Teorías evolutivas a lo largo de la Historia: Animales del futuro

Serie: Teorías evolutivas a lo largo de la Historia

La evolución de las especies entendida actualmente

Antes de comenzar a leer este artículo, el autor desea advertir a sus lectores y lectoras que lo que se va a exponer se basa esencialmente en la biología especulativa.

Ninguna de las especies de las que se va a hablar en este artículo tiene por qué existir en el futuro, y aunque se han identificado científicamente algunos patrones evolutivos, nadie hasta ahora ha sido capaz de determinar con precisión qué tipo de animales existirán en el planeta Tierra cuando los seres humanos nos hayamos extinguido.

Paleontología científica mezclada a menudo con altas dosis de fantasía y ficción dan lugar a la materia que hoy nos ocupa.

Dougal Dixon, paleontólogo y geólogo escocés, está considerado como el padre de la biología especulativa futura. Su trabajo en el campo de la evolución de las especies ha dado lugar a todo un género de ciencia ficción y movimiento artístico partiendo de una simple pregunta: ¿cómo evolucionarán los animales de aquí a miles o incluso millones de años?

Tal y como hemos visto en las anteriores entregas de esta serie, el ser humano no es más que una minúscula mota de polvo en la Historia geológica de nuestro planeta. Las especies han ido apareciendo y desapareciendo antes y durante nuestra existencia, y lo seguirán haciendo en el futuro.

Dixon se nutrió de bases científicas y estudios de campo para tratar de averiguar cuáles serán los caminos evolutivos que tomará la fauna cuando nuestra especie ya no exista.

Los resultados que obtuvo, combinados con un fuerte componente imaginativo, fueron expuestos en una enciclopedia ilustrada de su autoría.

Toda su obra en general se vio siempre tremendamente influenciada por dos novelas, obras maestras indispensables para comprender el desarrollo de la literatura y posteriormente el cine de principios del siglo XX: La guerra de los mundos, de Herbert George Wells publicada durante el año 1898, y El mundo perdido, de sir Arthur Conan Doyle, que vio la luz en 1912.

En la primera, H. G. Wells narra la primera descripción literaria conocida de una brutal invasión alienígena (concretamente marciana) al planeta Tierra, describiendo en ella una tecnología abrumadoramente superior a la utilizada por los seres humanos basada en el poder energético de combustión y concentración de rayos caloríficos.

En la segunda, el también creador de Sherlock Holmes relata una expedición académica a la cima de uno de los tepuyes (mesetas en forma de montañas) de Venezuela, lugar donde descubren dinosaurios y un sinfín de especies animales y vegetales que se creían extintas desde hacía varios millones de años, revelando que aquel sitio había mantenido su propio ecosistema al margen del resto del mundo.

Ambos libros volaron la cabeza de Dixon: el enorme éxito y popularidad que alcanzó La guerra de los mundos llevó a las sociedades occidentales a un estado de condicionamiento psicológico (también conocido como “lavado de cerebro”) y todo el mundo empezó a ver ovnis y señales luminosas extrañas por el cielo.

La publicación de El mundo perdido catorce años después únicamente contribuyó a desatar aún más esta histeria colectiva: la gente empezó a obsesionarse con los dinosaurios y el pasado de la Tierra, y se produjeron más avistamientos del monstruo del lago Ness y otros animales populares de la criptozoología que nunca.

Volviendo a Dixon, resulta fácil imaginar por qué estas novelas influyeron tanto en su pensamiento artístico.

En su enciclopedia ilustrada proyecta, partiendo de los conocimientos científicos de la época, cómo sería la fauna dentro de cincuenta millones de años.

Su visión de la humanidad, la cual expresa en la introducción, no es para nada positiva en el marco evolutivo y la responsabiliza de la destrucción de una gran cantidad de especies biológicas actuales: «una tendencia que es previsible es el ruinoso efecto que el hombre está teniendo en el preciso balance de la naturaleza. He tomado esto, no injustificadamente, al extremo, con el hombre habiendo extinguido las especies ya en declinación y causando terrible destrucción en sus hábitats naturales antes de morir él mismo y permitir que la evolución se ponga a trabajar nuevamente”.

