La viruela: la enfermedad erradicada gracias a la vacunación

La viruela fue una enfermedad infecciosa grave provocada por el Variola virus llegando a ser letal en algunos casos. Hoy en día está catalogada como una de las dos enfermedades totalmente erradicadas en el mundo junto con la peste bovina. Su eliminación es considerada como uno de los mayores logros dentro de la Historia de la Medicina, donde la vacunación tuvo un papel primordial.

Variola Virus

Los virus constituyen agentes infecciosos acelulares microscópicos, que necesitan una célula a la cual infectan previamente para poder reproducirse. Generalmente están compuestos por moléculas de ácido nucleico (ADN o ARN) envueltas por una cápsula de proteínas. Muchos de ellos provocan enfermedades, como el caso del Variola Virus, responsable de la viruela.

El Variola Virus, perteneciente a la familia de los Poxvirus, afecta exclusivamente a los seres humanos. Este virus está formado por una molécula simple de ADN bicatenario de 130 a 375 kilobases junto con diez enzimas encargadas de la transcripción del ADN viral. Además posee una doble membrana, una externa y otra interna. La membrana externa constituye una bicapa lipídica de 50 a 55 nm de espesor con estructuras tubulares de 7 nm de ancho por 100 nm de largo que le confieren su aspecto característico.

Variantes de la viruela

Existen dos variantes de viruela:

Viruela Mayor: se trata de la forma más común y más grave de la enfermedad. Se caracteriza por una erupción cutánea más extendida y fiebre más alta. A su vez, se distinguen varios subtipos de viruela mayor: la común (constituyendo el 90% de los casos), la modificada, la lisa y la hemorrágica. La forma común tiene una tasa de mortalidad del 30% , aunque las variantes lisa y hemorrágica no dejaban supervivientes.

Viruela menor: es una forma de enfermedad menos frecuente y mucho más leve, con una tasa de mortalidad del 1%.

Epidemias de la viruela

La viruela ha acompañado a la Humanidad desde sus inicios. Los casos más antiguos de los que se tiene constancia datan del 10.000 a.C.

En torno al 165-180 d.C. tuvo lugar una gran epidemia de viruela que se llamó la peste de Antonino, descrita por el médico Galeno. Esta epidemia se originó en Mesopotamia, concretamente durante el asedio a Seleucia y afectó de lleno al Imperio Romano. Se estima que causó la muerte de unos cinco millones de personas, llegando a un tercio de la población en algunas zonas del imperio. Se cree que esta epidemia provocó la muerte del emperador Lucio Vero (corregente con Marco Aurelio) en el 169 d.C.

En Japón, una epidemia de viruela procedente de Corea, azotó al país de forma catastrófica entre los años 735-737 d.C., originando importantes cambios políticos, sociales, económicos y religiosos. Los dirigentes japoneses llegarían incluso a promover la propiedad privada de la tierra a aquellos campesinos dispuestos a cultivarla para tratar de frenar la masiva emigración. A su vez, el emperador japonés Shömu emprendería la construcción de grandes templos budistas al sentirse él mismo responsable de la catástrofe. Se estima que la viruela acabó con la vida de aproximadamente un tercio de la población japonesa (1 millón de personas), afectando a todas las clases sociales sin excepción.

Tras el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, la viruela se exportó al continente americano junto con el sarampión, la peste bubónica y la gripe causando una devastadora mortalidad entre la población indígena debido a su escasez de anticuerpos frente a dichas enfermedades. La primera epidemia de viruela se extendió por el Caribe hacia 1518 y desde allí se expandió a México al año siguiente y más tarde a Centroamérica. Cuando Hernán Cortés llegó al imperio azteca, la viruela se le había adelantado. La mitad de la población ya había perecido. El emperador azteca Cuitláhuac (sucesor de Moctezuma) falleció en 1520, víctima de la viruela. Para 1618, la población azteca había descendido de 18 millones a tan solo 1,6 millones.

La misma suerte corrió el imperio inca, donde la población indígena cayó abruptamente cuando tuvieron lugar las expediciones de Pizarro y Almagro. Esta vez le tocó el turno al emperador inca Huayna Capac, cuya muerte en 1525 causó una cruenta guerra civil entre sus hijos Huáscar y Atahualpa. Norteamérica tuvo un destino parecido, cuando Hernando de Soto llegó a las tierras del Misisipi se encontró con poblados vacíos donde todos sus habitantes habían perecido por viruela. Esto se debió a que los indígenas de la costa que ya habían entrado en contacto con los europeos, se la habían trasmitido a los habitantes del interior. La viruela facilitó enormemente la tarea a los españoles para dominar el continente americano junto a otros elementos como la caballería, las armas de fuego y las armaduras de metal.

La viruela seguiría causando estragos en el mundo hasta los siglos XVIII y XIX, especialmente en Europa donde la población estaba experimentado un fuerte crecimiento. Importantes reyes europeos como María II de Inglaterra, Luis I de España, Pedro II de Rusia y Luis XV de Francia murieron de viruela.

