Después del accidente de la central nuclear de Chernóbil en abril de 1986, la otrora boyante ciudad de Prípiat (actual Ucrania) quedó abandonada a su suerte debido a los elevados niveles de radiación. Proyectada para ser el escaparate de las supuestas bondades del régimen soviético ante el resto del mundo, en la actualidad la naturaleza ha invadido cada rincón de la antigua urbe. Tan sólo algunos curiosos osan adentrarse en este desdichado lugar, metáfora de los errores pasados y de las esperanzas desvanecidas.
Antes del accidente
Los orígenes de la ciudad de Prípiat se remontan al 4 de febrero de 1970, día de su fundación. En aquel entonces, la Unión Soviética bajo la dirección de Leonid Bréhznev deseaba proyectar una moderna urbe dotada con los mejores servicios para albergar a los trabajadores y sus familias de la cercana central Vladímir Ilich Lenin (conocida también como la central nuclear de Chernóbil). La energía nuclear se había convertido en una de las grandes promesas para el régimen comunista con el fin de satisfacer la creciente demanda energética y equipararse de alguna manera a los estándares de vida del bloque occidental. Todo parecía marchar según lo previsto.
No obstante, las normas de seguridad dentro del aparato soviético distaban mucho de ser las más adecuadas. En un principio se pensó construir la central a tan solo 25 km de Kiev (actual capital de Ucrania), pero ante la posibilidad de accidentes finalmente se decidió instalarla a más de 100 km al norte. Debido a su arquitectura y a sus envidiables niveles de vida, a Prípiat se la conocía en la antigua URSS como la «ciudad del futuro«. No era para menos. La edad promedio de sus habitantes era de unos 26-29 años, quienes estaban llenos de alegría y entusiasmo. Sin embargo, una serie de eventos desafortunados les reservó un destino muy diferente al que habían proyectado en un principio.
Accidente de Chernóbil y evacuación de la ciudad
El sábado 26 de abril de 1986, ocurrió el peor accidente nuclear de toda la historia en la central Vladímir Ilich Lenin debido a una concatenación de errores catastróficos. En ese día, iba a tener lugar un experimento sumamente peligroso irónicamente con el objetivo de aumentar la seguridad en los reactores nucleares. Por medio de este temerario ensayo, se debía averiguar cuánto tiempo continuaría generando electricidad la turbina de vapor tras una pérdida brusca del suministro energético del reactor. En el caso de que se produjera un fallo eléctrico, las bombas refrigerantes de emergencia requerían de una potencia mínima para ponerse en marcha. Se desconocía si una vez cortada la afluencia de vapor, la inercia de la turbina podría seguir manteniendo en funcionamiento las bombas refrigerantes durante el tiempo en el que tenía lugar el citado experimento. Además, debido a la rapidez en que había tenido lugar su construcción, el propio diseño de la central presentaba fallos muy severos como el no disponer de recintos de contención. Una auténtica bomba de relojería que acabaría por estallar de forma irremediable.
Por si fuera poco, los trabajadores nocturnos encargados de dicha prueba desconocían los trámites a realizar pues en teoría el experimento debía haberse realizado durante el horario diurno. Aleksandr Akímov era el jefe supervisor durante aquel desafortunado turno nocturno y Leonid Toptunov el ingeniero encargado del régimen operacional del reactor. Una serie de circunstancias adversas condenaron el experimento al fracaso, ya que no se siguieron las mínimas normas de seguridad en contra del reglamento. Según iban transcurriendo los minutos, el reactor 4 empezó a volverse altamente inestable. Los trabajadores nocturnos empezaron a alertarse ante las crecientes señales de alarma. A las 1:23:40, debido al dramático cariz que estaban tomando los acontecimientos, se registró el inicio del apagado de emergencia mediante el accionamiento manual del botón AZ-5. Este hecho funesto desencadenaría la posterior explosión del reactor, pues su retroalimentación positiva había llegado a tal punto que ya era imposible dar marcha atrás. Hoy en día existe controversia acerca las circunstancias que llevaron a la pulsión de este botón de emergencia, llegando incluso a ponerse en tela de juicio.
Se estima que tras la explosión, la cantidad de radiación emitida fue quinientas veces superior a la de la bomba atómica sobre Hiroshima en 1945. A pesar de la tragedia que se estaba desarrollando, el gobierno de la Unión Soviética no tomó decisiones drásticas hasta el día siguiente. Los habitantes de Prípiat siguieron haciendo vida normal como sin nada grave hubiese ocurrido, con gran riesgo para sus vidas. La evacuación de la ciudad no se produjo hasta pasadas las 14:00 del domingo 27 de abril. Se había previsto el desplazamiento de unas 50.000 personas, aunque varios miles ya se habían marchado de la ciudad por su cuenta o se encontraban casualmente de vacaciones aquel fin de semana. A las 17:00, la ciudad se encontraba prácticamente desierta, excepto por algunos individuos que se negaban a abandonar sus casas. A la población se le había informado de que podrían regresar a sus hogares en aproximadamente «tres días», cuando en teoría todo volviera a la normalidad. No obstante, y por razones obvias, ya jamás retornarían a Prípiat. Con el paso de los años, la ciudad fue cayendo en el olvido invadida por las fuerzas de la naturaleza que poco a poco ocuparon los edificios que antaño habían sido el orgullo y el escaparate de la Unión Soviética.
