Que la ya famosa saga de novelas de Canción de Hielo y Fuego, (si, Canción de Hielo y Fuego, y no Juego de Tronos, que es el título del primer libro, como se hace mal llamar la serie de TV de la HBO) bebe directamente de la Historia no es algo nuevo, o no debería serlo. Son abrumadoramente numerosos los guiños que su autor, George R. R. Martin, plasma en sus novelas haciendo clara referencia a la Historia de Inglaterra en mayor medida. Pero ciertos episodios que acontecen en esta genial obra también se inspiran en momentos cruciales de la Historia europea.
Estamos en 1453, cuando el sultán osmanlí Mehmed II se dispone a tomar Constantinopla, desplegando su ejército ante las colosales murallas de esta gran urbe. El poder turco amenaza con saltar definitivamente a Europa si consigue tomar esta ciudad, heredera de todo lo que el Imperio Romano de Oriente había representado tiempo atrás. Además de sus firmes murallas, Constantinopla cuenta con la defensa natural que le brinda el estrecho marítimo del Cuerno de Oro. Ante el intimidatorio despliegue militar que Mehmed II lleva a cabo, los bizantinos se esfuerzan por resistir el asedio, haciendo todo lo posible que esté en sus manos para poder repeler la ofensiva turca. Y ante el temor de que los otomanos pudieran llevar a cabo estrategias navales exitosas, el basileus Constantino XI decide cerrar el Cuerno de Oro con enormes cadenas de costa a costa para impedir el avance de los navíos enemigos. No obstante, aunque el asedio de Constantinopla en estas fechas sea uno de los más destacado de su historia, la historiografía apunta que ya se tenía constancia de la existencia de esta cadena defensiva desde el siglo VIII.
Si ahora nos vamos a las novelas de Martin, y nos detenemos en el momento concreto en el que Tyrion Lannister encarga la elaboración de grandes cantidades de eslabones para confeccionar una cadena lo suficientemente grande y resistente como para cerrar el Aguasnegras y defender así Desembarco del Rey de las naves de Stannis Baratheon, el paralelismo es evidente.
Pero aún hay más, y es que el uso del fuego valyrio también es una clarísima referencia al empleo por parte de los bizantinos del conocido como fuego griego para defenderse de las tentativas orientales en su afán expansionista, sustancia que era altamente inflamable y de la cual aún hoy no se conoce la composición exacta.
Quien sabe, quizás el Mediohombre tenía entre sus libros algún tomo de Historia Universal de la Edad Media o Moderna que ya hubiera leído para ampliar sus profundos conocimientos no solo de Poniente.
BIBLIOGRAFÍA:
-Barreras, D. y Durán, C.: Breve historia del Imperio Bizantino. Nowtilus. Madrid, 2010.
-Donado Vara, J. y Echevarría Arsuaga, A. La Edad Media: siglos V-XII. Editorial Univer-sitaria Ramón Areces, UNED. Madrid, 2009.
-Roth, K.: Historia del Imperio Bizantino. Labor. Barcelona, 1925.