Tradiciones inventadas: el kilt y las Highlands de Escocia
El kilt es una característica falda de uso masculino propia de la región de Escocia. Es por todos conocido que la prenda distintiva de Escocia es esta tradicional falda con la que supuestamente se vestían sus antepasados. El característico tejido con el que se confecciona el kilt es el tartán, que tiene un patrón de líneas cruzadas que forman cuadrados.
Esta imagen del “escocés tradicional” con simbólicos elementos como el kilt y la gaita ha quedado impresa en las representaciones más habituales del país, no sólo en las que el resto del mundo tiene de Escocia, sino como rasgo de identidad nacional de los mismos escoceses. Hoy en día es difícil imaginarse al legendario héroe William Wallace sin la falda o el manto de tartán con los que se lo ha retratado, pero… ¿es históricamente correcta esta arraigada tradición?
“Actualmente, cuando los escoceses se juntan para celebrar su identidad nacional, la afirman abiertamente por medio de un determinado aparato nacional distintivo. Llevan el kilt, tejido en un tartán cuyo color y modelo indican su “clan”; y si deciden tocar música, su instrumento es la gaita.”
(Hugh Trevor-Roper)
El sugerente kilt sigue siendo usado en la actualidad. En eventos especiales y socialmente destacados, así como en actos oficiales es común ver a orgullosos escoceses vistiendo sus típicas faldas como emblema de su condición nacional acorde a la importancia de la ocasión. Además, la prenda tiene la particular característica de distinguir los clanes a los que pertenecen los que la llevan según su color, lo cual acentúa el sentimiento de identidad o pertenencia. No obstante, a pesar de la antigüedad que se le suele atribuir, el empleo del kilt es fundamentalmente moderno. Lo cierto es que se trata de un desarrollo posterior al Acta de Unión con Inglaterra firmado en 1707. Y para aquel entonces ya había llovido mucho desde las inmortales hazañas de William Wallace.
Pero esta construcción ideológica afecta a determinantes cuestiones históricas que van más allá de una mera falda, por interesante que pueda ser. El mismo concepto de una cultura Highland originaria está en juego. Las Highlands son las Tierras Altas de Escocia situadas en la montañosa zona del norte. Todas las naciones tienden a reconstruir una continuidad con un pasado, para legitimar su actual condición política. Pero los procesos históricos son siempre más complejos y atienden a una pluralidad heterogénea de sucesos, tendencias y proyectos, en ocasiones difícil de justificar.
Después de la moderna Unión con Inglaterra el mencionado aparato simbólico se empezó a utilizar con carácter contestatario. Se comenzaron a emplear elementos culturales propios para reivindicar la diferencia respecto a los ingleses. Es cierto que con anterioridad ya existían formas rudimentarias de la indumentaria reclamada, pero hasta el momento se las consideraba ligadas a la barbarie de los gandules, violentos y chantajistas highlanders (Hugh Trevor-Roper). Todo lo cual no se quería asociar a la imagen histórica de una civilizada Escocia. Es más, incluso para las Highlands no eran signos originarios ni particularmente distintivos.
La idea de una tradición highland cohesionada y diferenciada es el producto de una construcción retrospectiva. De hecho, no se consideró a los haighlanders como un pueblo diferente hasta finales del siglo XVII. Culturalmente, los habitantes del oeste de Escocia eran mucho más próximos a Irlanda que a los sajones de las Lowlands. Por este motivo se los concebía como un apéndice de Irlanda sin estatus propio. Cabe decir que la unidad cultural se conservó incluso después de que la unidad política quedara vilipendiada en el siglo XVII por la autoridad inglesa de la Plantation del Ulster y la hegemonía de los Campbells en el poniente de las Tierras Altas. No era más que una tradición dependiente de Irlanda que se encontraba bajo dominio extranjero.
Fue a finales del XVIII y principios del XIX no sólo cuando se conformó la idea de unas Highlands independientes con rasgos externos propios, sino cuando éstos se extendieron a la integridad de la nación escocesa. Hugh Trevor-Roper (2012) establece tres etapas de este proceso: primero, se produjo una revuelta cultural contra Irlanda que se orientó a la reelaboración de una historia escocesa. En esta reconstrucción se llegó a afirmar incluso que la Escocia celta era la cultura primigenia e Irlanda era una derivación y dependencia suya. Segundo, se crearon nuevas tradiciones tildadas de antiguas y originales. Y tercero, las tradiciones fueron adoptadas por la Escocia oriental culturalmente vinculada a los sajones, pictos y normandos.
