Universidad de Salamanca. Otoño de 1508. Una joven de 24 años entra en una de sus aulas. Los universitarios, todos varones, la observan con incredulidad. No se trata de una alumna, que de igual modo hubiera motivado revuelo de pupitres, porque haberlas, las hubo, pero se trataba de algo exótico en los campus universitarios de comienzos de la Edad Moderna. Luisa de Medrano se colocó frente a ellos y con extraordinaria erudición comenzó a impartir clase de Gramática Latina.
Con elocuencia, leyendo latín a la perfección y con pronunciación ejemplar, Luisa de Medrano sentó cátedra en aquel curso de principios del siglo XVI convirtiéndose así en la primera catedrática en hacerlo en España. De aquella hazaña, la Historia, sin embargo, ha pasado de puntillas.
Nada. Silencio. No hay constancia de que dejara obra escrita. Y si lo hizo, no ha llegado hasta nuestros días. Sobre su existencia apenas hay documentos y estudios posteriores. Lo que sabemos de primera mano sobre ella se lo debemos en exclusiva a un testigo ocular de la actividad académica de Luisa y a una nota manuscrita.
Si no lo veo, no lo creo
De las cosas memorables que le ocurrieron a Lucio Marineo Sículo en la España de los Reyes Católicos fue conocer a Luisa de Medrano de Bravo de Lagunas de Cienfuegos. Quien fuera catedrático de Oratoria y Poesía en la Universidad de Salamanca, maestro de la Corte y cronista de los Reyes Católicos y Carlos V, presenció una de las clases magistrales que Luisa impartió en la universidad quedando prendado por su elocuencia y erudición, sobre todo con el latín. Cuentan que Luisa de Medrano igualaba e incluso superaba en la materia a la mismísima Beatriz Galindo, ‘la latina’, preceptora de los hijos de los Reyes Católicos y mentora de Isabel I de Castilla.
“Tú que en las letras y elocuencia has levantado bien alta la cabeza por encima de los hombres, que eres en España la única niña y tierna joven que trabajas con diligencia y aplicación no la lana sino el libro; no el huso sino la pluma; no la aguja sino el estilo”
Marineo Sículo dejó constancia del talento extraordinario de Luisa en su obra Cosas Memorables de España (1530) y en una de sus cartas que componen su Opus Epistolarum (1514). No obstante, se refería a ella como Lucía, error de traducción que condujo a numerosos autores a referirse a ella con dicho nombre:
“En Salamanca conocimos a Lucía Medrano, doncella elocuentísma. A la cual oímos no solamente hablando como orador, mas también leyendo y declamando en el Estudio de Salamanca libros latinos públicamente”
Ni Luisa ni Lucía. En el registro de crónicas del catedrático y posterior Rector de la Universidad de Salamanca (Cronicón) en 1513, Pedro de Torres, se anota: el día 16 de noviembre de 1508 lee la hija de Medrano en la Cátedra de Cánones (A.D. 1508 die 16 Novembris hora tertia legit filia Medrano in Catedra Canonum)
Arrojada al olvido
Si el nombre de Luisa de Medrano aparece en la Historia, aunque sea de perfil, se debe a las referencias que de ella han hecho autores posteriores basadas en estos dos testimonios. Puede incluso que su estela haya quedado plasmada en la novela, como indica Therese Oettel en su estudio sobre Luisa de Medrano al resaltar la similitud que existe entre Olimpia, heroína de la obra de Juan Valera ‘Morsamor’ y Luisa: “Olimpia, lejos de ser una hembra adocenada, tiene portentoso ingenio y despunta por su mucha doctrina (…) Sabe latín, como Nebrija (…) Allá en su primera mocedad, se lució una vez en la Academia Platónica de Florencia pronunciando un sublime discurso sobre el amor, que oyó Marsilio Ficinio, ya viejo, y quedó embelesado en oírla” (Juan Valera, Morsamor. 1899)
Esperabé de Arteaga, en la Memoria Histórica de la Universidad de Salamanca redactada en 1914, no incluyó a Luisa de Medrano en la lista de los catedráticos de la universidad salmantina por carecer de documentación que así lo avalase. Si lo visto por Marineo Sículo y rubricado por Pedro de Torres es fidedigno, ¿por qué Luisa de Medrano no aparece en el Archivo Universitario de Salamanca como docente?
Según Therese Oettel, cabe la posibilidad de que Luisa de Medrano no ocupara una cátedra en propiedad, sino extraordinaria, o hubiera sido sustituta de algún catedrático. De ahí que su nombre no conste en los libros de claustro de los años 1507 a 1511. Todo apunta a que impartió clases de Gramática latina, en lugar de Antonio de Nebrija, ausente durante cuatro meses del curso de 1508 por estar inmerso en la edición de la Biblia políglota. En ese año escolar la Cátedra de Nebrija quedó vacante.
