Tras la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1991, existieron territorios que quedaron en litigio entre las diferentes naciones que surgieron. Uno de aquellos territorios es Transnistria, situado entre Moldavia y Ucrania, el cual todavía conserva muchos vestigios de la antigua URSS como ‘recuerdo’ de su pasado.
¿Dónde está Transnistria?
Transnistria es un Estado europeo con reconocimiento limitado, reconocido internacionalmente como parte integrante de la República de Moldavia. Está ubicado principalmente en el curso del río Dniéster, junto a la frontera oriental de Moldavia con Ucrania y posee una población superior a los 500.000 habitantes, cuya principal nacionalidad es la moldava, aunque algunos poseen también la ucraniana o la rusa.
Situación política de Transnistria
En su historia más reciente, la región de Transnistria fue un territorio en disputa entre el reino de Rumanía y el vasto Imperio ruso (posteriormente la Unión Soviética). En 1924, se estableció la República Autónoma Socialista de Moldavia dentro de la RSS de Ucrania con frontera en Rumania. La ciudad ucraniana de Balta fue su capital hasta su traslado a Tiráspol. Posteriormente, el tratado Ribbentrop-Mólotov firmado el 23 de agosto de 1939, estableció las respectivas zonas de influencia para la URSS y el III Reich alemán. En virtud este tratado, la Unión Soviética invadió los territorios rumanos de Besarabia y el norte de Bucovina entre junio y julio de 1940, algo nunca reconocido por Rumanía. El 2 de agosto de 1940 quedó proclamada la República Socialista Soviética de Moldavia. La región de Transnistria en la orilla del río Dniéster fue transferida a la nueva república.
En julio de 1941, Rumanía recuperó sus antiguos territorios en el transcurso de la Operación Barbarroja de las Potencias del Eje contra la URSS. En agosto de 1944, Rumanía cambió de bando y se unió a la URSS. Finalmente, tras la victoria de los Aliados, Rumanía tuvo que aceptar las anexiones soviéticas realizadas en 1940. Integrada en la Unión Soviética desde finales de la Segunda Guerra Mundial, la población rusoparlante de Transnistria declaró formalmente su independencia a mediados de 1990, mediante el establecimiento de la República Socialista Soviética de Moldavia de Pridnestrovia con capital en Tiráspol. Sin embargo, este gesto nunca fue reconocido por el aparato soviético, ya en descomposición por aquel entonces. Un año después, la República de Moldavia hizo lo propio. A finales de 1991, la Unión Soviética dio por finalizada su existencia dando lugar al nacimiento de 15 repúblicas, entre ellas Moldavia.
Sin embargo, Transnistria nunca alcanzó su ansiada independencia. Los constantes desencuentros entre las dos partes fueron en aumento hasta dar lugar a la breve guerra de Transnistria en 1992. Este conflicto terminó con un alto el fuego y la creación de una triple frontera resguardada por fuerzas militares de ambos bandos así como por un destacamento ruso encargado de mantener la paz. Desde entonces, la tensión en este lugar ha permanecido estática en el tiempo sin llegar nunca a una resolución eficaz. Por esta razón, se suele considerar a la peculiar situación de Transnistria como un conflicto post soviético congelado similar a los casos de Nagorno-Karabaj, Osetia del Sur o Abjasia, entre muchos otros. A modo de curiosidad, únicamente estos tres estados con estatus limitado reconocen actualmente la independencia de Transnistria.
Como consecuencia de este extraño ‘paréntesis’ entre Moldavia y Rusia, actualmente Transnistria funciona de facto como un Estado independiente con su propio gobierno en forma de república presidencialista, parlamento unicameral (llamado ‘Soviet Supremo’), ejército, policía, sistema postal y hasta moneda (rublo transnistrio). También poseen una Constitución, bandera, himno nacional y un escudo. No obstante, a pesar de todas estas singularidades, Transnistria no goza de ningún tipo de reconocimiento a nivel internacional por parte de las Naciones Unidas. El 22 de junio de 2018, la ONU aprobó una resolución mediante la cual instaba a Rusia a retirar sus tropas y armamento de esta región en teoría perteneciente a la República de Moldavia, sin por ahora obtener demasiados resultados.
Curiosidades de este lugar
Para quien se atreva a visitar este ‘exótico’ lugar en Europa del este le aguardan algunas sorpresas de lo más curiosas. Una imponente estatua de Lenin, vistosos carteles con la hoz y el martillo comunistas y hasta un monumento de un tanque T-34 soviético reciben a los incrédulos turistas a su llegada a Tiráspol, capital de Transnistria, como si de un viaje en el tiempo se tratase. Por lo general, a la población moldava no le resulta muy cómodo hablar de esta región rebelde, a la que consideran como parte integrante de su país. De hecho, es reconocida como una unidad territorial autónoma con un estatus jurídico especial Transnistria.
Aunque pueda parecer algo contradictorio, el gobierno de Transnistria no se considera así mismo comunista a pesar de conservar parte de la simbología de esta ideología. De hecho, los dos principales partidos políticos, ‘República’ (nacionalista) y ‘Renovación’ (liberal-conservador) son firmes partidarios de la economía de libre mercado. En la oposición se encontraba el Partido Comunista de Transnistria de ideología marxista-leninista hasta su disolución en 2013 y el Partido Comunista Transnistriano, considerado más joven y dinámico según sus líderes.
Durante la época del presidente prorruso Igor Smirnov (1991-2011), Transnistria se convirtió en un nido de corrupción además de constituir un intenso foco de tráfico de personas, contrabando de combustible, cigarrillos y armamento después de su abandono por el 14º Ejército soviético. Como ocurrió en otras partes, un selecto grupo procedente de los servicios secretos se hizo con suculentas riquezas tras el período de privatizaciones fruto de la caída soviética. El gran beneficiado de este proceso fue el antiguo policía y ex-agente de la KGB Viktor Gusan.
Otro dato curioso de esta región es que en Transnistria se encuentra el mayor arsenal procedente de la Guerra Fría: 20.000 toneladas entre armas y municiones. Este depósito se halla custodiado en la pequeña localidad de Kolbasna por unos 1.500 soldados rusos. Aunque hay quienes consideran muy peligroso su mantenimiento, la mayor parte de este material se encontraría obsoleto según la opinión de diversos expertos. No obstante, las autoridades moldavas consideran prioritaria la eliminación de este arsenal para su estabilidad y seguridad nacional.
Mientras tanto, hoy por hoy Rusia no se plantea su destrucción o el traslado de sus tropas a otra zona ya que así espera seguir manteniendo cierta influencia sobre Moldavia, país que por otro lado busca integrarse en la Unión Europea en un futuro próximo. A pesar de los recelos mostrados por los países circundantes, parece poco probable que estalle un conflicto inminente en Transnistria. Aunque la situación política de esta región resulte bastante extraña a ojos del resto del mundo, todos parecen convivir en perfecta ‘armonía’. Al menos por el momento.
Bibliografía:
Bermúdez A. (2021). ‘Transnistria, el disputado rincón de Europa oriental que guarda el mayor arsenal de armas de la Guerra Fría’. Redacción BBC Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-59693613
Gascón, M. (2021). ‘Transnistria: una marioneta rusa que toma vida propia de la mano del Sheriff’. Elconfidencial. https://www.elconfidencial.com/mundo/2021-09-28/transnistria-marioneta-rusa-vida-propia-sheriff_3294575/