La Crisis de los Sudetes

Envalentonado por la anexión de Austria a través del Anschluss (marzo de 1938) y ante la pasividad de Francia y Reino Unido, Adolf Hitler exigió la entrega de los Sudetes. En esta rica región perteneciente a Checoslovaquia, vivía una minoría alemana supuestamente víctima de los abusos a manos de los checos. La claudicación de Neville Chamberlain y Édouard Daladier en los Acuerdos de Múnich no frenó las ansias expansionistas del III Reich, el cual terminó por ocupar el resto del territorio checoslovaco al año siguiente. Como bien predijo el futuro primer ministro Winston Churchill: «Hemos preferido el deshonor a la guerra, y ahora tendremos el deshonor y también la guerra«.

Mujeres en la ciudad de Eger, en los Sudetes, ante la entrada de las tropas del III Reich. Fuente: lavanguardia

Antecedentes

Checoslovaquia había sido un país creado a partir de la derrota de las Potencias Centrales en la Gran Guerra (posteriormente rebautizada como la Primera Guerra Mundial), particularmente tras la desmembración del Imperio austrohúngaro. La nueva nación estaba compuesta por un mosaico de culturas y nacionalidades como checos, eslovacos, alemanes, húngaros, polacos,… que en ciertos momentos protagonizaron episodios de tensión. En 1938, Checoslovaquia celebró el 20º aniversario de su independencia. En aquel entonces, esta nación constituía una república democrática y liberal bajo la dirección de Edvard Benes. Una de sus regiones limítrofes eran los Sudetes, donde vivían varios millones de alemanes. Las tensiones latentes entre checos y alemanes empezaron a aumentar a partir de los planes expansionistas de su vecino, el III Reich alemán, que buscaba ante todo apropiarse de este área.

Mapa de Checoslovaquia en el que se observan sus pérdidas territoriales a manos de Alemania, Hungría y Polonia en 1938

Pero para entender estos planes, primero debemos retrotraernos unos años atrás. En Alemania, el canciller Adolf Hitler había ganado las elecciones federales del 5 de marzo de 1933 con el 43’91% de los votos y 288 asientos de un total de 647. Aunque no había conseguido la mayoría absoluta, los partidos de centro otorgaron su apoyo al Partido Nazi poniendo fin a la República de Weimar. La Ley Habilitante del 24 de marzo otorgaba poderes casi absolutos al canciller alemán, permitiéndole legislar sin la mediación del parlamento alemán o Reichstag. Por si fuera poco, el 2 de agosto de 1934 quedaban unidos los cargos de canciller y presidente tras la muerte del mariscal Paul von Hindenburg. Una vez con Alemania enteramente bajo su control, Adolf Hitler vulneró reiteradamente los principios del Tratado de Versalles de 1919 para llevar a cabo una política de rearme y de expansión territorial.

En 1935, se llevó a cabo un referéndum en la región fronteriza del Sarre para decidir su reintegración a Alemania después de pasar 15 años bajo la administración de la Sociedad de Naciones, como estaba establecido. Su población votó mayoritariamente a favor de la reintegración. Este hecho constituyó el primer gran triunfo para Hitler, decidido a devolver la gloria usurpada a su nación después de su derrota en la Gran Guerra. Un año después, se produjo la remilitarización de Renania ante la pasividad de Francia y Reino Unido. Esta región aunque pertenecía de iure a Alemania, había sido previamente desmilitarizada como un punto indispensable del Tratado de Versalles para evitar posibles incursiones a territorio francés. En un principio, Hitler se esperaba una respuesta hostil por parte de Francia y Reino Unido, pero para su suerte solo hubo quejas de bajo nivel. El siguiente paso para engrandecer todavía mas al III Reich era la anexión de Austria, la tierra natal de Adolf Hitler.

El Anschluss

Uno de los proyectos más ambiciosos de Hitler era la unión de Alemania con Austria, el llamado «Anschluss«. Pero para hacer efectivos sus planes, primero presionó al gobierno de Schuschnigg para que legalizara al partido nazi austríaco. Posteriormente, el canciller Schuschnigg se entrevistó con el mismo führer en su residencia de los Alpes bávaros. Allí le intimidó para que firmara la entrega inmediata de su país al III Reich. Aunque Schuschnigg claudicó en ese momento ante Hitler, a su vuelta convocó un plebiscito para que fuera la población austríaca la que decidiera en última instancia la unión con Alemania. La fecha para la votación estaba prevista para el mes de marzo de 1938. Agentes nazis infiltrados se encargaron de enturbiar el ambiente electoral.

