El troll de internet y los 12 perfiles más típicos

Aviso a navegantes… (de internet)

Clasificación

Todos hemos caído alguna vez en la tentación de trolear o seguir las provocaciones de un troll. Lo más recomendable es ignorar sus prácticas y poner al descubierto su naturaleza troll, para poder centrarnos en las tareas constructivas y enriquecedoras. Sin embargo, más allá de los troleos puntuales existen usuarios que se dedican de un modo sistemático a la labor troll y están presentes en cualquier clase de contenido.

Son muy variadas las listas de tipos de troll, pues son muchos los criterios de clasificación utilizados. Atendiendo a las estrategias habituales y a los comportamientos observables de los trolls se han distinguido los siguientes tipos[1]:

1. El troll sádico. Este troll es aquel que simplemente disfruta de la humillación ajena. Sus estrategias básicas son principalmente la difusión de los errores (o lo que él considera como tal) y sacar de contexto fragmentos y contenidos para que parezcan disparates. Lo único que desea es humillar a toda costa.

Ilustración de Aude Legrand.

2. El troll zombie. El zombie actúa de manera automatizada y sus mensajes son repetitivos y continuos, pero no poseen agudeza ni mucha coherencia. Este troll nunca acaba la conversación e insiste siempre en la misma idea.

Ilustración de Willie Jimenez.

3. El troll vampiro. Este es un caso especialmente peligroso, puesto que se obsesiona y acosa a sus víctimas, siguiéndolas y rastreándolas por internet para atacarlas continuamente. Este troll se nutre del daño que causa y hostiga hasta la saciedad a su presa.

Vampire por Sean Smylie

4. El troll de trolls. Este troll se dedica a trolear a otros trolls. Hace pagar a los usuarios disruptivos con la misma moneda. El “ojo por ojo” es la máxima que sigue en su actividad por internet.

Troll headhunter por Sergey Samarskiy

5. El troll táctico. No tiene criterio ni ideología. Solo busca alcance y seguidores. Si consigue un par de Likes o follows al día, se puede ir a la cama contento. Pierde mucho tiempo en urdir estratagemas para conseguir seguidores en sus campañas de troleo. Es un experto en el desempeño de su cometido: propagar la crítica y generar ruido en cualquier dirección, con escaso éxito. A veces se le confunde con el troll borrego y con el troll novato.

Troll por Kyle Tallant

6. El troll erudito. Este tipo de troll saca punta de cualquier comentario y se dedica a deleitar a la audiencia con su conocimiento. Su objetivo es ajusticiar con sus críticas y demostrar quién es el más erudito en la sala. Pero cuidado, no se trata de una crítica constructiva ni mucho menos fundamentada (la cual es siempre bienvenida), sino de meras concatenaciones de despropósitos con las que pretende sentar cátedra. A veces hace uso de la condescendencia y siempre mantiene un tono de aparente superioridad que es fácil desenmascarar. Se le suele identificar porque siempre incluye la coletilla «hay que leer más e informarse mejor» acompañada de algún rebuzno.

Ilustración de Nikola Cvetkovic.

7. El troll hater. El hater vive del odio y sus técnicas favoritas son el insulto, la agresividad y la difamación. La frustración es un elemento importante, así como sus pulsiones dictatoriales a la hora de imponer su opinión. Aunque, a decir verdad, sus intervenciones no suelen ser opiniones, sino ataques violentos; es decir vómitos contundentes, fuertes y con desprecio. Este troll nunca está conforme pase lo que pase. Para él siempre está todo mal y te lo hará saber con verdadera acritud.

Forest Troll por Daniel Midholt

8. El troll novato. Siempre está el que se inicia en el troleo, y se nota en su poca efectividad ya que suele pasar desapercibido sin conseguir mucha repercusión. Este troll no ha decidido todavía el tipo concreto de troll que quiere ser, pero con esfuerzo y paciencia todo se consigue.

9. El troll sarcástico. Este tipo de troll es el más divertido y, aunque su intención sea causar molestia, siempre puedes pasar un buen rato con él. Normalmente emplea la ironía mordaz y usa recursos simples pero eficaces como los memes graciosos. Como en todo, los hay virtuosos y verdaderamente ingeniosos, pero también abundan los que simplemente lo intentan sin éxito. No es fácil ser un buen troll

Ilustración de Tully Summers.

10. El troll suplantador. El suplantador usa la identidad falsificada de otra persona para perjudicarla. Normalmente hace simulaciones paródicas para hacer burla de su víctima caricaturizándola y deformándola. En casos extremos, el daño gratuito de la imagen puede llegar a la difamación.

Cave Troll por Operion

11. El troll borrego. Sólo sigue la opinión de otro troll más potente. Sus comentarios únicamente son añadidos a la intervención de otro para echar más leña al fuego. Realiza apuntes que refuerzan otro comentario y no agregan contenido nuevo. Este troll se deja llevar por otro troll, pues carece de capacidad de opinar autónomamente. Sus comentarios no suelen ser muy elaborados y no tienen mucha repercusión.

Trolls de la película El Hobbit

12. El troll despistado. Es quien comenta diciendo cosas que no tienen nada que ver con la temática que se está tratando. En realidad este troll no es tan despistado, ya que es un comportamiento intencionado para interrumpir el diálogo enriquecedor o para verter contenido spámico.

