La batalla de Francia

Después de la invasión de Alemania a Polonia, suceso que marca el paso a la Segunda Guerra Mundial, Francia y Gran Bretaña le declaran la guerra a la amenazadora Alemania Nazi, y Hitler comienza a preparar su plan para la conquista de Dinamarca, Noruega y, finalmente, fija sus ojos en Francia.

Para evitar que los británicos le cortaran el valioso suministro de hierro sueco, como lo habían hecho anteriormente en la Primera Guerra Mundial, se dispuso a invadir los territorios neutrales de Dinamarca y Noruega.

Mientras, Chamberlain (el entonces Primer Ministro británico) seguía sin hacer ningún movimiento, mientras Hitler conquista Dinamarca y Noruega, apretando así más el nudo alrededor del aliado más grande de Gran Bretaña, Francia.

invasión Noruega
Tropas alemanas avanzando hacia el norte de Noruega. En 1940, el Tercer Reich invadió de forma simultánea Dinamarca y Noruega en la conocida como Operación Weserübung.

La fuerte presión que Churchill ejercía en ese momento sobre Chamberlain, creó una gran tensión, e hizo que el gobierno británico perdiera tanto la fe en su líder que lo obligaron a renunciar. Churchill era como una voz en el desierto; hablaba de la amenaza de Alemania, pero nadie le hacía caso. Finalmente, se demostró que sus temores eran ciertos, y la gran convicción que tenía en sus ideas, amén de su disposición a defenderlas, hizo que el pueblo británico creyera en él y se convirtiera en el gobernante de Gran Bretaña. El 10 de Mayo de 1940, Winston Churchill se convierte en el nuevo Primer Ministro. El mismo día en el que Churchill asume su cargo, Hitler hace su mayor jugada. «No mostraremos clemencia, ¡los destrozaremos», fue lo que Hitler dijo a sus generales al plantear su estrategia. Vio el momento perfecto para vengarse de la humillación de 1918 y emprende “LA INVASION A FRANCIA”.

Churchill
Winston Churchill y John Anderson en Londres, tras una reunión de Consejo de Guerra, en mayo de 1940.

En la defensa francesa se encuentra Charles De Gaulle. A cargo de una división blindada, utilizando las tácticas descritas en el libro de De Gaulle, los tanques Panzer alemanes guían el asalto a Francia bordeando el punto más fuerte, la “Línea Maginot”, que era fuertemente criticada por De Gaulle. Aunque la mayoría de las fuerzas francesas creían que la línea Maginot era lo suficientemente fuerte como para salvarles y no dejar pasar a las tropas alemanas, De Gaulle no estaba tan seguro de ello. La Blitzkrieg de Hitler superó al ejército francés; un millón de soldados y mil quinientos tanques avanzaban hacia el canal inglés. Cien mil soldados franceses murieron en seis semanas. La derrota militar se convirtió, luego, en en derrota política con la caída de la república.

Marginot
Tras la Primera Guerra Mundial, para evitar en el futuro posibles invasiones germanas, Francia ideó un sistema completo de fortificaciones conocidas bajo el nombre de Línea Maginot.
La Línea Maginot fue terminada en el año 1936, con la amenaza nazi en pleno apogeo.

Tras batallas desesperadas para abrir una ruta de escape, el ahora general Charles De Gaulle y sus tanques se volvieron dignos oponentes para la maquinaria bélica alemana. En Montcornet, el 17 de mayo, los tanques franceses detuvieron a los alemanes y los derrotaron. De igual forma pasó el 28 de mayo en Abbi. Las únicas victorias de Francia ante el ejército alemán se debieron a la desobediencia de Charles De Gaulle, que fue, incluso, rechazado y tratado de loco. Sin embargo, gracias a su desobediencia y perseverancia en la lucha por su patria, Francia logró estas mínimas victorias, que hoy son recordadas.

De Gaulle
De Gaulle durante la Segunda Guerra Mundial, vistiendo el uniforme de general de brigada que luciría en actos públicos por el resto de su vida.

El 22 de mayo, los franceses intentaron romper el cerco próximo al este de Arrás, pero para aquel momento la infantería alemana ya había llegado al lugar, y estos, aunque sufriendo muchas pérdidas, lograron repeler a los franceses. Mientras tanto, el jefe de la Fuerza Expedicionaria Británica Lord Gort, que no tenía fe alguna en el Plan Weygand, ordenó la retirada de Arras sin informar nada al mando francés, al cual estaba subordinado. Ese mismo día, la Segunda División Panzer asaltó la guarnición aliada en Boulogne-sur-Mer, que se rindió el 25. Al mismo tiempo, la Décima División Panzer asaltaba la población de Calais, que se rindió el 27.

La Primera División Panzer se dirigía a Dunkerque cuando recibió la orden de parte de Hitler de detener el avance. Hitler había sido convencido por el jefe de la Fuerza Aérea alemana, Hermann Göring, de que podía evitar la evacuación a Inglaterra de las tropas atrapadas en Bélgica. Por otro lado, el general Von Rundstedt había declarado que el asedio de las ciudades no era la tarea normal de los tanques y que podrían generarse grandes bajas. Cuando el comandante de la Fuerza Expedicionaria británica John Gort se percató de la pausa alemana propuso lanzar la Operación Dinamo.