Y antes de comenzar a hablar de sus creaciones ilustradas, conviene detenerse un momento para comprender que Dixon explica cómo la selección natural modela la fauna, tal y como un escultor esculpe sus obras.

Según él, viene de la mano de las condiciones ambientales y puede recorrer tres posibles caminos: estabilización, cuando el ambiente es estable por un largo período de tiempo y el estado de la especie no varía mucho; direccional, cuando existe una transformación progresiva para una mejor adaptación a un ambiente que sufre cambios; y diversificante, que se produce cuando un nuevo ambiente ofrece varios lugares donde vivir y alimentos que permiten que una especie evolucione en distintas ramas.

Dixon también pronostica que las especies, libres de la influencia nociva del ser humano, se habrán adaptado a nuevos nichos ecológicos otorgados por el movimiento de las placas tectónicas: Europa y África se habrán unido, como también América del Norte y Asia, y Australia y el sudeste asiático. América del Sur, por su parte, se separará y quedará aislada.

En este futuro hipotético, los reyes del mundo serán aquellas plagas y parásitos que el hombre anteriormente habría tratado de eliminar sin éxito, así como las especies de amplio nicho ecológico como los insectos o los crustáceos.

Por otra parte, los animales más susceptibles de caer en la extinción serán todos aquellos que han vivido tradicionalmente de la mano del hombre (especies domésticas y ganaderas): perros, gatos, vacas, ovejas, cerdos, cabras y caballos, entre otros.

La desaparición de estos grandes grupos de herbívoros dejará completamente libres ecosistemas como las praderas o las dehesas, que serán ocupados por nuevas especies.

Los grandes carnívoros tampoco correrán mejor suerte: animales como tigres, leones o lobos son tan biológicamente especializados que incluso los más pequeños cambios en el ambiente provocan un gran impacto en su población, según Dixon.

Clasificaremos estas especies según sean árticas, desérticas, tropicales o de montaña.

Animales árticos

Antílopes gigantes (casco–cuernos)

La tundra del norte de Europa y Asia se verá dominada por estos animales, producto de sus migraciones a estas latitudes septentrionales desde África, la península del Indostán (la India) y el sudoeste asiático por motivos climáticos y tectónicos. Serán tanques ambulantes recubiertos de pelo para protegerse del frío, herbívoros y con un enorme casco con una protuberancia en forma de cuerno que les servirá para defenderse de sus depredadores.

 

Bardelot

Será el principal depredador de las regiones polares, una especie de mezcla entre oso polar y rata. Sus enormes colmillos le servirán para desgarrar la carne siguiendo un patrón muy similar al que utilizaba el Smilodon (tigre diente de sable), y cazará tanto en tierra firme como en el agua, porque también serán excelentes nadadores.

Gigantílope lanudo

También vivirá al norte del planeta, en las zonas árticas, y será una mezcla entre rinoceronte lanudo y antílope africano. Su robustez y enorme corporal le conferirá la apariencia de un acorazado andante que será muy difícil de doblegar por parte de sus depredadores, que se verán obligados a trabajar en equipo si desean abatirlo. Sus cuernos en forma de tuba le servirán para embestir y escarbar en el hielo a partes iguales.

 

Distarterops

Este espectacular animal será marino y estará compuesto por una mezcla genética entre las actuales morsas y el castor. Dixon afirma que serán roedores que podrán alcanzar hasta los seis metros de longitud, palmípedos y con unos enormes colmillos de punta afilada hacia abajo en la parte anterior de la mandíbula.

Auk

Serán una curiosa forma evolucionada de pingüinos que dominarán los polos terrestres a través de más de cien subespecies. No serán muy distintos de los pingüinos actuales.

