Arte: femenino, plural

Que el arte es de género masculino y número singular, lo sabemos todos desde que en nuestro proceso educativo aprendemos lo básico sobre el análisis de las palabras en nuestro lenguaje. No obstante, esta palabra y todo lo que representa, parece que siempre ha sufrido, en general, un exceso de masculinidad y singularidad, ya sea por falta de tolerancia; ausencia de visibilidad, intencionada o no, ya sea por unos u otros motivos que pueden variar, desde la envidia hasta sociales y psicológicos, a lo largo de distintas épocas; o por la escasez de investigaciones profundas que arrojen luz sobre este aspecto cultural. No me refiero a la representación de la figura femenina en el arte, sino a las pocas veces que al hablar sobre un cuadro o una representación artística empleamos el artículo femenino «la» para referirnos al artista.

Sabemos que a lo largo de la Historia, en términos generales, los protagonistas estudiados siempre han sido, en su inmensa mayoría, masculinos. La mujer siempre quedaba relegada a un segundo plano y solo se han destacado cuando sus acciones o influencia en determinados acontecimientos ha marcado cierto relieve digno de mención. De primeras, si nos preguntan por mujeres en la Historia todos recordamos nombres como el de Hipatia, Teodosia, Juana de Arco, o Isabel la Católica, entre otros; y ya a partir de estos ejemplos claros y típicos la memoria se va diluyendo si tratamos de recordar algún nombre de las madres, esposas e hijas, incluso abuelas, de la época romana que tanta importancia tuvieron, sobre todo, en los últimos compases del Imperio. Por suerte, la Historia ha ido poniendo nombres propios a todas esas personalidades femeninas que también destacaron en nuestro pasado y que habían quedado ocultas por un velo de ignorancia opaco que poco a poco hemos ido, y continuamos, destapando. Sin alejarme del contexto de nuestra propia Historia, nombres como los de la heroína coruñesa María Pita, que plantó férrea defensa contra la armada británica de Francis Drake; o la monja María Rafols Bruna, que participó en los sitios de Zaragoza, son cada vez más conocidos hoy en día entre todos nosotros.

Y lo mismo que en la Historia, como tal, sucede en la Historia del Arte donde quizás haya podido sufrir más, si cabe, la figura femenina por similares motivos a los que ya hemos señalado en líneas generales anteriormente. Por este motivo, he querido realizar un breve recorrido histórico y señalar una serie de obras y artistas que hacen del arte una palabra que también contiene un alto grado de género femenino y que, en su pluralidad, comparten, o deberían compartir, fama, prestigio y talento junto con sus compañeros de género masculino.

1. En primer lugar destacaré a la iluminadora de miniaturas Ende (o En, según otras traducciones) que desempeñó su labor artística en el norte de la Península en tiempos de la dominación islámica. Esta mujer, que parece ser que fue una religiosa según las investigaciones que hay sobre su figura, fue una de las artistas que contribuyó a la decoración del Beato de Gerona, a finales del siglo X. Es considerada como la primera mujer en firmar su trabajo artístico, junto al nombre del sacerdote con el que colaboró: Ende pintrix et d(e)i aiutrix fr(a)ter Emeterius et pr(e)s(bite)r (Ende, pintora y ayudante de Dios; Emeterio, hermano y sacerdote).

Miniatura de los Doce Apóstoles contenida en el Beato de Gerona.

2. Sofonisba Anguissola (Cremona, 1535 – Palermo, 1625). Aunque muy poco conocida, eclipsada por artistas contemporáneos a su época como Miguel Ángel, Leonardo o Rafael, tiene una estrecha relación con la historia del arte español al haber vivido aquí durante varios años e incluso habiendo estado relacionada con la familia real. Destaco de ella el retrato de Felipe II atribuido desde siempre a Sanchez Coello pero que, a raíz de unas recientes investigaciones se ha demostrado que fue realizado por Sofonisba Anguissola al descubrirse unos documentos que demuestran el pago por la realización de este retrato a la propia pintora.

Retrato de Felipe II. Museo del Prado. 1573.

