Nicolás Peñalver y Zamora, nacido en La Habana el 4 de diciembre de 1853, es una figura destacada en la historia política y urbanística de Madrid a principios del siglo XX. Su vida y carrera, marcadas por su noble linaje y significativas contribuciones públicas, reflejan la influencia de la nobleza en la política y el desarrollo urbano de la época.
Orígenes y Educación
Peñalver nació en una familia noble establecida inicialmente en Jamaica y luego en Cuba. Su abuelo, Nicolás de Peñalver y Cárdenas, fue el primer conde de Peñalver y alcalde ordinario de La Habana. Nicolás fue bautizado en la parroquia del Espíritu Santo en La Habana y se educó en la Facultad de Derecho de la Universidad Central de Madrid, lo que sentó las bases de su futura carrera política y administrativa.
Ascenso Nobiliario y Político
En 1881, tras el fallecimiento de su padre Narciso José de Peñalver y Peñalver, Nicolás heredó el título de III conde de Peñalver. Más tarde, en 1903, se convirtió en el V marqués de Arcos, consolidando su posición en la aristocracia española.
Peñalver tuvo una destacada carrera política. Fue elegido diputado por Oviedo en tres periodos distintos entre 1891 y 1899. También ocupó un escaño en el Senado por Oviedo desde 1899 hasta 1911. En 1914, alcanzó la posición de senador vitalicio, un reconocimiento a su larga trayectoria política.
Alcaldía de Madrid
El conde de Peñalver fue alcalde de Madrid en tres ocasiones, entre el 1 y el 14 de diciembre de 1892, entre el 25 de marzo de 1895 y febrero de 1896 y entre el 28 de octubre de 1907 y el 23 de octubre de 1909, desempeñando un papel crucial en el desarrollo urbanístico de la capital. Durante su mandato, impulsó la apertura y construcción de la Gran Vía, una de las obras más emblemáticas y controvertidas de Madrid en el siglo XX, un proyecto faraónico para el que hubo que expropiar inmuebles y desalojar de sus casas a muchos vecinos. La emblemática Gran Vía de Madrid, concebida como una importante vía que se extiende desde la calle Alcalá hasta la plaza de España y la estación del Norte, fue el proyecto urbanístico más importante de principios del siglo XX en la capital. Aunque la colocación de la primera piedra ocurrió en 1910, un año después de que concluyera el mandato de Peñalver y bajo la gestión del alcalde José Francos Rodríguez, con José Canalejas como presidente del gobierno y la presencia del rey Alfonso XIII, las decisiones críticas y los intensos debates sobre el diseño, basado en los planos de los arquitectos López Salaberry y Octavio Palacios, se llevaron a cabo durante su administración. El ambicioso plan de construcción incluía la demolición de numerosas viviendas y edificios del caserío de Madrid, incluyendo algunas iglesias, y conllevaba la desaparición o modificación de muchas calles. El periodista soviético Iliá Ehrenburg, se dejó caer por la Gran Vía en 1931 y escribió:
Ya estamos en Madrid! Gran Vía. Rascacielos. Nueva York. Edificios comerciales de unos quince pisos cada uno. En los tejados, estatuas doradas, atletas desnudos, caballos encabritados. Letras eléctricas relampaguean en las fachadas. Unos tableros, intensamente iluminados, rezan: «Río de la Plata, 96», «Altos Hornos, 87». Debajo de los tableros pulula la fauna de Madrid. La Gran Vía es alegre y bulliciosa. Centenares de vendedores de periódicos vocean los títulos, altamente poéticos, de su mercancía: La Libertad, El Sol. La Gran Vía es Nueva York. Es una avenida amplia y larga; sin embargo, a diestra y siniestra se abren unas rendijas sórdidas cuajadas de patios oscuros, donde resuenan los maullidos estridentes de los gatos y las criaturas.
Otras Contribuciones Urbanísticas
Peñalver no solo promovió la Gran Vía, sino también otras mejoras urbanas, como reordenaciones en la calle Preciados y la plaza de Neptuno. Su mandato se caracterizó por una visión modernizadora y expansiva de la ciudad, preparándola para las necesidades del siglo XX.
Innovaciones Administrativas
Bajo su alcaldía, se estableció el carácter fijo de los funcionarios municipales, asegurando su inamovilidad y contribuyendo a la profesionalización de la administración pública. También impulsó la construcción de edificios municipales en distritos históricos de Madrid, demostrando su compromiso con el desarrollo de dotaciones para la ciudad.
Promoción de la Movilidad Urbana
Un aspecto curioso de su gestión fue la expedición de permisos de circulación para bicicletas, reflejando su interés en adaptarse a las nuevas tendencias y necesidades de movilidad urbana.
Vida Personal y Matrimonio
Peñalver se casó con María del Socorro García de Paredes y Argüelles, dama de la Real Orden de Damas Nobles de la Reina María Luisa. Su matrimonio, sin embargo, no produjo descendencia, por lo que sus títulos nobiliarios pasaron a su hermano Enrique. En 1881, recibió un Real Despacho que le concedía indulto por haberse casado sin pedir licencia previa, un detalle que ilustra la rigidez y formalidad de la nobleza de la época.
Legado
El legado de Peñalver es notable. En 1928, el compositor asturiano Dionisio Méndez le dedicó el pasodoble Peñalver, pasodoble asturiano, en honor a la creación de la Banda Municipal de Música de Madrid durante su alcaldía. Como homenaje a su figura, el primer segmento de la Gran Vía fue denominado entre 1924 y 1936 Avenida del Conde de Peñalver, extendiéndose desde el inicio de la Gran Vía en el cruce con la calle de Alcalá hasta la Red de San Luis. Posteriormente, la actual Calle del Conde de Peñalver, anteriormente conocida como calle de Torrijos y situada en Madrid en la zona del Ensanche, también recibió su nombre en su honor en la posguerra.
Antes de que te vayas…