La Guerra negra o el Genocidio de Tasmania

En Oceanía, separada de la costa meridional australiana por el estrecho de Bass, se encuentra la singular Tierra de Van Diemen. Fue así como los europeos llamaron a la isla de Tasmania. Después de que a mediados del siglo XVII el holandés Abel Tasman liderara la primera expedición europea en la isla, esta fue establecida como colonia penal por los británicos. En el siglo XVIII el escritor irlandés Jonathan Swift popularizó la Tierra de Van Diemen al usarla como punto de referencia geográfico para ubicar su célebre isla de Liliput, que situaba al noroeste.

A principios del siglo XIX acontecieron una serie de conflictos entre los aborígenes tasmanos y los colonos del Imperio británico con resultados catastróficos para los primeros. Este acontecimiento es conocido como Guerra negra, también llamado Genocidio de Tasmania. Las fuentes exponen unas cifras que rondan entre los 300 y menos de 100 aborígenes tras la guerra de los aproximadamente 5000 que había antes (aunque hay que decir que las estimaciones varían mucho). Dicho funesto episodio es una de las claras manifestaciones del carácter depredador del Imperio británico.

Ilustración que representa aborígenes de Tasmania.

Colonialismo depredador

La población aborigen fue exterminada casi por completo. Casi la totalidad de las lenguas autóctonas y sus expresiones culturales propias se perdieron. En este caso, como en muchos otros, lejos del mestizaje y la integración religiosa e institucional; el no mezclarse con los aborígenes fue el modo de proceder tan característico que siempre acompañó al imperio colonial inglés. Una práctica que usaron fue declarar Australia como terra nullius, es decir, tierra de nadie (sin habitantes humanos) y así poderla reclamar. La trampa estribaba en que las tierras a menudo estaban habitadas.

El conflicto

No hubo una declaración formal y oficial de guerra, de modo que la datación del conflicto no es precisa y se abre a interpretaciones. La fecha usualmente señalada es el tiempo comprendido entre los años 1828 y 1832, puesto que durante ese periodo el gobierno colonial declaró la ley marcial, esto es, un estatuto de excepción de la legislación ordinaria concediendo a las fuerzas armadas capacidades extraordinarias. Sin embargo, el conflicto tuvo un recorrido mucho mayor.

Como se ha dicho, en 1803 los británicos establecieron su primer asentamiento en la isla cerca de la actual ciudad de Hobart. En los meses inmediatamente siguientes se sucedieron algunas refriegas. Con el primer gobernador, David Collins, se formó un vacío legal sobre cómo lidiar con los conflictos. Las instrucciones originarias, fallidas, declaraban que la violencia contra los aborígenes sería castigada.

En mayo de 1804 soldados británicos dispararon a un grupo de aproximadamente 100 aborígenes, tras un pequeño conflicto en una granja. Esta fue la primera gran masacre. No se sabe con exactitud cuántos murieron. Las tensiones y los ataques aumentaron y en una sequía entre los años 1806 y 1807 se desató una ola de violencia. Además, entre 1807 y 1813 llegaron 600 colonos de Norfolk. El cultivo y el ganado británico fueron creciendo, así como la población colonial y se apropiaron de las tierras violentamente frente a los aborígenes.

Natives on the Ouse River, Van Diemen’s Land. Pintura de John Glover.

En el año 1824 George Arthur fue proclamado gobernador y quiso proteger a los aborígenes bajo las leyes británicas y enjuiciar a quienes atacasen sin motivo a los nativos. Después de que dos aborígenes fuesen enjuiciados y ahorcados, seis colonos fueron asesinados en 1826. El periódico Colonial Times reclamó un cambio urgente en la política colonial, llegando a expresar que “la autodefensa es la primera ley de la naturaleza. El gobierno debe expulsar a los nativos, de lo contrario, serán perseguidos como bestias salvajes y destruidos”.

La venganza y la eliminación de la amenaza no fueron los únicos motivos de los ataques de los blancos, el mero deporte y el deseo sexual también fueron importantes motores. Los conflictos se acentuaron y en el año 1825 surgió una auténtica crisis. Los aborígenes duplicaron sus ataques y la seguridad de los colonos entró en riesgo. La situación era la de una guerra, pero los nativos no formaban un frente convencional pues eran tribus dispersas.

A pesar de que la legalidad de matar a aborígenes no es clara, el gobernador George Arthur intentó forzar su rendición a través del permiso a los colonos de responder a los ataques. Estaba permitido repeler los actos violentos y las agresiones. Muchos se valieron de esta disposición legal para endurecer el conflicto. Los asesinatos masivos no tardaron en llegar. En una ocasión los nativos atacaran granjas para que los colonos retiraran su ganado de su territorio de caza. La respuesta fue contundente. Los soldados del 40 ° Regimiento realizaron ataques de represalia. La violenta escala de ataques y respuestas no pararon. Pero la asimetría era patente. Por ejemplo, los británicos mataron aproximadamente a cien nativos del clan Pallittorre por la muerte de tres ganaderos.