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Por otra parte, las fuerzas expedicionarias británicas que batallaban junto a las francesas, se encontraban rodeadas en las playas de Dunkerque. El nuevo Primer Ministro británico sabía que debía preservar a su ejército y no perder más soldados en una batalla ya perdida. Temía que iba a ser el hombre a cargo cuando sus compatriotas sufrieran un desastre anfibio como el de Galipune. Las fuerzas expedicionarias británicas de doscientos mil hombres, junto a cien mil soldados franceses, tuvieron que dejarlo todo; equipaje, tanques, ametralladoras pesadas e incluso hasta sus propios rifles. La sensación de incertidumbre y miedo que se podía percibir en aquel momento era enorme, pues sabían que frente a ellos se encontraban los alemanes dispuestos a matar a todo aquel que no estuviera con Alemania, y los consideraban enemigos. Tanto el miedo y la desesperación como el cansancio, hacían aún más oscuro el panorama para los soldados franceses, británicos, belgas y holandeses que se encontraban en las orillas de Dunkerque. En un osado escape, Winston Churchill, ordenó una enorme flotilla para llevar a trescientos veinte mil soldados de vuelta a Inglaterra, incluyendo a los cien mil soldados de Francia, Bélgica y Holanda. Cada minuto que pasaba la tensión se intensificaba. Churchill sabía que era una acción muy arriesgada, pero también que valía la pena salvar a sus soldados, incluyendo a los de su aliado. Mientras tanto, Hitler iba de camino hacia París, para así cobrar de una vez por todas su venganza.

Dunkerque
Tropas británicas en plena evacuación, en Dunkerque. Con la operación Dinamo, que pasó a la historia como el Milagro de Dunkerque, se logró rescatar y evacuar a más de 300 000 soldados (unos 200 000 ingleses y 100 000 belgas y franceses).

El 5 de junio se reinició el ataque sobre el río Somme. Para el 10 de junio, el Gobierno francés, por obvias razones, decidió abandonar París, a la que declaró como ciudad abierta, y se instaló en Burdeos. El 11 de junio, Churchill viajó a Briaredonde, donde se reunió con el Consejo de Guerra de Francia. Allí le pidieron, desesperados, que enviara todos los aviones que tuviera al cielo francés. Debido al bajo número de escuadrones ingleses que quedaban, Churchill se negó. La verdadera razón de su visita era asegurarse que la flota francesa no cayera en manos alemanas. Una vez que obtuvo la garantía de que esto no sucedería de parte del Almirante François Darlan, Inglaterra dejó a los franceses todo el peso de la guerra. Pocos días después, el 14 de junio, los alemanes tomaban París sin hallar resistencia.

Los alemanes corrieron libres por todo el norte y centro del país. En la última semana de pelea, un gran contingente de soldados escapó a Inglaterra en la llamada Operación Ariel, esta vez desde la provincia de Bretaña. El Segundo Grupo de Ejército Francés, que representaba la única fuerza combatiente aliada en Europa, se rindió el 22 de junio, cuando Guderian se lanzó contra la Línea Maginot desde el lado oeste, acorralando a los franceses.

Hitler logra su cometido y fuerza a Francia a establecer los términos de la rendición. Era el momento perfecto para la venganza de Hitler, que había sido soldado alemán y vivió la rendición de Alemania en 1918. Con un sentido de justicia poética, forzó a Francia a rendirse, utilizando el mismo vagón usado en el que Alemania lo hizo en 1918. Lo que Alemania no logró en la primera guerra, Hitler lo logra en tan solo seis semanas. Qué tuvieron que padecer los soldados y ciudadanos franceses. Hitler había tomado Francia y su imperio nazi creía aún más. El panorama de la segunda guerra mundial parecía no terminar nunca y, al mismo tiempo que toma Francia, también conquista Bélgica y Holanda. La amenaza de Alemania se hacía más fuerte y abundaba en Europa el miedo y sufrimiento.

Ocupación de París
Ocupación de París.

Después de firmar el armisticio en Francia el 25 de junio del mismo año (1940), Le France se terminó dividiendo en dos partes. Por un lado, el París ocupado. Por otro, con un gobierno títere de Alemania: el famoso gobierno de Vichy, en el suroeste de Francia. El Primer Ministro de la Francia de Vichy fue el mariscal Philippe Pétain. El general Charles De Gaulle se declaró de inmediato en contra del gobierno de Vichy, y proclamó rápidamente la Francia Libre, llamando así a la formación de la Resistencia Francesa. Invitaba, a su vez, a las colonias a unirse, y varias lo hicieron. Sin embargo, muchas otras se quedaron bajo la administración de Vichy.

Por otra parte,los aliados británicos no tenían mucha confianza hacia el almirante Darla, que se había vuelto una figura muy importante para el gobierno de Vichy. Fue tanta la tensión que atacaron su flota en Mers el-kebir (actual Argelia), lo que generó ciertos roces muy marcados entre ingleses y franceses.

 

Una historia de Renato Galindo para el #RetoNormandía.

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