Traemos esta semana un fragmento de la famosa obra de Calderón de la Barca, La vida es sueño. Sin embargo, no hemos querido poner en este post el famoso monólogo de todos bien conocido que da titulo a la obra, sino otro que nos habla sobre la libertad.
Pedro Calderón de la Barca
No podemos introducir un fragmento de esta obra sin hacer una pequeña reseña biográfica de su autor. La vida de Calderón daría pie a una película o novela. Nació en Madrid el 17 de enero de 1600. Estudió en el Colegio Imperial de los jesuitas, en la Universidades de Alcalá y Salamanca donde estudió para ser sacerdote, pero no llegó a ordenarse y decidió iniciar la carrera militar. No llevaba esos años una vida muy modélica y se vio envuelto en un homicidio, por el cual le impusieron el pago de una elevada indemnización. Para poder pagarla marchó a combatir a Flandes como soldado y también participó en la campaña para sofocar la rebelión en Cataluña en 1640.
Ya entonces había participado en varios concursos de poesía, los cuales ganó. Sus comedias comenzaron a hacerse famosas. En 1642 pide su retiro como militar y entra al servicio del duque de Alba. Goza, desde entonces, de un período de tranquilidad para la creación literaria. En 1651 se ordenó sacerdote y se trasladó a Toledo como capellán. Volvió en 1663 a Madrid por orden de Felipe IV que le nombra capellán de honor. Murió en Madrid el 25 de mayo de 1681 a los 81 años de edad.
La vida es sueño
Calderón fue un prolífico escritor y tiene multitud de obras, pero la más conocida por todos es La vida es sueño. No solo tuvo éxito en su época, sino que también tuvo gran importancia en el siglo XIX, durante el Romanticismo, dando a los autores de este periodo una concepción universal del hombre, además de alentar el mundo de los sueños y el misticismo de la época. También expresaba el sentido trágico de la vida, viendo en Segismundo la desazón del ser humano ante su destino.
Os dejamos con uno de los monólogos que realiza el protagonista en la obra en el que nos habla del misterio de la libertad, comparando al ser humano y su condición con el resto de criaturas:
(Descúbrese SEGISMUNDO con una cadena y a la luz, vestido de pieles.) SEGISMUNDO ¡Ay mísero de mí! ¡Y ay infelice! Apurar, cielos, pretendo ya que me tratáis así, qué delito cometí 105 contra vosotros naciendo; aunque si nací, ya entiendo qué delito he cometido. Bastante causa ha tenido vuestra justicia y rigor; 110 pues el delito mayor del hombre es haber nacido. Sólo quisiera saber, para apurar mis desvelos (dejando a una parte, cielos, 115 el delito de nacer), qué más os pude ofender, para castigarme más. ¿No nacieron los demás? Pues si los demás nacieron, 120 ¿qué privilegios tuvieron que yo no gocé jamás? Nace el ave, y con las galas que le dan belleza suma, apenas es flor de pluma, 125 o ramillete con alas cuando las etéreas salas corta con velocidad, negándose a la piedad del nido que deja en calma: 130 ¿y teniendo yo más alma, tengo menos libertad? Nace el bruto, y con la piel que dibujan manchas bellas, apenas signo es de estrellas, 135 gracias al docto pincel, cuando, atrevido y crüel, la humana necesidad le enseña a tener crueldad, monstruo de su laberinto: 140 ¿y yo con mejor distinto tengo menos libertad? Nace el pez, que no respira, aborto de ovas y lamas, y apenas bajel de escamas 145 sobre las ondas se mira, cuando a todas partes gira, midiendo la inmensidad de tanta capacidad como le da el centro frío: 150 ¿y yo con más albedrío tengo menos libertad? Nace el arroyo, culebra que entre flores se desata, y apenas, sierpe de plata, 155 entre las flores se quiebra, cuando músico celebra de las flores la piedad que le dan la majestad, el campo abierto a su ida: 160 ¿y teniendo yo más vida tengo menos libertad? En llegando a esta pasión un volcán, un Etna hecho, quisiera sacar del pecho 165 pedazos del corazón. ¿Qué ley, justicia o razón negar a los hombres sabe privilegio tan süave, excepción tan principal, 170 que Dios le ha dado a un cristal, a un pez, a un bruto y a un ave?