El colapso de la Edad del Bronce no es tan conocido como la caída del Imperio Romano, pero éste tuvo consecuencias que se aprecian todavía hoy. Aquella sociedad mediterránea y de Medio Oriente estaba altamente interconectada: comercio, alianzas o conflictos políticos eran comunes a toda la región. Sin embargo, en poco más de un siglo, aproximadamente del 1200 al 1100 a.C., este sistema entró en crisis y los grandes reinos que lo caracterizaron desaparecieron de la historia. ¿Qué sucedió?
Un sistema interconectado
Evidencias documentales y restos de naufragios muestran que la interconexión entre los pueblos de la Edad del Bronce era bastante amplia y compleja. Entre los productos más comerciados estaban el cobre y el estaño, la materia prima para el bronce, que define esta época. En particular, el estaño era un producto que debía ser importado por caravanas de zonas que actualmente están en Afganistán. Ésta es solo una muestra de lo complejas que eran estas redes de intercambio. El naufragio de Uluburn brinda una muestra de la diversidad de otros productos comerciados. Se han encontrado marfil (de elefante y de hipopótamo), cuentas de vidrio, olivos, higos, cilantro, granadas, puntas de flecha, dagas, caparazones de tortuga, huevos de avestruz, cristales de cuarzo, oro, cerámica, lámparas de aceite, bloques de vidrio coloreado, entre otros.
Los materiales y objetos móviles no eran lo único que se intercambiaba en esa época. Algunos palacios egipcios tienen pinturas y frescos que solo pudieron ser realizados por artistas minoicos. Este es un ejemplo de intercambio, no solo de productos, sino también de los servicios de artistas, músicos y otras realidades culturales entre los diferentes reinos. También había matrimonios entre las casas reales de los diferentes países y regiones de la zona. Un ejemplo es el de Maathornefrura, princesa hitita que acabó siendo esposa de Ramsés II, de la XIX dinastía. Y de repente, hacia el 1200 a.C., este sistema desaparece y la región entra en una Edad Oscura.
Los Pueblos del Mar
Hasta hace algunas décadas era común atribuir todos los rastros de destrucción de estas civilizaciones a los llamados Pueblos del Mar. La hipótesis sigue la siguiente lógica. Una serie de fuertes sequías asoló la cuenca mediterránea. Esto causó una serie de hambrunas en estos pueblos. Estas hambrunas llevaron a la migración de familias enteras a lo largo del Mediterráneo. Estas migraciones se fueron tornando violentas con el tiempo, ocasionando el final de la civilización. ¿Quiénes eran estos pueblos?
La principal fuente acerca de estos pueblos viene de los grabados que el faraón Ramsés III mandó hacer en Medinet Habu. En estos relieves se aprecian varios nombres. Los Shardana suelen asociarse a la actual Cerdeña. Por su parte los Shekelesh se consideran como originados en Sicilia. Los Tjekker corresponderían a alguna tribu itálica. Por su lado, los Denyen suelen atribuirse a los Danaoi, un grupo griego. En cuanto a los Weshesh, muchas veces se asocian a Wilusa, la Troya de Homero. Los Peleset, de los primeros identificados, serían los filisteos, grandes rivales de los israelitas en la Biblia. Como se puede apreciar, el origen de estos pueblos es diverso geográficamente. En los grabados egipcios se aprecia la indumentaria que llevan, así como el hecho de que se trasladan con sus familias y bienes. Lo que sea que los motivó a migrar, tuvo un gran alcance en toda la región.
No obstante el impacto que indudablemente tuvieron estas migraciones en varios lugares, es demasiado simplista atribuirles toda la culpa del colapso que se produciría después. Como muchos eventos históricos, la explicación nunca es tan sencilla. La complejidad del tema se demuestra a medida que época se reúnen más evidencias de la época y así pintar un entramado que involucra varios factores.
Causas múltiples para el colapso
Resolver este acertijo, o en todo caso aproximarse a lo que sucedió, requiere la participación de varias ramas científica e históricas. Hay varios documentos, como cartas, que acercan la realidad de una situación que debió haber sido desesperada en sus últimos momentos. La arqueología excava y saca a la luz ruinas que hablan de destrucción en varios sitios. La arqueo-climatología expone las condiciones climáticas en que se desenvuelven los diferentes actores.
Cambio climático y hambruna
Cuando se analizan restos de polen de la época, se aprecian rastros de un cambio climático abrupto hace 3000 años. Efectivamente, pareciera que el siglo XI antes de nuestra era afrontó una sequía que afectó a todos los habitantes. Entre los posibles culpables de este cambio climático está el estrato volcán Hekla de Islandia o el Santorini del Egeo, aunque las fechas de los eventos aún son disputadas. Sea lo que sea que causara la sequía, las consecuencias de esta catástrofe natural marcaron un cambio de época, literalmente.
Los efectos de la sequía desembocaron eventualmente en hambrunas de proporciones épicas. Dos ejemplos sirven para ilustrar esta situación. En una carta encontrada en Ugarit, en la conocida como Casa de Urtenu, se habla de una hambruna que está devastando la ciudad de Emar, en Siria, en 1185 a.C.: “Hay hambruna en nuestra casa. Si no llegas pronto, moriremos de hambre. No verás una sola alma en esta tierra”. Otra carta del rey hitita dice: “¿No sabes que hay hambre en medio de mis tierras? Es cuestión de vida o muerte”. De las evidencias y testimonios se deduce que una causa importante para la crisis fue la desolación causada por la prolongada sequía. Sin embargo, no es el único problema que enfrentaron estas sociedades.