El resultado fue arrollador: el 99’73% del electorado votó a favor del Anschluss. No obstante, de esta convocatoria cabe destacar que las papeletas debían de ser arrojadas en las urnas bajo la amenazante mirada de los agentes de las SS infiltrados en territorio austríaco. Por otro lado, en la misma papeleta la opción del «Sí» tenía un tamaño mucho más grande que el del «No», lo que podría traducirse en una presión psicológica encubierta a favor del Anschluss. En contra de lo que podía esperarse en un principio, el dictador italiano Benito Mussolini aceptó de buen grado esta anexión. Este gesto conciliador siempre lo tendría en cuenta Adolf Hitler. Fue entonces cuando el führer puso sus ojos en la siguiente presa: Checoslovaquia.

Adolf Hitler entra triunfal en Austria. Fuente: ABC

La Crisis de los Sudetes

Para urdir su estratagema, Alemania acusó al gobierno checo de llevar a cabo medidas discriminatorias en contra de la minoría alemana en los Sudetes con el objetivo de justificar su posterior anexión. El 12 de septiembre de 1938, Adolf Hitler proclamó que «la cuestión checoslovaca es un problema de Alemania», un claro indicio de lo que todavía estaba por llegar. A finales de mes, se movilizaron 50 divisiones del Ejército alemán cerca de la frontera con los Sudetes. Con el fin de evitar un conflicto armado entre las potencias europeas, se acordó celebrar la Conferencia de Múnich por mediación de Mussolini entre los días 29 y 30 de septiembre de 1938.

A esta reunión acudieron los jefes de gobierno de Reino Unido (Neville Chamberlain), Francia (Édouard Daladier), Alemania (Adolf Hitler) e Italia (Benito Mussolini) para tratar de solucionar la delicada cuestión de los Sudetes. Paradójicamente ningún representante del gobierno checoslovaco fue invitado, a pesar de las trascendentales decisiones referentes a su nación que se tomaron en dicha reunión. Por esta razón, desde Checoslovaquia no dudaron en calificarla como «la traición de Múnich«. No había sido para menos. La hábil oratoria de Hitler para defender sus argumentos fue muy superior a la del resto de invitados, que se dejaron embaucar por su discurso.

Pacto de Múnich:

Alemania, el Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia e Italia han acordado, por lo que respecta la cesión del territorio de los Sudetes:
1. La evacuación deberá empezar el 1 de Octubre.
2. El Reino Unido de la Gran Bretaña, Francia e Italia convienen en que la evacuación habrá de ser completada para el 10 de octubre, sin que se haya efectuado el desmantelamiento o destrucción de cualquier clase de instalaciones.
3. Los pormenores relativos a la evacuación serán fijados por una comisión internacional (…).
4. La ocupación escalonada comenzará en los días 1 y 2 de Octubre.
5. La comisión internacional a la que se hace referencia en el párrafo número 3 visitará los territorios en los cuales se deberá efectuar un plebiscito. Dichos territorios serán ocupados por tropas neutrales hasta la terminación de dicho plebiscito (…).
6. La comisión internacional fijará inmediatamente la línea fronteriza entre los territorios anexionados y la potencia que toma posesión de ellos (…).
7. El Gobierno checo, en un plazo de cuatro semanas, licenciará de sus unidades militares y policíacas a todos los sudetes alemanes que deseen separarse de las mismas (…).
Hitler, Chamberlain, Daladier y Mussolini
29 de Septiembre de 1938

Ante los planes expansionistas de Hitler en Centroeuropa, tanto Francia como Reino Unido decidieron no tomar acciones para auxiliar a Checoslovaquia. El miedo a repetir un enfrentamiento de similares características a la Gran Guerra estaba todavía muy presente en las mentes de los líderes europeos. Al entregarle los Sudetes a Alemania, Daladier y Chamberlain creyeron haber salvado la situación de cara a la opinión pública. El primer ministro Chamberlain regresó triunfante a Londres ante el aparente compromiso de Hitler de no anexionarse más territorios. A pesar de su optimismo, no pudo haber estado más equivocado.

A su llegada a Reino Unido, Chamberlain afirmó sin dudarlo que los Acuerdos de Múnich habían sido la «paz para nuestros tiempos». Todo parecía indicar que se había evitado la guerra, como muchos contemporáneos quisieron creer en aquel momento. Pero ante esta muestra de cobardía, Winston Churchill pronunciaría en el parlamento algunas de sus frases más memorables y que todavía resuenan en nuestros días como preludio de los acontecimientos futuros: «Y no crean ustedes que este es el fin. Esto es solamente el comienzo. Hemos preferido el deshonor a la guerra, y ahora tendremos el deshonor y también la guerra”. Una intervención magistral.