Troll face por Will Hughes

Concepto

El troll de internet es aquel usuario disruptivo que realiza comentarios en una plataforma de información, los cuales pretenden imposibilitar o ensuciar la creación de un diálogo o de una comunidad de enriquecimiento de los contenidos compartidos. Los trolls intentan ahuyentar a los lectores o espectadores con sus distintas estrategias y ganar reconocimiento a través del desprecio cometido. No hay que confundir el señalamiento de un error o la confrontación de ideas con el comportamiento del troll, puesto que lo primero se dirige hacia la mejora de la calidad de lo discutido en la comunidad, y el segundo rompe la cohesión y la reciprocidad. El troll interviene para interrumpir el diálogo racional, para causar problemas y para llamar la atención con comentarios fuera de tono, fuera de lugar y con desprecio.

Tanto los procedimientos discursivos como los modos de intervención en las discusiones públicas han sido manifiestamente transformados por la mediación de la comunicación y las relaciones sociales por los recursos tecnológicos actuales. La pasividad del público y la unidireccionalidad de los medios de comunicación tradicionales han sido transformados por el uso de las TIC y por la digitalización de las plataformas informativas y comunicativas. El lector o espectador ya no es mero consumidor, sino que, a la vez que consume, genera contenido y pone en conexión diferentes elementos, creando así redes informativas.

El efecto beneficioso es patente para los medios productores y comunicadores de información, así como para el enriquecimiento de la información generada. La posibilidad de la participación de los consumidores genera relaciones de reciprocidad que pueden revertir en la mejora de la calidad de los contenidos compartidos. Ahora bien, existen tipos particulares de participación que pretenden destruir las condiciones de posibilidad del diálogo de impacto positivo para el mejoramiento de la calidad del contenido y para el establecimiento de redes más amplias de conexión y aportes de información. Es en este punto donde adquiere sentido el papel del troll.

Ilustración de Grigory Serov.

La etimología del término no hace referencia directa y primariamente al monstruo de la mitología escandinava que vive en grutas y bosques, sino que proviene del verbo inglés to troll [2]que, según el Cambridge Dictionary, significa “intentar atrapar peces tirando de un hilo con cebo a través del agua detrás de un bote”. Si trasladamos esta definición al contexto de los debates de internet, se pone de manifiesto el modus operandi básico de estos usuarios: el troll aparenta ser miembro de la comunidad que genera y comparte contenidos pero lanza sus comentarios para causar disrupción y crear conflictos infecundos para su propio regocijo. Posteriormente, el término se relacionó con el ser mitológico y finalmente acabó teniendo un significado propio.

Se suele considerar que la motivación principal del troll de internet es la búsqueda de autoafirmación mediante comentarios incendiarios que provoquen reacciones y muchas respuestas. Asimismo, muchos comentarios son productos de una disonancia cognitiva de los usuarios troll que, al tener una posición muy marcada sobre un tema determinado, sienten la necesidad de comunicarla al margen del interés por el enriquecimiento del debate. La disonancia cognitiva se da, según la teoría del psicólogo Leon Festinger, por la impresión de la incompatibilidad entre dos cogniciones simultáneas, lo cual puede producir reacciones actitudinales.

Por último, las plataformas de comunicación en internet generan cierta desinhibición en los usuarios. A este fenómeno Hardaker llamó “efecto Giges”. Este efecto de desinhibición hace referencia al mito del Anillo de Giges que aparece en el libro II de la República de Platón. En este diálogo, el mito le sirve al personaje Galucón para explicar que el anillo dado a un justo haría de él un criminal, puesto que la particularidad del anillo reside en que convierte en invisible al que se lo pone. Aprovechando esta singular cualidad, Giges, un pastor que encontró el anillo, empleó el poder del mismo para apropiarse el reino. Glaucón argumenta que son el miedo al castigo y el beneficio personal los que llevan a las personas a actuar justamente, pero si son «invisibles», entonces no se ven reprimidos por las leyes y la responsabilidad social.

En definitiva, en las redes sociales y las plataformas de comunicación de internet sucede un fenómeno análogo al del mito, puesto que, incluso sin necesidad del anonimato, existe un efecto de “desinhibición online” que puede ser benigno pero también tóxico. Internet permite transgredir los límites de lo aceptado en las relaciones sociales cara a cara, lo cual puede tener efectos beneficiosos, pero el troll lo aprovecha para torpedear y despreciar. Asimismo, El “efecto Giges” ha sido relacionado por Vicente Fenoll[3] con la “espiral del silencio” de Noelle-Neumann por sus consecuencias antagónicas y complementarias.

Bibliografía

Fenoll, V. “El trol de internet. Estrategias de los usuarios para controlar el diálogo en los medios digitales durante el juicio de Francisco Camps”. Dígitos: Revista de Comunicación Digital. N. 1, pp. 179-198, 2015.

Hardaker, C. “Trolling in asynchronous computer-mediated communication: From user discussions to academic definitions”. Journal of Politeness Research. Vol. 6, nº 2, pp. 215-242, 2010.

Hardaker, C. “What is turning so many young men into internet trolls?”. The Observer. 2013.

Mendiola, J. “¿Están ganando los trolls la batalla de internet?”. Yorokobu. 21/07/2015.

Noelle-Neumann, E. La espiral del silencio: Opinión pública, nuestra piel social. Ed. Paidós. 1995: Barcelona.

Sánchez, R. y Sánchez, K. “Los quince tipos de troll que se ocultan en las redes sociales”. El Confidencial. 09/05/2015.

[1] La lista se basa en “Los quince tipos de troll que se ocultan en las redes sociales. El Confidencial. Sánchez, R. y Sánchez, K., y se añaden ideas nuevas.

[2] Según Vicente Fenoll, V. “El troll de internet”. Revista de Comunicación Digital.

[3] Ibíd.

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