La Guerra de Invierno entre la URSS y Finlandia

Uno de los mayores tropiezos de Iósif Stalin fue la invasión de Finlandia, ocurrida entre finales de 1939 y principios de 1940. A pesar de la victoria final, el excesivo número de bajas soviéticas que se produjo frente a un enemigo en teoría más débil y peor preparado, fue uno de los motivos que llevó a Adolf Hitler a iniciar la posterior Operación Barbarroja el 22 de junio de 1941.

Ametralladora finlandesa durante la Guerra de Invierno

Antecedentes

Finlandia había logrado su independencia en 1917 aprovechando la convulsa Revolución rusa. Poco después tuvo lugar la sangrienta guerra civil rusa entre el Ejército Blanco formado por los defensores de la familia imperial así como otras fuerzas y el Ejército Rojo, afín a la causa bolchevique. Tras incontables enfrentamientos entre los dos bandos, el líder revolucionario Vladímir Lenin inauguró la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas en 1922. Los últimos focos de resistencia que quedaban del Ejército Blanco se rendieron al año siguiente.

Lenin falleció en 1924, siendo sucedido por el temible Iósif Stalin. Este líder manejó con puño de hierro al partido, desplazando a cualquier rival que le pudiese hacer sombra como León Trotsky, entre otros. En el plano exterior, Stalin tenía su mirada puesta tanto en los países bálticos (Estonia, Letonia y Lituania) como en la vecina Finlandia, territorios que consideraba dentro de su esfera de influencia y que habían pertenecido anteriormente al desaparecido Imperio ruso.

Con el fin de asegurarse el control sobre estas zonas, el 23 de agosto de 1939 se firmó el polémico Pacto Ribbentrop-Mólotov con la Alemania nazi, poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial. A través de una cláusula secreta presente en dicho pacto, se establecieron dos zonas bien delimitadas en Europa del este, una para el III Reich y otra para la URSS. El resto del mundo quedó atónito ante esta supuesta alianza contra natura, a raíz de las profundas diferencias ideológicas existentes.

Los países que quedaron dentro del área de influencia soviética eran Finlandia, Estonia, Letonia, Lituania, la parte oriental de Polonia y la región de Besarabia (Rumanía). El líder soviético veía con recelo que la frontera finlandesa se encontrase a tan solo 30 km de Leningrado (San Petersburgo), una de las ciudades más importantes de la Unión Soviética. Por esta razón, trató de negociar primero con el gobierno finlandés para tratar de poner solución a las cuestiones fronterizas que tanto le preocupaban, sin obtener demasiado resultado. La respuesta de Stalin no se hizo esperar.

pacto ribbentrop-mólotov
Pacto Ribbentrop-Mólotov, 23 de agosto de 1939

Guerra de invierno (1939-1940)

Ante las fallidas negociaciones con Finlandia, Stalin decidió poner en marcha una ofensiva similar a la que había llevado a cabo Hitler en Polonia en septiembre de 1939. Primero se orquestó una operación de falsa bandera para justificar la invasión. Posteriormente, a finales de noviembre se emprendió una guerra relámpago consistente en bombardeos aéreos sobre Helsinki y penetración de columnas de tanques e infantería por varios flancos. En total se movilizaron cerca de 2.000 tanques, más de 1.000 aviones y unos 500.000 soldados.

Por contra, Finlandia apenas disponía de unas pocas decenas de blindados y aviones y unas decenas de miles de hombres. Ante esta abismal diferencia de recursos tanto humanos como militares, parecía que «el país de los mil lagos» iba a sucumbir en poco tiempo ante la portentosa maquinaria de guerra de Stalin. Por otro lado, el 14 de diciembre de 1939 la URSS fue expulsada de la Sociedad de Naciones por su agresión a Finlandia, aunque dicha acción tuvo escasos efectos prácticos.

Por desgracia para el líder georgiano, el pequeño ejército finlandés supo defenderse de las acometidas soviéticas con grandes dosis de valentía y coraje así como el aprovechamiento de su climatología hostil. Bosques espesos cubiertos de nieve y salpicados de lagos dificultaron el avance de las tropas soviéticas. Además el camuflaje por medio de trajes blancos convirtieron a los finlandeses en «enemigos invisibles». Así mismo, incendiaron a los T-26 mediante cócteles molotov y emplearon a los letales francotiradores.

Uno de aquellos francotiradores fue Simo Häyhä, apodado por los soviéticos como «la Muerte Blanca«. Dicho apelativo no fue para menos, pues había abatido a 505 enemigos en tan solo tres meses de campaña, un récord que todavía no ha sido superado. Para ello utilizó un fusil sin mira telescópica para no ser identificado por el enemigo. Sin embargo, el 6 de marzo de 1940, recibió un balazo que le produjo serias deformaciones en el rostro. A pesar de ello, Simo logró recuperarse de sus heridas y sobrevivir a la guerra, falleciendo a una edad muy avanzada a principios del siglo XXI.

