¿De dónde provienen algunas expresiones españolas? (Parte I)

¿Cuál es el significado de algunas de las expresiones más famosas del refranero español? ¿Todas ellas tienen un origen concreto y definido?

 

1. No ha venido ni el Tato

Significado: un evento social, reunión o fiesta no ha tenido ningún éxito y no ha acudido nadie, o muy poca gente comparado con la asistencia que se esperaba.

Ejemplo: «A la reunión del equipo de trabajo de ayer no vino ni el Tato».

Origen: el «Tato» era el apodo de Antonio Sánchez, un torero sevillano de gran fama que nació en 1831 y murió en 1895. Era conocido por asistir siempre a todas las corridas de toros a las que podía, así como a cualquier otro tipo de celebración social. Precisamente por eso, cuando no se lo veía en alguno de estos sitios, se solía decir que «no ha venido ni el Tato», dando a entender que si ni el Tato había acudido, era porque el evento no había sido en realidad tan importante como parecía.

 

2. Estar en Babia

Significado: estar distraído o atontado, sin capacidad de concentración o pensando en algo distinto a lo que se está tratando en esos momentos.

Ejemplo: «Estuviste en Babia durante casi todo el partido y por tu culpa nos marcaron cinco goles».

Origen: Babia es una comarca leonesa del Norte de España, lugar donde los reyes de León estaban acostumbrados a practicar la caza. Cuando abandonaban la ciudad para ir a Babia, quedaban momentáneamente incomunicados y no se enteraban de nada de lo que ocurría en el resto del reino, por lo que se empezó a popularizar la expresión «estar en Babia» para referirse a quien no se entera de nada de lo que está pasando en ese mismo instante.

3. Dársela con queso (a alguien)

Significado: utilizar un cebo, ardid, truco o engaño para estafar a alguien o atraerlo hacia un fin determinado.

Ejemplo: «Finalmente conseguí dársela con queso y le vendí el coche de segunda mano por su precio original».

Origen: Proviene de una costumbre timadora muy típica durante la Edad Media en España. Cuando los taberneros acudían a comprar vino para sus mesones, era habitual que cataran los barriles antes de cerrar la venta. Entonces, los bodegueros más avispados ofrecían a los compradores un plato de queso manchego curado en aceite antes de que probaran el vino. El fuerte sabor amargo impedía posteriormente al paladar distinguir un buen caldo de otro que estuviera picado, para así poder dar mejor salida al vino que ya estuviera echado a perder.

 

4. Echar(le) el muerto (a alguien)

Significado: echarle la culpa a alguien inocente de algo que no ha hecho para que apechugue con las culpas y el posible castigo derivado de la acción.

Ejemplo: «El abogado trató de convencer a la jueza de que su cliente no había sido el culpable del robo, diciendo que el verdadero ladrón había intentado echarle el muerto».

Origen: también proviene de la Edad Media en España. En aquella época eran habituales los asesinatos, las reyertas y la delincuencia callejera en los pueblos y las ciudades, pero cuando aparecía un cadáver y no se conseguía identificar al culpable de su muerte, la comunidad entera era responsabilizada del crimen y estaba obligada legalmente a pagar un impuesto especial al rey. Esta impopular medida fomentó la picaresca vecinal, y cuando se encontraban un cuerpo asesinado violentamente, lo trasladaban sigilosamente y por la noche al pueblo de al lado para librarse de la multa económica.

 

5. Poner la mano en el fuego

Significado: afirmar que confiamos tanto en una persona o en su testimonio que arriesgaríamos cualquier cosa con tal de garantizar su fiabilidad.

Ejemplo: «Confío plenamente en Andrés, pondría siempre la mano en el fuego por él».

Origen: todo apunta a que lo encontramos en los llamados «Juicios de Dios» que realizaban los caballeros templarios. También llamados lides, ordalías, justas… eran pruebas a las que uno se podía someter para intentar anular una sentencia judicial proveniente de la Orden del Temple. Si te acusaban de herejía o cualquier otro pecado y te condenaban, podías acogerte al Juicio de Dios (si eras cristiano). Entonces te imponían la realización de una acción potencialmente mortal y prácticamente imposible, y en el caso improbable de que sobrevivieras a ella, eras indultado, ya que se deducía que la justicia divina había intercedido para salvar la vida del preso en cuestión. En la mayoría de los casos se utilizaba el fuego para llevar a cabo estas siniestras comprobaciones, y se obligaba al reo a caminar sobre brasas candentes o a introducir la mano o un brazo entero en una hoguera ardiendo. De ahí proviene la expresión.

hand in the fire. Ilustración de Geoffrey Colin.