Consecuencias del accidente y estado actual de Prípiat
El 28 de abril, las autoridades soviéticas estimaron oportuno crear un área de exclusión de 10 kilómetros en torno a la central nuclear dañada. Sin embargo, por motivos de seguridad más tarde se acordó extender dicha área a un perímetro de 30 kilómetros. Para esta operación se requirió el transporte de miles de personas y animales. Pero todavía quedaba la complicada tarea de descontaminar Prípiat y sus zonas aledañas. Se calcula que para realizar este peligroso cometido en la zona de exclusión se requirieron entre 300.000 y 600.000 liquidadores, los cuales recibieron dosis variables de radiación en función de sus trabajos y el tiempo total de exposición. Es de destacar que su excepcional sacrificio contribuyó a no empeorar más el problema aun a costa de sufrir ellos mismos los devastadores efectos de esta exposición. Con el fin de contener la radiación, las autoridades soviéticas construyeron un sarcófago en torno al reactor 4, aunque sorprendentemente el resto de la central siguió funcionando hasta el año 2000. Algunas estimaciones hablan de unos 4.000 muertos y cientos de miles de afectados de manera directa e indirecta por el accidente de Chernóbil, si bien solo se puede hablar de meras aproximaciones ya que las autoridades de la Unión Soviética tan solo confirmaron 31 víctimas oficiales, la mayoría bomberos que trataron de apagar el incendio originado en la central en los primeros momentos.
El gobierno de Mijaíl Gorbachov trató de ocultar inicialmente los hechos ocurridos. No obstante, la presión internacional acabó por revelar la oscura realidad. Debido al férreo secretismo después de los acontecimientos del accidente nuclear, los diferentes estudios publicados sobre la salud de las personas en las áreas más afectadas por los niveles de radicación siguen generando un fuerte debate científico y político. Se estima que la mayoría de las muertes prematuras producidas por el accidente de la central nuclear de Chernóbil se debieron a casos de cáncer, malformaciones congénitas y otras enfermedades relacionadas como resultado de la exposición más o menos continuada a los efectos de la radiación. Algunos científicos han determinado que la radiactividad permanecerá en la zona hasta que hayan transcurrido unos 30.000 años. Esto significa que los daños presentes trascenderán a la existencia de los estados actuales afectados (Ucrania, Rusia, Bielorrusia,…) o incluso de la propia humanidad. Por esta razón, ningún ser humano que esté vivo actualmente ni sus sucesivas generaciones podrá volver a habitar en la ciudad de Prípiat en un futuro cercano. A consecuencia de su abandono, se construyó la ciudad de Slavútych, en el extremo norte de Ucrania, a 45 km de Prípiat y a 200 de Kiev, con el fin de realojar a la población que había sido evacuada.
Paradójicamente y pese a los altos niveles de radiación registrados en Prípiat y sus alrededores, la explosión de vida animal y vegetal como consecuencia del abandono humano ha sido espectacular para sorpresa de la comunidad científica. Se han descubierto ejemplares de especies que de forma extraordinaria han desarrollado sistemas de defensa capaces de contrarrestar la elevada radiación. A modo de curiosidad, Prípiat es actualmente uno de los escasísimos lugares que existen en el mundo donde todavía se conserva intacta la simbología de la URSS en edificios gubernamentales, banderas, himnos,… como si se hubiera quedado «congelada en el tiempo«. Aunque esto pueda parecer una excelente atracción para los nostálgicos de la Unión Soviética, no se permite permanecer mucho tiempo en la zona por las consecuencias sanitarias que ello puede acarrear. A su vez, se hace poco recomendable permanecer por la noche debido a la presencia de animales salvajes como jabalíes, zorros o lobos. Por otro lado, todos los elementos arquitectónicos que algún día formaron parte de la ciudad, se han ido deteriorando sin remedio a causa del lento pero inexorable avance de la naturaleza. Muchos edificios se encuentran en riesgo de derrumbe o ya lo están por esta razón. En ocasiones, todavía permanecen muchos objetos en las casas que los habitantes de Prípiat tuvieron que abandonar precipitadamente.
A su vez, Prípiat ha sido objeto de saqueo por parte de ciertos individuos, aún a riesgo de poner en peligro su propia salud ya que los niveles de radiación siguen siendo muy elevados. Una de las instantáneas más famosas de esta desdichada ciudad es la del parque de atracciones abandonado que se iba a inaugurar para celebrar el Día de los Trabajadores el 1 de mayo, considerada como fiesta nacional en la antigua Unión Soviética. En la actualidad este emplazamiento simboliza mejor que ninguno las esperanzas rotas de la población que esperaba hallar un futuro feliz y próspero en Prípiat, lejos del trágico desastre nuclear en el que se vio envuelto. No obstante, existen casos de personas que han obtenido permiso de las autoridades para habitar en las áreas menos contaminadas bajo su propia responsabilidad. En la actualidad, existen algunos grupos de turistas que se atreven a visitar este sombrío lugar, ya sea simplemente por el morbo que les produce o tal vez por querer comprender mejor las circunstancias de aquel fatídico acontecimiento. Cerca de 1.500 científicos siguen trabajando en la cercana ciudad de Chernóbil, situada a 14´5 km de la central nuclear, que han de someterse periódicamente a exhaustivos controles de radiación. El reciente conflicto ruso-ucraniano de 2022 ha vuelto a poner en el foco este peligroso emplazamiento junto con su central nuclear, a consecuencia de las acciones bélicas que han tenido lugar por su estratégico control entre las fuerzas rusas y ucranianas.
Bibliografía:
Barcelona, S.Q. (2017). ‘Pripyat, de joya de la ingeniería soviética a ciudad fantasma’. La vanguardia. https://www.lavanguardia.com/vida/20171104/432562631043/pripyat-chernobil-ayer-y-hoy.html
Rodríguez, H. (2016). ‘Prípiat, una ciudad en silencio’. Historia National Geographic. https://www.nationalgeographic.com.es/fotografia/foto-del-dia/chernobil-anos-despues-catastrofe_10286
Fotografía de portada de Francisco Goncalves. Fuente: pankchophoto