Nacido en el año 121, y perteneciente a los llamados ‘Cinco buenos emperadores’, Marco Aurelio sería uno más en la lista de los regentes del antaño, poderoso imperio romano.
Es uno de los últimos miembros de la dinastía Antonina. La cual, muchos de sus miembros, son considerados como algunos de los mejores emperadores, tales como Trajano, Adriano, o Antonino Pio.
Proveniente de una gens, una organización social común de la época de individuos unidos por un tronco o antepasado común, y bautizado como Marco Annio Catilio Severo, de muy joven, llamó la atención de otro emperador, Adriano, quien por su personalidad e inteligencia queda admirado, y ordena a Antonino Pio que lo adopte en el 138.
Estudió retorica griega y latina, donde uno de sus maestros, Marco Cornelio Frontón, se convertiría en su gran amigo y mentor, vistiendo en el 133 la manta de filósofo, tomando el camino del estoicismo, escuela según la cual el bien no está en los objetos externos, sino en la sabiduría y dominio del alma, que permite liberarse de las pasiones y deseos que perturban la vida. Tiempo después, sería nombrado césar en el año 139, y cónsul en los años 140 y 145, año en donde se casa con su prima Faustina la joven, hija de Antonino.
Siendo los 23 años de gobierno de Antonino considerados los mejores del imperio, o los más prósperos cuando menos, a su muerte, en el 161, año en el que asoció al trono a su hermano por adopción Lucio Aurelio Vero que que falleció en el 169. Será entonces cuando Aurelio tome las riendas, encontrando un imperio acosado por cuatro principales problemas: invasiones bárbaras, la guerra contra los partos del rey Vologeses III, revueltas populares y epidemias.
Contrario a como podrían hacer muchos gobernantes ayer y hoy, Aurelio destacó por su serenidad y su confianza en la fuerza moral de sus convencimientos, más que en el poder militar .
En política interior Marco Aurelio defendió a las clases menos pudientes, para quienes fundó escuelas, orfanatos y hospitales, y alivió la carga de los impuestos. También intentó humanizar las leyes penales y el trato que los amos daban a sus esclavos. Además, reforzó la centralización de la administración imperial y, al igual que sus predecesores, mantuvo la misma política de amistad hacia el Senado: en su advenimiento al Imperio se comprometió a no ejecutar a ningún miembro del mismo, aunque fueran opositores políticos. El emperador filósofo siguió practicando pequeñas deferencias con la asamblea senatorial: aumentó sus atribuciones como tribunal de apelación, asistía a las sesiones del Senado, sometía a la decisión del mismo, asuntos importantes como el de declarar la guerra o establecer tratados con los pueblos germanos. Concedió subsidios a senadores empobrecidos que corrían el riesgo de perder su condición. En definitiva, se puede decir que siguió la línea de su modelo, Antonino Pío. Dicha entente, entre senadores y Antoninos, se vio truncada por Cómodo, hijo de Marco Aurelio, cuyas buenas relaciones iniciales se fueron descomponiendo a lo largo de su reinado, hasta acabar en la conspiración fracasada del 182, que conllevó la represión de un grupo amplio del de senadores.
Durante su reinado libró guerras defensivas en las fronteras del norte y del este del Imperio. Sus legiones contuvieron la invasión parta de Siria en el 166, pero de nuevo Roma se vio obligada a luchar en el 167 contra las tribus germanas en la frontera Rin-Danubio. Marco Aurelio regresó a Roma, de forma intermitente, durante la campaña germana, para realizar reformas legales y administrativas. Estaba preocupado, en particular, por el bienestar público e incluso vendió sus posesiones personales para mitigar los efectos del hambre y la peste en el Imperio.
En su relación con los cristianos, adoptó la misma actitud que Trajano, que evitaba la persecución, pero reprimía las manifestaciones públicas de su fe y castigaba a los fieles que, tras ser denunciados, se negaban a celebrar el culto de la religión ancestral. Sin embargo, esa actitud obedecía menos a una voluntad erradicadora que a la opinión extremadamente severa que le merecían su proselitismo y sus prácticas rituales. De hecho, los cristianos nunca lo incluyeron en su lista de perseguidores.
Como emperador, a pesar de su temperamento pacífico y su preocupación por la economía, se vio obligado a concertar empréstitos forzosos y a desprenderse de parte del patrimonio imperial ante la urgente necesidad de constituir un ejército de esclavos, gladiadores, extranjeros y fugitivos con el que hacer frente a la presión de los bárbaros; así, rechazó a los germanos hasta más allá del Danubio en el 168, venció a los partos y les arrebató parte de Mesopotamia (161) y sometió a marcomanos (172), cuadros (174) y sármatas (175).
Tras la paz general de 175 y la ocupación de una franja de seguridad al norte del Danubio, admitió en el imperio, por primera vez, a bárbaros como colonos y soldados. Sin embargo, una revuelta en el norte de Italia determinó que proscribiera por un tiempo esa práctica. Quebrantada la paz por los bárbaros en el 177. Murió de peste en Vindobona (ahora Viena) el 17 de marzo del 180, en pleno curso de la invasión. Su hijo y sucesor, Cómodo, abandonó su plan.
Los historiadores reconocen el fallecimiento de Marco Aurelio como el punto final del período de bonanza y progreso conocido como la Pax Romana y el comienzo de una lenta pero larga decadencia que terminaría corroyendo y destruyendo al Imperio romano siglos más tarde.
Pero Marco Aurelio no partiría de este mundo sin brindar, tal vez, su mayor obra: las Meditaciones, una de las obras más importantes del legado filosófico romano. Escrita entre 170 y 180, representa una de las miradas más interesantes al estoicismo clásico. Marco Aurelio fue un emperador cuyo reinado se vio signado por las invasiones, las rebeliones, las traiciones e incluso algunas de las peores plagas en la historia de Roma. No obstante, debido al carácter estoico y reflexivo del emperador, este siempre pudo sobreponerse ante las calamidades. Actuando de manera medida y pensante, sus acciones estuvieron determinadas por un amplio y centrado poder de reflexión.
Sus notas son representativas de una mente lógica y de un pensamiento filosófico y espiritual acorde con el estoicismo, y en consonancia con los principales estoicos de raíz bética cordobesa: Séneca, Lucano, Helvia, etc. Sus Meditaciones están consideradas como un monumento literario a un gobierno al servicio del deber.
Un hombre cultivado desde sus inicios, que por un hecho desafortunado, logró ser el gobernante de una ciudadanía diversa, logrando defenderla en más de una ocasión, conservando el prestigio y cariño de su dinastía y sus sucesores. Un gobernante con la mano extendida al pueblo en múltiples ocasiones.
#RetoEmperador
Referencias
https://www.biografiasyvidas.com/biografia/m/marco_aurelio.htm
https://es.wikipedia.org/wiki/Marco_Aurelio
https://www.ecured.cu/Marco_Aurelio
https://www.imperivm.org/biografia-de-marco-aurelio/
https://mercaba.org/SANLUIS/Filosofia/autores/Grecia%20y%20Roma/Helenismo/Aurelio,%20Marco%20-%20Meditaciones.pdf
https://www.nuevatribuna.es/articulo/historia/helvia-albina-matrona-hispanorromana/20161226180858135108.html