Todo parece verde e idílico en Irlanda cuando alguien nos habla de los hermosos lugares de la Isla Esmeralda. Sin embargo, ha estado dividida durante más de cien años y desde 1968 ha sido uno de los lugares más violentos de Europa Occidental.
En mayo de 2021 se conmemoró el I centenario de la partición entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte.
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Inglaterra e Irlanda
El origen de los problemas en Irlanda se remonta a siglos, más allá de la Edad Media. Sin embargo, para acotar un poco las fechas, solo nos remontaremos a principios del siglo XVII. La población de la isla de Irlanda, convertida al cristianismo en época altomedieval por monjes como San Patricio, San Columba, San Columbano o Santa Brígida, mantuvo su idiosincrasia cultural a pesar de numerosas invasiones. Tal firmeza en sus tradiciones y la lejanía del continente, permitieron que no sufriera la división religiosa que se produjo en Europa en la primera mitad del siglo XVI.
Hacia el año 1520, Lutero, con la ayuda de los príncipes alemanes, se separó formalmente de Roma. También en aquella época consumó su escisión Enrique VIII, quien se constituyó cabeza de la Iglesia de Inglaterra. También se alejaría Calvino en los Países Bajos. La Cristiandad, la unidad espiritual de Europa, se fragmentó, muchas veces por diferencias políticas entre monarcas, príncipes y señores. Los europeos tuvieron que obedecer a la máxima cuius regio eius religio que imponía la religión de su gobernante a toda la población de una región. Irlanda, sin embargo, permaneció mayoritariamente fiel a Roma.
En 1536 Enrique VIII, dos años después de establecer la Iglesia de Inglaterra, decidió invadir la Isla Esmeralda, entonces todavía dividida por conflictos internos, y someterla. Fue proclamado Rey de Irlanda y durante su reinado y los reinados de Isabel I y Jacobo I, Inglaterra hizo un gran esfuerzo por mantener la isla bajo control, tanto política como espiritualmente.
Plantaciones
Ante la incapacidad de llegar a la población local, Inglaterra cambió de estrategia. A principios del siglo XVII se llevaron a cabo las denominadas Plantaciones. Fieles escoceses e ingleses a la corona y de denominación protestante se establecieron en Irlanda, en muchos casos tomando las tierras de los señores católicos. Sobre todo se ocupó la zona del Ulster, la región del norte, donde la tierra era mucho más fértil y dónde más fuerte era la resistencia celta-católica. Este proceso se llevó a cabo al amparo de las Leyes Penales, que separarían de la administración a católicos y protestantes no fieles a la Iglesia de Inglaterra (como bautistas, presbiterianos o cuáqueros) y les obligaron a pagar elevados impuestos. Así, Irlanda, de mayoría católica, empezó a ser gobernada por señores protestantes.
Sin embargo, una de las debilidades de este plan fue la codicia de los intermediarios que la llevaron a cabo: ningún británico quería las tierras montañosas y pantanosas, por lo que, aunque estaba prohibido, se las arrendaron a los nativos católicos. Se fueron formando grupos de resistencia y la reacción no se hizo esperar: en 1641 los irlandeses tomaron las armas. Se formó entonces la Confederación Católica, que gobernaría gran parte de la isla hasta que entre 1649-1652 Oliver Cromwell los enfrentó y recuperó el control de Irlanda. Muchos irlandeses se vieron obligados a abandonar sus tierras, entregarlas a los protestantes fieles a Inglaterra y marchar hacia el oeste de la isla.