3. Artemisa Gentileschi (Roma, 1593 – Nápoles, 1654). Como su padre, siguió sus pasos artísticos hasta desarrollar una técnica pictórica deslumbrante. Tras haber sido violada por su mentor y ser menospreciada por una justicia poco condescendiente con la víctima, realizó la obra de «Judit decapitando a Holofernes«. En este cuadro la pintora parece haber representado a su violador, reflejado en Holofernes, y a ella misma como Judit, acometiendo el propio acto de la decapitación.

Judit decapitando a Holofernes. Galería Uffizi. 1614-1620.

4. Luisa Roldán (Sevilla, 1652 – Madrid, 1706), conocida popularmente como La Roldana por ser hija de Pedro Roldán. En este caso no se trata de una pintora, sino de una escultora de merecido renombre artístico. Destacada como la primera escultora española, tuvo gran peso en el arte escultórico de los siglos XVII y XVIII español, llegando a trabajar como escultora de cámara para los monarcas españoles. Entre algunas de sus esculturas, destaco el conjunto que representa la «Muerte o éxtasis de la Magdalena«, de su periodo madrileño, elaborado en barro cocido y pintado.

Muerte o éxtasis de la Magdalena. The Hispanic Society of America, Nueva York. 1693-1705.

5. Rachel Ruysch (La Haya, 1664 – Ámsterdam, 1750). Obviando que tuvo una decena de hijos a los que crió como buena madre, y que llegó hasta los 85 años de edad, sobresale en el arte como pintora a la que se le atribuyen aproximadamente un centenar de obras propias. Además, por si esto no fuera suficiente para que ya nos hagamos una idea de su fuerte personalidad, nunca rehusó de su apellido, firmando siempre todas y cada una de sus obras con su apellido de soltera. Su estilo naturalista viene marcado por sus vivencias personales, ya que desde pequeña estuvo rodeada de animales y flores, elementos clave en sus composiciones artísticas. De toda su producción, os dejo un detalle de uno de sus cuadros, titulado «Fruit and insects«.

Detalle de la obra Fruit and Insects. Galería Uffizi. 1711.

6. María Blanchard (Santander, 1881 – París, 1932). A pesar de haber nacido con problemas físicos desde los primeros momentos de su vida al llegar al mundo con la columna torcida como motivo de una caída que sufrió su madre al apearse de un coche de caballos, supo imponerse a sus problemas de salud para lograr hacerse un hueco en el difícil mundo del arte, logrando una beca para perfeccionar y continuar sus estudios en París, en donde amplió sus estudios sobre el movimiento cubista. Por desgracia, tras su muerte fue prácticamente olvidada, hasta que recientemente se le ha dado importancia a su figura como pintora y se han empezado a exponer muchas de sus obras, entre las que destaco aquí «La convaleciente«, en donde proyecta su sufrimiento sobre el lienzo y nos acerca emocional y físicamente a su persona.

La convaleciente. Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. 1930.

Las artistas que aquí he señalado son las que, a título personal, he considerado las más destacables por todo lo que las rodea, logrando hacerse un hueco en el mundo artístico a pesar de sus contrariedades y vivencias personales. Ya entrado el siglo XX, y  a lo largo del XXI, es menos complicado encontrar ejemplos de mujeres artistas a las cuales se las reconozca como tales y se las aprecie y valore por su talento. Por supuesto, hay otras muchas más artistas que bien podría haber señalado en este artículo, pero por suerte la lista va en aumento y se ha llegado a tal punto en que hacer una breve reseña de todas y cada una de ellas haría de este artículo un texto tedioso.

Disfruten del arte, en todas sus manifestaciones, independientemente de si sus protagonistas son masculinos o femeninos, y logremos alcanzar entre todos un conocimiento mucho más amplio que nos enriquezca cultural y personalmente.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Torrejón Díaz, A., Romero Torres, J. L. (coord.): Roldana. Catálogo de la Exposición: Real Alcázar de Sevilla. Junta de Andalucía, Consejería de Cultura. 27 de julio – 14 de octubre de 2007.

VV. AA.: Juan Gris, María Blanchard y los cubismos 1916-1927. Fundación Palacio Villalon, 2017.

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