Zoser se encargó de hacer que Menfis fuese el gran centro político de la residencia faraónica, así como de la construcción de la primera pirámide egipcia en el s. XXVII a.C.
Snefru fue capaz de someter a las tribus beduinas, ganándose el apodo de “el látigo de los bárbaros”. E hizo que la prosperidad llegase a la región gracias a las minas de extracción de turquesa que promovió.
Keops es conocido por haber encargado la construcción de la más alta de las pirámides.
Hatsepsut se hizo conocer por sus obeliscos y por el florecimiento que alcanzó Egipto bajo su mandato.
Tutmosis III realizó 17 campañas en Asia para afianzar el dominio sobre el cercano Oriente.
Amenofis III llegó más allá de las cataratas del Nilo con la conquista de Nubia.
Su sucesor, Amenofis IV, esposo de Nefertiti, es conocido por marcar la ruptura más llamativa de la tradición egipcia al cambiar el culto de Amón por el de Atón; tomando así el nombre de Akhenatón, y desplazando la capital a la actual Tell el Amarna.
Con Ramsés II, Egipto alcanzó su apogeo económico y militar.
Cleopatra VII señaló el final del antiguo Egipto, y tras su muerte comenzaría la dominación romana de la zona.
Todos estos faraones han marcado la historia y evolución del Egipto Antiguo con sus hazañas. Sin embargo, no es extraño que si preguntamos por el nombre de algún faraón, muchos respondan sin pensar: Tutankamón.
Resulta interesante si pensamos en su historia.
Inicialmente conocido como Tutankhatón en apoyo al dios Atón; este joven faraón, apenas duró unos diez años en el trono y accedió a este a una edad temprana. No tuvo tiempo de destacar ni por sus aportaciones artísticas, ni por su expansión territorial, ni por sus logros militares. La razón no es otra que su corto reinado. Aunque ahora se piensa que su papel resultó ser mucho más importante de lo que en un principio pareció, ya que fue un gran constructor que se encargó de reparar los daños cometidos por Akenatón (el farón que instauró el monoteísmo y trasladó la capital) sobre los templos egipcios. Y es que los últimos hallazgos han desvelado que Akenatón fue su padre.
Lo más remarcado de su historia es el hecho de que retornase a Tebas la capital y retomase la divinidad de Amón como el Dios principal. Entonces cambió su nombre por el que hoy se le conoce y se distanció de la divinidad solar. Esta restauración religiosa significaba la vuelta al politeísmo.
¿Por qué es entonces tan reconocido en la historia del Antiguo Egipto?
La respuesta es sencilla para los historiadores: su tumba, en el Valle de los Reyes, fue la primera en descubrirse intacta, libre del saqueo; siendo con esto uno de los mayores hallazgos arqueológicos del S. XX.
Las excavaciones para el expolio de la tumba de Ramsés VI hicieron que se encontrase de manera fortuita el primer escalón de lo que parecía ser una nueva tumba. Fue un milagro que con su escasa profundidad, quedara oculta durante miles de años a ojos de los insaciables saqueadores. Las excavaciones en la zona gracias a la concesión y financiación de Lord Carnarvon dieron con el gran hallazgo en un momento en el que se estuvo a punto de dejar de costear las expediciones. Era el año 1922, el equipo de Howard Carter la descubrió. Era La tumba perdida de Tutankhamón.
El imaginario no ha dejado de crecer desde entonces. Las muertes se sucedieron alrededor de su descubrimiento. Aún hoy sigue siendo un misterio cuál pudo ser el motivo de su prematuro fallecimiento, con tan sólo 19 años.
Todavía existen numerosos mitos sobre la maldición de su enterramiento, que no hacen más que incrementar el renombre de su figura. Pero lo más importante es el hecho de que con su descubrimiento se dio a conocer al mundo cómo eran realmente las sepulturas faraónicas.
Es conocida como la tumba KV62. Alrededor de 5000 piezas fueron encontradas en el interior de sus cuatro salas entre vasijas, ataúdes, tabernáculos, joyas, y por supuesto, su famoso trono y su reconocida máscara de oro. Si bien no se encontraron papiros en ella, el decorado de las paredes es muy detallado, y ha servido para dar noticia de muchos aspectos antes desconocidos de las tumbas egipcias.
Con todo esto, aún cuando su reinado fuese menor, tiene el derecho de ser una de las figuras más reconocidas de la civilización egipcia antigua. Con una imagen rodeada de misterio que, sin embargo, nos ha dado respuestas muy valiosas sobre la suntuosidad de la muerte faraónica.