6. Duro de pelar

Significado: se utiliza para referirse a quien es difícil de vencer o convencer de algo.

Ejemplo: «En el torneo de ajedrez me tocaron rivales muy duros de pelar y no pude superar ni la primera ronda».

Origen: Esta curiosa expresión viene de una antigua costumbre española de cazar gatos callejeros para despellejarlos y hacer bolsos y abrigos con sus pieles. No obstante, estos felinos no eran nada fáciles de capturar y vendían cara su vida, defendiéndose con denuedo de todo aquel que intentaba atacarlos.

 

7. Poner los cuernos

Significado: serle infiel a tu pareja sentimental.

Ejemplo: «Mi hermano se divorció porque se enteró de que su exmujer le había estado poniendo los cuernos durante todo un año».

Origen: Actualmente existen múltiples versiones acerca del origen de esta desagradable expresión. Todo parece apuntar a la idea cristiana primigenia de representar el pecado sexual a través del demonio, y a su vez dibujar siempre a este último como una cabra o animal provisto de cornamenta. Algunas versiones indican que proviene de la época de los vikingos, mientras otras narran que, en la Europa feudal, era costumbre entre los dueños de las tierras acostarse con sus vasallas (mediante el derecho de Pernada), aunque ellas ya estuvieran casadas. Al parecer, se colocaban unos cuernos de ciervo en la puerta de la casa donde el señor de turno estuviera ejerciendo su derecho, para avisar al marido de que no entrara mientras la cornamenta colgara de la puerta.

 

8. Ir(se) a la porra

Significado: es una expresión malsonante. Se utiliza para deshacerse de la compañía o presencia molesta de alguien a quien no queremos cerca de nosotros.

Ejemplo: «Llevaba dos horas tocando el violín mientras yo intentaba dormir y al final lo acabé mandando a la porra».

Origen: Tiene mucho que ver con el mundo militar. La porra (o garrote) era el bastón que normalmente llevaba el sargento mayor de una tropa durante las marchas del pelotón, que utilizaba para ir marcando el ritmo. Cuando los soldados acampaban, los oficiales tenían por costumbre clavar la porra verticalmente sobre el suelo y enviaban («vete a la porra») a su ubicación a los soldados cuando eran levemente amonestados, como forma de castigo.

 

9. ¡A buenas horas, mangas verdes!

Significado: refrán que se utiliza en tono irónico o jocoso para hacer burla de una situación en la que alguien o algo ha llegado tarde y ya no se puede hacer nada para reparar el posible daño causado.

Ejemplo: «Cuando los bomberos llegaron, el incendio ya había reducido la casa a cenizas. ¡A buenas horas, mangas verdes!»

Origen: esta expresión también tiene su origen en el mundo castrense. Los «mangas verdes» eran los integrantes de la corporación policial de la Santa Hermandad, considerado por algunos estudios como el primer cuerpo de seguridad europeo sometido a cierta organización y administración gubernamental, constituido en Castilla en el siglo XV durante el reinado de Isabel la Católica. Se llamaban así porque vestían uniformes con mangas verdes, y el origen del popular dicho está en que no eran un grupo especialmente competente y solían llegar tarde a todos los disturbios, cuando generalmente ya se habían cometido los delitos y sus responsables habían conseguido huir.

 

10. Poner(se) hecho un basilisco

Significado: se aplica a personas que están atravesando un momento de gran enfado o violencia.

Ejemplo: «Su coche se estrelló contra el de otro conductor que iba borracho y se puso hecho un basilisco».

Origen: el basilisco era una criatura extremadamente violenta y peligrosa propia de la mitología griega clásica. Con cuerpo de serpiente y alas, patas y cresta de gallo, era terriblemente venenoso, irascible, podía escupir fuego y era capaz de matar solo con la mirada.

Basilisk. Ilustración de sepraven.