Batalla del río Boyne
En 1685 un monarca católico accedió al trono inglés: Jacobo II Estuardo se convirtió en rey en unos reinos de mayoría protestante (excepto Irlanda). Si los señores irlandeses con mayoría católica se rebelaron en 1641 contra sus gobernantes protestantes, esta vez fue al revés, los ingleses protestantes, apoyados por los holandeses, se rebelaron contra su rey. Guillermo de Orange, estatúder de las Provincias Unidas, invadió Inglaterra y expulsó a Jacobo II, que huyó a Francia. El rey destronado no se rindió y, apoyado por el monarca francés, Luis XIV, y por los católicos irlandeses, intentó recuperar su trono enfrentándose al usurpador. Orange llegó a la isla para enfrentarse a él, lo que colocó a Irlanda en el centro del conflicto entre los dos monarcas. Guillermo y Jacobo se enfrentaron en la Batalla del Boyne, saliendo victoriosos los orangistas.
Revolución, guerra e independencia
En los siglos siguientes los irlandeses se mantendrán fieles a su tradición católica y surgirán insurrecciones esporádicas ante las imposiciones inglesas. Ser irlandés y católico significaba no poseer derechos sociales. A mediados del siglo XIX una gran hambruna asoló la isla y ante la inacción del gobierno británico más de un millón de irlandeses murieron de hambre, mientras otros emigraron a América. A pesar del fuerte sentimiento de oposición, los británicos mantuvieron el control y no se produjeron levantamientos relevantes hasta 1912, cuando el auge del nacionalismo se extendió por el continente. Hacia finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX en Europa, hubo un fuerte movimiento nacionalista propagado gracias al auge del romanticismo en el continente, un movimiento filosófico y cultural que dio prioridad a los sentimientos, incluidos los sentimientos nacionales.
Los gobernantes de Irlanda, de mayoría protestante, decidieron emprender el camino del autogobierno, pero dada la situación de la isla, surgieron dos grupos: por una parte los nacionalistas irlandeses, mucho más numerosos y de mayoría católica, que defendían la total independencia del Reino Unido; por otra, los lealistas o unionistas, de religión protestante, que buscaban el autogobierno pero eran favorables a la corona y controlaban las instancias de poder de la isla. La Real Policía Irlandesa (RIC: Royal Irish Constabulary), controlada por los lealistas, jugó un importante papel de represión frente a las revueltas. En comparación con la policía en Gran Bretaña, éstos eran mucho más numerosos respecto a la población y estaban fuertemente armados.
En ambos bandos surgieron además grupos paramilitares que amenazaban a Irlanda con una guerra civil. Del lado de los nacionalistas surgieron los Voluntarios Irlandeses que evolucionaron al conocido Ejército Republicano Irlandés (IRA en sus siglas en inglés). El IRA sufriría en el siglo XX escisiones internas, parte del mismo se convertiría en las fuerzas armadas de Irlanda, mientras que otros continuaron la lucha armada de forma independiente. Del lado lealista destacaron los Voluntarios del Ulster, muchos integrados en la RIC y posteriormente, ya en el siglo XX, se creó la Fuerza Voluntaria del Ulster (UVF en sus siglas en inglés), un grupo paramilitar independiente.
Pese a que la religión tuvo un peso importante en los inicios del problema y que aún hoy en día se siguen utilizando «católicos» y «protestantes» para distinguir ambos grupos, debemos señalar que a partir del siglo XIX se tratará más bien de un conflicto socio-político y no tanto religioso. El factor religioso es una característica histórica más que refuerza el sentimiento nacional de cada grupo. Por ello es más conveniente utilizar los términos «republicanos» o «nacionalistas» para los defensores de la independencia de Irlanda y «lealistas» o «unionistas» para los fieles a la corona británica.
En 1916 un pequeño grupo de nacionalistas irlandeses se rebeló en Dublín en lo que se conoció como el Levantamiento de Pascua, sin embargo fueron reducidos y sus líderes ejecutados, lo que solo aumentó la simpatía por el movimiento. Las elecciones de 1918 al parlamento británico dieron al partido nacionalista Sinn Féin 73 diputados de los 105 correspondientes a Irlanda, pero estos se negaron a marchar a Londres y se reunieron en Dublín, proclamando la República de Irlanda. Ambos bandos, nacionalistas y unionistas, libraron una violenta guerra civil. En 1921 se acordó un alto el fuego y la isla se dividió, en base a varios tratados: Irlanda del Norte, parte del Reino Unido y con representación en el parlamento inglés, y el Estado Libre de Irlanda que sufriría varios conflictos internos hasta llegar lo que conocemos hoy como la República de Irlanda, constituida oficialmente en 1949.
