Turismo en el infierno radiactivo: Fukushima

Cualquier accidente nuclear, como el que ocurrió en Fukushima en 2011, es tremendamente devastador para las comunidades que sufren sus consecuencias. Esto se debe a que estas tienen que abandonar todo sin poder regresar a su ciudad en un período de tiempo que puede extenderse durante años o décadas.

¿Qué ocurrió en Fukushima?

En la ciudad de Okuma, prefectura de Fukushima, Japón, el día 11 de marzo de 2011 un terremoto de magnitud 9 y un posterior maremoto provocaron olas que rozaban alturas de 14 metros y que rompieron el muro de contención de la central nuclear, conocida con el nombre de Fukushima I. El agua llegó a inundar el suelo de esta central.

Fukushima I se desarrolló a finales de la década de los 60 bajo la dirección de la compañía de origen estadounidense General Electrics. Es importante el conocer este dato ya que fruto de él surgieron numerosas críticas por su diseño. No era comprensible que, en una zona donde los tsunamis eran frecuentes y podían llegar a alcanzar alturas de hasta 40 metros, el muro de contención de la central tuviera solo 8 metros. Por lo tanto, sí es cierto que ese mal diseño de la central japonesa provocó que el agua se filtrara a las centrales nucleares lo cual hizo que estas empezaran a fallar de manera progresiva hasta que, muchas de ellas, dejaron de funcionar. Esto generó que la energía que se encontraba almacenada quedase guardada ahí dentro. A todo ello se sumó que los sistemas de refrigeración dejaron de funcionar.

El maremoto de Fukushima se situó, en un primer momento, en el nivel 4 de la Escala Internacional de Eventos Nucleares pero, días después, ascendió al nivel 7 que es el nivel más alto.

Las consecuencias del accidente de Fukushima son enormes y de muy diversa índole. Por tanto, pueden dividirse en varias categorías:

  • Emisiones a la atmósfera terrestre: Estas emisiones fueron muy similares a las del accidente nuclear de Chernóbil. Afectan, de forma general, al origen de la vida.
  • Emisiones a los océanos: Tienen un efecto similar a las emisiones de la atmósfera llegando a afectar, principalmente, al Océano Pacífico hasta tal punto que ,cerca de la costa de San Francisco (California), se percibe (en un nivel bajo) la radiación liberada en Fukushima.
  • Seres humanos: Las consecuencias de la radiación en la población fueron muy extensas, desde un aumento en los casos de cáncer hasta problemas de infertilidad, aborto o malformaciones en el feto.
  • En lo que se refiere a los 23.000 trabajadores que se involucraron en las operaciones de emergencia durante la catástrofe, las dosis efectivas de la mayoría de ellos estaban por debajo de las dosis permitidas en Japón.

Fukushima y su turismo en la actualidad

Actualmente y, más de nueve años después de este desastre, el legado físico de todo lo ocurrido continúa siendo imposible de esconder. Casas en ruinas y destruidas son localizadas entre arrozales estériles y lugares arrasados por las olas que quitaron la vida a unas 18.000 personas. Muchas vidas, negocios y tiendas se han reducido a escombros. Estos objetos son la muestra cruel de algo que puede ocurrir sin poder ser ni planeado ni controlado por nadie. La tragedia es percibida en todos y cada uno de los rincones de estas ciudades.

Con todo esto, el nombre de Fukushima parece que vaya a estar siempre asociado a la catástrofe natural allí ocurrida. Sin embargo, algunos residentes están cansados de que su provincia sea sinónimo de peligro. Por ello quieren recurrir al turismo con el fin de demostrar que la vida en Fukushima sigue. Les parece algo injusto que deba ser visto como un lugar peligroso simplemente por el hecho de ser Fukushima.

«La idea de que debe ser peligroso solo porque es Fukushima es completamente errónea» comenta Shuzo Sasaki, funcionario que trabaja como guía para la agencia Real Fukushima, una de las muchas organizaciones que ofrecen tours a grupos pequeños.

