Agustín de Hipona es un santo de la Iglesia católica y un personaje importante de su historia por ser doctor y uno de los padres de la misma. Es considerado el principal pensador del cristianismo del primer milenio de nuestra era. Sus obras más ilustres son Confesiones y Ciudad de Dios.
El santo cristiano descubrió la filosofía y su vocación intelectual a través de la lectura del Hortensius, un texto de Cicerón que en la actualidad está perdido. Otro momento determinante en su biografía fue el descubrimiento de los escritos neoplatónicos, que tanto marcarían su trayectoria posterior. Su desarrollo vital e intelectual estuvo marcado por distintas etapas sucesivas que concluyeron en la adopción de la fe cristiana.
Las reflexiones agustinianas abordaron conceptos de forma novedosa y atendió a problemáticas anteriormente no tratadas con profusión. Son especialmente relevantes sus indagaciones en torno a la memoria, el tiempo, el mal o la verdad, entre otras nociones.
“Ama y haz lo que quieras. Si callas, callarás con amor; si gritas, gritarás con amor; si corriges, corregirás con amor; si perdonas, perdonarás con amor.”
El concepto y la realidad del amor son centrales en la doctrina teológica cristiana, así como en las relaciones comunitarias de los practicantes de la fe. No se trata de un mero consejo cotidiano, sino que a lo que alude esta sentencia es al núcleo temático relacionado con la figura de Cristo (su encarnación, muerte y resurrección), lo cual impregna las distintas dimensiones de la existencia. El concepto de Amor en San Agustín es tan preponderante que ha sido objeto de estudio por parte de ilustres figuras intelectuales como Hannah Arendt.