Existen testimonios de pacientes que durante una intervención quirúrgica han observado, desde arriba, su cuerpo inmóvil en la mesa de operaciones. También se escuchan experiencias similares en otros contextos. Con el paso de los años la ciencia va consiguiendo dar respuesta a este fenómeno conocido como viaje astral.
Una obra de 1943 titulada “Apparitions”, de Geroge N. M. Tyrrel, colaboró a difundir el concepto conocido como experiencia extracorporal, también denominado viaje astral. Este segundo término es más usado en el mundo de la parapsicología o del misticismo. La ciencia ha intentado encontrar una explicación.
¿En qué consisten las vivencias extracorporales?
En esta experiencia se dan generalmente dos fenómenos. Por una parte, una sensación subjetiva en la cual la persona siente que su alma o consciencia se separa de su cuerpo y, por otra parte, una autoscopia, donde se ve al propio cuerpo como si se estuviese fuera de él.
Estos hechos han quedado reflejados en multitud de relatos a lo largo de la historia de la humanidad que han contribuido a la construcción de mitos, leyendas y multitud de historias de terror. También ha alimentado la curiosidad de muchas personas en torno a estos fenómenos, constituyendo lo que conocemos como parapsicología. Sin embargo, también otros muchos científicos rigurosos se han interesado por el tema con el objetivo de encontrar una respuesta.
Buscando las respuestas
La neurociencia aporta explicaciones a este fenómeno. Su estudio se ha realizado usando técnicas que van desde la electroencefalografía (que analiza la actividad bioeléctrica del cerebro), la resonancia magnética funcional (que muestra imágenes de las áreas que se activan en nuestro cerebro mientras realizamos una tarea), o la realidad virtual, entre otras técnicas.
Como podremos imaginar la investigación en sujetos que han tenido este tipo de experiencias es bastante complicado, pues en la mayoría de los casos es difícil saber cuándo se va a producir este fenómeno y su detonante puede ser bastante diverso.
Los trabajaos se han realizado tanto en sujetos sanos como en los pacientes que tienen un daño neurológico, el cual lleva aparejado un trastorno del esquema corporal (por ejemplo, no son capaces de nombrar o reconocer las partes del cuerpo, o la realidad entre lo que sucede en su propio cuerpo y en el exterior del mismo). De esta manera se pueden comparar y estudiar las áreas del cerebro afectadas cuando ocurren estos eventos. Es decir, qué diferencias hay entre los primeros pacientes y los segundos.
La paciente 0
Uno de los primeros trabajos que dieron una explicación a este fenómeno ocurrió en el año 2002. Una paciente sufría fuertes ataques de epilepsia (unas convulsiones que se repiten en un tiempo determinado). El tratamiento farmacológico suministrado no conseguía disminuir el problema, así que se intentó estudiar su cerebro para ver en qué parte se iniciaba el problema y así poder intervenir en la misma.
Para localizar el lugar se iban estimulando distintas áreas del cerebro hasta que una de ellas diera lugar a las convulsiones. El foco que originaba la epilepsia se encontró en una zona del cerebro que se llama lóbulo temporal anterior derecho.
Sin embargo, a efectos de las experiencias extracorporales, la investigación ofreció unos resultados que nadie se esperaba.
Una de las áreas que también estimularon es el giro angular derecho. Al activar esta última zona, la paciente describía una sensación de estar cayéndose o hundiéndose.
A raíz de esta información, los investigadores tomaron la decisión de aumentar la intensidad de estimulación en ese lugar para ver qué sucedía. La mujer relató lo siguiente: “Me veo desde arriba, tendida en la cama, pero solo puedo ver las piernas y la parte inferior del tronco”.
¿Qué funciones tiene el giro angular?
El giro angular se localiza en ambos hemisferios y, en la mayoría de casos, cuando se encuentra en el hemisferio izquierdo, forma parte de la denominada área de Wernicke. En la mayoría de las personas, el área de Wernicke, está implicada en la comprensión del lenguaje.
También procesa sensaciones o señales como el tacto, vista, equilibrio o la propiocepción. La propiocepción es el sentido encargado de informarnos de la posición de los músculos y nuestra situación en el espacio. Como te puedes imaginar, estamos ante una zona que lleva aparejado un procesamiento bastante complejo con implicaciones múltiples.
El experimento de Stratton
A pesar de los datos reveladores comentados en el estudio anterior, no podemos pasar por alto un curioso hallazgo que ya había realizado George M. Stratton (1865-1957) en 1899. Un psicólogo pionero en el estudio de la percepción de la visión que intentó entender cómo los sentidos pueden percibir el entorno.
En su experimento, Stratton se colocó un espejo sobre la cabeza para poder verse de pie unos metros delante de sí. Su objetivo era que este espejo pudiera invertir la visión de la realidad de izquierda a derecha y de arriba a abajo.
A pesar del estrafalario aspecto que tenía, decidió seguir con su vida cotidiana durante tres días. No ocurrió nada, pero decidió probar durante un periodo más largo (ocho días). Según pasaba el tiempo, pudo comprobar cómo iba aumentando la sensación de sentirse fuera de su cuerpo, la percepción de la realidad iba cambiando. Aunque este experimento era una variación de otro realizado por el físico y médico Hermann von Helmholtz, Stratton demostró cómo alterando la información que llega al cerebro, éste cambia el modo en que interpreta la realidad.
Engañando a la mente
Con el avance de la tecnología se han podido utilizar otras técnicas más sofisticadas basadas en el estudio de Stratton. Veamos algún ejemplo de cómo el cerebro no siempre interpreta correctamente la información que llega a los ojos.