Se calcula que la viruela ostenta el dramático record de ocasionar el mayor número de muertes (más de 300 millones de personas) como enfermedad infecciosa a lo largo de toda la historia de la humanidad, superando a otras enfermedades especialmente mortíferas como el sarampión, la peste negra, la gripe, el VIH, el cólera o el ébola, entre otras. A su vez, ha ocasionado la desfiguración de millones de personas como consecuencia de sus devastadores síntomas cutáneos.

Batalla contra la viruela: vacunación

En torno al siglo X d.C., en China se practicaba la inoculación primitiva de la viruela con el fin de mitigar sus efectos y como medida de prevención.

En el siglo XVIII, la británica lady Montagu observó durante un viaje a Turquía como las circasianas que se pinchaban con pústulas de la viruela de la vaca no desarrollaban la enfermedad. De regreso a Inglaterra, divulgó estos conocimientos a Occidente, siendo uno de los estudios pioneros de la inoculación de la viruela.

El fraile hispano chileno Pedro Manuel Chaparro desarrolló inoculaciones de la viruela procedentes de pus de pústulas de enfermos como método de prevención en 1765. El método fue descrito por su compañero el fraile Domingo de Soria en su libro ‘Inoculación de las Viruelas’, publicado en Lima en 1778.

En 1796, el científico británico Edward Jenner desarrolló un ensayo que posteriormente daría lugar a la vacuna. Extrajo pústulas procedentes de la mano de una granjera infectada por el virus de la viruela bovina y se las inoculó a un niño de 8 años llamado James Phipps. James desarrolló malestar después de 7 días pero cuando Jenner le realizó varios pinchazos de la viruela, no desarrolló la enfermedad. Hoy en día Edward Jenner es considerado como ‘el padre de la inmunología’ constituyendo una de las figuras más relevantes dentro de la Historia de la Medicina, si bien sus prácticas serían inaceptables en la actualidad por contravenir los principios de la ética médica. En 1798, Jenner publicó sus descubrimientos en su trabajo llamado ‘An Inquiry into the Causes and Effects of the Variolae Vaccinae, a Disease Known by the Name of Cow Pox’.

A principios del siglo XIX, el médico español Francisco Javier Balmis y Berenguer fue uno de los pioneros en aplicar las ventajas de la vacunación en nombre de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (apoyada por el monarca Carlos IV) por todo el territorio del imperio español, salvando la vida de cientos de miles de personas. 

Erradicación de la viruela

El último caso de viruela en Estados Unidos ocurrió en 1949. En 1958, la Unión Soviética con Víktor Zhdánov como viceministro de Salud, propuso a la Organización Mundial de la Salud (OMS) acabar con esta enfermedad a nivel mundial a través de una campaña masiva de vacunación. A finales de los años 60, la viruela era todavía endémica en algunas zonas de África y Asia. En 1967, la OMS se encargó de promover una campaña de vacunación mundial bajo el mando del médico checo Karel Raska con el fin de contener los últimos focos epidémicos de viruela así como emprender medidas de prevención y vigilancia en los países más afectados.

Rahima Banu

Como resultado de esta campaña intensiva, la niña Rahima Banu procedente de Bangladés fue el último caso registrado de viruela major en el mundo en octubre de 1975. El último caso de viruela minor contraído de forma natural, se dio el 26 de octubre de 1977 en Somalia en un hombre de 23 años llamado Ali Maow Maalin.

En agosto de 1978, la fotógrafa médica de origen británico Janet Parker contrajo el virus por accidente tras una mala manipulación en un laboratorio de Reino Unido. Su trágica muerte el 11 de septiembre de ese año fue la última registrada por este virus a nivel mundial. Finalmente el 8 de mayo de 1980, la XXXIII Asamblea de la OMS dio por concluido el Informe final de la Comisión Global para la certificación de la erradicación de la viruela.

Controversia

Aun después de la erradicación definitiva de la viruela en 1980, existen todavía dos cepas del virus en estado criogénico: una se encuentra en el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades en Atlanta (Estados Unidos) y otra en el Centro Estatal de Virología y Biotecnología VECTOR en Novosibirsk (Rusia).

Actualmente existe mucha controversia acerca de la idoneidad de conservar o de destruir esas cepas, ya que podrían ser utilizadas como arma biológica. Además en caso de accidente o ataque biológico, la población mundial habría dejado de estar inmunizada frente al virus y el tiempo transcurrido para realizar una campaña de vacunación a escala planetaria no sería lo suficientemente rápida como para evitar la muerte de millones de personas.

Entre las razones que algunos científicos esgrimen para el mantenimiento de estas cepas, se incluye el de la investigación o la creación de nuevas vacunas. Esto se debe a la posible replicación del virus de la viruela de forma artificial en ciertos laboratorios, aun en el caso de destruirse esas últimas cepas.

Bibliografía:

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