11. Salir por peteneras

Significado: huir precipitadamente de un lugar o situación delicada, o tratar de descentrar la atención hacia otro tema.

Ejemplo: «Cuando el fiscal empezó a preguntarle sobre la supuesta financiación ilegal de su empresa, intentó salir por peteneras».

Origen: La Petenera fue una conocida cantante gaditana de flamenco que vivió durante el siglo XIX. Su fama y renombre general en el mundo del flamenco fue tal que acabó dando nombre a una variante del palo de las malagueñas: la petenera. Por lo tanto, si alguien se pone a cantar o se arranca por peteneras (argot típico del flamenco), quiere decir que se pone a cantar alegremente y haciendo ruido para librarse de tener que seguir una conversación o escabullirse de cualquier situación.

 

12. Valer un potosí

Significado: se emplea para decir que algo o alguien posee un valor incalculable.

Ejemplo: «Esos jarrones tan antiguos deben de valer un potosí».

Origen: Potosí es una ciudad que se encuentra actualmente al sur de Bolivia, en la provincia de Tomás Frías, y que cuando los conquistadores europeos llegaron por primera vez al nuevo continente, estaba rodeada de minas y yacimientos de minerales y metales preciosos: oro, plata, cobre, estaño, piedras preciosas… Como es natural, aquello convertía Potosí en un lugar de extraordinario valor económico, y no tardó en originarse esta histórica expresión.

Cerro Rico de Potosí. Grabado de B. Lens.

13. Irse por los cerros de Úbeda

Significado: divagar, irse por las ramas durante una conversación o cualquier situación, alejándose del objetivo o propósito principal de la misma.

Ejemplo: «El comisario trató de obtener una confesión completa, pero el detenido no paraba de irse por los cerros de Úbeda y al final tuvo que dejarlo por imposible».

Origen: Volvemos a recurrir al ejército para explicar el origen de otro clásico en nuestro refranero. En este caso, debemos retroceder hasta 1233, año en el que se enfrentaron las tropas castellanas en su conjunto contra los almohades musulmanes, conocidos por su fiereza y habilidad en el campo de batalla. Poco antes de comenzar la batalla, Alvar Fáñez, uno de los comandantes del rey Fernando III, desapareció del mapa junto a sus hombres para evitar luchar y volvieron a aparecer una vez finalizada la contienda con victoria cristiana. Cuando el monarca le preguntó dónde se había metido, Alvar Fáñez simplemente le respondió que se habían perdido en los montes de Úbeda (Jaén). Desde entonces, esta expresión se utiliza para referirse a quien huye o escapa de una situación divagando sobre temas que no tienen nada que ver con ella.

 

14. Quien se fue a Sevilla, perdió su silla

Significado: refrán que alude a la pérdida de los privilegios o posesiones que se tenían anteriormente por el mero hecho de haberlos abandonado durante un tiempo.

Ejemplo: «Cuando se fue de vacaciones, sustituimos a Juan al frente del equipo. Quien se fue a Sevilla, perdió su silla».

Origen: este dicho tan conocido está basado en un hecho histórico que tuvo lugar durante el reinado del monarca Enrique IV de Trastámara, en Castilla, durante el siglo XV. Surgió del enfrentamiento entre dos arzobispos castellanos, Alonso de Fonseca, el Viejo, y Alonso de Fonseca, el Mozo, que eran tío y sobrino, respectivamente.

Durante el año 1460, un sobrino de don Alonso de Fonseca, arzobispo de Sevilla, fue nombrado arzobispo de Santiago de Compostela. El reino de Galicia se hallaba muy revuelto socialmente por aquel entonces, y el sobrino, el Mozo, pidió ayuda a su tío, el Viejo, para tomar mejor posesión de la sede episcopal, mientras él se quedaba en el arzobispado del segundo, en Sevilla.

Posteriormente, cuando Alonso de Fonseca, el Viejo, regresó a Sevilla, se encontró con que su sobrino se había adueñado del cargo y se negaba a devolvérselo, ni el cargo ni la silla arzobispal.

En realidad, y ya que Alonso de Fonseca el Viejo había abandonado Sevilla, el refrán debería haber sido «quien se fue de Sevilla, perdió su silla». Pero alguien debió empezar a decirlo de la primera manera y ya se quedó así hasta nuestros días.

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