Troubles
Podemos ver en este breve repaso de la historia de la isla, cómo la violencia y las tensiones sociales, políticas y religiosas han estado presentes durante mucho tiempo. En Irlanda del Norte, los católicos tenían derechos limitados a pesar de que eran mayoría en muchas ciudades. Por ello surgieron movimientos y activistas que protestaron contra esta discriminación y a favor de los derechos civiles. Por este motivo, en 1969 se organizó una marcha desde Belfast a Derry / Londonderry. Durante su viaje fueron acosados por los lealistas, lo que provocó que, al llegar a Derry, se atrincherasen en el barrio de Bogside, creando el famoso mural donde escribieron: «Estás entrando en Free Derry».
El 12 de agosto, una asociación de lealistas de Londonderry, los Apprentice Boys, decidieron llevar a cabo su tradicional marcha sobre las murallas hacia el barrio católico, lo que desató una batalla campal que se conoció como la Batalla de Bogside. El conflicto se extendió por toda la región hasta llegar a Belfast, donde nacionalistas y lealistas se enfrentaron. La violencia y el desorden fueron tales que el gobierno británico tuvo que desplegar tropas del ejército en la zona, iniciando así una serie de años de intensa violencia entre ambos bandos, hasta el punto que en muchas ciudades tuvieron que levantar muros que separaran los barrios nacionalistas de los lealistas.
Otro evento que solo agravó el conflicto fue el conocido Domingo Sangriento en 1972 cuando el ejército británico disparó indiscriminadamente en una marcha pacífica, matando a 26 civiles, muchos de ellos jóvenes de poco más de 20 años. Estos acontecimientos inspiraron la famosa canción Sunday, Bloody Sunday del grupo U2, que escribieron como forma de protesta y en la que mencionan a las víctimas. Os dejamos la canción al final del artículo.
Durante las décadas de 1970 y 1980, los grupos paramilitares de ambos bandos, que en muchos casos incluían a los propios soldados y policías lealistas, provocaron acciones violentas que provocaron numerosas muertes. También cabe destacar la fuerza con la que los grupos nacionalistas derivados del antiguo IRA (Ejército Republicano Irlandés) atacaron y llevaron a cabo gran cantidad de atentados. Uno de los más notorios fue en 1987 en Enniskillen, cuando una bomba mató a 12 civiles que disfrutaban de un desfile militar en conmemoración de los soldados caídos en la Primera y Segunda Guerra Mundial. Otro de los ataques más graves fue una bomba colocada en Omagh, donde murieron 29 personas, incluida una mujer embarazada de mellizos.
El duro camino hacia la paz
El proceso que condujo hacia la paz fue largo y duro, pues los años de violencia y el revanchismo que generaron no eran fáciles de gestionar. En 1994 tuvo lugar un primer alto el fuego para entablar conversaciones entre ambas partes, que logró perdurar casi dos años hasta un nuevo ataque del IRA. Ingleses y los unionistas irlandeses intentaron apartar a los representantes del republicanismo irlandés de las negociaciones, lo que llevó al IRA a revocar su alto el fuego y atentar en Londres en febrero de 1996, donde hicieron estallar una bomba que mató a dos personas y causó 39 heridos en el conocido como atentado de Docklands. Esto, seguido de un cambio de gobierno en Inglaterra al año siguiente, dio lugar a una negociación inclusiva. EEUU comenzó a implicarse en el conflicto como mediador, destacando en especial el papel del presidente Bill Clinton. En 1997 se acordó otro alto el fuego y las negociaciones se intensificaron.