En efecto, el turismo está permitido en algunas zonas de Fukushima. Sin embargo, el nivel de radiación de estos sitios continúa siendo elevado por lo que, en el momento del acceso, el control es bastante grande y no está permitida la completa movilidad por la zona. Se dice que el nivel de contaminación de estas ciudades es aún poco adecuado para vivir en ellas de una manera continuada.

La ciudad de Tomioka (prefectura de Gunma, Japón) es una de las declaradas como seguras por el gobierno y, aunque hasta ella no llegó el tsunami, sí lo hizo la radiación. La población tiene permitido regresar pero sus residentes no parecen estar muy animados a hacerlo ya que la ciudad permanece desierta y solo se acercan a ella turistas. Se cree que para que la vida en este lugar pudiera ser parecida a como era antes del desastre de la central podrían pasar 200 años. De hecho, con solo respirar el polvo allí presente, podrías enfermar de cáncer.

A pesar de esto, existen zonas denominadas “de difícil retorno” en las cuales no está permitida la entrada a ninguna persona que no cuente con un permiso especial para ello.

Ante esto surge la pregunta, ¿es realmente el turismo seguro en esta zona? En un primer momento se afirmó que la radiación continuaría existiendo durante décadas, a pesar de esto la lucha contra la contaminación está siendo bastante positiva por lo que se cree que se podría recuperar Fukushima antes de lo que se había pensado. No obstante, es requisito imprescindible que la visita cuente con una duración limitada ya que se recomienda no estar expuesto a la posible radiación más de la cuenta.

Por otra parte, los turistas no tienen permitido profundizar mucho en la prefectura de Fukushima, solo a zonas más descontaminadas y en donde no hay posibilidad de contacto con fauna salvaje. Con el abandono de las ciudades por parte de los habitantes, muchos animales salvajes se pusieron en libertad teniendo que subsistir por sí mismos.

Por tanto, visitantes y guías coinciden al afirmar que en Fukushima no queda nada. Ni negocios, ni habitantes, ni escuelas, ni nada. Creen que la prefectura podría lograr su renacimiento, pasado ya algún tiempo. Entre los supervivientes y evacuados son pocos los que se plantean regresar a Fukushima, prefieren pasar página antes que enfrentarse de nuevo a todo lo ocurrido.

A este tipo de turismo se le conoce con el nombre de turismo negro o turismo oscuro y puede ser entendido como una manera de ver en vivo sitios en los que han ocurrido catástrofes o tragedias. También se puede realizar como una forma de homenaje a las víctimas o de ayuda económica a la región.

Visitar sitios de turismo oscuro nos ayuda a que aprendamos sobre el pasado y no lo olvidemos tan fácilmente. Esto nos da una imagen de cuáles son los hechos que deben ser tolerados y los que no, pudiendo así acabar con el silencio cómplice que se crea al no tener en cuenta estos eventos para los turistas, a ignorarlos como si nunca hubieran sucedido. Esto es algo que, de forma indirecta, incitaría al hecho de que las generaciones futuras olvidaran terribles períodos de la Historia de la Humanidad, con la consecuencia de que se puedan volver a repetir. Así, este tipo de turismo puede ser una gran oportunidad para saber cómo es el ser humano.

Bibliografía

Lozano Leyva,M. (2011). Lecciones de Fukushima. Penguin Random House Grupo Editorial.

McCurry,J. (2018). «Tenemos esperanza»: Fukushima recurre al turismo tras el accidente nuclear. -, de elDiario.es Sitio web: https://www.eldiario.es/internacional/theguardian/esperanza-fukushima-recurre-turismo-accidente_1_1883078.html

Cumbre Pueblo (2019). ACCIDENTE NUCLEAR DE FUKUSHIMA: Causas, Efectos. Sitio web: https://cumbrepuebloscop20.org/energias/nuclear/accidentes/fukushima/

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