Literalmente se construyó la leyenda de unos highlanders celtas anteriores a los invasores irlandeses del siglo V. En 1729 Thomas Innes refutó esta trayectoria histórica, pero en 1739 David Malcolm la reafirmó. No obstante, la mayor difusión y el impacto más fuerte se produjeron en 1760 por la creación de una historia y una literatura indígena por parte de James Macpherson y John Macpherson que, a pesar de no ser hermanos, escribían poniéndose de acuerdo.
No menos inventada fueron las tradicionales formas de vestir. En 1805 el escritor del Romanticismo Walter Scott escribió un ensayo en las Edinburgh Review en el que comentaba con erudición y buen criterio el Ossian de Macpherson (al que supuestamente «sólo» había traducido de fuentes gaélicas escocesas originales). Scott rechazó la autenticidad, pero afirmó por primera vez que los caledonios del siglo III llevaban un philibeg de tartán. Ni Macpherson se había atrevido a sugerir tal aseveración.
El philibeg de tartán es identificado con el klit moderno. El tartán llegó a Escocia en el siglo XVI desde Flandes a través de las Lowlands, no es original de la zona. No obstante, en la película Braveheart se representa a William Wallace (finales del siglo XIII) con un manto de tartán con cinturón. Pero lo que es más interesante es que el caso concreto del philibeg es aún más moderno, no se conoce hasta el siglo XVIII. De hecho, no es de invención escocesa, sino que la creó un inglés después de la mencionada Unión de 1707. La característica distinción de los clanes por colores es todavía más tardía: se diseñaron para una festividad en celebración de un rey hanoveriano organizada por Walter Scott. La indumentaria de los highlanders escoceses era la misma que la de los irlandeses, puesto que los habitantes de las Tierras Altas escocesas provenían de Irlanda.
El término kilt surge dos décadas después de la Unión de 1707. Fue el oficial inglés destinado en Escocia Edward Burt quien describió el quelt como una forma particular de llevar los mantos con cinturón. Pero esta prenda (o forma de llevar la prenda) no es aún el kilt moderno. Su inventor propiamente dicho fue el cuáquero inglés Thomas Rawlinson, quien era propietario de una red industrial de hornos y forjas. El empresario se dio cuenta de los inconvenientes del manto con cinturón de los highlanders para el trabajo, de modo que acortaron la prenda y la “hicieron útil”. Se separó la falda del manto y se la convirtió en una prenda independiente con los pliegues cosidos. Este y no otro fue el nacimiento del felie beg, philibeg, o “pequeño kilt”, es decir, es el producto de una medida de disciplina laboral ligada a la racionalidad propia de la incipiente producción industrial.
El uso del kilt se popularizó pero el gobierno británico decidió eliminar todo rasgo vinculado a las formas de vida independiente propias de los highlanders. De esta manera, se prohibieron sus prendas después de la rebelión de 1745. Las leyes parlamentarias no sólo se limitaron a la ropa, como es obvio, sino que también desarmaron a los highlanders y sus jefes quedaron desposeídos de su poder jurisdiccional. Al levantarse la prohibición el kilt se puso de moda, pero el retorno no fue hacia las formas de vida constreñidas por la pobreza y la necesidad de pasar por montañas y rocas. Antes bien, la figura romántica del noble salvaje ligada a la reivindicación de la identidad nacional hizo que la alta burguesía y los nobles anglicanizados vistieran una versión refinada y más cara del kilt. Además, el propio gobierno británico formó los regimientos highland. El primer regimiento de este tipo se formó con anterioridad a 1745, pero fue alrededor de 1760 con William Pitt el Viejo cuando se acentuó su orientación al servicio de la guerra imperial británica, disipando los vestigios de los levantamientos jacobitas.
Como conclusión, afirmamos con Hugh Trevor-Roper que “el kilt es simplemente un vestido moderno, diseñado en principio, y después utilizado, por un industrial inglés cuáquero que lo suministró a los highlanders con la finalidad de preservar su tradicional forma de vida pero a la vez facilitar su transformación: para sacarlos de los brezales y meterlos en la fábrica”.
Si quieres conocer con más detalle esta tradición inventada y otras más, entonces este libro es particularmente recomendable: La invención de la tradición. El estudio de la tradición de las Highlands en Escocia es realizado por el historiador Hugh Trevor-Roper. Es un capítulo dentro de una obra a cargo de Eric Hobsbawm y Terence Ranger. Hobsbawm fue uno de los historiadores más importantes y con mayor influencia del siglo XX.
Bibliografía
Dunbar, J. T. (1962). History of Highland Dress. Edimburgo: Oliver & Boyd.
Trevor-Roper, H. (2012). La invención de la tradición: la tradición de las Highlands en Escocia. En Hobsbawm, E. y Ranger, R. (eds.) La invención de la tradición. Barcelona: Crítica.