Esta fue la dinámica que primó hasta 1828. La situación era insostenible. El 19 de abril George Arthur proclamó una separación territorial entre los colonos y los aborígenes para evitar el contacto y, por consiguiente, los conflictos. La frontera de las zonas no estaba muy clara, pero a partir de entonces estaba permitido expulsar violentamente a los nativos de los distritos de los asentamientos colonos sin la condición de que estuviesen siendo atacados.

Ilustración que representa un ataque de los aborígenes.

El gobernador achacaba a la población reclusa las más deplorables fechorías contra los nativos durante los primeros años, por ese motivo entendía que se enemistaron con los colonos. Pero él sólo podía mitigar los efectos, o eso creía. Para proteger la frontera repartió tropas militares en catorce puntos estratégicos. Sin embargo, a partir de octubre del mismo año 1828 los ataque aborígenas se multiplicaron como nunca antes. George Arthur convocó al Van Diemen’s Land’s Executive Council y declaró la ley marcial el primer día de noviembre. Los nativos en los distritos de los colonos eran ahora “abiertos enemigos del rey”. Este fue el gran punto de inflexión de la Guerra Negra. En ese momento cinco clanes nativos seguían en los distritos de los asentamientos británicos.

Entre octubre y noviembre de 1830 se formó la llamada Línea Negra. Esta consistía en un frente escalonado de 300 kilómetros para realizar un barrido del territorio. Más de 2000 personas participaron en la misma: más de 500 soldados, más de 700 reclusos y más de 900 colonos. La Línea Negra estaba formada por tres divisiones que empujaron a los aborígenes hacia el sur y el este para encerrarlos en la Península de Tasmania. La Línea Negra acabó disolviéndose con escaso éxito. Los aborígenes siguieron atacando tanto a un lado como al otro de la Línea.

En el año 1830 los aborígenes llegaron a perpetrar un total de 250 ataque. Pero al año siguiente el número bajó considerablemente, pues sólo realizaron 70 ataques. No obstante, el peligro seguía vigente. La labor del predicador George Augustus Robinson fue decisiva. Desde 1830 realizó diversas expediciones para la conciliación. El número de los nativos fue decreciendo drásticamente por el hambre, las matanzas y las enfermedades. Con la mediación de Robinson muchas tribus fueron negociando su rendición. En diciembre de 1831 se puso fin a la Guerra Negra. Ataques aislados en el noroeste se siguieron dando hasta el 1842, pero en los distritos de los asentamientos no hubo más violencia. Así pues, en enero de 1832 se revocó la ley marcial. Los aborígenes que quedaban fueron trasladados a la isla de Flinders. Allí las enfermedades europeas siguieron causando estragos en la población. A pesar de que la reducción de la población no se debió exclusivamente a los asesinatos, muchos historiadores no han dudado en tildar a este episodio de auténtico genocidio.

La última tasmana

En el año 1876 murió Trugernanner o Truganini. Fue un acontecimiento importante, pues se trataba de la última aborigen tasmana o palawa (el nombre nativo) de “sangre pura”. Esta mujer nació en el año 1812, es decir, cuando los británicos ya se habían asentado en la isla y el conflicto ya se había iniciado. Concretamente, nació en la isla Bruny, cerca de Hobart. Truganini no conoció los buenos tiempos de paz. De hecho, su vida estuvo marcada por la tragedia: su madre fue asesinada, su hermana raptada y muerta, su prometido también murió intentado protegerla de ser secuestrada.

Truganini en 1870

Truganini fue una de los aborígenes supervivientes del conflicto que fueron reubicados en la isla Flinders. Allí la trasladaron con su marido Woorrady. En el año 1856 los volvieron a trasladar, esta vez de vuelta a Tasmania, a Oyster Cove, en el sur de Hobart. En el año 1876 murió y las autoridades difundieron la noticia como el fin de los tasmanos originarios. Se daba a entender que el problema estaba zanjado y que habían vencido definitivamente. Sin embargo, este dato no está libre de controversia, puesto que pudo ser una treta de conveniencia política. En cualquier caso, Truganini se ha convertido en un símbolo que recuerda el siniestro destino que sufrieron los aborígenes de Tasmania.

 

Bibliografía

Clements, N. (2013). Frontier Conflict in Van Diemen’s Land. Thesis, University of Tasmania.

Clements, N. (2014). The Black War. Brisbane: University of Queensland Press.

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