A lo largo de los seis terribles años que duró la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) tuvieron lugar una serie de innovaciones tácticas que revolucionaron los conceptos tradicionales de la guerra. Uno de ellos, que provocó los arrolladores éxitos iniciales del III Reich en la gran lucha mundial, fue la célebre blitzkrieg, la cual se convertiría en una estrategia común durante los conflictos armados posteriores, aunque nunca con el desarrollo que tuvo en el comienzo del segundo gran conflicto planetario. Veamos un poco más en detalle esta letal, rápida y contundente táctica militar.
Definición y significado
Blitzkrieg es un vocablo alemán que significa, literalmente, «guerra relámpago». Siendo el relámpago un fenómeno meteorológico basado en el impacto, en la fuerza y, muy especialmente, en la velocidad, resultaba inevitable que este se extrapolase cuando la Wehrmacht alemana diseño una táctica ofensiva que contenía esos tres componentes.
Aunque de uso muy poco común en la terminología bélica de la época en la que se desarrolló plenamente, este término iría siendo empleado y asumido por los historiadores y expertos militares después del final de la guerra, siendo hoy día totalmente aceptado en la historiografía. Básicamente, el objetivo de la blitzkrieg era sorprender al enemigo con un ataque rápido y decisivo en un punto determinado, romper sus líneas y avanzar tomando objetivos clave antes de que tuviera la oportunidad de movilizarse y defenderse, manteniendo un alto grado de coordinación entre las diferentes unidades de ataque tanto terrestres como aéreas.
Desarrollo conceptual
Muchos han sido los autores que han sido considerados como los ideólogos y teorizadores de la «guerra relámpago». Tras el final de la Primera Guerra Mundial, muchos fueron los estudiosos que vislumbraron que las guerras del futuro debían basarse en la mayor movilidad y eficacia posibles, frente a los improductivos y desgastadores estancamientos que se habían vivido en la guerra de trincheras y de movilizaciones masivas de soldados, un enfoque tradicional poco efectivo en la nueva era de la guerra moderna. En su lugar, buscaron crear una táctica más agresiva, que pudiera aprovechar la velocidad y la sorpresa de las nuevos y desarrollados vehículos motorizados (tanques y aviones).
Uno de estos teóricos fue el oficial alemán Heinz Guderian (1888-1954). Veterano de la Gran Guerra, combatiente en el frente occidental en la batalla de Verdún, pudo sortear las duras restricciones bélicas impuestas por las potencias aliadas a Alemania tras la firma del tratado de Versalles y mantener su puesto en el ejército teutón. Durante el período de entreguerras se centró en el conocimiento de tácticas y estrategias de guerra blindada, escribiendo varios artículos de corte académico, así como un célebre manual titulado Achtung-Panzer! (¡Atención tanques!) (1938), en el que selló su doctrina.
Las ideas que Guderian exponía en esta obra no eran del todo originales, ya que provenían de estudios previos. Ya en el siglo XIX, el militar prusiano Carl von Clausewitz había expuesto en su famosa obra De la guerra (Vom Kriege) (1832), el principio de la concentración de fuerzas en un sector específico de las fuerzas enemigas. Durante los años 1920-30, aparecieron las teorías de los estrategas británicos John F. C. Fuller y B. Liddell Hart, del mariscal soviético Mijaíl Tujachevski y del entonces teniente coronel francés Charles de Gaulle. Todos ellos defendían la teoría de superar el concepto del tanque como un mero apoyo de la infantería, dándole protagonismo propio. Guderian sintetizó estos postulados, llevando a la práctica lo teorizado con la creación y desarrollo de las Panzerdivision (Divisiones Panzer), desarrollando tanques mucho más ligeros, rápidos y efectivos.
Operaciones bélicas
La blitzkrieg fue utilizada con un gran éxito en la invasión de Polonia en septiembre de 1939, en el detonante de la Segunda Guerra Mundial. Las unidades Panzer fueron inicialmente empleadas para crear y destruir bolsas (territorios en el que una fuerza u objetivo militar ha quedado rodeado por fuerzas enemigas) de tropas polacas, para capturar puntos estratégicos y servir de apoyo a la infantería. En apenas un mes, la campaña terminó con la anexión de la Polonia occidental al III Reich, siendo un éxito estratégico.