 

Vórtex

Más espectacular y controvertida es esta otra posible evolución de los pingüinos. Según Dixon, esta extraña criatura marina será el animal más grande del planeta Tierra cuando la ballena azul se extinga. Parece, de hecho, una rara mezcla entre una orca y un pingüino. Para justificar su predicción, Dixon alega que los pingüinos son ya organismos enteramente adaptados a la vida acuática salvo por un breve aspecto: la necesidad de ir a las costas a poner sus huevos. No obstante, el paleontólogo escocés asegura que alguna especie de pingüino desarrollará la habilidad de retener interiormente el huevo dentro de su organismo hasta que estuviera listo para incubar y hacer nacer a sus crías en pleno mar abierto. Una vez liberados de su necesidad de desovar en tierra firme, los pingüinos pasarían a ser una especie completamente marina, sus descendientes se subdividirían en distintos órdenes y darían lugar a este curioso animal.

 

 Animales desérticos

Brincadores del desierto

Los desiertos del futuro contarán también con una enorme fauna de grandes proporciones. El nicho ecológico que dejarán los extintos camellos y dromedarios será ocupado por una especie de rata gigante de tres metros de longitud. Como podemos observar, Dixon imagina esta criatura con rasgos físicos similares al canguro, pero con características de camélidos: podrán perder gran parte de su peso sin sufrir problemas de salud, tolerarán grandes fluctuaciones de temperaturas extremas y poseerán pliegues de piel que protegerán sus ojos y su nariz de las tormentas de arena. A diferencia del camello, este animal acumulará grasa en su cola. En cuanto a su parecido con los canguros, destacará su capacidad para dar grandes saltos, la robustez y musculatura de sus patas traseras y la cola como su centro de equilibrio.

 

Hidrosaurio norteamericano

Serán una especie de pequeños lagartos de cola larga y gorguera de cartílago que habitarán en los desiertos del futuro. Durante el día tomarán el sol para calentarse y por la noche cazarán insectos y pequeños roedores.

Rootsucker

Vivirá bajo tierra en los desiertos más cálidos y será una especie de mezcla entre armadillo, ratón y topo gigante. Podrá llegar a medir hasta dos metros de longitud y se alimentará principalmente de insectos. Será, junto con los brincadores, una presa fácil para los carnívoros del desierto, por lo que será difícil verlo en la superficie.

 

Primates desérticos del futuro: géneros Horrane, Raboon y Ghole

Serán animales carnívoros cazadores y carroñeros, brutales, sanguinarios y despiadados. Un factor que contribuirá a hacerlos unos de los animales más terroríficos y peligrosos del futuro será su increíble inteligencia, velocidad, fuerza y capacidad para atacar en grupo. Poco a poco irán mutando de omnívoros a carnívoros, desarrollarán temibles fauces repletas de dientes afilados y podrían llegar a matar hasta gigantílopes lanudos. Parecerán mezclas entre tigre y mono en el caso del género Horrane, dinosaurios y babuinos en el caso de Raboon y ratas y osos en el caso de Ghole.

 

Animales tropicales

Toratón

Constituirá el futuro biológico de las tortugas. Será un enorme animal con caparazón que podrá llegar a medir hasta veinticinco metros de alto por treinta de largo, rivalizando seriamente en tamaño con las actuales ballenas y superando claramente al elefante africano. Vivirá en zonas pantanosas, podrá llegar a ingerir hasta 700 kilogramos de comida al día (serán herbívoros) y la ausencia de depredadores hará que un adulto sano de esta especie pueda llegar a vivir hasta 120 años. Este portentoso animal, al igual que el siguiente, son creaciones del parque de atracciones científico Futuroscope y no aparecen en los estudios de Dougal Dixon.