Que fuera sustituta en las cátedras de Derecho canónico y Retórica también es posible, pues era normal en la época que un mismo profesor se ocupara de diferentes materias. Y no es descabellado pensar que su nombre desapareciera entre la gran cantidad de documentos del archivo universitario destruidos y quemados a lo largo del tiempo.
Decía Emilia Pardo Bazán: “¡cómo habría cambiado mi vida de haberme llamado Emilio!” Hay quien piensa que lo mismo le habría ocurrido a Luisa. Incluso que se convirtiera en la primera Rectora de una universidad europea. Porque Luisa tuvo un hermano llamado Luis, quince meses más joven que ella, ambos fallecidos alrededor de 1527, ambos docentes de Salamanca, ambos catedráticos y uno solo Rector, Luis, entre 1511 y 1512. Existen lagunas, errores, correcciones del árbol genealógico de los Medrano que, aún hoy, no se han dilucidado. Solo en el testamento de su madre, el nombre de los dos hermanos aparece con claridad.
Bajo el amparo de Isabel la Católica
Luis y Luisa nacieron en el seno de una de las doce familias más nobles de toda Castilla, los Medrano Bravo de Lagunas y Cienfuegos, de larga tradición al servicio de la Corona. Luisa nació en Atienza, Guadalajara, un 9 de agosto de 1484. Tenía tres años cuando su padre, Diego López de Medrano falleció, junto a su suegro, Garci Bravo de Lagunas, en el cerco de Gibralfaro (Málaga, 1487), cinco años antes de la toma definitiva de Granada.
En agradecimiento a los servicios prestados, los Reyes Católicos se hicieron cargo de manera personal de su viuda Magdalena y de sus nueve hijos. Catalina, la primogénita de la familia fue dama de la Reina Isabel, y la familia vivió durante un tiempo en la Corte. No es difícil adivinar que Luisa de Medrano fue educada en lenguas clásicas, artes y música por expreso deseo de la Reina Isabel, pues era empeño de la Católica que sus hijos y protegidos poseyeran una amplia cultura. Quién sabe si entre sus maestros estuvo el mismo Marineo Sículo o Beatriz Galindo.
“Jugaba el Rey, eran todos tahúres; estudia la Reina, somos agora estudiantes”. Esta frase de Juan de Lucena, eclesiástico y diplomático durante el reinado de los Reyes Católicos, es un guiño a la influencia de Isabel I de Castilla en la cultura de su época.
Luisa de Medrano perteneció a esas puellae doctae (niñas doctas) del Renacimiento, la mayoría de cuna noble, que tuvieron la fortuna de acceder a la educación, desarrollando una gran capacidad intelectual, y que fueron protagonistas de la vida política, la religión, la cultura y el conocimiento, ocupando puestos reservados a los hombres.
Luisa, la ‘docta puellae’ en palabras de Marineo Sículo, se formó en Humanidades gracias a ese empeño de la Reina Isabel en aumentar el nivel cultural de sus súbditos y en concreto, de la educación de las jóvenes de su Corte. Si las cuatro hijas de Isabel la Católica fueron consideradas de las mejor preparadas de toda Europa, no fue por casualidad. Entre la colección de libros que llegó a atesorar la Católica se encontraban las obras de Christine de Pizan, escritora y poeta del siglo XIV y una de las primeras defensoras de las mujeres frente a la cultura misógina de su tiempo:
“Si la costumbre fuera mandar a las niñas a la escuela y enseñarles las ciencias con método, como se hace con los niños, aprenderían y entenderían las dificultades y sutilezas de todas las artes y ciencias tan bien como ellos” (Christine de Pizan)
Luisa de Medrano asistió a la escuela, aprendió y tiempo después enseñó lo aprendido en la Universidad. Falleció joven, dicen que a los 43 años. No hay datos sobre si contrajo matrimonio o tuvo descendencia. No hay hilo del que tirar.
En Salamanca, un instituto de Secundaria lleva su nombre. En sus inicios fue el único centro educativo de la ciudad donde podían estudiar las mujeres. Hoy, en sus aulas, imparten clases de gramática y de latín mujeres como Luisa de Medrano. Puede que entre las novelas que deban leer sus alumnos este curso se encuentre ‘La Catedrática’ de María López Villarquide. Un hilo del que sí podemos tirar.
Referencias
Oettel, Therese: Una catedrática en el siglo de Isabel la Católica: Luisa (Lucía) de Medrano. (www.cervantesvirtual.com)
Villarquide, María López: La huérfana que fue la primera catedrática de la Historia. (www.elmundo.es/crónica)
Montaño Montero, Luisa: Humanistas en la corte de Isabel la Católica: Luisa de Medrano, ¿primera catedrática en una universidad europea? Universidad de Sevilla. (www.intitucional.us.es)
www.dbe.rah.es/biografias/LucioMarineoSiculo
75 aniversario del IES Lucía de Medrano (www.luciademedrano.es)
Pellecín, Manuel: Luisa Medrano, Catedrática. (http://blogs.hoy.es/)