persona consuma sustancias menos adictivas y peligrosas y se acostumbre a ellas. Con lo cual, es normal que quiera pasar al siguiente nivel buscando algo que llene sus expectativas y que comience a consumir sustancias más adictivas y nocivas.
Otra explicación es la del uso de la sustancia sin tener problemas. Es decir, una persona consume una sustancia solo en ocasiones puntuales cada cierto tiempo sin llegar a abusar de ella y sin tener aparentemente ningún tipo de problema. Sin embargo, algo en la vida de la persona puede cambiar y llevarla a incrementar el consumo de dicha sustancia y con el tiempo convertirla en una persona dependiente o drogadicta. Según esta teoría, no se pasa de un solo uso al abuso sino que la persona sufre un proceso.
Referencias
Volkow, N. D., & Li, T. K. (2004). Drug addiction: the neurobiology of behaviour gone awry. Nature Reviews Neuroscience, 5(12), 963.