El siguiente despliegue ocurriría en el frente occidental, en la invasión del Benelux y Francia en la primavera de 1940. Fue en esta campaña donde la blitzkrieg comenzaría a ser tomada en cuenta como una eficaz estrategia de guerra. En apenas seis semanas la Wehrmacht derrotó fácilmente a las tropas aliadas flanqueando la línea Maginot y ocupó Francia. El impresionante avance de las unidades mecanizadas alemanas, llegando muchas veces a avanzar cientos de kilómetros y dejar muy atrás a la infantería, fue un elemento clave para este inicio arrollador de la guerra, aunque no fue una victoria completa debido a la exitosa evacuación aliada de Dunkerque. Fue un éxito que creó una sensación de excesiva confianza en el alto mando alemán, dispuesto para el próximo gran objetivo marcado por el Führer: la Unión Soviética.
Tras la fallida batalla de Inglaterra (julio-octubre de 1940) y la rápida conquista de Yugoslavia (abril de 1941), sería en la gran invasión a la URSS, en la célebremente conocida como Operación Barbarroja (Unternehmen Barbarossa) cuando la blitzkrieg pudo desarrollarse plena y masivamente en una acción a gran escala a lo largo de un frente de casi 3.000 kilómetros, desde el mar Báltico hasta el mar Negro, en lo que fue entonces la mayor invasión armada de la historia militar. Con constantes roturas de las líneas del frente, envolvimiento de ejércitos enteros del enemigo y un avance arrollador, las fuerzas del III Reich conquistaron extensas zonas de la Rusia europea, llegando a las inmediaciones de Leningrado y Moscú, en lo que fue el culmen de la «guerra relámpago».
A pesar del avance arrollador, socavando a los soviéticos, la progresiva mejora del Ejército Rojo, las duras condiciones climáticas y la determinación y mayúsculas reservas en hombres, material y suministros de la Unión Soviética, determinaron el comienzo del fin del relámpago. A medida que la guerra progresaba y los enemigos de Alemania se adaptaban a la táctica, la blitzkrieg se volvió cada vez más vulnerable y menos efectiva. La contraofensiva soviética en Stalingrado (julio de 1942-febrero de 1943) y Kursk (julio-agosto de 1943) supusieron el final de la ofensiva nazi, pasando desde entonces a la defensiva en todos los frentes. Aunque se utilizó puntualmente en algunas campañas posteriores, nunca volvió a tener el mismo impacto que había tenido en los arrolladores años del principio de la guerra. La insistencia de los aliados por el oeste (Normandía) y el masivo avance soviético por el este, llevarían al colapso definitivo del «Reich de los mil años«.
Conclusiones
La blitzkrieg fue el concepto bélico de una época de desarrollo armamentístico y tecnológico como no se había conocido en guerras pasadas, basado en la creencia de la velocidad y la fuerza súbita como método de combate. A pesar de su evidente eficacia, esta estrategia se volvía vulnerable si se daba una falta de suministros y visión estratégica eficiente. Los bombardeos y avances frenéticos no podían resultar decisivos si no había una buena organización detrás, más si cabe si se extendían en exceso las líneas de abastecimiento. De ahí que haya que plantearse una cuestión muy recurrente desde 1945 hasta la actualidad: «¿Habría ganado la Alemania nazi la Segunda Guerra Mundial si hubiera contado con los recursos suficientes para abastecer de manera permanente a la guerra relámpago?». Afortunadamente, ya nunca lo sabremos.
Bibliografía
-Beevor, A. (2020). La Segunda Guerra Mundial. Una historia gráfica. Editorial Pasado y Presente, Madrid.
-Eslava Galán, J. (2015). La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.
-Jiménez Zaera, J. (2017). La Blitzkrieg y el inicio de la Segunda Guerra Mundial. Desperta Ferro Ediciones. La Blitzkrieg y el inicio de la Segunda Guerra Mundial (despertaferro-ediciones.com)
-Shaw, A. (2003). II Guerra Mundial, día a día. 1939-1945. Editorial Libsa, Madrid.