De izquierda a derecha, Neville Chamberlain, Édouard Daladier, Adolf Hitler, Benito Mussolini y Galeazzo Ciano en la Conferencia de Múnich en 1938

Consecuencias

Tras la firma de los Acuerdos de Múnich, el 1 de octubre de 1938 el ejército alemán cruzó la frontera checoslovaca para efectuar la anexión de los Sudetes. Como consecuencia de esta incorporación, el III Reich alemán ganó 16.000 km2 y 3.500.000 millones de habitantes, de los cuales cerca de 700.000 eran ciudadanos checos. A su vez, se hizo con el control del 86% de los productos químicos en Chequia, el 80% del acero, el 80% del lignitio, el 80% de la industria textil y el 66% de su carbón. Sin lugar a dudas, la estrategia de Hitler había sobrepasado con creces cualquier expectativa. No obstante, el propio führer hubiera preferido una respuesta más hostil y así justificar la ocupación del resto de Checoslovaquia, su verdadera meta.

A pesar de lo que podríamos pensar para nuestra mentalidad actual, el éxito «negociador» de Adolf Hitler fue aplaudido por la prensa internacional del momento. Especialmente reseñable es el hecho de que la revista estadounidense Time proclamara al führer como «el hombre del año» e incluso le dedicara su portada en 1938. Todavía más insólita fue la sugerencia del parlamentario sueco E. G. C. Brandt, quién llegaría a proponer Adolf Hitler como candidato para el Premio Nobel de la Paz. Increíble pero cierto (otros personajes como Mussolini o Stalin también fueron candidatos en alguna ocasión). Hasta aquel momento se puede decir que el führer estaba cumpliendo todos sus objetivos sin derramamiento de sangre. Al menos por ahora.

Portada de la revista Time de 1938

Desde su llegada al poder en 1933, Hitler había conseguido añadir 114.000 km2 extra de territorio así como once millones de habitantes más al III Reich sin llevar a cabo ningún tipo de acción bélica. No obstante, si en este episodio hemos de señalar un claro perdedor esa es sin duda la nación checoslovaca, quien después de la pérdida de los Sudetes había quedado profundamente debilitada ante cualquier agresión futura del III Reich como finalmente se produjo, además de la población judía de los territorios ocupados, la cual fue perseguida y acosada por las autoridades nazis a partir de entonces. Además Hungría y Polonia también aprovecharon para ocupar otros territorios fronterizos checoslovacos de menor tamaño donde vivían respectivamente ciudadanos húngaros y polacos.

En contra de la política de apaciguamiento llevada a cabo por Neville Chamberlain, las ansias expansionistas de Hitler no se calmaron tras la anexión de los Sudetes. El 15 de marzo de 1939, las tropas del III Reich ocuparon lo que había quedado de Checoslovaquia estableciendo el protectorado de Bohemia y Moravia y el estado títere de Eslovaquia. A su vez, la región de Memel (Lituania) también fue anexionada por estas fechas. Tanto Francia como el Reino Unido no hicieron nada para pararle los pies al führer, quién pretendía establecer sobre Europa el «imperio de los mil años«. La siguiente pieza en el tablero era Polonia, otro país surgido a raíz del Tratado de Versalles. El territorio de Prusia Oriental había quedado aislado del resto de Alemania tras otorgarle a Polonia una salida al mar Báltico a través del corredor de Danzig. Demasiado tentador para el führer y la ampliación de su imperio.

Pero antes de proceder a la invasión del territorio polaco, Hitler firmó primero el Pacto de no agresión con la Unión Soviética, también conocido como Pacto Ribbentrop-Mólotov, el 23 de agosto de 1939. Bajo una cláusula secreta de este polémico tratado, se habían asignado dos áreas de influencia en Europa del este, una para la URSS y otra para el III Reich. Pese a la aparente cordialidad de este gesto, tanto Hitler como Stalin no se terminaban de fiar el uno del otro. La operación para invadir Polonia era inminente. El 1 de septiembre, el ejército alemán cruzó la frontera polaca para ocupar la ciudad libre de Danzig. Parecía que nada iba a detener al führer en su proyecto de esclavizar a Europa bajo el símbolo de la esvástica. Pero dos días más tarde, Francia y Reino Unido declararon la guerra a Alemania. Más tarde, la URSS ocupó la parte polaca que le correspondía en virtud del Pacto de no agresión. Como bien había predicho Churchill, al final tuvieron el deshonor y también la guerra.

Situación de Europa a finales de agosto de 1939

Bibliografía:

Galán, E. J. (2012). Historia del mundo contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.

Galán E. J. (2015). La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.

Haffner, S. (2000). Historia de un alemán. Editorial Planeta, S.A.

Hernández, J. (2017). Eso no estaba en mi libro de la Segunda Guerra Mundial. Editorial Almuzara, S.L.

Nuño, A. (2022). «Habrá guerra»: el día en que Hitler decidió anexionarse Checoslovaquia». Elconfidencial. https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2022-03-01/hitler-anexion-sudetes-checoslovaquia-guerra_3383245/

Villamor, R. (2022). ‘Crisis de los Sudetes y Pactos de Munich’. Eurasia 1945. https://www.eurasia1945.com/acontecimientos/causas-1918-1939/conferencia-de-munich-anexion-de-los-sudetes/

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