En 1998 se firmó el Acuerdo del Viernes Santo, por el cual Irlanda del Norte se constituyó como una región de gobierno compartido entre los nacionalistas y los lealistas. Se retiraron las tropas británicas, se desarmaron los grupos paramilitares y se estableció el derecho de la población de Irlanda del Norte a la doble nacionalidad, entre otros acuerdos. A pesar de llegar a este consenso, algunos grupos paramilitares continuaron realizando ataques esporádicos hasta 2006.
Relación del IRA con ETA
Desde sus orígenes, el nacionalismo irlandés y el nacionalismo vasco han tenido estrechas relaciones por sus base católica y por el recorrido histórico que ambos fueron recorriendo durante el siglo XIX. La banda terrorista ETA bebió del modus operandi y contó con el apoyo de los grupos paramilitares nacionalistas irlandeses para realizar sus atentados en España. El nacionalismo vasco siempre ha querido comparar el problema irlandés con el vasco, pero entre ambos se encuentra un gran abismo histórico. Los irlandeses sufrieron a lo largo de su historia los abusos de los ingleses y eran considerados inferiores en muchos aspectos, teniendo vetados los puestos públicos por su condición de católicos. También podemos comprobar esta superioridad racial muy propia del mundo anglosajón en EEUU, donde la comunidad irlandesa-católica también sufrió cierta discriminación (como podemos ver en muchas películas y series ambientadas allí).
Los vascos sin embargo jugaron un papel fundamental en la construcción de España y su Imperio en América, como demuestran los numerosos conquistadores, militares, ministros, científicos, filósofos y cargos de responsabilidad de origen vasco que tuvo España. El nacionalismo vasco tiene su origen en el carlismo, que evolucionó durante el siglo XIX gracias a las ideas de Herder y el nacionalismo alemán basado en el Volksgeist (el espíritu del pueblo que atraviesa el tiempo, fuertemente ligado a la raza). Por tanto no se puede comparar el conflicto contemporáneo, puesto que en el caso irlandés había una tensión y violencia acumulada durante siglos, mientras que en el caso vasco no hubo tensión ni violencia hasta que apareció ETA. Algunos se apoyan en la dictadura de Franco y la represión que conllevó, pero eso afectó a toda España. Además la violencia continuó durante la democracia y a pesar de las libertades autonómicas que se les otorgaron (muy superiores al del resto de España).
Situación actual
Actualmente no hay conflicto armado, pero la tensión entre las dos comunidades se puede apreciar en algunas zonas como Belfast. En la capital de Irlanda del Norte, donde la tensión fue especialmente elevada durante los años más violentos, todavía se conservan los muros que separan a barrios nacionalistas de lealistas (católicos de protestantes) para evitar la violencia. Aún a día de hoy se puede oler esta tensión, sobre todo en Derry, donde estallaron los Troubles, y en Belfast cuyos «muros de la paz» siguen en pie y cada noche se cierran las grandes puertas que todavía están en pie y separan dos comunidades que siguen caminando hacia el encuentro y la paz.
Este proceso se ha intensificado a causa del Brexit. La República de Irlanda se mostró favorable a la permanencia en la Unión Europea, al igual que los resultados del referéndum en Irlanda del Norte. Sin embargo, en el resultado global del Reino Unido ganó la salida de la comunidad europea, lo que deja en una difícil situación a la isla esmeralda.
En el mes de mayo de 2021 se conmemoró los 100 años de la división y en el año 2022 se celebran elecciones al parlamento de Irlanda del Norte. El partido nacionalista Sinn Féin, favorable a la unidad de la isla bajo la República de Irlanda, ha ganado mucha fuerza estos últimos años y una posible victoria tal vez pueda propiciar un nuevo referéndum sobre la pertenencia de Irlanda del Norte al Reino Unido.