Enjambre sísmico
Los movimientos telúricos muestran una alta recurrencia en la región en esta época. Los conocidos como enjambres de sismos se producen cuando un solo evento sísmico no disipa toda la energía acumulada por una falla tectónica. Entonces, esta energía sigue liberándose a lo largo de varios años, lo que se traduce como una serie de terremotos que afectan diversos sitios de una región geográfica. Pues es éste justamente el escenario que se aprecia en la cuenca mediterránea hace más de 3000 años.
Evidencias de movimientos sísmicos se aprecian en varias estructuras a lo largo de varias décadas de este periodo. Entre los edificios afectados están las murallas en Micenas y Tirinto en territorio griego, el sitio de Troya VI en Anatolia y Ugarit en la costa levantina. En algunos lugares incluso se han encontrado esqueletos que muestran señales de haber sido sepultados bajo escombros. Así pues, los terremotos también parecen haber jugado su papel en el colapso.
Rebeliones internas y otras invasiones
Muchas ciudades y complejos palaciegos exhiben señales de incendios y saqueos. Normalmente esto se atribuía a los pueblos del mar. Análisis más recientes indican que los ataques provinieron de otras direcciones. Muchos estudiosos del tema apuntan a las rebeliones internas como posibles explicaciones para algunas de las evidencias de destrucción. La interpretación que ofrecen es que las señales apuntan a una destrucción de los centros de poder y no tanto de los lugares donde habitaban la mayoría de pobladores. De acuerdo a esta teoría, habrían sido las mismas personas, descontentas y angustiadas por terremotos y hambrunas, las que habrían provocado parte de la destrucción.
Un caso particular y que da para pensar es el de los hititas. Esta civilización de Anatolia tenía su capital en Hattusa, en el centro de la península. Hacia el final de la Edad del Bronce, igual que en otros emplazamientos, se descubren las señales inequívocas de la destrucción. Mirando con atención se puede apreciar que los incendios fueron provocados por los mismos hititas y no por algún ejército invasor. Después de destruir su capital, la abandonaron para no volver más. La ciudad a la que se desplazó la corte real y su séquito aún no ha sido excavada. ¿Qué los impulsó a tomar tan drástica medida? ¿Alguna invasión? ¿Rebeliones internas o de pueblos aliados? Habrá que esperar nueva evidencia.
El caso de los babilonios parece ser más claro. En aquellos tiempos la dinastía casita gobernaba los territorios de la antigua capital. Igual que muchos de sus vecinos, su poder se había debilitado. Un Elam resurgido, y que había sido su rival por algún tiempo, aprovechó el vacío de poder. Atacaron y saquearon Babilonia. Se llevaron la estela del Código de Hammurabi y la estela de Naram-Sin, un gran golpe para la moral de la ya muy antigua civilización. Asiria, al norte de Mesopotamia, también recibió los embates y tuvo que recluirse en su hogar ancestral, alrededor de Nimrud, Erbil y Nínive. Sobrevivió, aunque de forma debilitada. Tardaría un tiempo en recuperar su antigua gloria.
Consecuencias del colapso
La imagen que surge de todas estas líneas de investigación es bastante compleja. A los desastres naturales se suman rebeliones internas e invasiones. Parece no haber una sola causa, sino un colapso sistémico. Ahí donde una civilización podía haberse recuperado de una de estas crisis, la suma de todas parece haber sido simplemente demasiado. Muchos reinos desaparecen. Egipto es el que sale en mejor forma, pero nunca tendrá ya el poder que ostentó durante su Reino Nuevo.
Las consecuencias son visibles en todo el Mediterráneo. Las construcciones monumentales que caracterizaron a muchas de estas sociedades desaparecen durante algunos siglos. Lo que es más grave, la escritura no deja rastros en algunas regiones por algún tiempo, como si su clase ilustrada se desvaneciera en medio de los conflictos. Al fin y al cabo, la clase de los escribas siempre fue limitada en tiempos antiguos. Sin el soporte de las poderosas civilizaciones que los acogían, éstos y su escritura se van para siempre de algunos lugares. Ejemplos de este tipo son el hitita y el lineal B de los micénicos, que dejan de usarse. El comercio, los intercambios artísticos, las alianzas políticas y los lazos matrimoniales también son víctimas del colapso de esta edad.
¿Qué pasa después del colapso de las civilizaciones?
Nuestra sociedad le debe más de lo que cree a esta época. Una característica del declive de las civilizaciones es la creación de toda una tradición épica y hasta religiosa. Se observará en la caída de Roma con tradiciones como la del ciclo artúrico en Gran Bretaña. En el caso de la Edad del Bronce, basta pensar que de aquí salen los poemas de la Ilíada y Odisea de Homero. También sería esta época la de la historia del Éxodo. El monoteísmo comenzaba a tomar la forma que nos es familiar a partir de esta época.
Por otro lado, un nuevo material tomaba forma. El hierro, que daría nombre a la siguiente época, comenzó a normalizarse en las armas de los ejércitos y en las herramientas de los trabajadores. El mundo ya no sería igual. Otra innovación importante fue la escritura en su forma alfabética por parte de los fenicios. Luego ellos lo exportarían a tierras griegas y romanas. Debe recordar el lector que estas líneas las está leyendo en una forma alfabética surgida en aquellos lejanos tiempos. Al fin y al cabo, muchas veces el mundo debe acabarse para que surja algo nuevo. Es lo que se aprecia en el colapso de la Edad del Bronce.
Bibliografía
Asimov, I. (1983). El cercano oriente. Alianza Editorial.
Cline, E. H. (2015). 1177 BC: The year civilization collapsed. Princeton University Press.
D’amato, R., & Salimbeti, A. (2015). Sea Peoples of the Bronze Age Mediterranean c. 1400 BC–1000 BC. Bloomsbury Publishing.