 

Calafante

Será un cefalópodo terrestre, resultado de una especie de mezcla entre un calamar gigante y un elefante que vivirá en las selvas de la Tierra dentro de aproximadamente 200 millones de años. Será el invertebrado terrestre más grande del mundo. Sus enormes dimensiones, sustentadas por ocho enormes tentáculos convertidos en patas de tres metros de altura y más de treinta centímetros de diámetro, y su piel dura similar a la de un rinoceronte actual, le conferirán un aspecto formidable. Será el rey de los bosques; gracias a su tamaño, no tendrá enemigos ni depredadores (igual que el toratón), por lo que podrá vivir hasta cincuenta años. Mediante un saco especial situado al frente de su cabeza producirá un espectacular bramido con el que marcará su territorio. Sus dos tentáculos delanteros habrán evolucionado, convirtiéndose en apéndices prensiles con los que agarrará la fruta y las hojas de las que se alimentará.

 

Género Khiffah y Striger

Serán, al igual que las especies de los géneros Horrane, Raboon y Ghole, mezclas entre monos y felinos carroñeros y carnívoros, pero estos no vivirán en desiertos, sino en junglas y bosques tropicales. Podrán matar a cualquier animal de tamaño mediano y serán arborícolas. Poseerán afilados colmillos y extremidades muy musculosas.

 

Género Zarander

Será una mezcla entre elefantes y cebras, muy parecidos a los actuales okapis. Vivirán en selvas y sabanas, y su rasgo más curioso será su doble fila de colmillos de marfil al principio de sus trompas.

 

Rundihorn y gigantílope de tierra

El rundihorn será una especie de rinoceronte con cuatro cuernos en la cabeza en vez de uno o dos, que le conferirán un aspecto de tuneladora tremendamente amenazante. Su embestida, combinada con su peso, será letal para sus depredadores. Por otra parte, el gigantílope de tierra estará emparentado con el ártico, pero vivirá en latitudes mucho más meridionales.

 

Murciélago Flooer y acechador nocturno

Vivirán en la futura isla de Batavia, cuya existencia ha sido pronosticada por Dixon a raíz de la intensa actividad volcánica en la zona del océano Pacífico. Según él, será rápidamente conquistada por murciélagos, que sufrirían rápidamente un proceso biológico de especialización y diversificación para cubrir todos los nuevos nichos ecológicos de este nuevo ecosistema. Así, aparecerían espeluznantes animales como el flooer, un animal terrestre incapacitado para volar cuyas orejas imitarían pétalos de flores para facilitar su labor de caza de insectos, o el acechador nocturno (night stalker), un futuro murciélago terrestre que habría atrofiado sus alas en poderosas garras con las que cazaría mamíferos y reptiles en manada por las noches. Recordaría vagamente al legendario chupacabras, y es más que evidente que Dixon se basó mucho en este críptido para idear al acechador nocturno.

 

 Animales de montaña

Rabbuck

Estos animales evolucionados directamente desde los conejos comunes serán unos de los principales animales dominantes del planeta Tierra. Su reproducción y dominio terrestre será tan amplio y exitoso que en realidad existirán cuatro subespecies de este género: de montaña, desérticos, comunes y árticos. Desarrollarán un tamaño similar al de una gacela y sus largas patas les permitirán moverse dando brincos. Ocuparán el nicho ecológico herbívoro universal en praderas, montes y pampas, y serán presas y objetivo continuo de depredadores carnívoros por todo el mundo.

 

Género Falanx

La desaparición de animales carnívoros superdepredadores europeos y asiáticos como el lobo, el tigre o algunas especies de leones conllevará el surgimiento de estos roedores que poco a poco irán adaptando su fisionomía corporal a la caza y su dentadura a desgarrar la carne. Habitarán en llanuras, bosques y cordilleras.

 

Cañizanco

Este curioso animal vivirá en humedales de clima templado y se alimentará de peces y otros pequeños animales. Estará adaptado a vivir en zonas pantanosas y su afilada mandíbula en forma de sierra sugiere que se irá haciendo cada vez más letal y carnívoro.

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