Simo Häyhä apuntando con su rifle desde su posición de francotirador

Consecuencias y trascendencia posterior

Con un ejército muy reducido, Finlandia había causado más de 200.000 bajas al ejército soviético frente a unas propias de 25.000 hombres, aproximadamente. No obstante, pese a estos números la contundente respuesta de Stalin ante los fracasos iniciales ocasionó el envío de más tropas que acabaron por inclinar de forma definitiva la balanza a favor de la URSS. Por esta razón, Finlandia se vio obligada a entregar los distritos fronterizos reclamados por Stalin (el equivalente a un 10% de su territorio) a través del Tratado de Paz de Moscú firmado en marzo de 1940, aunque conservó su independencia. Pero a pesar de estas ganancias territoriales, el líder soviético necesitaba ampliar todavía más los límites de su nación a costa de los países vecinos.

En virtud de la zona de influencia que le correspondía según las cláusulas secretas del Pacto Ribbentrop-Mólotov, Stalin procedió a invadir las repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania) en junio de 1940. Poco tiempo después, haría lo mismo en la región de Besarabia y el norte de Bucovina, pertenecientes a Rumanía. Por otro lado, después de una exitosa campaña en el oeste de Europa en la que solo quedó Reino Unido al frente de la resistencia, Hitler se preparó para su gran objetivo y verdadera obsesión: la URSS. Aunque a Stalin le llegaron diversos informes acerca de las intenciones del führer, el líder soviético pensó que era un auténtico suicidio por parte del III Reich emprender otra campaña sin antes haber cerrado el frente occidental contra el Reino Unido.

Mapa donde se observan las pérdidas territoriales de Finlandia a manos de la URSS

Los planes de Adolf Hitler pasaban por convertir al gigantesco territorio soviético en una especie de colonia de poblamiento alemán, según la teoría del espacio vital o Lebensraum. El führer creyó erróneamente que la Unión Soviética caería ante una ofensiva alemana en cuestión de pocos meses, antes de la llegada del invierno. Este particular análisis de su enemigo, se basaba en una supuesta inferioridad racial según los dictados del nacional-socialismo que abogaban por la superioridad de la raza aria frente a todas las demás así como por los desastrosos resultados obtenidos de la Guerra de Invierno de la URSS contra Finlandia.

Si el país norteño había provocado un número de bajas apabullante a un enemigo dotado de mayores recursos militares (soldados, tanques, aviones,…), entonces el III Reich poseedor de un potencial muchísimo mayor que Finlandia, no tendría demasiados problemas en doblegar a la Unión Soviética. Por otro lado, durante la Gran Purga dictada por Stalin a finales de los años 30, buena parte de la cúpula militar soviética había quedado seriamente afectada. Este pormenorizado estudio de la situación llevó a preparar la inminente invasión del gigante del este. La URSS constituía un bocado demasiado tentador para el führer y sus ansias expansionistas.

Sin embargo, a pesar del factor sorpresa que supuso la ruptura del Pacto Ribbentrop-Mólotov y la apertura del frente oriental en junio de 1941 a través de la Operación Barbarroja, Hitler subestimó la capacidad de reacción de la Unión Soviética ante el ‘imparable’ empuje alemán y de sus aliados (entre ellos la propia Finlandia, que llevaría a cabo la «Guerra de Continuación» entre 1941-1944). Como medida extraordinaria ante las difíciles circunstancias, Stalin llevó a cabo una política de tierra quemada ordenando trasladar todas las fábricas de armamento más allá de los Montes Urales para no ser aprovechadas por las Potencias del Eje.

Por otro lado, Stalin no dudó en calificar este desafío como la «Gran Guerra Patriótica«, en una clara apelación al pueblo soviético a resistir estoicamente frente al invasor. Aunque la URSS reaccionó tarde, el Ejército Rojo consiguió evitar la caída de Moscú a principios de diciembre de 1941. Más tarde, tendrían lugar otras fallidas ofensivas alemanas como la Operación Azul (1942-43) o la Operación Ciudadela (1943). Al igual que había ocurrido anteriormente con Carlos XII de Suecia a principios del siglo XVIII y con la campaña de Napoleón de 1812, Hitler volvió a cometer el mismo error cavando su propia tumba al invadir la Unión Soviética.

operacion barbarroja
Operación Barbarroja

Bibliografía:

Galán, E. J. (2012). Historia del mundo contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.

Galán E. J. (2015). La Segunda Guerra Mundial contada para escépticos. Editorial Planeta, Barcelona.

Redacción BBC Mundo. ‘La guerra de Invierno: la lucha desesperada que libró Finlandia para sobrevivir frente al poderío de la Unión Soviética’. BBC News Mundo. https://www.bbc.com/mundo/noticias-60772950

Sadurní, J. M. (2022). ‘Simo Häyhä, «la muerte blanca» oculta bajo la nieve’. Historia National Geographic. https://historia.nationalgeographic.com.es/a/simo-hayha-la-muerte-blanca-oculta-bajo-nieve_17626

Villamor, R. (2022). ‘Guerra de Invierno’. Eurasia1945. https://www.eurasia1945.com/batallas/contienda/guerra-ruso-finesa/

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