Uno de esos experimentos consiste en sentar a un sujeto de espaldas a una cámara que le graba por detrás. El sujeto solo visualiza su espalda a través de unas gafas que recoge lo que está grabando la cámara. Cuando se toca con un palo su espalda, lógicamente, la persona ve su espalda (por las gafas) y percibe ese contacto. Una vez realizado esto, lo curioso es que el sujeto es capaz de sentir un contacto viendo a través de las gafas una grabación de ese hecho, aunque no le estuvieran tocando en ese momento. Él no sabe que es una grabación, así que ve y siente que le están tocando, aunque forme parte del vídeo y no de un contacto real. Siente a través de un «yo-virtual».
Intercambiar el cuerpo
En un experimento, realizado por Valeria I. Petkova y H. Henrik Ehrsson, se usó un maniquí con unas gafas que visualizaban y transmitían esa información. El maniquí se encontraba frente a un sujeto, con otras gafas, permitiendo a la persona visualizar lo que el maniquí “veía”. Se le pedía al sujeto que mirase hacia abajo – donde el maniquí tenía su campo visual- para conseguir que visualizara esa parte del cuerpo del maniquí.
La ilusión de que la mente estaba en el cuerpo del muñeco se conseguía tocando alguna parte del cuerpo del sujeto y del maniquí al mismo tiempo. Las personas llegaban a tener la sensación de que su cuerpo era el del maniquí y no el suyo, demostrando así cómo se podía cambiar la percepción de pertenencia con el propio cuerpo.
Modificaciónes de este trabajo, así como otros estudios realizados en distintas universidades, vino a demostrar lo mismo: la autoconciencia del cuerpo se puede manipular.
Ahora es momento de regresar al punto de partida.
¿Por qué ocurren las visiones extracorporales de forma espontánea?
Los ejemplos vistos nos permiten concluir que las experiencias extracorporales pueden producirse por factores internos, o a través de una manipulación de la realidad externa (muchas veces más asimilable si nuestro sistema de creencias ayuda a dar forma a esa realidad)
Hay informes clínicos que afirman que las visiones extracorporales en personas con problemas médicos o psiquiátricos podrían deberse a niveles altos de dióxido de carbono en sangre. Esto se ha podido observar en pacientes en estado crítico, con sucesos cercanos a la muerte.
Otras investigaciones también sugieren que una disfunción cerebral colabora en la aparición de este tipo de vivencias. Es el caso del grupo de investigación dirigido por el psicólogo Jason Braithwaite, donde se llegó a la conclusión de que estos eventos podrían estar relacionadas con la inestabilidad neuroeléctrica cerebral o un mal funcionamiento de los circuitos neuronales de los lóbulos temporales. De hecho, los pacientes con epilepsia, migrañas y otros problemas neurológicos tienen mayor probabilidad de padecer este tipo de alucinaciones.
No todo está relacionado con una enfermedad o daños en el sistema nervioso. Se sabe que existen otros parámetros físicos (cambio en la iluminación, temperatura, humedad, etc.) que colaboran en la activación de visiones en ciertas personas con propensión/sugestión a ello, algo que ya demostró el psicólogo Richard Wiseman.
El sueño profundo también podría crear esta experiencia. Incluso se ha producido en personas que están padeciendo un miedo extremo. Igualmente, la anestesia, algunas drogas y narcóticos pueden producir experiencias extracorporales. Por tanto, tener este tipo de acontecimientos no implica necesariamente una patología.
Diversos trabajos consideran que esta situación puede ser experimentada por una de cada diez personas a lo largo de su vida al menos una vez.
A modo de conclusión
La investigaciones, desde distintas disciplinas científicas, van encontrando una explicación de aquellos fenómenos que antes pertenecían al ámbito de lo paranormal o místico, ofreciendo así una respuesta racional a estos sucesos.
La mente, los pensamientos y las percepciones pueden ser manipulados o cambiados: por factores biológicos internos, por factores externos, o una mezcla.
BIBLIOGRAFÍA SENCILLA DE CURIOSIDADES DE LA NEUROCIENCA:
Alonso Peña, José Ramón (2011). La nariz de Charles Darwin: y otras historias de la Neurociencia. ISBN: 9788415338086. Editorial Almuzara. Córdoba.
Sacks, Oliver (2008). El hombre que confundio a su mujer con un sombrero. ISBN: 9788433973382. Editorial Anagrama. Barcelona.
BIBLIOGRAFÍA AVANZADA SOBRE LA PERCEPCIÓN CORPORAL:
Andra M. Smith and Claude Messier. Voluntary out-of-body experience: an fMRI study. Front. Hum. Neurosci., 10 February 2014 | https://doi.org/10.3389/fnhum.2014.00070
Ehrsson HH. The Experimental Induction of Out-of-Body Experiences. Science 24 Aug 2007: Vol. 317, Issue 5841, pp. 1048. DOI: 10.1126/science.1142175
Jason J. Braithwaite, Kelly James, Hayley Dewe, Nick Medford, Chie Takahashi and Klaus Kessler. Fractionating the unitary notion of dissociation: disembodied but not embodied dissociative experiences are associated with exocentric perspective-taking. Front. Hum. Neurosci., 30 October 2013
Olaf Blanke, Theodor Landis, Laurent Spinelli, Margitta Seeck, Out‐of‐body experience and autoscopy of neurological origin. Brain, Volume 127, Issue 2, February 2004, Pages 243–258, https://doi.org/10.1093/brain/awh040
Stratton, G. M. The spatial harmony of touch and sight. Mind, 8, 492-493. 1899.
Zalika Klemenc-KetisEmail, Janko Kersnik and Stefek Grmec. The effect of carbon dioxide on near-death experiences in out-of-hospital cardiac arrest survivors: a prospective observational study. BioMed Central 2010. Front. Hum. Neurosci., 30 October 2013. https://doi.org/10.3389/fnhum.2013.00719